El Sueño
Estoy en una planicie inmensa,
Más vasta que el tiempo,
Más involuntaria que la muerte,
Donde cada roca es tan redonda
Como la perfección,
Expatriadas en el suelo, blanco como la ira de Dios,
¿Dios? ¿Qué es eso?
Miro un interminable horizonte
Que se teje entre las piedras,
Mortuorio, neblinoso,
Un horizonte independiente de las luces.
Hay un punto que es lejanía absoluta,
Que no es las piedras únicas y redondas de éste suelo,
Que no obedece a su humor, como el horizonte
Que no es un reflejo único de este inmenso testamento.
Un punto que se aproxima, ajeno a la velocidad
Únicamente la inercia de mi alrededor,
Quizás lo que rodea mis ojos únicamente,
Es lo que me permite ver su delicado movimiento.
Pasan cientos de siglos,
Eternidades enteras antes de poder distinguirlo,
Ya cayeron las épocas sobre mí
Y siento que esa forma tiene la edad del tiempo,
Es una figura familiar lo que desgarra el horizonte,
Y separa en dos piernas orgullosas
Y mueve ancestralmente los brazos,
Con la velocidad de las montañas…
Es un hombre lo que veo.
Después de deshebrar el infinito
Llega ese hombre frente a mí,
Con un rostro remoto, como la primera superficie,
Quizás emergido del mismo sitio que el tiempo,
Negro como estrella primitiva,
Un rostro ajeno al devenir,
Con la mirada más vasta que el universo,
Lleva puesto un traje nuevo.
Habla, es un eco de caverna milenaria su voz,
Abre su mano, quizás como las supernovas se han de abrir
Y en lugar de luz pone piedra
Redonda, pulcra y negra como el resto
Que conforman este suelo.
Estás piedras que ves fueron palabras
¿Qué construirás con ellas?
2 comentarios:
Inmerso en un mar de preguntas el hombre cansado llega hasta un páramo en donde una voz que nada es, y nada oye, representa un todo para los que nada, ya buscan. De pronto tus líneas me llevaron a la Comala de Rulfo, y tu representación del hombre primigenio, aquél de las primeras dudas, aquél que es tan futuro, presente y pasado; es el constructor de una piedra roceta y para él los signos, lo lúdico, lo eterno, lo nuevo, es la pequeñez de estar parado en frente de la rueda que da vueltas al mundo, la resignificación de las palabras. Interesantísimo lo que dejas acá Décimo. Enhorabuena amigo.
A veces sepor David que sus comentarios tan lúcidos dejan medio chafones a mis poemas... Que forma tan magistral y terrible (por su misma evidencia) de resumir la idea del poema.
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