Si Marx tiene un mérito en la historiografía de la filosofía es
la diferenciación que hace entre el atomismo de Demócrito y el de
Epicuro. Por ser un texto exclusivamente filosófico no entra en la
usual doctrina del materialismo dialéctico pero tiene un importante
lugar dentro de la filosofía de Marx, en el siguiente ensayo
trataremos de entender algunas de las consecuencias que tuvo para el
pensamiento de Marx la asunción del materialismo radical de
Epicuro:
La búqueda de un Más allá de Hegel:
En el escenario intelectual de mediados del siglo XIX había una
gran inquietud sobre la forma de superar la filosofía hegeliana.
Esta se alzaba como la figura sintética del pensamiento occidental,
el culmen del pensamiento ilustrado. Marx y el grupo de jóvenes
hegelianos buscaban una manera de ir más allá del pensamiento de
Hegel, lo encontrarion en la obra Prologómenos para una
historisofía de August Von Cieszkowski ofrecía una salida
favorable en su “filosofía de la acción.” Para Cieszkowski la
Historia sólo se conoce haciéndola. Aquí aparece por primera vez
la conceptualización de la praxis revolucionaria, donde se va
resolver la dualidad entre consciencia y la acción. ¿Cómo supera
esta dualidad? Diciendo que hay cosas de las que podemos ser
conscientes únicamente al actuar. La acción es también una forma
de conocimiento. La teoría continua en la práctica, la práctica es
también una forma de realizar la teoría. La consciencia condiciona
la acción y al mismo tiempo la consciencia permite que mi acción
tenga ciertos efectos que no tendría si no fuera consciente de
ellos.
Hegel era partidario de la idea considerada tradicionalmente en el
idealismo de que la acción era dependiente de la consciencia. La
acción se explica en Hegel de acuerdo a la concordancia con el
desarrollo racional del espíritu.
Lo que Marx aprenderá de su lectura de Cieszkowski es la teoría de
la praxis y de la acción. Cieszzkowski estudió la
motivación, y la intencionalidad como vectores de la acción. Y
tiene una teoría de la libertad humana que es presente en el primer
Marx. En 1838 con la lectura de Cieszkowski los jóvenes hegelianos
son impulsados hacia una crítica de Hegel. Para Cieszkowski, Hegel
marca el inicio de la tercera etapa de la praxis. A través de él se
ve un después de Hegel en toda su necesidad. Hegel dejó de ser
insuperable gracias a Cieszkowski para los jóvenes hegelianos. En
las últimas páginas de la Fenomenología parece que es el
fin de la especulación y el comienzo de la praxis efectiva del
mundo.
Durante su estancia de estudios filosóficos, Marx toma consciencia
de que es necesario revisar los fundamentos de la filosofía de la
acción como posible salida de las filosofía puramente
especulativas. Esta tarea da sentido a su tesis doctoral. Marx hace
un paralelismo histórico, si Hegel era el non plus ultra de
la especulación filosófica y aunténticamente después de una etapa
especulativa venía la realización práctica de la filosofía, debí
encontrarse también esa constancia en los albores del pensamiento,
es decir en la filosofía griega. Aristóteles representó para el
joven Marx el paralelo de Hegel, aquel que sintetiza y ordena el
pensamiento de su época y de épocas precedentes y parece haberlo
pensado ya todo. La diferencia entre la filosofía de la
naturaleza de Demócrito y Epicuro es la revisión crítica que
hace Marx de los autores post-aristotélicos, peculiarmente de
Epicuro. Sabemos que Demócrito era contemporáneo de Platón y
había muerto antes del nacimiento de Aristóteles. Para Marx
encontrar un después de Aristóteles en Epicuro y revalorizarlo, es
revalorizarse a sí mismo; y revalorizar la filosofía de la práctica
es revalorizar ese momento de la praxis que se presenta como
superadora de Hegel.
Marx atento a las leves variaciones de la teoría encuentra que
Epicuro defiende el clinamen, que se presenta como un desvío
en la trayectoria del átomo que lo hace encontrarse con otro átomo,
y se produce una colisión y en una reacción en cadena hay una
reunión de átomos forman las cosas. ¿Qué causa este desvío? La
respuesta a esta pregunta es lo que hace de Epicuro un materialista
radical: Nada, es absolutamente de aleatorio.
El Clinamen como principio de un materialismo radical:
Para Marx y cierto marxismo tradicional, no hay un acto de creencia
en el clinamen o de intencionalidad mínima. Esta inmanencia
es negativa, la libertad aquí es ausencia de necesidad. En su tesis
doctoral Marx hace así la distinción entre el materialismo
Demócrito y Epicuro. Mientras que Demócrito afirmaba que la
desviación del átomo primigenio era causada por un principio
organizacional del universo, Epicuro niega que la idea de la
desviación aparezca como la “causa” primera, esa tal “causa”
es únicamente un principio explicativo, ya que sólo es necesaria
para atar la materia en general.
El materialismo hace aparece el carácter fundamental de la libertad
que está en este apego a la renuncia de la explicación por
principios fuera del conflicto. Lo primero que se tiene, es una
colisión, un choque.
Marx encuentra en Epicuro una filosofía antideterminista y
antiarmónica. Cualquier cosa que existe surge del conflicto, un
conflicto que no necesita ser entendido dentro de una lógica
racional, ordenadora y discursiva. El origen de todo consiste en el
desafío de la necesidad. No hay encuentro sin violencia, y es la
contradicción en el seno de la dialéctica.
Marx reinterpreta a Epicuro, su materialismo va a ser desde ese
momento el cruce azaroso en la incertidumbre total, es creer en lo
que ocurre, en los hechos, en los acontecimientos. El acontecimiento
no se sostiene de nuestra creencia, al contrario la condiciona.
La línea divisoria entre el materialismo radical de Epicuro y el
materialismo racional de Demócrito es tenue ¿Qué es lo que está
en cuestión? Marx detecta que para creer en la misma negatividad se
requiere primero la afirmación; podemos decir, se requiere creer que
es válida la interrogación y es por lo cual Badiou dice que la idea
que fundamenta al marxismo es la incertidumbrei.
Esta indeterminación que hay al principio será trasladada a todos
los ámbitos del pensamiento. Lo que se encuentra en la materia debe
encontrarse en todos los demás terrenos. A Marx le interesa el valor
conceptual que puede tener la idea del clinamen. Es decir que
aquello en lo que todo descansa no sea un principio racional
positivo. Empezar la explicación por la experiencia que tenemos a
cada momento.
Marx busca un lugar para la práctica y para el sujeto dentro de esta
indeterminación originaria. Para encontrar una vía que pueda
superar aquello que se consideraba como el grado insuperable de la
especulación filosófica, Hegel, un más allá de él, había que
buscarlo en la práctica.
Cuando Feuerbach invierte el idealismo hegeliano es para darle una
concreción a las ideas que sólo puede postularse mediante un acto
de creencia. El sujeto al que se está refiriendo Feuerbach, nos dice
Marx, es un sujeto objetivado. No nos habla del sujeto fáctico, sino
del hombre afuera, de la huella del hombre en el afuera, y de la
materialización de ese hombre visto por el sujeto.
La materialidad a la que se refiere Marx es una materialidad de la
acción, de la práctica, del movimiento, no se demuestra a través
de la puesta en evidencia de su presencia, sino a través de los
efectos de mis acciones; en la medida en que transformo lo que veo
demuestro la materialidad de mi práctica. Cuando por mi gesto,
impulsado por las fuerzas que me animan, logro transformar el mundo
que me rodea, ahí tengo algo a lo que podemos dar el nombre de
“materialidad”. Entonces es una materialidad indisociable del
sujeto. El materialismo de Marx es absoluto, pero él lo llamará
dialéctico. Esto quiere decir que la oposición entre la oposición
de lo subjetivo y lo objetivo se supera en la dialéctica aunque sin
dejar de existir.
Para Marx el hecho de que la práctica prolongue la tarea de la
teoría, implica también que la filosofía que aparecía
circunscrita a lo objetivo, llega al ámbito del sujeto. Para el
joven Marx aún se trataba de una práctica del sujeto. La teoría es
superada por un sujeto que asume la teoría y se libera de ella
realizándola.
El desenlace sintético de la dialéctica, no corresponde a lo
absoluto. Cuando lo subjetivo y lo objetivo se relacionan entre sí y
van más allá de aquello que los opone, llegamos a una acción de
transformación, o la creación de una realidad objetiva (que es
subjetiva). Es absoluta en el sentido que es una negación de lo
relativo (en tanto relacional) del sujeto y el objeto. En el
pensamiento de Marx jamás llegaremos al saber absoluto. Hay una
inestabilidad siempre en la realidad histórica, nunca superamos la
relación. ¿Por qué? Althusser usa el término de
“sobredeterminación”ii,
es decir un número infinito de factores que no podemos pensar. No se
puede pensar totalmente, siempre habrá una opacidad que le impide
pensarse, y ésta es la indeterminación originaria de la materia.
Precisamente no sabemos todo, y es por eso que podemos sorprendernos,
y ese espacio de la sorpresa, nos dirá Althusser, es el espacio de
la libertad. Esta es la presencia material del mundo que se enfrenta
a la filosofía y a la aspiración de la transparencia del saber para
sí mismo.
No llegamos al absoluto porque hay algo que siempre está impidiendo
esta transparencia y esta es la opacidad de la oscuridad. Ya que todo
puede transformarse. Marx aprende del materialismo de los antiguos
griegos que la materialidad está en el acto, pero lo que da forma al
mundo es la desviación. Que las lógicas del mundo son todas
resultado de una acción arbitraria, o de una serie de acciones
indeterminables teoréticamente. Esto rechaza la idea tradicional en la
filosofía de que podemos explicar el origen de todo a través de una
idea filosófica, eso quiere decir que el principio es inteligible y
que el método filosófico (el ideal) puede acceder y dar razón del
mundo. Pero lo que Marx encontró en el concepto de clinamen
es una idea sin idea, la libre asociación. Desde entonces la apuesta
de su materialismo está en aferrarse a aquello que resiste a la
representación y que por lo tanto resiste a la metafísica. Se trata
de un punto de partida refractario a la reflexión metafísica y que
sin embargo trata de ser convincente. Es una posición muy incómoda
y fronterizaiii.
La idea sin idea y el instrumento crítico de Marx:
Lo que se pretende es explicar sin comprender o explicar lo
incomprensible. En la Ideología alemana Marx elabora la
crítica contra las “palabras” ya que estas valen por lo que
producen y por sus consecuencias. La idea sin idea, que está a la
base del materialismo, permitirá a Marx un poderoso instrumento de
análisis de las estructuras orgánicas de la modernidad. El Estado,
el mercado, la cultura, todas son sometidas a este principio de
conflicto en el que manifiestan sus tensiones internas, estás
tensiones dialécticas arrojan las condiciones para las coyunturas
que propician la transformación. El objetivo analítico y crítico
de Marx no es otro más que el de identificar las estructuras de
conflicto que se ponen en juego en cada ocasión y presentan la
oportunidad de una transformación revolucionaria. La Historia misma
se desliza sobre este terreno limado por el choque de las fuerzas que
se enfrentan.
La idea sin idea, la palabra vacía que se pretenden organizacional,
el Capital que habla por la boca de los ideólogos, políticos o los
economistas ingleses, tenemos ahí sólo palabras, ideas que no son
exactamente ideas. El pensamiento es inmanente a su expresión, está
enredado en el funcionamiento material del sistema, que se muestra
como un sistema de pensamientos.
La idea sin idea más fuerte de Marx es la práctica. Cuando
se considera que la consciencia de clase se despliegua de un modo que
no puede ser pensado propiamente por quien actúa. Se piensa con la
acción.
Estas ideas no son objetos psicológicos, sino son objetos
históricos. Marx jamás lo explica como si hubiera un lado
incomprensible de esta materialidad que lo resiste. ¿Cómo funciona
el Capital a través de las palabras? Ordenándolas. Cada autor dice
más de lo que piensa que está diciendo. Lo que yo creo, o las
razones que doy de mis actos, son pretextos y no son las verdaderas
causas, son pretextos conscientes y no las verdaderas causas. La
crítica a la ideología que hace el marxismo es la insistencia en la
invalidación de los pretextos por el simple hecho de ser
conscientes, hay una crítica a la consciencia como actividad
separada de las relaciones concretas.
Tanto Marx como Freud, cuando leen los discursos, autores, artistas,
ven y escuchan más allá porque las palabras dicen siempre más
allá de sí mismas. Desde Saussure la palabra nos lleva siempre a
las sopresas (“deslizamiento del significado”) que no obedecen a
ninguna racionalidad, sino a una seria infinita de excepciones. Los
dioses efectivamente se han retirado o desinteresado de sus
creaciones y eso fundamenta la posibilidad de la libertad.
Marx
en la Crítica
a la filosofía del derecho de Hegel
nos dice que “encontrar” un mundo nuevo no es “pronosticar el
futuro.”
Esto había aparecido antes en algunos de sus escritos de juventud:
“No
tratamos de anticipar dogmáticamente el mundo, sino que tratamos de
encontrar el mundo nuevo a través de la crítica del viejo.”iv
Marx. La anticipación de lo que será el mundo, es propia del
pensamiento dogmático, que habla con trono profético. La crítica
le habría permitido al político no saber aquello en lo que se va
convertir lo que ya existe. La crítica que se le presenta al
materialismo de Marx es aquella que nos permite un "descubrimiento"
y no anticipación, ni una creación. La crítica se somete a lo que
existe. El acto/evento trasciende la contradicción propia entre la
voluntad propia (especulativa) y las determinaciones reales. Lidiar
con la realidad hasta hacer algo con la realidad existente. Ese algo
habrá existido a través de mi acción. Lo haré surgir.
Los
únicos descubrimientos se hacen actuando. Se descubre sumergiéndose
en la realidad social, en el trabajo, ahí se descubre algo, paran
Marx. Para Marx se puede ser tan especulativo en la calle como en la
Universidad. O exageradamente práctico. Se trata de criticar a la
posición idealista, de superarla. Cuando Marx critica a los
"filósofos" es una metáfora para criticar a cualquier
idealismo (el de un líder político, el de un profesor etc.)
Así,
en el materialismo radical de Marx la Historia no es una repetición
de lo mismo o un desarrollo racional del espíritu, la repetición no
siempre es farsa, a veces es tragedia. Lo que se repite no se repite
de la misma manera. Lo real se reproduce, pero como imaginario. Esto
es muy importante, ya que el acontecimiento, al repetirse, se vuelve
simulacro. El pasado aparece en las circunstancias bajo las cuales
hacemos nuestra historia, lo que nos queda es nuestra libertad, es
decir, lidear con ellas. Las circunstancias predeterminan lo que se
puede hacer con ellas. La historia no es producto del libre arbitro
del hombre. Las circunstancias también son aquello que puede
revestir nuestra acción, de eso que fue real y que ahora no es más
que una simulación. Con esta tensión Marx analiza la retórica de
la revolución burguesa: El pasado siempre está sirviendo para
decorar el presente.
La
revolución va a aparecer como aquello que sólo puede triunfar
verdaderamente si crea algo nuevo y si evita los difraces. En la
época nueva, que no sabemos como actuar, las traducimos a nuestro
pasado para comprenderla. La revolución, en su carácter de
acontecimiento, se asemeja a una creación ex nihilo. No
obedece pues a una evolución, sino a una irrupción de algo
totalmente nuevo que sólo se puede explicar a partir de su propia
lógica. Marx insiste entonces en este carácter aleatorio del
acontecimiento. Tales parecen las consecuencias más claras de la
puesta en función del principio de irracionalidad del clinamen
que Marx descubre en Epicuro.
iiAlthusser,
Louis. La Revolución Teórica de Marx. Ed.
Siglo XXI, México, 1975. Trad. Martha Henecker. p. 71
iiiZizek,
Slavoj. Contingencia,
Hegemonía, Universalidad,
ed. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003,
ivMarx,
Karl. Obras fundamentales: escritos de juventud. FCE,
México. 1982. I. p. 458.
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