lunes, 21 de enero de 2013

Filosofía para niños: la reproducción de una élite.

"Al final de cuentas, el sistema capitalista está configurado como un movimiento de exclusión centro-periferia, como una suerte de destino trágico marcado por el nacimiento en determinada clase social, mientras sigan existiendo clases sociales, cualquier cambio, por loable que parezca, está  destinado al fracaso."
Franz Fanon, Sociología de una Revolución.

El texto de Matthew Lipmann, La filosofía en el aula (1) es cuando menos ingenuo. Un análisis simple de las condiciones reales de la educación en Estados Unidos quebraría la mayor parte de los argumentos. Quizás el punto más relevante sea la creencia de Lipman de que la filosofía puede aportar alguna clase de autoconsciencia emancipatoria que llevaría al individuo a plantearse la "transformación de la sociedad". 
¿Por qué decimos que es ingenuo? Porque Lipman cree, y así se ve a lo largo del texto, que el problema de la educación es un problema de contenidos y de su aparición en determinado "grado" de escolaridad. Es decir, que lo que impide que la educación cumpla sus promesas emancipatorias es un problema en el método y en los contenidos de la enseñanza. Para no hacer una petición de principio ubiquémonos en el mismo nivel argumental de Lipman y supongamos que efectivamente el problema de la educación es un problema de contenidos.
Esto debería conducir hacia una re-jerarquización de los contenidos, o como propone Lipman una construcción integral de los contenidos anulando el supuesto -infundado según Lipman quien sigue a Dewey(2)- de que se tiene que ir de lo simple a lo complejo. Lipman como vemos, propone incluir la materia de "filosofía" desde el jardín de niños y a pesar de que critica el hecho de del tránsito de lo simple a lo complejo, no critica la división jerárquica y la normalización del niño  en la educación de acuerdo a su "edad". Es decir, Lipman está de acuerdo en la teoría del desarrollo que sustenta la división de los infantes en la escuela de acuerdo a edades, pero dice no apoyar la teoría de que la educación que va de lo simple a lo complejo. ¿No sería más coherente con el planteamiento de Lipman cuestionar incluso la colocación de los alumnos y hacerlos participar en prácticas cognitivas complejas como propone Dewey(3)?
Vemos entonces que Lipman propone un impacto en los criterios de la educación sólo a nivel de sus contenidos pero que no se involucra con una reestructuración de sus criterios de administración de la vida. Tampoco nos dice nada acerca de los medios de acceso a la educación. Supone un grupo ya dado al que sólo le agregaría algunos contenidos. Así el ideal de mejor ciudadano sólo podría realizarse en quienes accedan a ese determinado sistema de educación. Como bien ha hecho  en señalar Pierre Bourdieu(4): el problema de la educación no viene a ser éste o aquel contenido, sino que la educación consiste en un sistema de selección, competencia y exclusión conformado por la infraestructura capitalista, es decir, que reproduce la desigualdad social. Es la configuración de la educación en general --si es que esto es posible-- la que habría de cambiar a fin de que pueda realizarse la promesa de la emancipación del individuo y la transformación de la sociedad.
Finalmente vemos que la "mentalidad crítica" que Lipman pretende implantar en sus educandos no es más que una mentalidad de clase, de acuerdo a criterios de filosofía tradicionalmente acuñados por la clase burguesa  como "pensamiento crítico". No hay pues una posibilidad de que el niño pueda cuestionar los contenidos mismos  de la "filosofía" con la que le pretenden enseñar un pensamiento crítico, sino que a través de éstos contenidos (de clase, occidentales, burgueses) el niño aprenderá a leer su mundo en el sentido de una ideología. Es la imposición de una racionalización comunicativa en el sentido habermasiano, y que carga con sus mismas dificultades; después de todo nada nos asegura que el  dominio de habilidades intelectuales propias de la filosofía garantice una praxis transformadora de la realidad. En sentido general la propuesta de Lipman es simplemente la ampliación del espectro curricular. 
Hasta aquí con los dos argumentos principales de Lipman. Su propuesta transformadora de  sigue la propuesta pragmática de Dewey y en ese sentido es profundamente capitalista y cientificista. Como bien ha señalado Bourdieu (5) una educación dependiente del sistema capitalista (que no lo cuestiones de principio) carece de los medios para hacer la transformación de la sociedad. 
¿Hay planteamientos "fuera" del capitalismo? El problema con el capitalismo es que de acuerdo a las lecturas modernas (Wallerstein, Sweezy, Mandel), éste ha pasado de ser un modo de producción para convertirse en un "proyecto histórico"(6). Esta conversión del capitalismo en un proyecto  histórico, en un "sistema-mundo" al decir de Wallerstein implica la irreductible pregunta de si las instituciones creadas por el capitalismo no obedecen a la lógica de su reproducción.(7) La educación pública es el resultado de un intento de normalización del saber en las sociedades modernas. Con el pretexto de la Ilustración se le ha hecho propaganda a un estilo de vida, a una episteme y sobre todo a un ethos, que reproduce inherentemente el capitalismo. El punto de choque sería imaginar educaciones otras, educaciones anti-escolarizadas, educaciones de la resistencia. Tales parecen ser las propuestas de Paulo Freire y Peter McLaren.
En primer lugar una educación más allá de la reproducción del capitalismo tendría que empezar por la crítica de las relaciones sociales de producción y la autoconstrucción del sujeto. Tendría que estar más allá de las construcciones de lo que es un "buen ciudadano" (como si pretende el texto de Lipmann). Los sistemas educativos nacen a la par de los sistemas penitenciarios, como demostró Foucault hace ya unas décadas(8), y por lo tanto normalizan al sujeto en dentro de los esquemas de poder dominantes. Toda voluntad de saber termina siendo una voluntad de poder. Educamos para normalizar. Esto es lo que tiene muy en cuenta Peter McLaren(9). La base de su pedagogía de corte neomarxista es iniciar cuestionando la construcción del sujeto moderno, de su criterio del deseo y su posterior realización. La educación es vista, como un deber de modernidad, como el aprendizaje de la relación entre medios y fines. Aquí Lipman está más lejos de la transformación social de lo que pudiera admitir. La realización de una educación critica tiene como base la filosofía en el sentido no ya de una "interpretación del mundo" que jamás cuestiona el estatuto de éste, sino una reflexión sobre el sentido del mundo, sobre sus injusticias y sus realidades, no sobre los temas abstractos acuñados por la tradición. 
El antecedente directo de McLaren es Paulo Freire, quien en su ya clásico libro Pedagogía del Oprimido plantea por vez primera en la historia de la filosofía de la educación moderna un cuestionamiento al modelo capitalista de enseñanza. Es importante reconocer que aún en los socialismos históricos se adoptó el sistema de enseñanza capitalista y únicamente se cambiaron los contenidos, no se cuestionaban  jamás los métodos, la autoridad del maestro, la disposición espacial de la escuela entre muchas otras características "materiales"  y sociales de la educación. Quizás porque la preedisponían para la ideologización de los niños. Freire no se conduce por ese lado, replantea el esquema de la educación desde un nuevo proceso de "alfabetización" que conscientiza al educando a cerca de su circunstancia inmediatas y permite que asimile el conocimiento en una praxis emancipatoria y transformadora(10).
Otro punto débil de la teoría de Lipman es la suscripción acrítica al saber dominante conocido como filosofía. Quizás en los países anglosajones la teoría no tenga tanto ruido en ese sentido, pero la adopción acrítica de los supuestos epistemológicos de Lipman (lo que ha de ser el saber, lo que ha de ser la transformación de la sociedad) son muy cuestionables. Dentro de todas las prácticas que reproduce la educación, ésta ha demostrado su efectividad en reproducir el imperialismo. Esto quiere decir que el saber  "occidental" es un  saber colonial, egológico, excluyente, que anula la diferencia en mor de un criterio de universalidad(11). 
Vemos así que la propuesta de Lipman está muy lejos de ofrecer una alternativa crítica fuera de una revisión curricular. La filosofía para niños parece condenada a repetir la reproducción de una élite pensante del mundo frente a los marginados excluidos de los  sistemas de producción del conocimiento. ¿Puede pensarse una pedagogía del subalterno, del cualquiera, del condenado? La pregunta queda abierta.
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(1) Lipman, Matthew, Sharp, Ann Margaret, Osconyan, Frederick S., La filosofía en el aula, Ediciones de la Torre, Madrid, 1998.
(2) Dewey,John, Democracia y educación, Ediciones Morata, Madrid, 2001.
(3) Op. cit. p. 144
(4) Bourdie, Pierre, Passeron, Claude, Los herederos, Ed.  Siglo XXI, Trad. Marco  Meyer. 
(6) Mandel, Ernest, ‘Problemas básicos de la transición del capitalismo al socialismo’ Ed. Anagrama, 1975. p. 23 y s.s.
(7) Sweezy, Peter Teoría del desarrollo capitalista, Ed. Hacer, consultado en pdf.  
(8) Cfr. Foucault, Michel, Defender la sociedad,  Ed. FCE, México, 2008.
(9) McLaren, Peter Enseñando en Contra del Capitalismo y el Nuevo Imperialismo: Una Pedagogía Crítica, 1995.
(10) Freire, Paulo, La pedagogía del oprimido, p. 10 y s.s. Consultado en: http://www.ensayistas.org/critica/liberacion/varios/freire.pdf
(11) Lander, Edgardo, Comp. La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. CLACSO, UNESCO, Argentina, 2007.

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