IV
Me he dedicado a decirte sólo que te amo.
Que tu piel es vainilla más dulce que los néctares del Olimpo,
Que tu cabello es más oscuro que las tormentas del invierno
Más salvaje y desatado que ríos corriendo por el Amazonas
Y caen en la quebrada del lamento hacia el mar,
Tus ojos llameantes, verdes, amalgamas de los infiernos,
Los reflejos más fieles de la tristeza de la primavera,
Que tu vientre de paloma me acaricia como olas a la orilla
Coronas mis labios con la espuma de tus besos,
Que tu boca afrodisiaca lleva la esencia de lo que mi boca anhela.
Me he dedicado a definirte cada día.
Que eres tempestad de las calmas más fugaces,
Tormenta anticipada de mis meses de cosecha,
Que eres la dulzura y la tristeza tomadas de la mano, caminando juntas.
Que eres la esencia misma que atrae las polillas a las llamas,
El fuego que Prometeo robó a los Dioses,
La sangre que derramo Cristo sobre el monte.
Me he dedicado religiosamente a adorarte.
Princesa de las mil esferas de mi cielo nocturno al mediodía,
Ama y señora de está catedral de espinas que llamo corazón,
Ritmo armónico de mi melodía asonante que baila
La sin razones de tus silencios más profundos,
Suspiro nocturno al entrecerrar los ojos y mirar al techo
Diosa anfótera de las más livianas palabras y los más pesados besos.
A lo único que nunca me he dedicado
Es a aceptar que un día me harás falta.
Me he dedicado a decirte sólo que te amo.
Que tu piel es vainilla más dulce que los néctares del Olimpo,
Que tu cabello es más oscuro que las tormentas del invierno
Más salvaje y desatado que ríos corriendo por el Amazonas
Y caen en la quebrada del lamento hacia el mar,
Tus ojos llameantes, verdes, amalgamas de los infiernos,
Los reflejos más fieles de la tristeza de la primavera,
Que tu vientre de paloma me acaricia como olas a la orilla
Coronas mis labios con la espuma de tus besos,
Que tu boca afrodisiaca lleva la esencia de lo que mi boca anhela.
Me he dedicado a definirte cada día.
Que eres tempestad de las calmas más fugaces,
Tormenta anticipada de mis meses de cosecha,
Que eres la dulzura y la tristeza tomadas de la mano, caminando juntas.
Que eres la esencia misma que atrae las polillas a las llamas,
El fuego que Prometeo robó a los Dioses,
La sangre que derramo Cristo sobre el monte.
Me he dedicado religiosamente a adorarte.
Princesa de las mil esferas de mi cielo nocturno al mediodía,
Ama y señora de está catedral de espinas que llamo corazón,
Ritmo armónico de mi melodía asonante que baila
La sin razones de tus silencios más profundos,
Suspiro nocturno al entrecerrar los ojos y mirar al techo
Diosa anfótera de las más livianas palabras y los más pesados besos.
A lo único que nunca me he dedicado
Es a aceptar que un día me harás falta.
1 comentario:
Y por eso es que la amas tanto.
Es tuya y se te escapa de las manos.
Proviene de un beso y con otro te mató.
No dices más que su nombre...En el suspiró que no diste ahí se quedó.
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