Los
5 retos de la Filosofía contemporánea.
Por:
Gerardo Roberto Flores Peña
“El
pensamiento, en efecto, no se confunde ni con la actividad
intelectual -establecimiento de relaciones, inventario de
nominaciones (conceptos) y de argumentos (razones)— ni con una
actividad individual (juicio, apreciación, evaluación). El
pensamiento es un movimiento de los cuerpos: comienza en este pliegue
nervioso del cuerpo que lo expone al infinito de un ‘sentido’, es
decir, de una afección por los otros cuerpos”.
Jean-Luc
Nancy, La adoración.
Introducción:
Comenzamos
con una pregunta que no tiene nada de simple y nada de inocente: ¿Por
qué hay la necesidad de exponer nuevamente los retos de la filosofía
contemporánea? En primer lugar, y es lo que trataremos de defender
en este texto, porque hubo en las décadas pasadas, un intento
intenso de crítica, deconstrucción y reformulación de la
filosofía. Las teorías críticas de toda índole, el triunfal
regreso del marxismo con Zizek, Sloterdijk, Dussel, Freire y también
los planteamientos que se han concebido a sí mismos como críticos
de la filosofía misma, pienso en los latinoamericanismos, la
filosofía decolonial y poscolonial, el feminismo radical, y el
eticismo y esteticismos de corte foucaultiano-deleuziano. Estos casi
innumerables espolones han agujerado, hasta dejarlo sin posibilidad
de sustento, el viejo edificio de las tareas clásicas de la
filosofía. No es sólo la urgente exigencia de una teoría que
devenga de la praxis y no viceversa, sino también la necesidad de
replantear el esquema entero de los saberes como propone, por
ejemplo, Boaventura de Sousa Santos.1
En
segundo lugar, porque hay que admitir que estamos ante una crisis del
viejo sentido del mundo2.
Ya no podríamos saber si la crítica a las tareas clásicas de la
filosofía es resultado de esta crisis, es decir si la filosofía no
ha sabido responder históricamente a las exigencias de sentido; o si
la posibilidad del sentido está agotada para cualquier tipo de
discurso. Yo suscribiría de principio con la segunda opción, en
general la noción misma de sentido, al menos como un cierto tipo de
razón o idea que orienta desde fuera lo que es la existencia, es lo
que ha entrado en crisis.
No se
trata sólo de una crisis de sentido, se trata de la crisis de la
idea misma del sentido. Frente a la muerte de todas las grandes
significaciones e incluso ante el fin de la muerte de la
significación en total3.
Tal es la perspectiva contemporánea de la filosofía: nihilismo,
emancipación y desencanto.
Y
quizás por eso más fuertemente suscribo con la idea de que aparece
ante nosotros una nueva exigencia pero no una nueva filosofía, como
al final de cuentas plantean los críticos que mencioné más arriba.
Admito junto con cierta tradición de corte
fenomenológico-existencialista (lo que se ha querido de Husserl a
Nancy4)
que en filosofía se trata de un pensamiento que quiere permanecer en
lo abierto. Esto necesariamente viene a implicar la
reinterpretación misma de la metafísica que ha presentado la
filosofía como su propio cumplimiento5.
Y este será el tercer punto de mi exposición. Hay una pérdida de
parámetros, dios se ha retirado de tal manera que hasta unos ateos
suspiran por él.
La
crisis del Sentido y el Sentido de la crisis:
“En
más de un aspecto el mundo del sentido finaliza hoy en lo inmundo y
en el no-sentido. Está cargado de sufrimiento, de extravío y de
revuelta. Todos los 'mensajes' están agotados desde allí de donde
parecen provenir. Es entonces que surge más imperativa que nunca la
exigencia de sentido, que no es otra cosa que la |existencia en
tanto que ella no 'tiene' sentido. Y esta exigencia por sí sola ya
es el sentido, con toda su fuerza de insurrección”
6
Con
esta cita de Nancy es pertinente comenzar la reflexión que conduce
nuestro texto; no sólo porque señala una radicalización de la
tarea del pensamiento sino porque asume que sólo de la ausencia de
sentido puede emerger una exigencia radical de sentido y ésta es el
sentido mismo. Trataremos de explicar: la exigencia del sentido es la
existencia en tanto que ella no tiene sentido;lo cual implicaría, de
buenas a primeras, que hay que dejar abierta la aparición del
sinsentido porque es la única posibilidad de emergencia del sentido.
Y la pregunta con con toda pertinencia cabría aquí es: ¿Significa
que habríamos de entregarnos a un nihilismo decadente? No
precisamente.
Nancy
expone que el fin del mundo del sentido abre la praxis del
sentido del mundo7:
“En
este sentido, hoy
en día vuelve a ser exacto afirmar que ya no se trata de interpretar
el mundo, sino de transformarlo. Ya
no se trata de prestarle o de darle un sentido más, sino de entrar
en ese sentido, en ese don de sentido que es él mismo. Lo que Marx
pensaba a título de 'transformación' todavía permanece capturado,
si no por completo al menos ampliamente, en una interpretación,
aquella de la auto producción de un Sujeto de la historia y de la
Historia como sujeto. En adelante 'transformar' debe querer decir
'cambiar el sentido del sentido', pasar del tener al ser, por decirlo
así todavía una vez más. Lo cual quiere decir también que la
transformación es una praxis,
no una poeisis;
una acción que efectúa el agente, no la obra. El pensamiento del
sentido del mundo es un pensamiento que, sobre el filo de su
pensamiento, se torna él mismo indiscernible de su praxis,
que en su propia exposición al mundo se pierde tendencialmente en
cuanto 'pensamiento', o que allí se excribe,
que
se deja llevar por el sentido, siempre un paso más, fuera de la
significación y de la interpretación. Un paso más, siempre, y en
la escritura del pensamiento, una marca más que
la
escritura misma. Éste es, singularmente desde Marx y Nietzsche, el
'fin de la filosofía': cómo
el fin del mundo del sentido abre la praxis del sentido del mundo.”8
Esto
quiere decir que la filosofía tiene la oportunidad, quizás única
en la historia de Occidente, de recuperar a la existencia de las
garras del trascendentalismo. Ya lo habían dicho antes Sartre y
Heidegger, la existencia antecede a la esencia9,
sólo que seguían comprometidos con entender por existencia
únicamente la condición humana. Así el hombre estaba “arrojado”
a la existencia y la existencia era un lugar, un lugar vacío de
sentido que el dasein venía a poblar con la voz de los
dioses. Nancy plantea un giro radicalmente distinto frente a esto,
aquí la existencia es el sentido mismo. La noción que Nancy
sostendrá es la existencia como “transitividad”:
“Existir
transita la esencia (su 'propia' esencia); la atraviesa, la
transporta fuera de sí (pero no habrá habido un 'adentro'), y para
empezar, por ejemplo, deporta la esencia de su generalidad y de su
idealidad hasta este estatuto barroco paradojal, de 'esencia
singular' (o de infima
species)
que Leibniz quería reconocerle a la individualidad (conversión o
convulsión de un pensamiendo de la esencia en pensamiento de la
finitud).”10
Es
decir, que el sentido es que el existir sea sin
esencia, que esencialmente el existir sea su propio ser-en-acto de
existir. El nihilismo como pensamiento de la finitud que
propone Nancy es el reconocimiento de la existencia sin más. ¿Qué
significa ésto?
Debemos
insistir, para poder exponer adecuadamente la radicalidad del giro
ontológico que propone Nancy, primero en que hay una diferencia con
el existencialismo del siglo XX representado por Heidegger y Sartre.
Para ellos la existencia era remitida a una existencia
intersubjetivada, pero que seguía apoyada en el existente individual
(de ahí la casi paradigmática problemática de la intersubjetividad
en casi todas las fenomenologías); donde Heidegger entendió la
existencia como mitsein
(ser-entre-otros) y Sarte apeló a la idea de una empatía y un
compromiso, aunque pesaron más sus análisis posteriores donde “el
infierno son los otros.”
Poco
fenomenólogos se alejaron de esta vía, quizás el más radical fue
Merleau-Ponty, para el cual la existencia es absolutamente
intersubjetiva en tanto que cada cuerpo es el acceso al mundo11.Un
mundo que no es visto como un espacio donde se desplegarían,
constituyéndolo, las fuerzas internas de la subjetividad, como
pretendían Husserl y Heidegger en el fondo. Heidegger reconoce que
el mundo de cierta manera “ya está hecho” cuando llegamos a él12.
Serán posteriormente Arendt y Patocka13
quienes radicalizarán esta “estar hecho” del mundo invirtiendo
el análisis heideggeriano.
Me
explicaré un poco más en este punto: si el dasein
es disposición anímica ante la muerte, es primordialmente angustia,
lo es porque a pesar de nacer a un mundo ya comenzado, y de existir
en un mitsein sigue
teniendo un grado de inalienabilidad, su muerte, que sólo a él le
corresponde y sólo él puede vivirla. Por eso el vértice de la
subjetividad pasa de ser una consciencia constituyente, como lo
proponía Husserl, a ser una disposicón existencial de angustia. La
angustia abre el sentido de todo actuar e inquirir en el mundo,
aunque es un falso actuar y un falso inquirir, es un dasman,
lo que se debe recuperar es el auténtico sentido de la vida en su
horizonte temporal-mortal, es decir, abrimos a una “autenticidad”
de la existencia: dasein. Esta
idea de la existencia auténtica vuelve a introducir el problema de
la metafísica clásica vitupereada por Nietzsche y vuelve a negar el
sentido del mundo, porque espera que la existencia sea algo más de
lo que es. Nos presenta que hay “un acceso” privilegiado el modo
auténtico de existir.
Patocka
en El movimiento de la exstencia humana14
invierte esta tesis, siguiendo un tanto a Levinas, admite que
finalmente la muerte no es jamás algo que se pueda experimentar,
aunque su miedo sea latente, y que lo primorial de pensar para
reecontrar el sentido oculto es precisamente la natalidad. Lo mismo
ha dicho Arendt en La condición humana: “El
nuevo comienzo inherente al nacimiento se deja sentir en el mundo
sólo porque el recién llegado posee la capacidad de empezar algo
nuevo, es decir, de actuar. Este sentido de iniciativa, un elemento
de acción y por lo tanto de natalidad, es inherente a todas las
actividades humanas. Más aún, ya que la acción es la actividad
política por excelencia, la natalidad, y no la mortalidad, puede ser
la categoría central del pensamiento político, diferenciado del
metafísico.”15
Otra cuestión que comparten
Arendt y Patocka es el admitir que desde siempre no se nace a un
mundo ya hecho sin más, sino primordialmente a un mundo
intersubjetivo. Lo originario, fuente de todo sentido, es
nacer-entre-otros, con otros. A pesar de que esta metafísica del
nacimiento parece refutar a Heidegger es más bien su profunda
deudora, en el caso de Arendt porque no es capaz de trasladarla más
allá de la política, ámbito dependiente de la analítica
existencial del dasein, inclusive
la “intersubjetividad” mantenida por ella es dependiente del
concepto de mitsein. En
el caso de Patocka, el defecto es que no supera los análisis de
Husserl entorno a la actitud valorativa.16
Ambos siguen manteniendo finalmente la idea de que hay un existente,
hay un otro y hay necesidad de una comunión perdida. Se le sigue
despojando a la existencia de la posibilidad de sentido. Baste
revisar la teoría de la acción de Patocka17,
donde la autoinmolación en nombre de ideales más altos viene a
definir el sentido mismo de la vida. Arendt quisiera que toda
existencia fuera radicalmente política para ser 'verdadera'. Ambos
mantienen que en la existencia hay un ámbito que tiene sentido y
otros que no. No adelantan así mucho frente a Heidegger, la
existencia tiene sentido en tanto apropiación de un sentido
trascendente, un retorno o un nacimiento.
El
planteamiento final que quisiera exponer brevemente es el de
Merleau-Ponty al menos como aparece en Sentido y Sin sentido,
para
él de lo que habríamos de olvidarnos es de una consciencia
constituyente. Siguiendo la linea que la habían indicado las
síntesis pasivas
de las que habla Husserl y que finalmente son el principio de la
“antepredicatividad” de la verdad, lo que hay que poner de
manifiesto es el sentido del mundo. Ya no hay rastro alguno de
subjetividad, el Yo es entendido por Merleau-Ponty como una
“deformación coherente”, una conjunción de perspectivas, y en
esto se acerca a Hume. Deleuze en Mil
mesetas
recuperará con toda radicalidad este planteamiento cuando dice que
el sujeto es un “pliege del ser”18.
Pero quizás la aportación más importante a esta nueva ontología
es el hecho de que Merleau-Ponty no rehuyé al caos, al error y a la
contingencia. Al contrario, los acepta como partes ineludibles y
necesarias de la existencia, porque el mundo jamás puede ser
tematizado, porque jamás se nos puede dar en ninguna percepción
total. El mundo no es ya lo que se despliega frente a nosotros, no
percibimos el mundo y luego nos percibimos nosotros, la percepción
del cuerpo y la percepción del mundo son indisociables19.
Esto significa que en cada acto que la tradición clásica
consideraba como introspectivo, subjetivo, personal, en realidad
estamos experimentando una manifestación del propio mundo; este y no
otro parece ser el sentido del tan misterioso l'on
al que Merleau-Ponty remite la percepción20.
Pero este mundo está fuera de ser un espacio cerrado, un sistema
comprehensible, es, al contrario, lo incomprensible, y por eso mismo
lo infinito actual.
En
esta luz podemos entender cómo el existencialismo de Nancy en
el Ser singular-plural declara que la exisetencia es cooser
(ser es ser-en-acto-con).21
Aquello a lo que el pensamiento debe abrirse ante todo y siempre. No
se trata de intentar algún retorno o establecimiento de un nuevo
fundamento.22
Por eso la ontología propuesta por Nancy tiene un carácter
“tangencial”, es decir, no rehúye de pensar el “entre” del
ser como pluralidad infinita que se concretiza en un singular finito.
El
giro teológico que la filosofía ha adoptado en algunos países
desde mediados de los 80's parece más un síntoma del nihilismo que
la vía plausible de su superación. Nancy pretende situarnos más
allá de la ingenuidad ilustrada. No puede haber alcance en una
postura que sólo entiende negaciones.
La
Condición del Nuevo ateísmo:
“A
decir verdad, si se entiende por 'mundo' una 'totalidad de
significancia', sin duda ninguna filosofía ha pensado un afuera del
mundo. La apariencia de un tal pensamiento y de la contradicción que
se sigue de él proviene del sentido cirstiano del 'mundo' en cuanto
aquello que, precisamente, tiene una falta de sentido, o tiene
sentido fuera de sí mismo. En este sentido, sin embargo, el sentido
mismo constituye una determinación o una postulación
específicamente cristiana, que además supone un paso fuera del
cosmos
al cual siempre tiende el agathon.
En la medida de todo esto, lo que nosotros tenemos que pensar de
ahora en adelante a título de sentido, no puede consistir más que
en el abandono del sentido cristiano, o en un sentido abandonado.
Lo cual también se puede decir de otra manera: el sentido, si
todavía hay que hacer justicia a la demanda obstinada de esta
palabra, o en definitiva, si hay que hacerle justicia, sólo puede
proceder de una deconstrucción del cristianismo.”23
Nancy
desarrolla está deconstrucción en un texto de publicación reciente
titulado La Declosión del
Cristianismo, sin embargo
nosotros nos remitiremos únicamente a las líneas apuntas en El
sentido del mundo24.
El punto de partida es que
necesitamos una postura positiva del ateísmo que pueda
encontrar algún tipo de afirmación. Nuestra urgencia de sentido ha
empujado al establecimiento teológico del sujeto, de la ciudad o de
la Historia. Sabemos, ahora que podemos distanciarnos críticamente
del proyecto moderno, que la alternativa no puede ser simplemente un
ateísmo que extraiga el sentido de dios para ponerlo en el mundo.
Esto seguiría manteniendo la forma de ajenidad de nuestra
existencia25.
Es decir que nuestro ateísmo no ha sido suficientemente radical. La
única forma de ser un verdadero ateo es asumir el sinsentido para no
volver a un reemplazo secularizado de Dios o de su idea:
“Si
el mundo no es la obra de un Dios, no es porque no hay Dios, como si
hubiera allí una circunstancia fastidiosa, una condición privativa
y a la cual bien o mal habría que avenirse. (Como si en último
análisis el mundo no estuviera completo, como si la totalidad
hubiera sufrido la amputación de su parte causal o final. A menudo
el ateísmo no ha sabido hacer entender otra cosa.) Pero no hay Dios
porque hay el mundo, y porque el mundo no es ni una obra ni una
operación sino el espacio del 'hay', su configuración sin rostro.
No hay Dios porque Dios no pertenece al 'hay': su nombre nombra
precisamente la categoría de eso que estaría sustraído al 'hay'.
'Dios' (el único, el Dios de Occidente, el Dios
heleno-judeo-cristiano-islámico: los otros son dioses,
figuras en el mundo y no el agente del mundo), 'Dios' fue el nombre
de la transformación del mundo en obra. El 'hombre-dios' fue el
nombre de su transformaicón en operación. El 'mundo' es de ahí en
adelante el nombre de lo que no opera ni es operado: el sentido del
'hay'.”26
La
idea de Dios posee un carácter anfibológico y no hay manera
racional de poder mantenerla. Dios es absoluto pero se tiene que
racionalizar la idea de que aparece en lo relativo del mundo.27Fuera
de las pretensión románticas e idealistas, para nosotros debe ser
planteado de la siguiente manera: Dios es absoluto y nada podemos
saber de él; o es relativo y no es Dios y su existencia es tan
problemática como la nuestra. Si la creencia en Dios nos plantea la
creencia en un absoluto indiferente de nuestras capacidades
cognitivas, pero que ya no tomaríamos ni como vértice de una ética
(Kant-Levinas-Dussel) ni como programa teleológico de la historia
(Hegel-Marx). Más bien habríamos de declarar con Nietzsche:
“Siempre es preferible creer en nada que en una nada de creencia.”
28
La
creencia en Dios ineludiblemente hace injusticia al mundo y con él a
la existencia. Necesitamos un sentido que haga justicia a la
existencia. Que asuma que la existencia es lo único que puede
contener el sentido. En contra de muchos humanismos, no se trata de
un sentido humanista, sino que la existencia , como afirmación del
sentido nos muestre de manera radical que nosotros somos el sentido;
aceptando al final de cuentas una dimensión del sinsentido. Sobre
esto Nancy afirma: “El
mundo es la resolución infinita del sentido en hecho y del hecho en
sentido: resolución infinita de lo finito. Resolución significa a
la vez disolución, transformacion, armonización, decisión firme.
El mundo es la apertura finita de una decisión infinita: el espacio
de la responsabilidad del sentido, y de una responsabilidad tal que
nada la precede, ningún llamado, ninguna cuestión.”29
Amar
la existencia como tal, esto podemos llamarlo “el bien”. No es
extraño que las religiones hayan sido siempre aliadas del mal. ¿Qué
significa hacer justicia a la existencia? Darle lo que se merece.
¿Qué se merece alguien? ¿Hasta dónde podemos ubicar lo que
alguien se merece? Si a la existencia sólo le reconociéramos tal o
cual propiedad ¿con qué razón le negamos todo lo demás? La
justicia es necesariamente infinita. Nunca acabamos de ser justos y
siempre podemos ser infinitamente injustos. Esta puede ser la nueva
base del nuevo concepto de la justicia. Es el llamado mudo a un logos
verdaderamente comprometido con el mundo. El
hecho de que el mal surja en el elemento del sentido –en nosotros y
entre nosotros – no le da un
sentido,
sino que le prohíbe alienarlo bajo una significación reparadora o
exorcizante, y obliga a abrir la cuestión a nuevos gastos,
contrariamente a lo que hacían no hace mucho las teodiceas, después
las dialécticas, y a lo que podrían hacer hoy en día los
pensamientos de un retorno al “derecho” y a los “valores”. De
nuevo Nancy.
“Así
pues dios ha muerto” no aceptamos que la solución a la crisis del
sentido sea una remistificación. El cristianismo admite como parte
de su propio relato la desmitificación. Mientras no asumamos la
muerte de Cristo traicionamos el espíritu del cristianismo. Es
cierto que el valor de las religiones se miden por los ateísmos que
son capaces de generar30.
Esto significa que hay ciertamente un diálogo entre religión y
ateísmo. Según Nancy el ateísmo deben ser visto como la más
congruente realización de la cristianismo31.
Sólo puede ser actual un cristianismo que contemple la posibilidad
de la negación y esto nos coloca ya más allá del jacobinismo. Al
retomar la tarea legada por Derrida, Nancy deconstruye la idea misma
de 'deconstrucción': esta va a venir a significar el encontrar un
núcleo de verdad en aquello que se deconstruye pero que no se
encontraría sin esta deconstrucción. Sólo el ateísmo revela la
verdad del crisitianismo, pero esto último hace válido al ateísmo.
Es
cierto que históricamente la radicalización de esta desmitificación
fue asumida por la Ilustración. La Ilustración fue la consecuencia
más congruente de la desmitificación iniciada por Cristo, la de una
afirmación del “valle de lágrimas”. Pero ésta al olvidar su
origen mistificado establece una nueva mistificación: la razón
abstracta y objetiva. Esta ha sido en la actualidad la nueva
mistificación del Capitalismo como teología, como organización
teológica.32
La
propuesta de Nancy es exponer que llegamos al reino del amor,
realización, actuación, cumplimiento, obra. Es cierto que
necesitamos recuperar la fe, pero la fe en este mundo y en ningún
otro. Sólo una fe post-metafísica puede hacer justicia al
acontecimiento de la reencarnación. Cristo opera una kenosis,
el autovaciamiento de su divinidad en el mundo. La kenosis es
el modo en que Cristo hace justicia al mundo. El día del juicio es
todos los días, la salvación es cada aquí y cada ahora, y esto nos
acerca con el tiempo mesiánico que Benjamin creía emparejar con la
revolución.
Sólo
un pensamiento puede condescender con esta afirmación, la filosofía.
¿Qué nos queda?
Los
5 Retos de la Filosofía Contemporánea:
A la
luz de lo expuesto anteriormente, y comprendiendo que se trata de un
ejercicio breve de exposición, pretendemos trazar ciertas líneas de
problemáticas, de pensamientos que de hecho ya están sucediendo,
pero que podrían replantearse a la luz de esta nueva metafísica de
la existencia. La exigencia contemporánea es la invención del
sentido33:
- Pensar la filosofía como a-filosofía, como fin de la filosofía, como discurso autónomo, como saber. El sentido de la filosofía no se encuentra en ella misma, sino en la atención a todo lo que no es filosofía, esto es la existencia tal cual, el mundo en su complejidad y diversidad, que escapa a toda conceptualización. El campo de la acción, la cuestión del otro y de lo otro en general. De lo más excelso y lo más cotidiano. Una filosofía trágica, testimonio, reto y riesgo de un pensamiento anclado a la existencia. No hay soluciones ni recetas, más que el afán de comprender. Es decir, replantear una metafísica como metacrítica.
- Elaborar una ontología del cuerpo34 como una constancia del pensamiento. Apartarnos de la consciencia y esto implica apartarnos a su vez de una analítica del sufrimiento y el goce (como pretende cierta línea de análisis de Foucualt). Basta un pensamiento que piensa desde la corporalidad. Ésta es nuestra realidad: somos cuerpo. Más que un materialismo, requerimos un corporalismo. El cuerpo es muchos cuerpos interrelacionados con todos los cuerpos del cosmos. El cuerpo nos arraiga en el existir siendo el mismo lo primero abierto, el umbral del pensamiento. Esta ontología del cuerpo ya no será una pretensión unitaria, no venimos a sustituir el ser por el cuerpo y esto lo garantiza una hermenéutica de la diferencia; la diferencia de los sexos, e inclusive más allá, problematizar el sexo mismo como presencia.
- Hecha la autocrítcia filosófica, pero no hecha en el sentido de una vez y para siempre, sino como un constante volver a empezar siempre otra vez. Y trazadas ciertas líneas de una ontología del cuerpo, de la carnación más que de lo encarnado35. Otro reto de la ontología contemporánea es repensar las praxis de la libertad. Asumir la tarea legada por Marx, primero como un fracaso del proyecto revolucionario proletario (que como sabemos devino el más terrible totalitarismo), pero no el de la idea de transitar de un trabajo como alienación y deshumanización, hacia un trabajo emancipado. Liberar al trabajo a través del trabajo. Y esto implica asumir radicalmente la analítica del trabajo como “plus-valor” expuesta por Marx hacia una analítica del intercambio simbólico36 (o de la valorización del valor). Lo que es decir de una manera u otra que aún hay mucho que un análisis marxista puede aportar al pensamiento de las praxis efectivas.Pero ya no desde la filosofía (como una forma de saber o de ideología) sino desde la a-filosofía planteada más arriba. Es ir a pensar con-desde-en las praxis que se presentan como auténticamente transformadoras. Tales como han sido las ingenierías, la medicina, el saber ténico-tecnológico-digital, que han sido pensadas con ingenuidad (con Virilo y Deleuze). Es evitar también la salida reaccionaria, lo que llamaba Marx una actitud de “capitán Swift”, ni caer en una progresismo como el de Jacques Fresco, que asuma que en la tecnología y en el avance científico puede encontrarse la solución de nuestras problemáticas sin más. Lo contemporáneo como virtualidad con pretensiones (siempre metarelatos) globalizantes, debe ser deconstruído. La primera tarea es una deconstrucción misma del marxismo como proyecto emancipador. Que significa radicalmente no asumir la teolelogía de Marx (la pretensión mesiánica del saber revolucionario).
- El replantear el giro decolonial en esta nueva ontología. Las anteriores deconstrucciones, destrucciones, abandonos y replanteamientos sólo tienen sentido en el proyecto decolonial y esto es asumir en primer lugar que la modernidad es blanca-protestante-cristiana-masculina-europea, y que se plantea como un espacio de enunciación privilegiado. Esto nos lleva, en segundo término, a asumir nuestra “posición”, nuestro lugar de enunciación. Salir de la idea ingenua de que hay “lugares neutros”, siempre se está en un sur o en un norte37 (o en el norte del sur, o en el sur del norte). Asumir que no somos “sujetos” sin más y que no hay un “universalismo”, siempre enunciamos desde algún lugar y para/hacia otro lugar. Decolonializar no sólo el saber (cuya tarea ya se está llevando acabo por las llamadas “epistemologías decoloniales”) sino el ser38. La renuncia a un unviersalismo incluye la deconstrucción de la Historia como Historia universal, de las filosofías como La Filosofía y de La Alternativas hacia las alternativas. Es asumir la pluralidad de la existencia y cómo ésta no corresponde a una unidad de enunciación (un nosotros neutro como sí propone Nancy39), sino a la singularización, pero como una singularización determinada-determinadora-determinantes. Esto debe querer decir, que no es únicamente la singularidad-plural del ser lo que viene a plantear esta ontología, sino la colonialidad de la unidad, y el rechazo al proyecto multiculturalista. En vez de hablar de un universo de una sola cultura, hablaremos de pluriversos, de culturas.
- Esto nos lleva a replantear el sentido de la comunidad en un sentido radicalmente no identitaro. Una actitud critica que no concede a ningún identitarismo aunque acepta los mecanismo de integración. La comunidad es infinita, ya que a fin de cuentas, la comunidad en su infinitud abarca no solamente lo humano sino también lo no-humano. De nuevo volvemos a Nancy: “Debemos existir en el sentido que somos. Hay actualmente una exigencia imperiosa, escandalosa, de no volver ya a volver a poner el sentido en la significación sin otra forma de proceso. Esta exigencia reside en la condición que nos pone en nuestro mundo que tan fácilmente se denomina “insensato”, en su dureza económica, técnica y política: reside en la pobreza, en la explotación, en la condena al hambre o al deterioro; reside en el robo de nuestros instantes y de nuestra muerte por las potencias, las promesas, los valores o los proyectos; reside en el desamparo o en la hipocresía de discursos que significan sin tener ya sentido; reside en aquello que pone al lenguaje en crisis y en disponibilidad; reside también en esta realidad después de todo pasmos: que nosotros existimos en tal usura o en tal miseria, que existimos despojados, desnudos, extraviados, es decir, que nosotros o el sentido resiste, más allá de toda representación posible, tanto en el amontonamiento de las significaciones como en su agotamiento.”40
1Cfr.
De Sousa Santos, Boeaventura. Una Epistemología del Sur.
Ed. Siglo XXI, Clacso, México, 2005. Nos referimos a la premisa
apuntada en el 'Prefacio': “La epistemología del Sur, al mismo
tiempo que denuncia el epistemicidio, ofrece instrumentos analíticos
que permiten no sólo recuperar conocimiento reprimidos o
marginalizados, sino también identificar las condiciones que tornen
posible construir nuevos conocimientos de resistencia y de
producción alternativas al capitalismo y al colonialismo globales.
En esto consiste la propuesta de la ecología de los saberes.” p.
12 Este epistemicidio al que refiere Santos es pricisamente la
muerte del sentido por el colonialismo.
2Esta
crisis, si hemos de creer a los expertos en el tema, comienza desde
finales del siglo XIX siendo Schopenhauer el pensador sintomático
por excelencia. En pensadores posteiores (aunque sólo por décadas)
se deja sentir este desencanto de los 'mensajes' redentorios, tal es
el caso de Kierkegaard, Nietzsche, Marx y Freud, por mencionar los
casos paradigmáticos de la historia de la filosofía occidental.
Gran parte del pensamiento del siglo XX y hasta nuestros días se
incerta en esta tarea, en la de dar respuesta radical a esta
exigencia de sentido.
3Este
es el tema sobre el que insitirán muchos filósofos ddel siglo XX
casi como una afrenta a la postura de los filósofos del lenguaje de
corte positivista-racionalista. Es decir, defender que en la
filosofía nunca se ha tratado, como diría Wittgestein, del tema de
la significación, sino por el contrario del horizonte de sentido
que hace tal o cula significación siempre posibles.
4Esta
intención abarca el contexto de la discusión que vamos a exponer.
Es cierto que hay avances en otras vertientes de la filosofía
contemporánea, el pos-estructuralismo, la filosofía anglosajona,
la teoría crítica, por mencionar las más conocidas. Pero
fnalmente decidio adscribirme a la línea de análisis que he tomado
en los últimos años, otro será el espacio y el tiempo para
discutir otras perspectivas contemporáneas.
5Esto
a pesar de ciertos pensamientos como Habermas y la filosofía
analítica que pretenden agotada la tarea metafísica de la
filosofía. Sin embargo en años recientes Putnam, McDowell y el
mismo Habermas han reabierto cierta línea de discusión de las
ideas metafísicas clásicas a la luz de la clarificación
conceptual (ya sea analítica, ya sea comunicacional). Derrida en un
texto titulado La
Clausura de la Metafísica nos
permite comprender esta dialéctica paradójica (toda dialéctica
debe presentarse a sí misma como paradoja) de que esta “clausura”
de la metafísica no es más que el replanteamiento de su sentido.
6Nancy,
Jean-Luc. El Sentido del Mundo. Ed.
La Marca p. 34, Buenos Aires, Argentina, 2008.
7Ibid.
p. 23
8Ibid.
p. 23-24
9Sobre
esto es necesaria referir primero la famosa conferencia El
existencialismo es un Humanismo
de Jean-Paul Sartre donde expone su postura “existencialista”
como él la llama, en el marco de esta inversión de la vieja
doctrina racionalista. Y a continuación surge la crítica que hace
Heidegger en su famosa conferencia Carta sobre el
Humanismo donde señala, con
justa razón aunque esto no lo exima a él mismo del alacance de su
crítica, que con esta inversión el 'esencialismo medieval' (p. 12)
no ha quedado superado. En ese tenor el intento de Nancy por
repensar la relación esencia-existencia como transitividad
es útil a nuestras reflexiones. (Cfr. El sentido del
mundo, p. 137).
10Ibid.
p. 57
11Merleau-Ponty,
Maurice La prosa del mundo.
Ed. Seix-Barral, España, 1996. p. 12 y s.s.
12Este
es todo el sentido de la analítica existencial del Dasein
en la primera parte de Ser y Tiempo.
13Es
necesario reconocer esta deuda que tienen mis reflexiones aunque en
este trabajo no me detendré a exponer las propuestas de una
ontología desde la “natalidad” que comparte tanto Hannah Arendt
como Jan Patocka y que los lleva a afirmar una fenomenología de la
acción.
14Patocka,
Jan. El movimiento de la existencia humana. Ed.
Encuentro, Argentina, 2004 p. 30 y s.s.
15Arendt,
Hanna. La condición humana. Ed.
Paidós, Barcelona, 1993, p. 23
16Husserl,
Edmund. Ideas Relativas a una Fenomenología Pura y una Filosofía
Fenomenológica. Ed. UNAM, IIF,
México, 2000. p. 301 y s.s.
17Cfr.
Libertad y Sacrificio.
18Deleuze,
Gilles y Guattari, Félix. Mil Mesetas.
Ed. Pre-Textos, Madrid, 2005. P. 480. Dicha idea también es
evidente en el texto de Deleuze El Pliegue.
19Merleau-Ponty,
Maurice. Fenomenología de la Percepción. Ed. Clásicos del
Pensamiento, México, 1994. p. 236
20Ibid.
p. 128.
21
Nancy, Jean-Luc. El ser singular-plural. Ed.
Arena Libros, Argentina, 2009. p. 20.
22El
rechazo del “retorno” a alguna especie de humanismo (kantiano) o
antihumanismo (nihilista) es el hilo conductor de El Olvido de la
Filosofía (Ed. Arena,
Argentina, 2003). Donde finalmente la idea principal es admitir que
el retorno plantea una metafísica como voluntad de significación,
y esto no puede querer decir más que, asumir como ya dado el
sentido. Pero si el sentido es precisamente lo que se debe asumir,
como posibilidad últma de significación, entonces el papel de la
metafísica adquiere un matiz completamente nuevo.
23Ibid.
p. 90.
24Particularmente
en las reflexiones que inician a partir del capítulo titulado
Deseo, don, Agathon. p. 83 y
s.s.
25Esto
es claro no sólo en las filosofías modernas de corte egológico
(como las ha definido Walter Mignolo) sino también en aquellas que
apelan a la existencia como alteridad. De Levinas a Dussel, todas
padecen lo que Derrida llamó “el monologuismo del Otro”. Es
decir, finalmente la existencia remitida como alteridad,
des-singulariza al existente y lo remite a una trascendencia divina
nunca lograda.
26Ibid.
p. 224
27Tal
ha sido el intento de Hegel en su La positividad de la religión
cristiana. El nacimiento de la
dialéctica está marcado por el intento de solución a la aporía
de lo absoluto de dios con lo relativo del mundo, de ahí que el ser
debe ser lo absolutamente mediado y que la apropiación histórica
del sentido (su desenvolvimiento) garantice el cumplimiento de la
racionalidad de Dios en el mundo.
28Nietzsche,
Friederich. El anticristo. En
www.nietzscheencastellano.ar
29Ibid.
p. 223
30Deleuze,
Gilles Nietzsche y la filosofía. p. 39 versión
virtual de
http://www.medicinayarte.com/img/biblioteca_virtual_publica_deleuze_nietzsche_filosofia.pdf
31Nancy,
Jean-Luc La Declosión del Cristianismo.
Ed.Pre-Textos. p. 176. Madrid, 2010.
32El
sentido de desenmascarar esta teología debe ser uno de los retos de
la filosofía contemporánea. Se encuentran ya pistas de este proceso en Benjamin, y en las relecturas que de él hace Giorgio Agamben.
33La
lista que proponemos fue planteada por el Dr. Mario Teodoro Ramírez
Cobián en el marco de la conferencias de “día de la filosofía”
en marzo del 2012. Éstas pueden encontrarse a su vez en un artículo
de reciente publicación La metafísica de la existencia. Sin
embargo nos apartaremos de cierta línea de análisis de estos retos
que hace Ramírez que tienen una pretensión, al menos inicialmente,
de des-politizar las tareas filosóficas en latinoamérica, cosa que
no podemos permitirnos, inclusive con Nancy (en el que Ramírez
apoya toda su exposición) podemos afirmar que la primera exigencia
de la filosofía es una política: “Se
trataría más bien –pero aún ahí ¿cómo entender esta
palabra?-- de una política
de la filosofía, de las elecciones y decisiones que nos comprometen
o no, y de qué manera, en el intercambio o la participación de
estas palabras, de estos discursos, cuya apuesta es pública por
naturaleza, comunitaria, incluso cívica.” (El
olvido de la filosofía, p. 62). Y
también hemos decidido asumir radicalmente lo que ha dicho Dussel
respecto a la tarea de la filosofía en América Latina, esta deber
ser un “arma de revolución.”
34Esta
exigencia se encuentra dibujada desde los estudios tempranos de
Merleau-Ponty, pero expuesta con toda radicalidad por Nancy mismo en
Corpus.
35Nancy,
Jean-Luc Corpus. Ed. Arena,
Madrid, España, 2000 p. 49.
36Como
ha dico anotada por autores como Deleuze y Baudrillard en la
tradición europrea, y como Echeverría y Dussel en nuestra
tradición más próxima.
37Cfr.
Grosfoguel.
38Maldonado,
Carlos. La Colonialidad del Ser. Secciones de este
ensayo fueron presentadas en charlas en el Centro para Estudios de
la Globalización en las Humanidades, en el Centro John Hope
Franklin, de Duke University, el 5 de noviembre de 2003, y en la
conferencia sobre “Teoría crítica y descolonización”, en Duke
University y la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill, el
30 de mayo de 20
39Ibid.
p. 68.
40Ibid.
p. 76.
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