“ La crítica
como una metafísica de la cultura”
- INTRODUCCIÓN
Es un lugar común exponer el pensamiento de Immanuel Kant y su
proyecto crítico como una decapitación de la metafísica. Tanto que
al gran “giro copernicano” del pensamiento de nuestro autor, se
le ha identificado con la crítica de los grandes sistemas
especulativos de corte escolástico y racionalista. Sin embargo es
cierto que el pensamiento de Kant propone una crítica (en el sentido
coloquial del término) a los sistemas dogmáticos de su tiempo, pero
esto no significa en ningún sentido que Kant renuncie a la
metafísica; muy por el contrario, el pensamiento pre-crítico de
Kant fue el de acercar la metafísica a los métodos de las ciencias
naturales, triunfantes en su época, y poder hacer de lo que era un
pensamiento “obsoleto” un pensamiento “efectivo.” En este
sentido el período crítico no representa en el pensamiento kantiano
una superación de este intención inicial, sino la renuncia a
ciertos supuestos metafísico que impedían demostrar la efectividad
de la metafísica.
Para esto Kant tuvo que adoptar varios cambios radicales con respecto
del pensamiento tradicionalmente metafísico: el primero de ellos fue
la superación de la idea de la verdad como una relación de armonía
preestablecida entre el sujeto y el objeto. El segundo admitir que la
metafísica es inevitable en la naturaleza del hombre. El tercero y
quizás más díficil de entender será el hecho de que la
demostración de los intereses de las facultades y la relación de
éstas con el sentido común que legislan sólo puede hacerse
mediante un método trascendental, esto quiere decir, mediante el
análisis de las representaciones a priori
sobre las que legisla cada una de las facultades.
Kant tiene frente a sí entonces la
problemática de fundar la sistematicidad de los intereses de la
razón. Este ya es un paso radicalmente distinto de sus predecesores.
El pensamiento metafísico tradicional había privilegiado únicamente
el interés especulativo de las facultades humanas y a partir de éste
había tratado de derivar los demás, es decir, daba a una sola
facultad la tarea de legislar sobre objetos disímiles entre sí y de
los cuáles no podía tener ninguna coherencia interna. Por eso el
pensamiento metafísico tendía a derivar una teoría del mundo a
partir de conceptos puros de la intuición sin reconocer que la
intuición es un acto de la sensibilidad. El pensamiento metafísico
trabajaba con conceptos ajenos a los objetos que pretendía conocer,
y se dedicaba a construir relaciones puramente formales entre los
conceptos, de la lógica en general pretendía derivar todo el
conocimiento posible.
Kant animado por el pensamiento
científico de su época y su método experimental se convenció de
que principalmente la metafísica tenía la problemática de no poder
demostrar la base empírica de sus conceptos; y en segundo lugar, y
derivado de éste, no podia demostrar que dichos conceptos sirvieran
precisamente para ampliar nuestro conocimiento del mundo.
Habia que rescatar primeramente la
relación del sujeto y el mundo de los supuestos metafísicos, para
eso Kant expone una teoría “trascendental” de la estética
(sensibilidad), donde excluye de sus leyes cualquier relación con
objetos cuyas representaciones no estén dadas en a la intuición.
Toma de las ciencias naturales el concepto de experiencia, cuya
efectividad garantizaría la coherencia de su método trascendental.
La metafísica es así tomada en un primer momento en un sentido
negativo, como aquel pensamiento que trabaja con representaciones
vacías (al no estar remitidas a ninguna intuición), y con
conexiones incoherentes, al no tener punto de apoyo alguno en la
experiencia. Esto acercaba a Kant al emprismo inglés del que fue
profundo lector. Sin embargo aún habría que demostrar la necesidad
de la metafísica. En un primer momento Kant se dedica a exponer
¿cómo es posible el pensamiento metafísico? El método crítico
pretende demostrar la viabilidad de un método metafísico en general
y poder determinar de forma concisa cuál ha de ser su tarea y los
objetos sobre los que trabaja. Así la metafísica se le revela a
Kant como el pensamiento de los conceptos “indiferentes” a la
experiencia, aquellos conceptos que no están determinados por lo
sensible y que por lo tanto permiten superarlo, tales serán los
conceptos puros de la razón. El segundo sentido de la metafícia es
entonces, el de una superación de la determinación natural del
hombre. Pero sus leyes sólo pueden ser justificadas si se logra
establecer una analogía entre las leyes naturales y las leyes
metafisicas. Las naturalez tiene su validez en que se refieren a
representaciones devenidas de conceptos puros de la intuición,
obtenidos mediante la experiencia. Kant pronto descubre que la
legislación en general no está dada en la experiencia, sino que es
la parte “subjetiva” que se pone en la experiencia, es el
entendimiento el que a manera de un tribunal “exige a la
experiencia la revelación de sus leyes.” Los conceptos de la
metafísica son conceptos puramente racionales y en este sentido no
son especulativos ni pretenden ampliar nuestro conocimiento, ¿qué
clase de leyes pueden tener? ¿qué relación pueden guardar dentro
de los intereses de la razón? ¿cuál es la justificación de su
Ley? La libertad, la autonomía, los conceptos puros de la razón
pretenden que el hombre alcance su verdadera naturaleza y en ese
sentido son fines últimos de la cultura, inclusive sobre el
entendimiento mismo. ¿Por qué cuál puede ser el interés detrás
del interés especulativo? La pregunta no es sólo ¿qué puedo
conocer? También es ¿por qué quiero conocer?
- La metafisica como una lógica de la ilusión.
Ya desde el prólogo a la primera
edición de la Crítica de la razón pura
Kant nos anuncia:
“La razón humana tiene el
destino singular, en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse
acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por
la misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede
responder por sobrepasar todas sus facultades.”1
Aquí Kant se refiera a la “razón”
como la razón en general humana y no como la facultad de pensar que
es un conocimiento por principios. El interés metafísico es
ineludible pero sobrepasa la facultad de conocer, es decir, o
habremos de admitir que el interés metafísico es un engaño vacío
o habremos de poder demostrar que sus cuestiones son falsos
problemas.
Kant al incio de la Lógica
Trascendental opta por la
primera de las opciones:
“(...) hay algo tan tentador en
la posesión de ese arte ficticio que suministra a todos nuestros
conocimientos la forma del entedimiento (...) que aquella lógica
general, que constituye sin embargo un canon
destinado a enjuiciar, es empleada como un organon,
destinado a la producción
efectiva, al menos en apariencia, de afirmaciones objetivas.”2
La engañifa de la metafísica es
hacer pasar los reglas en general de los juicios por afirmaciones
objetivas. En este sentido es en el que Kant se refiere a la
metafísica como una lógica de la ilusión. La Lógica es incapaz de
suministrarnos información alguna sobre el contenido de nuestro
conocimiento únicamente se encarga de “la forma intelectual de las
representaciones, sea cual sea el contenido de éstas.”3
En la Estética
Trascendental Kant había
hablado de que para poder llamar conocimiento a una sistema de
representaciones, éstas tenían que estar referidas a una intuición.
Es decir, debían haber emanado de la experiencia. Sólo a través de
esta referencia a la experiencia podía ser el conocimiento algo más
que una ilusión. Pero entonces ¿cómo se originan las
representaciones vacías que no tienen amarre en a experiencia? Se
originan debido a que el entendimiento mismo trata todo el tiempo de
superar sus propios límites4.
¿Cuáles son éstos límites? Las de los objetos en su aparición
espacio-temporal. Posterior a la demostración de la espacio-temporal
de todos los objetos puros de la intuición, lo cual implica la
posibilidad misma de la objetualidad ¿cómo es posible que el
entendimiento piensa algo que no está dado en una aparición espacio
temporal?
A una representación que no tiene
un límite espacio-temporal Kant la llama concepto5.
El concepto no sirve en sí mismo para conocer en sentido positivo,
sino negativo, el concimiento conceptual es una descomposición:
“Entiendo, por el contrario, la
descomposición –poco
practicada todavía-- de la capacidad misma del
entendimiento, a fin de
investigar la posibilidad de los conceptos a priori
a base de buscarlos sólo en el entendimiento como su lugar de
procedencia y a base de analizar su uso puro en general.”6
La distinción es sutil, uno ha de
ser el conocimiento mediante el entendimiento (que tiene la necesidad
de demostrarse empíricamente) y otro ha de ser el conocimiento del
entendimiento. La confusión metafísica radica en que a partir del
segundo pretende garantizar el primero. Es decir, mediante la
exposición de las reglas en general del pensar pretende derivar de
ahí las reglas en general del mundo. Esto tiene una explicación
sencilla, la metafísica previa a Kant suponía una paridad entre la
lógica del pensamiento y la lógica del mundo. La lógica era
precisamente la adecuación del pensamiento a las reglas del
Universo7.
Pero Kant está apartado de esta tradición por el muro empirista.
El emprisimo descubrió que éstas
leyes lógicas sólo tienen su base en la suposición de que
provienen del mundo. Hume radicalmente demostró que una es la
relación del sujeto con el mundo y otra la relación de las ideas
entre ellas. La noticia que tenemos del mundo tiene su origen en las
impresiones causadas por la experiencia. Pero el conocimiento tienen
su origen en una regla psíquica que si bien es “natural” (tanto
Locke como Hume apelan a la asociación natural de ideas), no puede
garantizarnos nada acerca del mundo. Es la mente la que produce estas
asociaciones y poco o nada tienen que ver con las mentadas Leyes del
mundo, al grado de que Hume no verá en el conocimiento sino el
resultado de la regularidad de la experiencia y la costumbre.
Es importante la explicación
anterior porque en las famosas palabras del propio Kant, fue Hume
quien lo despertó de su “sueño dogmático”8.
¿En qué consiste, pues, el dogmatismo? Es definda por Kant como “la
pretensión de avanzar con puros conocimientos conceptuales (los
filosóficos) sin haber examinado ni el modo, ni el derecho con que
llega a ellos.”9
Es interesante aquí recalcar que en el mismo prólogo Kant hace una
distinción entre el “proceder dogmático” de toda ciencia y el
“dogmatismo” de la metafísica. El proceder dogmático significa
que la ciencia ha de proceder a demostrar bajo el rigor de los
conceptos puros a priori
(las leyes de la Lógica dictadas por el propio pensamiento).
Ya vimos que el origen de la ilusión
metafísica es poner en el conocimiento puramente lógico
(conceptual) la explicación del mundo, cuando éste, por principio,
sólo puede servir para explicaer la relación entre el sistema de
representaciones del pensar. Nada nos dice de los contenidos de los
juicios, nada puede decirnos entonces del conocimiento. Y si a pesar
de ésto se insistiese en que este procedimiento puede auténticamente
ampliar nuestro conocimiento entonces estamos ante un dogmatismo.
No es para Kant entonces
conocimiento aquel que nos revela las condiciones de posibilidad de
un conocimient en general, por ejemplo del entendimiento. Este tipo
de conocimiento está basado en los famosos juicios sintéticos a
priori. No amplían nuestro
conocimiento del mundo sino nuestro conocimiento de las posibilidades
del conocimiento en general. “Sólo conocemos a priori
de las cosas lo que nosotros
mismos ponemos en ellas.”10
Es decir que el conocimiento a priori es
un auto-conocimiento, una determinación de una subjetividad que
permite la posibilidad del conocimiento en general, de una
subjetividad trascendental.
La cuestión del sujeto
trascendental ha sido malentendida en nuestra época, ésto se debe
quizás a las acusaciones de Ortega y Gasset. El postulado del sujeto
trascendental sólo responde a la necesidad que se sigue de la
exposición de la a prioricidad de las categorías. Todo sujeto
empírico es un sujeto de experiencia, y en ese sentido, está
determinado por las Leyes naturales. Pero éstas leyes sólo son
posibles si son para un sujeto, y no puede el sujeto empírico
descubrirlas en sí mismo como análogas a las leyes naturales. Esta
era precisamente la pretensión metafísica de los antiguos. El
conocimiento del mundo garantizaba de cierta manera el
auto-conocimiento. Kant separa radicalmente ambos conocimientos.
Mientras la tarea del conocimiento del mundo es la tares de un
interés especulativo enfocado a descifrar la aparición de los
fenómenos, el auto-conocimiento es el conocimiento de las razones
por las cuales hay una necesidad de ese conocimiento y de la
conformación de aquel que tiene interés por ese conocimiento. Así
Kant será el primero en hablar de una antropología, en sentido
pragmático ya se había hecho antes que él, pero en sentido
trascendental, la pregunta se mantiene abierta ¿qué hace al hombre
hombre? Si lo a priori es
lo que se conoce con independencia de la experiencia, aunque de hecho
sólo tenga sentido en la experiencia, la pregunta por lo a
priori es la pregunta por la
naturaleza del hombre.
Kant llega así a la noción de que
los conceptos en el entendimiento son espontáneos,
no tienen su origen en una ley natural, como pretendían los
empiristas, sino en una autodeterminación del sujeto. No es que el
sujeto ponga en el objeto lo que él quiera, sino que el objeto mismo
es ya una forma espontánea de operar del sujeto. Así Kant explica
que hay una división entre las facultades pasivas: la sensibilidad,
la intuición y las facultades activas: la imaginación, el
entendimiento y la razón. Mientras que lo concerniente a las dos
primeras puede ser explicado mediante cuestiones de hecho – la
configuración anatómica del hombre por ejemplo, la psicología
empirista también-- las cuestiones concercientes a las facultades
activas tienen que explicarse desde la a prioricidad. Lo sorprendente
no es que haya este o aquel objeto sino que la mente humana produzca
la forma pura “objeto=x” y los fenómenos se vuelvan objetos. Si
éstas cuestiones no pueden ser resueltas mediante explicaciones de
hechos, porque son la condición para la objetualidad de cualquier
hecho, ¿cómo pueden ser explicadas?
- El método trascendental y la metafísica:
La tradición previa a Kant
explicaba la objetualidad del mundo apelando a una construcción
divina. Descartes apela a que es “Dios” quien le ha dado la
facultad de razonar y que pone en él las ideas que dan sentido al
mundo, a esto se le llama “inatismo de las ideas”. Después de
Locke Kant entiende que sostener esto es caer en el dogmatismo,
porque la explicación sólo traslada la cuestión y pone como prueba
lo que debía demostrar. Aunque Dios nos haya constituído de ésta
manera eso no nos impide que podamos explicar cómo nuestra
constitución puede referirse al exterior. Es decir, la relación de
la sustancias que ya se veía en Descartes.
Kant por un lado renuncia a las
sustancias, las cosas en sí son incognosibles porque no están dadas
en el tiempo y el espacio. Pero esto quiere decir, y Kant lo sabe,
desustancializar también al hombre, la a prioricidad
de los conceptos no apela a una sustancia humana, sino a una
dinámica.
El método trascendental de Kant
consiste en poder examinar a partir del operar de cada facultad, las
condiciones de posibilidad de dicha facultad. Para ésto hay que
hacer abstracción de todo contenido empírico y quedarnos con sólo
las formas vacías. Tal es la tarea asignada a la Lógica
trascendental: “En una lógica
trascendental aislamos el entendimiento y tomamos de nuestros
conocimientos lo que no procede más que del entendimiento.”11Aislamos
los contenidos del entendimiento para fijarnos en sus estructuras
formales ¿pero podemos seguir hablando aquí de un conocimiento en
sentido positivo, es decir, como una teoría de la verdad?
“La crítica es la preparación
necesaria para promover una metafísica rigurosa que, como ciencia,
tiene que desarrollarse necesariamente de forma dogmática y de
acuerdo con el más estricto requisito, sistemática, es decir,
conforme a la escuela.”12
El método trascendental es un método crítico y el método crítico
no es anti-metafísico sino que realiza una metafísica como ciencia.
No apela a un origen de a prioricidad sino que explica la relación
de ésta a prioricidad con el mundo. A esto Kant lo conoce como
sistema.
Si apelamos a la relación de una
facultad consigo misma la a prioricidad carece de sentido, es decir,
se torna una paradoja que debe apelar a una constitución divina.
Pero la a prioricidad no es paradójica sino apodíptica. La
apodipticidad de lo a priori
radica en que cada facultad está determinada por un interés
particular. Es decir el sujeto no es sólo el sujeto pasivo del
empirismo que es “afectado” por el exterior y responde mediante
impresiones, el “haz de impresiones e ideas” del que hablaba
Hume. El sujeto coloca algo de sí en los objetos del mundo porque
posee un interés. Para responder por qué queremos conocer Kant sabe
que tenemos que responde cómo podemos conocer, de ahí la exposición
de las dos parte que implican todo conocimiento posible la estética
y la lógica. Un interés de la razón, de la razón en general, es
el especulativo, el conocimiento es resultado de ese interés, pero
ese interés no tiene su fundamento en sí mismo, como creían los
racionalistas. Obedece a un sistema de intereses de la cultura donde
unas veces legisla una facultad y otras otra. En el conocimiento el
entendimiento se enfrente a su propios límites y e intenta
superarlos, esta superación lo lleva al establecimiento de conceptos
que no tienen su referencia en a experiencia y que sin embargo son
pensables, estos conceptos son las Ideas13.
Las ideas no están enfocadas a conocer pero en tanto que el interés
especulativo es el interés de conocimiento hay que saber qué
función cumplen dentro del conocimiento. Esta es la cuestión de los
principios. En el entendimiento puro es en el único lugar donde
existen los principios.14
Estos son enunciados que pretenden sintetizar una pluralidad de
juicios y poder dar con la generalidad (Ley) de los fenómenos. Kant
reconoce que si bien el entendimiento opera mediante ellos no es en
el entendimiento donde tienen su origen. La razón es el orgien de
los principios y esto quiere decir, que son naturalmente indiferentes
a la experiencia. El entendimiento depende de la espontaneidad de los
conceptos para poder pensar los fenómenos en general, y está
espontaneidad tiene su base en las categorías conceptos puros del
entendimiento. ¿Pero estos conceptos puros dónde tienen su origen?
Si Kant no quiere apelar a un diseño divino debe admitir que hay
algo que determina al hombre en su entendimiento que no es sin
embargo resultado del entendimiento. ¿No se opone esto a lo que se
dijo del método trascendental? Si entendemos que al “abstraer”
los contenidos nos quedamos con las formas puras de cualquier
facultad, podemos ver no sólo éstas formas puras sino su relación
con recíproca.
La base de toda determinación a
priori es el sentido común.15Esto
se debe a que Kant no piensa el sentido común como un dato
psicológico sino como la condición subjetiva de toda
comunicabilidad.16Esto
quiere decir que lo que va establecer la a prioricidad de los
conceptos en general es el sentido común, y el papel que cada
facultad desempeña como legisladora de determinados objetos. En el
conocimiento por ejemplo, el entendimiento legislador obedece al
interés especulativo, así las condiciones a priori serán aquellas
que puedan explicar la capaciedad de conocer en general. Sin embargo
aquí están entremezcladas una pluralidad de facultades como la
imaginación, la razón y el deseo. Cada a prioricidad tiene su base
en un interés de la razón en general, la configuración de ésta o
aquella manera de pensar (conocer, hacer, esperar, desear) se debe a
tal o cual interés. No hay, hasta aquí ninguna naturaleza del
hombre, esto sería remitir a una determinación. Lo a
priori no es universal y
necesario pero no en el sentido de una determinación, sino como una
regla. Y las reglas sólo tienen sentido en el uso, en el juego, en
la dinámica. Lo que va conduciendo de fondo la argumentación de
Kant es el hecho de que el sujeto no puede ser medio de nada.17
El sujeto es autotélico, y en este sentido, está solamente
determinado por sus propios intereses, no puede ser fin de la
naturaleza o de algún plan divino. Ahora ¿cuál es el medio que
tenemos para demostrar ésto?
4. El método trascendental y la
metafísica de la cultura:
Para Kant la
razón es un 'sistema de medios y de fines' pero su novedad frente a
la tradición es que su concepto de razón ya no sólo es parte de la
estructura de alma, sino va a pertenecer al asunto de la cultura.
¿Cómo podemos comprender a la cultura según la visió kanatiana?
¿cuáles son y cómo se establecen los fines superiores de la vida?
¿cuál es el procedimiento que la cultura tiene para reconocerlos?
Kant adoza su
obra al concepto de 'trascendencia', quizás no hay mejor manera de
definir lo que Kant entiende por la tarea de la filosofía18,
y quizás aquí responde las preguntas antes hechas. Estos fines
superiores son aquellos que como ya dijimos, tienen un origen puro.
En Kant esta pureza es lo no contaminado por los impulsos y por la
experiencia sino que obedece a los intereses legítimos de la razón.
Podemos decir que el conocimiento comienza con la experiencia pero no
se origina en la experiencia. Kant haciendo un homenaje al empirismo
acepta este comienzo irrecutible de la experiencia. Aquí Kant nos
indica que la parte central del conocimiento es algo que se forma en
el entendimiento, las representaciones que forma el entendimiento, y
que no tienen ninguna vinculación con la experiencia. El núcleo que
comanda la finalidad de la cultura en la determinación de conocer es
una facultad discursiva, ésta es el entendimiento. También en los
conceptos morales encontramos esta pureza,para Kant los verdaderos
principios de la moral son trascendentales. Así los deslinda de
inclinaciones, apetito o aspectos educativos. Los principios
superiores del mundo ético no tienen ningún contenido de la
experiencia.19
Y en el caso paradigmático de la belleza, o del juicio
reflexionante, también se alude a la misma explicación, el espacio
más nouménico que hay, el más puro.20
Así vemos que
para Kant todas las nociones trascendentales constituyen la directriz
de su obra. Los fines superiores de la razón son todos constituídos
en el orden de lo trascendente, si entendemos por trascendencia “todo
lo que no tiene un origen empírico”. La única manera que tenemos
de acceder a lo trascendente es la metafísica. Pero la metafísica
no es sólo el acceso a lo trascendente, eso es resultado de una
analítica y de una deducción trascendentales que estaban en la base
del método crítico. Habíamos dicho antes que la noción que Kant
tiene de razón no corresponde a la de una naturaleza armoniosa
preestablecida, sino que todos los fines superiores que la
constituyen son conflictivos entre sí. Todos los fines cuando se
enfrentan entre sí acaban por ser un espacio conflictivo. ¿Qué
consecuencias tiene este planteamiento?
En Kant el
conflicto no tiene un matiz negativo, al contrario es la red
sistémica que da coherencia a los intereses de la razón. La
conflicitivdad de los fines de la razón está en la individualidad,
en la naturaleza autotélica del individuo. Si es autotélica el
individuo no es un producto natural sino un producto de si mismo,
esto quiere decir para Kant la cultura. Aquello donde el hombre se
hace a sí mismo. La conflictividad vista en el contexto de los fines
superiores de la cultura, es aquello que le permite a la cultura ser
creativa21.
En ese desplazamiento la guerra tiene un papel muy importante, aunque
en Kant sólo de manera provisional. Durante los diversos momentos
la tendencia de la razón es agruparse en función de una sola
voluntad, por ejemplo la “voluntad general”, que funciona como
una persona moral que subsume a las voluntades individualistas.22
¿Qué es lo que ha producido este conflicto de la razón? El hecho
de que las facultades tienden a invadirse. De esta manera Kant va a
resolver el conflicto de la razón mediante la crítica, el tribunal
de la razón. La critica consiste en un proceso de delimitación. Con
esta tarea que se le dio a la filosofía hay un reconocimiento
universalista. Kant le llamó a la crítica un deber de modernidad.
Sin esta tarea quizás hoy la filosofia no tendría mucha substancia.
“Nuestra
época es la época de la crítica a la que todo debe someterse.”
decía Kant en El conflicto de las facultades. La
crítica como deber de Modernidad radica en que los saberes deben
fundamentarse y justificarse. ¿Qué pasa con las instituciones
tradicionales? Kant sabe que éstas no pueden fundamentarse en la
crítica porque perderían todo su significado, por ejemplo la
religión que está fundamentada en dogmas; así Kant admite que hay
ciertas instituciones “al margen” de la crítica. La única
posibilidad de autocorreccion de una institución, de un saber o de
una práctica social se llama crítica. La crítica es una acción de
autocorrección.
Kant podría dividir el orden en función de
los principios que lo fundamentan. A la Iglesia y al Ejército lo
fundamentan el principio de autoridad. La Universidad en cambio está
fundamentada en la consciencia de autocorrección. La crítica devela
los límites de las cosas, para ayudarnos a corregir usos y abusos.
¿Qué merece respeto? Todo aquello que pueda ser examinado libre y
públicamente. La crítica opera sin embargo con respecto a
principios que ella misma no ha establecido sino que se establecen
mediante fines de la cultura. Pero ¿Qué es la cultura? El hacerse
del hombre a si mismo. En la Críticia de la razón pura Kant
aludía a que la metafísica es insuperable y es insuperable en la
medida en que reconocemos en ella la voluntad de superar lo dado, la
persecusión de fines trascendentes con respecto a las
determinaciones naturales. La cultura es así el inteto de conquista
de la autonomía.
- La crítica como una metafísica de la cultura:
La crítica
es la revisión de las condiciones de posibilidad, por eso sus
conceptos a priori sólo son pensables cuando atendemos
únicamente a las formas puras de la intuición. Da respuestas
mediante un sistema de éstos conceptos a los conflictos de las
facultades superiores de la razón. Sí entendemos a la crítica como
una depuración de la razón, por eso es una función negativa, esto
quiere decir que delimita y autocorrige. El sistema de la crítica es
un sistema que contiene una serie de principios que funcionan
articulando conceptos sin contenido, formas puras, que expliquen cómo
son posible la experiencia y los conocimientos en general y los
orientan con respecto a los fines legítimos de las facultades de la
razón.
¿Por qué la crítica de la razón pura es la
empresa de autoconocimiento de la razón y para qué seriviría?
En el orden de la crítica cultural Kant se
asume como acusador de los abusos en el mismo sentido en que
Montesqiueu hizo una crítica al sistema despótico de gobierno. Es
decir, la crítica kantiana consiste en una distribución de fueros,
en una metafísica de la cultura. Esta empresa de autoconocimiento de
la razón implica una examen y ponderación de los límites y poderes
de cualquier facultad.
Para Kant la crítica como metafísica
representa la posibilidad de legitimación de algo. La condición
para que la cultura tenga fines superiores es precisamente que estos
fines superiores sepan justificarse, es decir, que exhiban su
carácter y se demuestren como realizables por una facultad. De tal
manera que para Kant esta correlación y diferenciación de
facultades, lo que se llama Sistema, requiere de una instancia que
les permita diferenciarse y al mismo tiempo acoplarse.
Para Kant la modernidad no puede tener otro
significado que la permanente acreditación de la legitimidad de
fines. Sí algo no acredita la legitimidad de estos fines debe ser
desterrado del orden de la cultura y de la razón. La cultura es
entendida así como un filtro crítico de todas las finalidades que
tenemos. El médico de la cultura (el filósofo) detenta este poder
de discernimiento. Por eso Kant insistirá en la cuestión de la
legitimidad.
Para
Kant la crítica como metafísica es también ponderación. ¿desde
dónde habría que juzgar o ponderar el carácter de las cosas? Kant
es sin duda un filósofo que pone como un correlato de todo ejercicio
de crítica a la capacidad de ponderación; y sobre todo a la
autonomía. La condición de posibilidad de desplegar un juico
crítico es un sujeto autónomo y sabemos que éste tiene que ser
aquel que no se gobierna bajo un principio de autoridad. Todo lo
moderno viene a ser entendido como aquello que se legitima pública y
racionalmente. La “crítica” sólo puede provenir de un sujeto
autónomo. Cuando se juzga desde la óptica de la autoridad
evidentemente concedemos como siervos y no como sujetos ilustrados.
1Kant,
Immanuel, Crítica de la razón pura. Ed.
Taurus, Col. Pensamiento. Trad. Pedro Ribas. Madrid, 2006. p. 44
Desde ahora citaremos las tres ediciones de las críticas de este
año en esta editorial por el mismo traductor, CRP, CRPr y CJ
respectivamente.
2CRP,
p. 105.
3CRP,
p. 102.
4CRP,
p. 74.
5Cfr.
p. 107 Analítica de los conceptos.
6CRP.
p. 107
7En
este sentido basta recordar las aclaraciones preliminares de
Aristóteles en su Organon.
8CRP.
p. 45.
9CRP.
p. 60
10CRP,
p. 54
11CRP,
p. 106
12CRP,
p. 60
13CRP,
p. 265
14CRP,
p. 177
15CJ,
Parágrafo 40.
16Cfr.
Deleuze, Gilles. La filosofía crítica de Kant Ed.
Cátedra. Col. Teorema. Trad. Marco Aurelio Galmarini, 1997, España.
17CRPr,
p. 43.
18CRP,
p. 47
19CRPr,
Parágrafo 88.
20CJ,
Parágrafo 42.
21CJ.
Parágrafo 44.
22CRPr,
Parágrafo 88.
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