I
Devórameno harás más que perderme
destrúyeme
no harás sino mi muerte.
Siempre quisiste ser mi horizonte
mujer de fuego
incinérame antes de que pueda verte
antes de que sepa que no eres
sino la suma de todas mis catástrofes.
Estoy cansado, estoy enfermo
estoy frágil, estoy corrupto
estoy disperso, estoy perdido,
estoy desahucidado, y maldecido,
relámpago huérfano
golondrina sin patria,
oscura, en éxodo,
herida sin método...
Estoy enloqueciendo, estoy muriendo
lucidez de poema que sangra
¡que sangra su propio verso!
Ellas dicen: Mira.
Yo digo: Ciego.
Ellos dicen: Muere.
Yo digo: He muerto.
Azótame
no harás más que encontrarme
Olvídame
para que yo pueda olvidarme.
Reconozco mis propia
imperfectas
petrificaciones;
todo lo devastado habrá de ser ruina
Ruina el poema
ruina también la lágrima
ruina la vida
ruina también la tumba.
II
Camino por los cementerios de mis letras
Hacia abajo se ven todas tus fotografías,
se enfilan.
Te vas, dispersa,
yo descendería por ti hasta los infiernos.
¿recuerdas esas canciones con las que cada noche me azotabas?
¿recuerdas ese lunar con que arrancaste mi ojo?
Nacen tus palabras donde mueren las mías,
fuego entre poetas
guerra íntima de versos.
Tus pasos me persiguen
no me esconderé un segundo más
que me devoren.
Afila tus gritos
tienes que destazar mi esperanza,
enciende todos tus insultos
porque dispararás contra mi futuro.
Siempre he sido poco más que un vacío
una pausa terca y ciega
Nunca he sido nada más que un momento
ahogándose en su propio transcurso.
Y ahora con la dignidad de esta venda de promesas que pusiste en mi rostro
espero en el paredón
tu ejecutorio adiós.
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