martes, 16 de diciembre de 2008

Un Anhelo Fenecido


Un Anhelo Fenecido

Ahora lloro en tu cadáver mi sueño
Tu gélida tez me agravia
Me siento destrozado en tu presencia
Y quisiera largarme y dejarte a la intemperie,
Que disfrutaras del placer
De ser un manchón en la tierra.

Es ahí precisamente a donde quiero huir
A esa nada donde nada se parece
Donde a nada se le debe rendir tributo
Y donde las iglesias y las cruces no sean más que signos
Barrocos y ennegrecidos edificios
Cuadrados deformes en la carne de Cristo.

Anhelaba la gloria
Sobre el lecho de una dama
Anhelaba el regazo
De una hermosa playa.

Ahora he huido, de ti, y de mi mismo
Alejándome ya adentrándome en el vacío
Que me es tan familiar, tan propio
Que me siento reflejado dentro de su humo de opio.

Ahora el silencio es el flagelo divino en mi espalda
Y la penitencia eterna es cargar con tu cuerpo,
Si la redención es posible y al edén vuelvo,
Volvería a pecar para hundirme en el infierno.

En la oscuridad eterna, que es tan tranquila
Sin voces hipócritas y celestiales trompetas,
Sin nubes, ni ángeles, ni un hijo a tu izquierda,
Un lugar sin juicio, de sólo pena y dolor,
Me parece tan apetitosa la idea de jugar a ser diablo
Y en su oscura mirada hallarme a mi mismo
Ser la maldad en carne y en mi carne sufrirla,
Ahora que el cielo, me es tan ingrato.

Como si quisiera pasar la eternidad
En la eterna sonrisa
Con la eterna tranquilidad
De un eterna presencia,
De una inagotable ausencia,
Y de una aún más agobiante paz.

Rodeado de nubes
Mi anhelo descansa
En la gloria de un dios
Que no tiene nombre,
Mi anhelo perdido
Me lo arrebató una cruz
Una iglesia
Y un Mesías,
Mi anhelo perdido,
Fenecido,
Fallido
¿A Dónde Irás?


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