Saber que el silencio es un ensayo de la muerte
es la muerte la que afina la orquesta
extiende para todos el escenario
matiza los colores en cualquier cuadro
la muerte, ineludible toque final de todo tacto...
Hay perdido entre bosques
un venado vulnerable, vulnerado por su sombra
dando brincos inmóviles
el venado mira la frondosidad del bosque
se pierde en el amplio laberinto de los árboles
su ojo línea blanca
le arranca instantes a los ojos
el venado no comprende tanta simplicidad
no entiende jamás la fiesta de las formas
el cantar del agua
por eso camina nervioso, entre brincos
desecho en miradas
sus oídos palpitan temerosos de cualquier ruido
el venado no entiende que lo sigue su sombra
por eso quiere tener las patas fuera del suelo
el venado maldice no ser ave...
La muerte tiene rincones que ninguna luz conoce
nombres que se quedaron en lo impronunciable,
bañada de cenizas frescas, recién paridas del fuego
la muerte es una niña sollozante.
3 comentarios:
Sigo con olor a venado, y una tristeza ancha, sigo con ganas de resbalarme por tus piernas y por los caminos largos, donde tejo la urdimbre de mi cabello rojo.
Las autoproclamaciones han sido mi estrategia, ahora me nombro tu venadita de fuego, incendiada en las manos, en los confines de tus tierras con olor a eternidad, tus tierras, que han de adoptarme, que han de abrazarme para siempre, como hija, como esposa.
P.D Borré el primer comentario, a causa de una cotidiana falta ortográfica. T´mu!
Y yo me hundiré en ese bosque de fuego, inmenso de la maraña de tu pelo, que desemboca en la cuna de los éteres, tu boca. Saltaré por el archipiélago de tus mejillas, deslizándome en la cascada de tu cuello, arribando a las costas altas de tus pechos...
Venadita de fuego, incendia mi azul, azul celeste, hay colores impávidos en mi piel que esperan que este se ausente.
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