Todo lo que veo, lo veo desde tus ojos
faroles inaprehensibles con los que iluminas el mundo.
Me colocas en ese mundo con tus ojos,
soy la idea cromática de tus ojos,
y todas sus hermosas distinciones figuradas.
En tus párpados se las juega el día,
todas las selvas y bosques aguardan tu llanto,
el paso estelar sucede entre miradas,
se extiende el mundo de tu lagrimal a tus pestañas.
Tus ojos no ven el horizonte, lo trazan,
no se conforman con el día, lo oscurecen y lo aclaran,
son tan potentes tus ojos, que miran a través de los sonidos,
penetran sus pupilas los aromas,
íntima mirada que deshila las entrañas de la roca,
voyerista del coito de los átomos.
Siento que el mundo se disuelve si no miras,
desaparecen todas las distinciones de las formas,
el horizonte enloquece, y se craquela el cielo;
cuando párpadeas se suspende el tiempo unos instantes,
hasta los ríos detienen su cauce,
algún volcán del círculo de fuego cesa su llanto de magma
y por unos segundos el universo entero siente la angustia de lo estático,
hasta la vibración de las moléculas, temblando de miedo, para.
Abres los ojos nuevamente y el Cosmos respira,
regresa toda la cinética, continua el risa luminosa de las estrellas,
y todos los seres, siderales o terrenos, sienten la móvil alegría de tu mirada.
Gerardo Cielorraso
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