PIENSO
Hay tantas cosas de las que no he escrito
Que mis ojos han visto.
Hasta hace poco la poesía era mi refugio
¿cómo invitar a mis monstruo a sentarse conmigo a la mesa?
Mis letras volaban
Huían de las pestes mediáticas
De los golpes opresores
Del hambre burocrática
De las asesinadas enterradas en tumbas de arena.
Temí llamar las cosas por su nombre
Alzar el dedo
Con miedo a señalarme
Y callé.
Hundí mi cabeza entre libros
Mis ojos quemaron miles de páginas
Desgasté mis horas entre partituras
Pinturas, esculturas, proyecciones…
Huí del hambre en viajes interminables por las cocinas extranjeras.
Para olvidar a mí pueblo iletrado
Aprendí otras lenguas
Que enseñaban a la propia a avergonzarse
Que disgregaban mi identidad
Volteando mi vista hacia un mar que ansiaba cruzar;
Con miedo a hablar tarasco
Preferí siempre leer griego.
Hablé mucho porque temía mucho
Escuché poco porque sabía poco.
Me he ganado mis silencios
Estos nuevos ojos
Éstas nuevas tintas
estos nuevos versos.
Entiendo que un verso no hace una lucha
Entiendo mi condición de eco
En éstas líneas confieso lo que pienso y siento
No lo que estoy haciendo
Trazando caminos incautos
Lejos de los amos de las cruces y las armas
Lejos de los ojos afilados de las casas editoriales
Repartiré estos versos entre mis iguales.
Renunciar a la rima
Fue mi primera rebeldía
Admitir que el poema es siempre un poema
Fue mi segundo ataque
Ahora que he quemado el lenguaje
Que he sido llamado hoguera de patio
No pienso regresar al silencio
A la meditación
A buscar el ser
Siendo
Escribo en la trinchera de la duda
Cargo en mi espalda un pueblo
Que apenas voy conociendo
Llevo en mis letras una lucha
Que apenas voy descubriendo.
Hay hombres que esperan toda su vida una señal
Un mano que escriba sus letras
La mano que escribe la mía
Son cientos de manos
Manos con hambre
Manos con sangre
Manos tiesas
Manos pálidas
Manos callosas
Manos enfermas
Manos tras las rejas
Manos enterradas
Manos cercenadas
Manos que no tiene un taco
Manos que tocan una guitarra de palo
Manos pequeñas que juegan con tierra.
Otros hombres esperan toda una vida
Por unos ojos para descubrir la poesía
Mis ojos tienen cataratas
Mis ojos tienen lágrimas
Mis ojos tienen moretones
Mis ojos han visto montañas de basura
Mis ojos se han cerrado ante las macanas
Ante las botas, ante las balas
Se han sorprendido con las llamas
Mis ojos tratan de abarcar los campos
Recorriéndolos
Mis ojos están rojos de tanta sal
De tanta miseria
De tanta conjuntivitis
Mis ojos no miran los relojes
Mis ojos están ahítos de santos
Mis ojos
Todos esos miles de ojos
Que no son de ningún color
Que no tienen ningún rasgo
Estos ojos
Que me he ganado
Dejan la poesía para la poesía
Y al poeta le dan sus alas...
Los pobres son los dioses por los que hablo
La injusticia la musa sorda que me susurra los versos
El relámpago que me toca
Es el flagelo sobre la espalda de mi pueblo
Poeta en llamas
Renacido de sus cenizas anticipadas en tantas hogueras sin carne
Le devuelvo lo que le tomé a mi gente
Que beba de mi sangre el pueblo
Hasta que pueda devolverle su agua
Habitarán en mí
Hasta que recuperemos sus tierras
Hablarán a través de mí
Hasta que el hambre no les haga cerrar los libros.
La poesía no es una lucha
Es una voz
Y esa voz
Viene de un canto
Que lleva 600 años durmiendo.
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