Ya después de haber estado subiendo un poco de poesía de algunos escritores que he admirado a lo largo de mis días en esto de las letras, creo que es justo subir un poco de mi más reciente producción, que pasaría a conformar mi Cuarto libro de poemas, aún sin título y en el que estoy trabajando asiduamente. Esto se llama Siempre Anónima.
Habremos de recuperar parte de lo que hemos sido
Todas esas memorias difusas que quedan en nuestro rastro,
Que ya no entiende la caricia de tu nombre
Que ya no mira sino la lejanía de un pasado.
No quiero creer que la cotidianidad nos ha tragado,
Y nos convertimos en víctimas de lo que es
Por el tiempo suavemente derrotado,
Como una roca que se gastase ante el llanto salado del mar
Nos vamos desquebrajando con el tiempo
Y nuestros rostros van mutando en la multiplicidad de su esencia.
No quisiera creer que dos acantilados
Separados por un mar de cotidiano llanto
Son brutalmente acariciados hasta el punto
De perder la esencia melancólica que los hizo límites del mundo.
He perdido ya la pista para seguirte el paso
Y sentado a tu lado siento que soy arrastrado por un río
Invisible, de lo inevitable, de lo que sería de todas formas,
Más lejana que la galaxia con la que siempre te he comparado,
Ahora tus besos son tibios, en lugar de fuego apasionado
Que se consumía en esquirlas neuroeléctricas
que podían hacer danzar al viento más calmado,
bramar como las tormentas sobre el mar,
y hacer dejar mi cuerpo por un rato, y ser liviandad total.
No quiero creer que soy yo quien lo ha apagado.
Todo debe fluir, y con el paso va cambiando
Inclusive los incendios luminarios del sol,
Están milenariamente al frío silencio destinados;
Pero nosotros, dama de estelares rasgos,
Que somos mortales atrapados del instante,
Breves llamas que no conocen si no su anticipada ceniza,
Debemos acostumbrarnos a la brevedad del cambio,
Poder transcender todo aquello que se marchita
Al momento de florecer en su propio cadáver
Que le sirve un instante de cuerpo;
Y entender que si no podemos, superar el intento
Y amarnos a pesar del miedo, la cotidianidad y el desencuentro,
No habrá punto más alto en esta vida,
A la que podamos asirnos, cuando nos abata la soledad,
Cuando pase el tiempo y transformé nuestros rostros
Como dunas arrastradas por el paso segundero,
Que el reloj abre en nuestros rostros, surcos inmensos,
Donde la superficialidad no alcanza, a permanecer intacta,
Corrompida por su naturaleza frágil,
Dividida en esquirlas de recuerdos añorados.
No quiero vivir pensando en el pasado
Pasando en el presente, arquitecto desnudo del futuro,
No quiero perder tu mano a través de los otoños,
Y que seas un fardo de recuerdos en mis dedos,
Que se escurran como arena finísima del tiempo,
Hasta que no seas si no simulacro de tu esencia,
Silueta maniquea de la posibilidad de quedarme a tu lado.
Porque eres el caudal de toda mi catástrofe,
Huracán, con pretexto de mujer, estás en todas mis dimensiones
Sólo en tu piel me reconozco, y me encuentro sediento de tus pechos,
Son tus pupilas el único espejo donde puedo sumergirme,
Todo lo que quiero poner frente a mis ojos tiene tu forma,
Únicamente aquello que te evoca hace eco en mis oídos,
Hasta el viento sabe tu nombre, cada constelación te alumbra,
La luna y su ojo de plata, no son más que pétrea imitación de tu rostro
Tenebrosa réplica de tu mirada;
No quiero encontrarme amor sin ti, y no encontrarte,
Pensar que te has ido y no tomarte de la mano,
Esa mano que construye el mundo, que va labrando vida,
Que va poniéndole cause a mis causas primas,
Principio indefinible de donde parte mi mirada,
Hacia el único lugar preciso que llega,
Faro único de mis barcas azotadas por la marea de la vida,
Todo lo que no seas tú, es desesperanza,
Desesperanzado incluso este poema.
Deberemos encontrar la rosa de los vientos
Que direccione el rumbo de este fuego que quiere ser ceniza,
Que tiene aliento de humo en el que se desvanece el día,
Nada es claridad ahora, con los ojos llenos de llanto,
El pecho inundado de llanto, y el corazón temeroso
De tanto, inmenso llanto;
Buscar nuestras manos a pesar de la mala cara de las almas,
Darle al cuerpo su otra mitad despojada por los dioses,
Por la imposibilidad de dejarnos consumir por el amor,
Y que el amor nos haga entonces a nosotros,
Que nos de forma, que haga de nosotros un cuerpo;
Huérfanos de sexo, nos encontramos sedientos del otro,
Y esa sed nos ha secado el alma, de tanto necesitarnos
Ya no podemos tomarnos,
Porque las manos olvidaron la ruta misteriosa,
Las caderas extraviaron la danza de las noches,
Y tu boca olvido como decir Te amo.
Habremos de reinventar un mundo,
Donde sólo ambos quepamos, y no quepa el mundo,
Donde la única frontera sea tu cuerpo,
Más allá tan sólo haya precipicio de lo incierto,
De la posibilidad que no se quiere estar siendo;
Habremos de inventar un mundo extraño,
Donde no suenen ni las voces, y no haya luz que no provenga de tus ojos,
No haya viento que no provenga de tu aliento
Y algún otro sonido más que el de las bocas consumiéndose en un beso.
El único Dios será tu pecho, el único altar posible tu vientre,
No habrá más firmamento, que el límite lechoso de tu piel de nácar,
Y nuestro nuevo mundo quebrará todos los mundos posteriores,
Despojados de fe, y envueltos en frío,
Nos consumiremos como una lluvia de estrellas,
Monolitos que se abrazan incinerándose en la imposibilidad del encuentro,
Que para aterrizar se pulverizan, esparcidos por el viento,
Repoblaremos el mundo con caricias,
Y cada centímetro del globo tendrá nuestro tacto impreso.
Sólo así habremos de recuperarnos
En la inmolación perpetua de dos cuerpo que se aman
Con tan pasión inédita, que quemen las almas en el tacto,
Que no hay atmósfera que los contenga
Ni gravidez que los mantenga atados al suelo,
Ser liviandad inmensa de amor impensable,
Infranqueable a cualquier debilidad humana,
Tanta pasión que no quepa en la palabra,
Que sólo tendrá el contundente apelativo de miradas,
Un lenguaje más allá del mundo que construya el mundo,
Que no conozca otro límite que lo infinito,
Y otra posibilidad que todo lo deseable.
Nada quedará entre nosotros,
Serán nuestras distancias las fronteras del espacio,
Será nuestro encuentro su catarsis,
Sólo así podremos encontrarnos, destruyendo la distancia,
Arrancándole cercanías a la ausencia,
Y ser por siempre dos llamas que se llaman
En la incendiaria necesidad de estar completas,
Para arder juntas, ante la brevedad de su existencia.
Todas esas memorias difusas que quedan en nuestro rastro,
Que ya no entiende la caricia de tu nombre
Que ya no mira sino la lejanía de un pasado.
No quiero creer que la cotidianidad nos ha tragado,
Y nos convertimos en víctimas de lo que es
Por el tiempo suavemente derrotado,
Como una roca que se gastase ante el llanto salado del mar
Nos vamos desquebrajando con el tiempo
Y nuestros rostros van mutando en la multiplicidad de su esencia.
No quisiera creer que dos acantilados
Separados por un mar de cotidiano llanto
Son brutalmente acariciados hasta el punto
De perder la esencia melancólica que los hizo límites del mundo.
He perdido ya la pista para seguirte el paso
Y sentado a tu lado siento que soy arrastrado por un río
Invisible, de lo inevitable, de lo que sería de todas formas,
Más lejana que la galaxia con la que siempre te he comparado,
Ahora tus besos son tibios, en lugar de fuego apasionado
Que se consumía en esquirlas neuroeléctricas
que podían hacer danzar al viento más calmado,
bramar como las tormentas sobre el mar,
y hacer dejar mi cuerpo por un rato, y ser liviandad total.
No quiero creer que soy yo quien lo ha apagado.
Todo debe fluir, y con el paso va cambiando
Inclusive los incendios luminarios del sol,
Están milenariamente al frío silencio destinados;
Pero nosotros, dama de estelares rasgos,
Que somos mortales atrapados del instante,
Breves llamas que no conocen si no su anticipada ceniza,
Debemos acostumbrarnos a la brevedad del cambio,
Poder transcender todo aquello que se marchita
Al momento de florecer en su propio cadáver
Que le sirve un instante de cuerpo;
Y entender que si no podemos, superar el intento
Y amarnos a pesar del miedo, la cotidianidad y el desencuentro,
No habrá punto más alto en esta vida,
A la que podamos asirnos, cuando nos abata la soledad,
Cuando pase el tiempo y transformé nuestros rostros
Como dunas arrastradas por el paso segundero,
Que el reloj abre en nuestros rostros, surcos inmensos,
Donde la superficialidad no alcanza, a permanecer intacta,
Corrompida por su naturaleza frágil,
Dividida en esquirlas de recuerdos añorados.
No quiero vivir pensando en el pasado
Pasando en el presente, arquitecto desnudo del futuro,
No quiero perder tu mano a través de los otoños,
Y que seas un fardo de recuerdos en mis dedos,
Que se escurran como arena finísima del tiempo,
Hasta que no seas si no simulacro de tu esencia,
Silueta maniquea de la posibilidad de quedarme a tu lado.
Porque eres el caudal de toda mi catástrofe,
Huracán, con pretexto de mujer, estás en todas mis dimensiones
Sólo en tu piel me reconozco, y me encuentro sediento de tus pechos,
Son tus pupilas el único espejo donde puedo sumergirme,
Todo lo que quiero poner frente a mis ojos tiene tu forma,
Únicamente aquello que te evoca hace eco en mis oídos,
Hasta el viento sabe tu nombre, cada constelación te alumbra,
La luna y su ojo de plata, no son más que pétrea imitación de tu rostro
Tenebrosa réplica de tu mirada;
No quiero encontrarme amor sin ti, y no encontrarte,
Pensar que te has ido y no tomarte de la mano,
Esa mano que construye el mundo, que va labrando vida,
Que va poniéndole cause a mis causas primas,
Principio indefinible de donde parte mi mirada,
Hacia el único lugar preciso que llega,
Faro único de mis barcas azotadas por la marea de la vida,
Todo lo que no seas tú, es desesperanza,
Desesperanzado incluso este poema.
Deberemos encontrar la rosa de los vientos
Que direccione el rumbo de este fuego que quiere ser ceniza,
Que tiene aliento de humo en el que se desvanece el día,
Nada es claridad ahora, con los ojos llenos de llanto,
El pecho inundado de llanto, y el corazón temeroso
De tanto, inmenso llanto;
Buscar nuestras manos a pesar de la mala cara de las almas,
Darle al cuerpo su otra mitad despojada por los dioses,
Por la imposibilidad de dejarnos consumir por el amor,
Y que el amor nos haga entonces a nosotros,
Que nos de forma, que haga de nosotros un cuerpo;
Huérfanos de sexo, nos encontramos sedientos del otro,
Y esa sed nos ha secado el alma, de tanto necesitarnos
Ya no podemos tomarnos,
Porque las manos olvidaron la ruta misteriosa,
Las caderas extraviaron la danza de las noches,
Y tu boca olvido como decir Te amo.
Habremos de reinventar un mundo,
Donde sólo ambos quepamos, y no quepa el mundo,
Donde la única frontera sea tu cuerpo,
Más allá tan sólo haya precipicio de lo incierto,
De la posibilidad que no se quiere estar siendo;
Habremos de inventar un mundo extraño,
Donde no suenen ni las voces, y no haya luz que no provenga de tus ojos,
No haya viento que no provenga de tu aliento
Y algún otro sonido más que el de las bocas consumiéndose en un beso.
El único Dios será tu pecho, el único altar posible tu vientre,
No habrá más firmamento, que el límite lechoso de tu piel de nácar,
Y nuestro nuevo mundo quebrará todos los mundos posteriores,
Despojados de fe, y envueltos en frío,
Nos consumiremos como una lluvia de estrellas,
Monolitos que se abrazan incinerándose en la imposibilidad del encuentro,
Que para aterrizar se pulverizan, esparcidos por el viento,
Repoblaremos el mundo con caricias,
Y cada centímetro del globo tendrá nuestro tacto impreso.
Sólo así habremos de recuperarnos
En la inmolación perpetua de dos cuerpo que se aman
Con tan pasión inédita, que quemen las almas en el tacto,
Que no hay atmósfera que los contenga
Ni gravidez que los mantenga atados al suelo,
Ser liviandad inmensa de amor impensable,
Infranqueable a cualquier debilidad humana,
Tanta pasión que no quepa en la palabra,
Que sólo tendrá el contundente apelativo de miradas,
Un lenguaje más allá del mundo que construya el mundo,
Que no conozca otro límite que lo infinito,
Y otra posibilidad que todo lo deseable.
Nada quedará entre nosotros,
Serán nuestras distancias las fronteras del espacio,
Será nuestro encuentro su catarsis,
Sólo así podremos encontrarnos, destruyendo la distancia,
Arrancándole cercanías a la ausencia,
Y ser por siempre dos llamas que se llaman
En la incendiaria necesidad de estar completas,
Para arder juntas, ante la brevedad de su existencia.
4 comentarios:
"He perdido ya la pista para seguirte el paso"..."Será nuestro encuentro tu catarsis"
Como pasa a ser el sueño cuando te has dado cuenta que la vida te tiene privado de él...Y aún asi le ves formas a las nubes. Me imaginé todo desde esa manera.
Todos somos fragmentos flotando a la deriva, que tal vez lleguen a unirse al final, para lograr contar una historia, nuestra historia. ¿Pero al final de cuentas qué es la historia? sino aquello que hemos hecho o dejado de hacer y nos ha dado forma.
La historia, como confiesa el mismo Jenófanes, no es más que admitir que las generaciones tienen mala memoria. Historia es un mito inventado por los hombres, para sentir su mortalidad menos latente a cada instante, trascendentalidad, y todo lo que no ha buscado este poema.
Es complicado llegar de botepronto y comentar textos como este. Y es que uno no puede más que verse reflejado, hacerse a la mar, a la piedra, a los bordes del abismo que se van tejiendo en un nombrar a dos, cuando dos es ya, uno mismo. O al menos es lo que creemos, o lo que queremos creer. Y ya no se sabe si es la culpa o la ceguera la que habla, y es ella la que va tejiendo preguntas y a la vez, radiografiando dolores, no se sabe si ajenos, o construídos con el olvido de otra persona. Es durísimo ser el que hable por los dos, y no sé siempre, qué tan atinado. Pero las cosas se dan así, y uno tiene que encontrarle las voces a aquello que se convirtió en estatua al amor caído, o la desdicha elucubrada. Así las cosas, así la vida. Pero bueno, su poema de largometraje como diría Pepe Cegarra, se lleva las palmas de la semana después de las semanas de otros poemas que no he terminado de leer. Y bueno, espero que este poema siga dando para más, puesto que mi comentario apenas y cubre ciertas necesidades mínimas. Pero bueno, qué le hacemos, uno es ignorante y anda pensando en otras cosas. No sé.
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