IV
Poemas del desencuentro IV
Podría definir mi vida como un intento,
fracasado de ante mano,
de encontrar un par de ojos que sepan ver.
Asumo que tengo
vocación de huella en la arena,
que he sido siempre
extranjero en mi piel.
No voy a ocultar
que mi segundo nombre es Derrota,
y que bajo el cielo
sólo mi luz es pálida.
Tengo, entre la manos,
un puñado de absurdas apuestas,
he empeñado en el tiempo
el silencio de mis horas.
Cuando miro a la calle,
y se quiebra mi voz,
cuando escribo palabras inmensas
a una mujer diminuta,
cuando me ahogo
vertido en mis recuerdos.
Soy el barco de mi propio naufragio,
las promesas de dioses ausentes,
el error en la cuenta,
el punto mal empleado,
soy el obstáculo
y aún así pregunto
con la oscuridad cerniéndose
en mi espalda
¿me quieres?
¿me extrañas?
¿me amas?
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