Pienso en la vida como pequeños fragmentos de un espejo, nunca mostraran un reflejo completo, tan sólo diminutas imágenes, incomprensibles, que se quedaron atrapadas en la luz de su transparencia. Imágenes apenas comprensibles, cual los recuerdos, que son borrosos y distantes paroxismos de un pasado incierto, porque no somos más que presente y transcurre el tiempo sin nosotros, no envejecemos, nos quedamos varados de tiempo. Quien dijo que lo único que teníamos era tiempo no entendía la vida, si es lo que menos tenemos, lo que nos falta, y esa ausencia nos causa un dolor llamado muerte.
Cada cumpleaños nos acerca a la tumba, el hecho de nacer nos arroja al varátro toda una vida, tanta accidentada existencia, enunciada en un Feliz Cumpleaños.
¿Qué tiene de feliz darse cuenta del tiempo? ¿Cómo puede haber felicidad en ser consciente de lo que se está perdiendo? ¿Acaso celebramos el giro de cada manecilla?
Quizás la celebración en sí es el hecho de su unicidad, su característica irrepetible, es como un aniversario luctuoso de otro año que perdimos, que nos fue despojado. El pastel se quejaría si supiera su obitual propósito cuando se le atiborra de velas y de le pinta´impúdicamente con betún... FELIZ CUMPLEAÑOS.
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