XIII
Los versos se prometen como espinas en mi piel,
Se arrancan, se dislocan, se llevan unos a otros,
Atraídos por el imán castaño de tus ojos de atardecer perdido
Y llevas en tus labios
En tu andar,
En tus altivos pasos, la premisa de una negativa no cantada,
Todo eso que alumbra y alienta a los valientes
A probar suerte en tu mirada.
Pues eres la más lejana meta que los dioses prometieron
El lugar donde va a tomar albas el cielo,
Donde el mar recarga sus lágrimas saladas,
Y todo lo que quiere volar toma alas de ti,
Aprende la luna la hipnosis de tus ojos
Y el relámpago siempre ha querido parecerse a tu sonrisa.
La furia del viento reclamando tu tacto
Donde miras nace la luz sobre la sombra,
Cada que caminas haces vibrar al mundo sobre mi espalda.
Eres el terremoto permanente que siento en tus distancias,
Distancias de mis manos a tu rostro
De mis labios a tus pechos
De mis piernas a la batalla no iniciada con las tuyas,
Eres la incitación constante de mis días soñando,
La razón de mis divagaciones,
En las que siempre abres los ojos y te vuelves mi cielo
Y cada palabra tuya es un color en mi distancia,
Una nueva forma que se diluye en mi horizonte.
Los versos se construyen con tus suspiros sin destinatario
En los garabatos aleatorios sobre tus mejillas,
Que me gusta creer escriben mi nombre,
Y estás inscrita sobre mi futuro
Tal la tormenta va penetrando el cielo,
Duermo todo el tiempo con tu tiempo sin sueño
El susurro distante de lo que nunca me dirás,
La barca que intenta alcanzar la orilla,
Tan lejana en el mar de tu evasión,
Nada entonces puede estar cerca
Y se diluyen mis luces en la oscuridad de ti,
De pensar en ti, y en tus recuerdos,
Porque ocupas todo mi tiempo, siempre impreciso
Siempre queriendo estar un segundo más lejos.
Lo versos son ideogramas de tus besos,
Simple imitación de tu caminar de cometa,
Dibujando tu estela sobre mis silencios,
Donde el único sonido es el eco de tu voz.
Y te disuelves en la nada de mi espera,
Donde a veces te espero, donde siempre faltas
Como huérfanos que buscan a su madre,
Alguna hoja caída que ha perdido el recuerdo
De la rama de donde cayó.
Los versos son recuerdos de esa rama
Que mi hoja perene tiene en la hojarasca
Me confundo en el follaje de tu pelo
Libre y desatado como oleaje de tormenta,
Y eres el sonido que aúlla en mis noches insomnes,
Todo lo que no tengo tiene tu forma,
Tus figuras siderales, inalcanzables como el horizonte.
Eres a ausencia de mi anhelo
Ese templo de carne que aún no he construido,
La nimiedad de toda cosa
Una catástrofe que se lleva en la garganta
Y sale en llanto, en forma de grito ahogado
Que se diluye en la espesura de tus noches,
De tus adioses permanentes.
Los versos son simples confesiones,
De todo lo que en ti tengo empeñado,
Cuentas claras de incautos corazones
Que uno a uno te he ido dedicando.
Atrapas la luz de mis días,
Con la voracidad delo horizonte,
Y todo rayo lleva tu firma
Todo viento tu nombre impreso,
Nada hay lejos de tu alcance
Y pareces entonces el centro de mi tierra,
El eje de mis rotaciones, la ruta de mis traslaciones.
Día a día me haces tuyo en tus huidas
Donde siempre me robas, todo eso que no tengo
Que anhelo encontrar entre tus piernas
Coronando tus pechos,
Y espero sea eso que entreabre tus labios
Dibujando mi silueta en la eternidad de tu rechazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario