NOTA 1 ISEGORIA
Hace dos siglos Kant anunciaba
que la libertad sólo se obtenía
superando lo dado, superando la volición, el apetito, y
atendiendo al bien moral de nuestro interior ¿quería decir con esto? ¿Acaso qué hay una naturaleza del hombre
que pretende ser buena? No,
sencillamente que frente a las determinaciones y la opresión, la barbarie y la
violencia, debemos creer que algo en nosotros se ha de resistir a éstos impulsos,
si no, ningún proyecto cultura tendría sentido, y la historia sería
contingencia.
Históricamente ha habido dos
formas de pensar la liberad: la primera supone que somos libres por principio,
y que la asociación política y social sólo tiene que administrar y regular
nuestras relaciones. Es el caso del liberalismo, pero también del anarquismo.
Ambos suponen que el hombre es “naturalmente libre”, es decir, que apelan a un
mito fundacional. ¿Qué piensa por ejemplo Locke, el primer liberal, sobre la
libertad? Frente a Hobbes quien veía en la libertad sólo la expresión de la
caótica voluntad del hombre, una
depredación constante que debía ser suprimida en mor de un orden estatal que
garantizara la seguridad de la vida, Locke dice que la base de la asociación
política es la protección de la libertad de cada quien, y esta libertad estaba
materializada en el derecho de propiedad. Básicamente Locke pensaba que la
libertad ya estaba dada, que cada quien tiene lo que le corresponde y que el
Estado de hecho garantiza la perpetuación de esa propiedad y por lo tanto de nuestra libertad. No habla nada sobre el hecho
de que muchas veces nuestra libertad de propiedad es acosta de la no propiedad
de otros, de que ésta libertad natural que defiende el estado es una
desigualdad original, pero dejemos esto por ahora.
La segunda tradición piensa que
de hecho no somos libres, y debemos empezar por generar consciencia de éste
hecho: esta tradición ve en la libertad no un hecho, sino un valor a realizar.
Es El caso del marxismo, y de la teoría crítica, la libertad en ellas dos es el
punto de tensión entre los poderes dominantes y los dominados. La libertad no está dada, es una conquista
histórica. El escenario es distinto, lo
dado es la desigualdad, y esa desigualdad
no es natural, aunque sí histórica, éste es el punto importante de ésta otra
tradición, que asumen que el hombre es historicidad, que el hombre es lo que ha
conformado de sí mismo, nada en el hombre hay natural, ni siquiera el trabajo,
el trabajo es la forma de apropiación de lo dado, de la reproducción de la
vida. En ese sentido, el trabajo es la historia de la forma en que el hombre resuelve sus circunstancias. La
pregunta marxista es simple y es mucho más ilustrada y romántica de lo que el
mismo Marx estaría dispuesto a admitir: ¿Esta forma de reproducción de la vida
es la deseable? ¿Podemos hacer algo para cambiar las condiciones? ¡Y ésta es la
clave! Esta tradición asume que de hecho al ser historia, y eso es el
romanticismo, el hombre se hace a sí mismo, sólo que aquí no es un idealismo
trascendente. Marx es muy kantiano cuando dice que hay una base material de
determinación de las condiciones, pero a
su vez una consciencia de acción sobre la base material. La consciencia está
alienada en la “clase”, en el orden históricamente establecido que se asume
como “natural”. Es relativizar esta naturalidad, hacer la crítica de
sus condiciones de posibilidad, lo que lleva al descubrimiento de la
libertad como conquista, como ideal de utopía.
Pero hay un punto intermedio, pienso en Rousseau, él
se pregunta igual que Marx sí la dominación es natural, y responde que lo
natural en el hombre es la libertad, pero
hay que tener cuidado, Marx no piensa que haya una naturaleza humana, tampoco Rousseau.
Rousseau opone esta naturaleza libre del hombre a la supuesta naturalidad de a
desigualdad. Es que somos desiguales por naturaleza, dicen los gobernantes,
unos nacen para gobernar y otros para
ser gobernados. Rousseau identifica esa mentira, sobre cuestiones naturales no se puede
explicar la asociación política porque esta surge precisamente como superación
de la naturaleza, como un abandono
de un estado natural. En el Estado
natural no existe la dominación, Rousseau
también tiene, como Marx un ideal regulativo. Sólo que Marx mandaba la
conquista de la igualdad hacia el porvenir de un destino teleológico, donde básicamente
el proletariado asumiría el control de la historia precisamente porque ha sido
excluido de la conformación ideológica del mundo. Rousseau piensa al revés, la
libertad natural ha cesado, vivimos irremediablemente en un esquema de
dominación, quizás por eso haya una lectura liberal de Rousseau tan clásica. En el Discurso,
parece estar haciendo una apología del poder existente, pero luego se
pregunta ¿Podemos imaginar una asociación política que no tenga como punto de partida la desigualdad
históricamente adquirida del hombre? Es decir, que la nueva libertad en
Rousseau no es un conquista histórica, es un principio de convivencia, pero
enteramente artificial, es un acuerdo
entre partes, un contrato.
Tenemos así más o menos tres
ideas de la libertad: que existe, que debe ser conquistada, que debe suponerse
como principio para poder salir de
nuestra condición. En el primer caso la libertad es igualada a las condiciones
realmente existente, sin importar si
estas son justas e injustas, la justicia
a final de cuentas terminará por resolverse en la libertad, se subordina a ella, es un pensamiento típicamente
individualista. En la segunda la
libertad no existe, debe ser realizada, estamos todos sumidos en la opresión de
un sistema de reproducción de la vida que nos cosifica y nos aliena, somos
igualmente esclavos, aquí la libertad se subordina a la Historia, a la Historia en el sentido hegeliano, en el sentido de una historia
de la consciencia.
Para Rousseau la libertad
individual es un supuesto para saber que el estado de dominación no es natural, pero no se puede “regresar” al
estado de naturaleza, ésta ha de ser superada, apelar a algo que no ha
sucedido en la Historia y que
tiene precisamente como principio la libertad, pero en un nuevo
sentido, libertad como
realización de la igualdad política. El esquema que traza Rousseau es realmente sencillo ¿qué condiciones
básicas debe cumplir una asociación no que nos haga libres sino que tenga como base que somos libres? Entonces debe resolver la aporía liberal, debe garantizar que esa
libertad no se oponga a la igualdad, al bien común. Ese es el punto de
diferencia radical entre Marx y
Rousseau, para Marx la persecución del fin lo pone la Historia y en este sentido está sobre determinado de
historicidad, realizar la libertad es
realizar lo que es, es llevar al extremo a Hegel y decir, es que lo real aún no es racional, lo racional es
la libertad y ésta aún no se realiza y
no se realiza porque hay condiciones materiales que lo impiden. Es la
apropiación de éstos medios de producción y reproducción de la vida lo que garantizará la realización racional de la
libertad. Y en este sentido Marx propone
una relación, típicamente moderna y terriblemente ilustrada, entre medios
y fines.
Así podemos sospechar de su teleología, es decir, ¿qué establece esta relación medios-fines? Y vemos
que en Marx como creíamos al principio, la libertad no es un fin, sino un
medio, ¿para qué? Para lograr culminar el proceso de
autoconsciencia y desalinear al individuo de la historia. De ahí el extrañísimo
planteamiento de la no-historicidad de la dictadura del proletariado, o que
todo lo anterior a dicha revolución será la prehistoria, la historia del
trabajo, de la alienación en la ocupación.
También el liberalismo planteaba
una relación de medios y fines, pero
partía de la libertad como principio de existencia real: “somos libres”. El
problema es que somos libres individualmente y como nuestra libertad es natural depende de nuestras condiciones naturales,
¿cuáles son éstas? Condiciones de vulnerabilidad, de irracionalidad y de
barbarie. Así el Estado crea un ámbito propicio
para el sano desarrollo de la
sociedad, interviene en mayor o menor medida, depende mucho de la tradición de la que hablemos, desde la
tradición anarquista extremo-liberal donde el individuo suprime al Estado al
afirmar su autonomía natural, hasta el republicanismo donde la libertad real es
la obediencia a la Ley, porque la Ley encarna el espíritu de ésta organización
positiva de la libertad. Por eso la
tradición liberal ha hablado recientemente de libertades negativas y positivas,
el punto es que es el Estado el
garante de éstas libertades.
Por eso dije que Rousseau
era un punto intermedio, el Estado no es el garante de las libertades, porque
sencillamente no es la suma
administrativa de nuestras libertades individuales, al contrario, el Estado para ser tal y no ser simplemente un estado
de dominación, debe suponer las libertades de cada uno, debe suponer que somos libres y además que el sentido de la asociación es que buscamos otra forma de realización
que la libertad que no está dada en nuestras condiciones naturales. Aquí Kant fue muy fino, regreso a Kant, al darse cuenta que
ésta primera libertad natural de la que hablaba Rousseau, era una libertad
determinada, determinada por las condiciones empíricas y por lo tanto no era
racional, porque lo racional es aquello
que se desea ajeno a las condiciones empíricas. La segunda libertad que se inaugura, pero que supone a la primera, es el bien común, la
realización del valor objetivo en la persecución de los fines de la razón
¿Y cuáles son estos fines? La superación de lo dado, el primer fin de la razón es la libertad como
una pregunta por el sentido del hombre.
Pero esta pregunta no puede ser
solipsista, y tanto Kant como Rousseau
lo saben, la pregunta debe llevarnos al otro, al cosmopolitismo en Kant y al
principio de isegoría en Rousseau. Para
Kant, el cosmopolitismo tiene que ver con asumir que a pesar de nuestras condiciones individuales, todos
estamos insertos en un proyecto
universal de la realización de los fines morales. Es decir, para Kant los fines
ya están dados y la Historia se define
como la paulatina conquista de esos
fines (algo parecido a lo que decíamos de Marx); no en un sentido lineal, hay error, contingencia,
maldad, pero toda ella queda relativizada si vemos los logros irrenunciables de
la modernidad. Kant es bastante optimista, así como hay un bien moral en mi
interior que al cumplirlo me hace libre, hay
un bien en la Historia, que al
mostrar su sentido nos hace libres a todos. El punto
problemático de Kant es apelar a un
principio necesario independiente de
toda determinación que habría de garantizar que nuestra determinación no
nos hace esclavos de la naturaleza, de
ahí la positividad de la ilusión
trascendental, el fin especulativo de la razón es el fin práctico, la realización de los principios.
¿Qué hay del principio de isegoría? Rousseau parte al
revés que Kant, es precisamente porque naturalmente cada uno somos
distintos que hay que incluir esa
distinción en el nuevo sujeto político que se conforma como “comunidad”. Por eso cualquiera puede
gobernar, por eso la palabra de todos vale, pero no vale en tanto que cada uno, sino en tanto que vale para
todos los demás. La asociación política de Rousseau permite entonces que el otro conozca mi circunstancia y yo la de
él. Pero sólo en la medida en que puedo
pensar más allá de mis circunstancia (sin anularla y ese es el punto clave)
puedo hablar de democracia. Por eso la
democracia en Rousseau no es una forma de gobierno, sino un principio
regulativo de las formas de organización. Las formas de organización son emancipadoras si y sólo sí pueden cumplir con las exigencias
democráticas: isegoría, igualdad y libertad. Sin éstas tres la forma de
gobierno pasa a ser una forma de
dominación. Los sujetos en el poder se
vuelven una vez más dominadores, porque
imponen su propias circunstancia sobre la de los demás.
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