martes, 25 de mayo de 2010

200 Años de Normalidad

Introducción
"La niña Paulette, estuvo todo el tiempo en la habitación" y con ésta declaración el procurador de Justicia no tenía la menor idea de que estaba repitiendo un gesto eterno, gesto que ha estado debajo de toda la historia de México, y qué digo México, la entera historia del mundo, porquela misma historia ha sido un artificio ingeniosamente creado, como dice Walter Benjamin, para cubrir de gloria la atrocidad.
Los romanos inventaron la historia de Rómulo y Remo (Dos niños criados por una loba) y de Eenas quien deja a su amada Dido en Troya. Los cristianos siempre más sutiles y simbólicos aseguraban que Dios les había mandado a su hijo como prueba, para recuperar el pecado que se había cometido en el primer Exódo, tras morder una manzana. Repitiendo sólo el gesto de Krishna. Hay entonces un delirio compartido de grandeza en los pueblos, que oculta siempre el hondo estanque de sangre y delirio sobre el que se erigen. La cultura entera es un fingimiento de lo horroroso.
Mirando el calendario, se marca el 2010, hace Diez años del catorceavo apocalipsis que marca la Biblia, y cerca del primero que se dignaron a dejarnos los Mayas, miro a mi alrededor los obsesivo mensajes gubernamentales elogiando "los doscientos años de sentirse orgullosamente mexicano".
Cuando iba a la primaria, asistí a la narración de mi primera mitología, la Independencia de México, mitología que a decir verdad creí más profunamente que el Dios omnipresente y el judío Crucificado. Se me pintaron los héroes, Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero, se me pintaron los monstruos concatenados en una sola nación decadente, España. El catalizador, la incomformidad y la opresión (como todo catalizador, quizás la única revolución que valga la pena es la que dice Tolstoi, la que nos permita huir de la tranquilidad). El resultado, dos curas fusilados, un abrazo en Acatepan, y una constitución de los sentimientos de una nación niña, que daba su primer y desastrozo grito al mundo. Y era un grito que los ebrios han aprendido a base de cervezas: !Viva México, Cabrones!
Todo tenía estructura de novela Romana, de Lucrecio, de Lactancio, de Ovidio o de Cicerón. Fácil entendimiento, seguimiento simple, batallas perdidas y ganada, inmolación de los héroes y victoria nefasta de los traidores. Entre ellos tres nombres que la historia de México sublima pero que quizás no debería olvidar. Iturbide, Guadalupe Victoria y Antonio Lopez de Santa Ana. Entre esos tres señores escribieron, dirigieron y actuaron el teatro del que ahora festejamos 200 años.
La Independencia fue más bien una seríe de movimientos locales, Hidalgo tocando una campana en una ciudad que no pasaba de ser un poblado en ese entonces. Morelos convocando a la libertad a una ciudad de cantereros y curas. Guerrero reuniendo negros, indios y demás castas en un estado tan amplio que las casas de una misma población estaban separadas por colinas. Nada muy diferente de lo que ocurre hoy a las afueras de mi ciudad, Morelia, donde un llamado "Papa Nabor" ha convencido a casi 10 mil personas de fundar una "Nueva Jerusalén" en México. Locos e inspirados siempre ha habido. La diferencia, llegar en el momento preciso.
Con la decandencia de la Corona Española, y las refriegas que Carlos IV tuvo que sufrir por parte de la creciente fuerza de la Francia de Napoleón, donde se quemaban y perseguían eclesíasticos en pos de la revolución y la fraternidad entre los hombres (una pequeña paga por la inquisición), la iglesia en México temía que el movimiento tremebundo fuera a extenderse a éstas tierras del Huisache y el Nopal. México es más grande que los territorios de Francia y España juntos, aquí, la mayoría de la gente aún profesaba una religión pagana con base cristiana. Aquí la gente no conocía las ideas de "la Ilustración francesa", "la Independencia Yanqui". En resumen aquí la gente vivía como vive hasta hoy, un nivel arriba de los animales, idiotizados por las novedades instantaneas y el fervor religioso (en ese entonces no había fútbol y televisa). Venirles a vender una idea por la cual darse significado, en pos de una "identidad nacional" sólo visible para eruditos y políticos, pues en el pueblo las identidades eran claras, españoles, criollos, mestizos, indios, zambos, negros, mulatos y judíos.
En el viejo continente un tal Hegel discute con un tal Schopenhauer de la primacía de la razón sobre la voluntad, y sin darse cuenta comienzan a poner los clavos al ataúd de la metafísica. En Francia Napoleón radacta un código penal copiado de la Inquisición de Aviñón. En Inglaterra el rey Jorge IV decide en frentar el aparentemente imparable demonio frances. En Rusia se establece definitivamente el zarismo. En oriente lejano se entabla la tercera gran guerra entre Japón y China que cobrará más de 340 mil vidas. La India celebra el 2000 aniversario de la asención del Buddha. El mundo se convulciona como siempre.
Y en México un hombre tiene una idea. Agustín de Iturbide, decidé aprovechar el alboroto conspiratorio recientemente descubierto en Valladolid su ciudad natal, y darles impulso, buscando solucionar el problema que la Igleisa de su tiempo tenía ¿Abandonar o no a España? Pero más profundamente aún ¿Abandonarla con qué pretexto? Decidé que va copiar el estilo de los Norteaméricanos, y como buena rata, se saldrá del barco español antes de su inminente hundimiento. Pues como se puede notar en los grabados y pinturas de Goya, España había zumcumbido como títere de ese llamado "gobierno del pueblo por el pueblo" que tanto aterrorizaba a los nobles y eclesíasticos de su época que lo consideraban como un "mito engendrado por una mala lectura de la tradición Griega".
Cuando se le informa a Iturbide que "un cura se ha proclamado encontra de la corona española, en un lugar llamado Dolores, en la región de Guanajuato (entonces no separada de estado de Hidalgo). El general simplemente dijo: "Déjenlos, a ver a dónde llegan".

sábado, 22 de mayo de 2010

El Gesto

III


¿Qué honestidad le debo a mi dolor?
Si derramo su fulgor en la poesía,
Finjo ahora lágrimas de tinta,
Distantes como el beso de la luna.
Hundido estoy, en su mirada lúgubre,
Que me arranca mi esencia estremecida,
Estremecida de tanta inexistencia,
Imaginada en el rostro de la noche.

Arrojado como estoy,
Huérfano en el mundo,
Siempre fuiste mi casa, mi lugar seguro,
Qué abandono siento ahora de tu cielo
Me dejas caer la luz, luminosidad blanca.

El tiempo es la intensidad del llanto,
El marcapasos de la lágrima,
Me aniquilan los instantes devenidos,
Y el tiempo es la máxima distancia.

Todo cuerpo es frontera,
Todo cuerpo permite estar cerca,
Prisionero de la piel que me contiene,
He vivido a través de ella,
Por eso la lágrima es sagrada,
Se escurre por las canillas de su llanto,
Las compuertas de la esencia dispersa,
Grito anímico de lo ilusionado,
Prueba contundente, de la falla originaria.

La lágrima es el residuo del abismo.

El Gesto

II

Tiendo el tiempo frente a mis ojos
Destrozando el espejo de la espera,
Cada esquirla de cristal que lacera,
Son astillas de mí en el pensamiento.

Frente a mí, han nacido los abismos,
Los huracanes me llaman,
El piso se quiebra con mis pasos
Y conozco el otro lado de la flama.

Es el tiempo el asesino
¿quién le ha dado el arma?
Tú, y tu mirada constante,
Que opaca el sol, y espesa el aire,
Se traga el cielo y los cuerpos siderales,
El arma siempre ha sido tu mirada.

No soporto ningún tacto,
No encuentro ningún rostro,
Todas las puertas son muros
Todas las ventanas, sepulcros.

Trago el silencio, alcohol antiguo,
Destilado en los filtros del dolor,
Amarga embriaguez que me rebela
La condición de ser hombre,
Esclavo de mis representaciones.

Errante entre todas tus imágenes,
Oscureces mi mirada,
El silencio, de nuevo, blanda llama,
Se alimenta del instante en que no estoy.

Todo lo que no retorna, nos mata,
Ocasos sin noche,
Ígnea respiración de las estrellas,
Y yo que las miro, me he consumido en ellas.

jueves, 20 de mayo de 2010

El Gesto

I
Podría quedarme un rato
Y dialogar con la memoria,
Hacerle honor a la esperanza,
Y desdoblar el horizonte;
Pero tengo compromiso
Desde el nacimiento con la muerte,
Y se me acaba el plazo
Para hacerme su asistente.

Me llaman todas las ventanas,
Todos los filos me tientan,
Me leo en cada obituario,
En cada sala de emergencia.
Un encuentro impostergable
Que corre desde siempre por mis venas,
Tanta sangre que espera
Salir plagada de condenas.

La poesía en mí es un impulso
Incompatible con la vida.

martes, 18 de mayo de 2010

Palabras que se han escurrido entre mis dedos
derramándose en oscuros laberintos,
bocas que no han tocado mi boca,
risas que no conocen mi risa,
el mundo es la ausencia permanente,
el lenguaje es su epitafio,
Dios queda en las alturas,
En el panteón de estrellas muertas,
donde nace el delirio,
y se encuentra toda ciencia.

Apetito primigenio de esperanza,
conocer el mismo en el espejo,
hay dolores tan profundos
que cavan zurcos hondos en el rostro
calan las espaldas con su peso
y esos dolores nunca mueren,
herencia de la humanidad entera,
hay dolor en la palabra.

Cómo nombra la palabra,
cómo nombra el aliento,
cómo contiene tanto gesto,
cómo espera romper las fronteras,
del ser humano con el tiempo,
trascender los muros
destruir lo que ha sido construido en lo abierto.

Hay un ausencia original en nuestra lengua
un vacío que llevamos en la garganta,
nudo nunca desecho por la historia
que oculta lo evidente en lo difuso,
que nos da la ilusión del movimiento.
Una ausencia primitiva que nos traicionó de muerte.

Después lo impronunciable
la nada
después...
el alma.

sábado, 1 de mayo de 2010

SEMANA DE GONZÁLO MÁRQUEZ CRISTO

El Nombre Del Grito

Crees tanto en la sed: en la vida... En lo invisible.
Duermes de cara al oriente.
Te purificas en el peligro.
En los libros delatas al tiempo como a un pájaro disecado.
En el bosque una encina te sigue.
La luz te nombra.
Cuando eliges el rumbo del dolor alguien te da un sorbo de agua.
Deseas: esperas siempre equivocarte.
Asumes la tiranía del ojo llamada viaje
y a veces con un rostro logras curar tu frío.
Sabes de un paraíso que nunca será memoria.
Asistes a la mascarada de la sobrevivencia aunque un ecuador lejano y voraz atraiga tu vuelo.
Así logras persistir.
Tus palabras caen como puñados de tierra sobre un cuerpo desnudo.
Aquí comienza el instante.
¿Quién clama?
¿Quién responde entre la sangre?
¿Quién descubre su sombra incandescente?
¡Que el grito siempre pueda detener la herida..!
¡Que el lenguaje alcance para no morir!