miércoles, 4 de mayo de 2011
Sin título - Rocío Cerón
A falta de tierra, desnudo
sin firma ni signo de atadura,
acaso entre la falta y la velocidad del ala
del zancudo.
Aterrizas.
En tanto, el aire se desprende de las voces.
Cuantioso el infierno de los nombres.
No cargas más.
No más allá de esta calle, esta penumbra.
De las sombras has vuelto a este paraje,
sin una libélula en la frente.
Ni azul que desmaye en tu presencia.
Habitas en la precisión del instante:
Esa es tu certeza.
Yace aquí tu contenido,
el líquido difuso de tu paso.
Yerras, caes a tumbos.
No esperas.
La impaciencia es la deshonra del furtivo.
De bruces en el lodo, tus rodillas guarecen el estigma
que tu imperio necesita.
Estás más solo que la angustia.
Junto a las tarántulas náuticas y los reptiles
cansados de olisquear las formas
tu silueta regresa.
Incidencia en este vuelo a ras de angustia.
El pasado no clarifica, no abriga a la piedad ni a los momentos.
Incidencia en tus ojos que trascienden al fuego.
No gastes la memoria.
Siéntate. Bosteza.
Adquiere temperatura y brizna en la nuca, en las sienes.
Acuérdate del jardín, del ala antigua que rozaba la frescura de los cuerpos.
Desata los cordeles, los nudos, las hebillas,
anuda el enjambre de las venas a la huella de tus manos.
Aléjate de la vileza, del rencor y la envidia.
Cuida tus palabras.
Toda alabanza posa su ruego en la cal: arcilla, forma asible: presencia para
deambular entre los muertos.
Siente la noche como fe carcomida por el tiempo.
El rezago del miedo ha dejado sus hábitos en la frente del autista; ese ademán,
apenas contenido, es el mundo escondido bajo el caparazón de las hogueras.
Con pujo de vejiga, llano el dolor,
celebra en la orina.
Regresa a la santidad del huérfano,
ningún intento resbale por tus párpados.
Sé el entierro del sentido.
Desciende hasta donde sólo resta el lugar para uno mismo.
Ablándate y cae en cuenta:
somos flor que se deshace.
Rocío Cerón
http://rocioceron.blogspot.com/
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