Lamento
Primero
De
La Nimiedad De Las Cosas
I
De
Los Poetas
Los
poetas han callado hermanos míos
sus
lágrimas venenosas ya no riegan las tierras
su
sangre metafísica no teñirá más pergaminos,
las
oscuras paredes, los magmas azotados ya son silencio
y
la guerra y la paz, quietud ecuánime…
Los
poetas han dejado de llorar hermanos míos
y
las palabras corren a ocultarse entre los ramajes
se entierran en el lodo como sapos de lluvia;
las
hojas han quedado inmaculadas
y
los márgenes del río de la esperanza, quedan sin vida.
Los
poetas se han ido a otro mundo,
alejándose
sigilosos entre las estrellas
la
oscuridad inerte del universo los ha convocado,
las
galaxias y los agujeros negros han puesto
espectaculares
de agónicos desfiles en su nombre
y
las constelaciones han grabado su recuerdo.
Los
poetas son recuerdo y sólo eso;
los
poetas ya no existen en este mundo de silencios prolongados
en
la contaminación del ruido, de la vista;
en
la pérdida de lo humano por lo autómata
en
la instauración de la rebeldía baldía rentada,
en
las hojas malgastadas por las copias fotostáticas,
los
relojes que ya no quieren marcar la hora correcta
los
congresos, las naciones, los ejércitos, y toda la demás pesada
seriedad del mundo.
Los
poetas han quedado huérfanos de madre
se
extiende el ocio a millas por segundo
pero
la inspiración se agota a decibeles
como
el crepitar de la frecuencia que no se escuchará de nuevo,
como
ese sueño que se tuvo y se abandona en un suspiro que nos despierta,
pero
el dios ha abandonado a los poetas
un
padre que nunca supo ser padre porque nunca fue hijo
y
de santidad sólo ha tenido la blancura de su ave fenecida.
Los
poetas despertaron de este sueño
de
este aletargamiento de lo cotidiano,
huyeron
de la veracidad tangible de lo intransigente
brincaron
a otros parámetros, otras lenguas,
otro
signos, insondables para nuestras miradas…
Mientras
nosotros hermanos míos
permanecemos
eternos,
repetitivos,
innoriginales, coleccionistas,
no
hay romanticismo en nuestras palpitaciones
ni
surrealismo histérico en nuestro diálogos
mucho
menos un simbolismo en nuestras heridas.
Los
poetas han muerto hermanos míos ¿qué nos queda?
2 comentarios:
Hay quienes afirman que la poesía siempre sobrevivirá al poeta. De cualquier manera, si muere el poeta, de cierta forma mueren también, un poco, sus palabras, pues ambos surgieron de una misma materia: el poeta y su palabra, el poeta y su voz por encima de las cosas cotidianas.
¿No somos los lectores de poesía poetas, durante el instante en el que le damos vida a la palabra pues al leer, ya sea en silencio, o en voz alta, al interiorizarla en nuestro sistema viviente?
La poesía (escrita) es entonces un ente palpitante, que se queda pausado, en espera de reanimarse, por eso nos somos necesarios, mutuamente. Por eso no me gusta que se mueran los poetas...
Decía René Char que la poesía viviría mientras la gente además de escribir supiera leer. Y que los poetas no morirían precisamente porque mueren. Es una bella idea, leer a un hombre/mujer se parece a salvarlo/a
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