lunes, 8 de agosto de 2011

Cartas a Helena

Llegará el día hija mía cuando te hagas mujer, y por eso ahora que yo estoy empezando a tratar de entender lo que crecer significa -aunque no sea mujer- quiero escribirte estás líneas. El mundo es un lugar confuso y aterrador, y espero que nazcas en una sociedad que no estigmatice tu sexo. Así es hija mía, que no te claven miradas de comercio o censura sobre tus pechos grandes o pequeños, que no debas sentir vergüenza de levantar la voz, de correr más rápido que los niños; y si eres hermosa vida mía, si te maldice la genética con una cara angelical, ojalá que no tengas que pugnar la vida entera para que te tomen en cuenta.
Porque este tiempo desde el que te escribo Helena mía, es un tiempo difícil para ser mujer. Por una parte ya no es admisible para nadie que desees solamente casarte y formar una familia -como si fuera esa una actividad desprestigiada- pero también encontrarás infinitas dificultades en poder salir adelante, en que te valoren ahí donde te desenvuelves. Encontrarás que el mundo está erigido por y para los hombres y que ellos querrán constantemente decirte qué hacer. Te mirarán todo el tiempo aprobando las cosas que les parecen atractivas y reprobando aquellas que consideran peligrosas. Debo confesarte hija mía, que los hombres encontramos peligrosas ciertas actitudes en una mujer, independencia, libertad, flexibilidad, astucia, afirmación y solemos preferir las actitudes un poco más pasivas, ternura, amabilidad, escucha silente, fidelidad, tanto que llegamos a llamarlas "cualidades femeninas." No te dejes embaucar por eso, niña triste, porque probablemente para cuando tu llegues a distinguir ese matiz ya te habrá formado desde antes. Poco puedo hacer yo frente a una sociedad que te va exigir todo el tiempo algo que no entenderás, una especie de doblez. Por un lado te dirán que debes ser productiva, emprendedora -lo que sea que eso signifique- y por el otro que debes ser hermosa, segura de ti misma e independiente. Curiosamente los mismos que te dicen lo que debes hacer pondrán todos los medios para que no lo seas: las revista, televisores, computadores, no harán más que venderte imágenes de mujeres pulcras y divinas en situaciones de felicidad y sensualidad a las que te harán aspirar. La política te dirá que eres libre pero que no puedes elegir sobre tu cuerpo, que al quedar embarazada les perteneces y poco importa lo que tu desees de ti misma. La economía te dirá que debes formar parte del mercado laboral pero a su vez te venderán todo tipo de objetos y servicios para hacerte inútil, para relegarte a una casa que ya no puedas si quiera gobernar.
Puedo darte, en impotencia, algunas recomendaciones. No todo es gris en este mundo al que naces, si es gris es porque la mayoría de las personas son míopes de nacimiento. Tanto los encandilan las propagandas y las informaciones inmediatas que se olvidan de mirar el mundo por sí mismos. Habemos hombres que buscaremos ayudarte, que ante todo querremos que seas plena y libre, aún cuando te abracemos con fuerza y te entreguemos el corazón, no querremos retenerte de ninguna manera. Habrán mujeres como tú, inteligentes, hermosas, activas que buscarán tus mismas causas, usualmente las encontrarás como principales rivales, como esas niñas que te molestan, con las que no puedes llevarte. Porque este mundo teme al poder de la unión femenina y por eso gran parte de la educación entre las niñas está basada en la sospecha. Hija mía, debes ante todo recordar que todas las mujeres cargan la misma lucha, que todas ustedes llevan en el útero no un órgano de reproducción, sino un poder inmenso que el mundo no ha conocido. No eres un receptáculo vacío en el que la sociedad, la religión o el arte puedan depositar caprichosamente sus formas, eres un ser creador que recibes del mundo todas sus potencialidades y arrojas verdaderos sentidos a la realidad. Tu belleza será el sentido para muchos, para otros tu inteligencia, pero si olvidas la ternura, la nobleza y la prudencia fácilmente convertirán tu belleza en producto, tu inteligencia en competencia y tu cuerpo en objeto. Vive cada día orgullosa de ser mujer, pero entiende a su vez, ¡cruel paradoja! que eso no tiene ningún sentido. Vienes a este mundo a crear el sentido de ser mujer, a crearte a ti misma. Cierra las revistas, apaga los televisores, destruye las computadores, quema las iglesias, y sal al mundo, y ama, que una mujer aprende del amor amando y aprende de sí misma olvidándose de sí misma.

Desde algún rincón que probablemente no recordaré... tu padre.

viernes, 5 de agosto de 2011

Tuitear sobre Política


El blog dará un pequeño giro con respecto a su contenido habitual los últimos 4 años. A partir de ahora empezaré con un trabajo más estricto de llenarlo de contenido y de publicitarlo como medio comunicativo. Aquí pondré poner los resultados de mis debates, discusiones, investigaciones y fascinaciones para compartir con los lectores. Un conocimiento que no se desdobla a sí mismo hacia los demás es medio conocimiento.
El primer tema que quiero abordar es precisamente uno de los temas que más ha llamado mi atención en mi interacción en las redes sociales del Twitter. Es precisamente La Política, o menos ampliamente, las discusiones políticas que todo el tiempo bombardean Twitter cuando a algún político se le ocurre generar expectativa. La cantidad de sucesos, así como la velocidad en la que se transmiten, obligan que en los 140 caracteres de un "tuit" - sin contar las necesarias arrobas- uno tenga que medir sus palabras, porque a la menor provocación decenas de usuarios afilan sus comentarios ácidos hacia la provocación de quienes han puesto en la mira como sus "enemigos políticos."
Mi intensión es más o menos analizar los errores fundamentales de esas discusiones, discursivamente hablando, así como proponer una forma "normativa" en que esas discusiones pueden volver auténtica comunicación. Con esto estoy suponiendo que la manera en la que se dan dichas discusiones no aporta significativamente nada a un fenómeno comunicativo.
Las discusiones tuiteras tienen más o menos tres formas:
La primera es el eterno debate entre izquierdistas radicales y derechistas conservadores. En realidad a eso no se le puede llamar si quiera discusión porque en dos o tres tuits deviene inmediatamente en una serie de insultos y descalificaciones gratuitas. Se politiza al contrario y en esta politización se le encasilla dentro de un postura donde todo lo que dice queda anulado por la politización inicial. Ejemplos mas o menos comunes son: a los izquierdistas se les llama "mugrosos", "ignorantes" y más fascinantemente "MoReNacos" y "Pejezombies." Lo que hay debajo de esa postura es asumir que toda la izquierda es absorbida por el movimiento de Regeneración Nacional cuyo caudillo -se supone a su vez- es Andrés Manuel Lopez Obrador. Inmediatamente se descalifica al izquierdista mediante señalar que en su discurso no hay nada propio o propositivo, sino una repetición incansable de los discursos Amlistas. Se anula cualquier posibilidad de diálogo, el "izquierdista" es reducido a una postura de inconformidad vacía y vacua, totalmente fuera de la realidad. El principal problema en esta parte es precisamente la generalización que se hace de un movimiento tan variado como la Izquierda.
Pequeña lección de historia: "La izquierda y la derecha fueron movimientos nacidos en Alemania entre escuelas opuestas seguidoras del mismo pensamiento, es decir el de Hegel. Por un lado los 'derechistas' mantenían la postura de que la soberanía del Estado y la complejización de la vida pública era la auténtica forma del Espíritu de la época. Mientras que los izquierdistas sostenían, grosso modo, la importancia del análisis de las estructuras sociales, de la vida personal de los individuos así como el rescate de los valores éticos y estéticos."
Marx vino a radicalizar esta oposición cuando fue alumno de Hegel señalando que la Izquierda era el porvenir del progreso de las masas frente al Estado.
Las posturas Izquierda-Derecha conservan más o menos la misma dialéctica. Pero es importante señalar este último punto, el de la dialéctica. La dialéctica establece una condición de mutua necesidad epistemológica entre la tesis y la antítesis, entre las dos partes que la conforman y cuyo roce garantiza el movimiento de la historia. Es decir que izquierda y derecha políticas se ven obligadas a mantener una relación de constante enfrentamiento y diálogo porque en el resumen de su enfrentamiento está en auténtico movimiento histórico-social. Aclaro, todo esto según la dialéctica política clásica fundada por Hegel y Marx.
El problema de las discusiones tuiteras es que la mayoría de sus participantes no parecen entender que la frontera no debe ser un espacio de incomunicación, sino al contrario, ahí donde encuentran sus diferencias es donde debe iniciar el diálogo. Muchas veces me he visto atrapado a dos fuegos en esos debates de 140 caracteres, donde ambos lados suponen exactamente los mismos principios y sólo se contra atacan con afirmaciones gratuitas, generalizaciones apresudaras y descalificaciones a la dignidad.
Muchos tuiteros suponen su diferencia de postura entre izquierda y derecha, como una trinchera más que como un puente. Lo que subyace a todas estas posturas es el segundo error que quiero remarcar.
2) Erro de Primacía de Mi Razón sobre la del Otro:
No es negativo tener una postura clara y definida, el problema es el supuesto inicial de que "mi" postura ha de ser "la" postura. Es decir, en los debates tuiteros cualquier participante inicia defendiendo que su postura es absoluta a irreductible. A partir de ahí sólo se puede pasar a defenderla a diestra y siniestra, hasta recurrir al desconocimiento de los puntos de los otros participantes. Este problema fundamental subyace a otro problema más profundo, la acrítica que caracteriza nuestras opiniones políticas. Porque entendemos opiniones como certidumbres innegables, como posturas en las que no estamos dispuestos a reconocer y negociar, como puntos infranqueables que de ser atravesados afecta nuestra propia identidad. Esta identificación del individuo con su forma de vida y su postura política es lo que Giorgio Agamben señala como la nuda vida. Es decir, la identificación de mi individualidad con cualquier clase de estigma político. No puedo ser simplemente un hombre, debo ser machista, liberal, homosexual, heterosexual, conservador, izquierdista, derechistas, como si todas esas casillas supusieran una identidad clara y definida. Lo que encontramos más comúnmente en tuiter es precisamente que muchas veces estas identidades de mezclan, y tenemos izquierdistas, radicales, cristianos e intolerantes, así como derechistas feministas, cínicos y neoliberales.
Este amalgamiento de lo contradictorio es un símbolo inequívoco de acuerdo a Judith Butler, de la llamada Posmodernidad Política. Donde la postura política lejos de arrojar una "visión del mundo" identifica más una visión de sí mismo. Una inversión de la actividad política de lo comunicacional a lo subjetivo. Porque en el fondo creemos tener la razón y daríamos todo por poder conservarla.
Ese es precisamente el tercer error de las discusiones políticas:
"Número Tres, El relativismo racional":
De acuerdo a Bertrand Russell y las discusiones radicales que le tocó vivir durante la posguerra en Inglaterra, el principal error de toda discusión política era no proponer inicialmente un tema preciso de desarrollo. Es decir, muchas veces ni izquierdistas ni derechistas conocen el punto real de la discusión porque se pierden en las mutuas descalificaciones para mostrar una primacía de una forma de racionalidad frente a otra.
El escéptico pero pragmático alumno de Russell -aunque no directamente- Richard Rorty lleva en su debate con Hillary Putnam esta postura hacia el extremo. El problema, nos dice, de una discusión política contemporánea es que supongo inicialmente que yo tengo razón y no hago sino dedicarme a descalificar la razón del otro. Realmente jamás señalo mis puntos, mis razones y argumentos, los supongo como ya dados porque los identifico con mi postura política. Supongo más o menos lo siguiente: "si me declaro izquierdista, a mis compañeros de debate no tengo que aclararles, si también son de izquierda, mi postura, puesto que está supuestamente compartida y definida uniformemente, y si mi interlocutor es de derecha, el debe saber que yo voy a estar en pleno desacuerdo con todo lo que él diga puesto que es de derecha."
Esos son más o menos los errores de los debates en Twitter. Que llevan a horas y horas de insultos y descalificaciones y al final cada quien se va como vino, suponiendo que la suya es la razón, humillado o triunfante, según su sagacidad, sarcasmo y número de aliados que le ayudaron en el "trolleo."
Pero como irremediablemente toda crítica debe tener una forma de propuesta después de identificar los puntos críticos que trata de analizar. La mía es muy simple. Las discusiones tuiteras serían más eficientes si no empezamos anunciando el "pedigree". Esto es, no empezar diciendo, soy de izquierda y represento a "la" izquierda. Sino señalar en breves tuits cual es mi postura, cuáles son los puntos de apoyo y cuáles son los puntos problemáticos que veo en determinado problema, desde la ingeneralizable limitación de mi postura personal. Entonces aprovechar la discusión ya no como polémica (del griego, polemos= guerra) sino como dialéctica, es decir como un enfrentamiento entre dos posturas distintas que deba suponer llegar a un resultado distinto a ellas mismas.
Estar dispuesto a perder la razón, que no significa traicionar la propia creencia política o postura, sino aceptar que no es omniabarcante y puede que muchas veces, en más de una ocasión, resulte que lo que mi postura me obliga a creer frente a determinado problema, no resulte la mejor de las soluciones posibles.
No confundamos las posturas con las soluciones y tratemos de llegar a acuerdo. Sólo así hacemos política, todo lo demás es "politiquería" y se esa ya hay mucha en el Congreso.