lunes, 25 de agosto de 2014

Acerca del antifeminismo...

Desde hace un par de meses he leído un mensaje en las redes sociales que me preocupa, representado por el movimiento norteamericano #WomanAgainstFeminism que, como casi todo lo que proviene de ese país, se ha propagado por internet a una velocidad preocupante. Por supuesto que se han generado respuestas de todo tipo, desde las irónicas y arrogantes respuestas de quienes creen tener la razón, hasta gente que se ha tomado muy en serio el problema, por ejemplo Judith Butler que habla al respecto en medio de la polémica que sostiene sobre Palestina.
Dentro de las respuestas poco convenientes están aquellas que utilizan el concepto "patriarcado" para encajonar este tipo de surgimientos. Desde hace algunos años ya, la capacidad explicativa de dicho concepto me parece dudosa. Leyendo las diversas autoras que hablan de dicho Patriarcado, por ejemplo Preciado, Sayak Valencia o Witg, el concepto adopta una polisemia preocupante. Básicamente patriarcado es todo aquel sistema cultural, económico y político que no se corresponde con las exigencias feministas. Y va desde la estructura familiar clásica hasta el movimiento transexual y la lucha por los derechos LGTB. Tal amplitud del concepto no es una virtud sino un oscurecimiento.
Pocas teóricas y activistas lo recuerdan pero el concepto aparece en un libro de Christine de Pisan titulado "Le livre de la Cité des Dames" (El libro de la ciudad de las mujeres) considerado el primer texto feminista europeo. En él De Pisan expone la posibilidad de acabar con los males de la época (estamos hablando de un texto de entre 1380 y 1400) imaginando una ciudad gobernada por mujeres. El texto está circunscrito al surgimiento del pensamiento utópico típico del renacimiento. En él aparece por primera vez dibujado el concepto de "patriarcado" para designar a la sociedad dirigida y gestionada por hombres.
Rosalía de Díez, una de las historiadoras más serias, pretendió mostrar la relatividad histórica del patriarcado, es decir, desnaturalizarlo. Basada en texto de Lewis H. Morgan y sorprendentemente de Engels (me sorprendo porque él ha sido acusado de machismo por más de alguna teórica que pulula por ahí), De Díez reconstruye lo que se llama "historia de las mujeres" y muestra que la construcción machista de la historia es un fenómeno reciente además de netamente europeo.
La polisemia del "patriarcado" ha banalizado el discurso feminista. Lo peor que le puede pasar a un discurso enmancipador, además de que ha sido convertido en ideología por muchos grupos radicales. Por ideología me refiero a un uso interesado de cierto discurso y práctica, que se fundamente en supuestas razones no justificadas suficientemente, que se esgrimen como verdaderas. Mientras que el uso noseológico del feminismo es muy difuso, el uso social del feminismo se ha vuelto un campo que levanta las más diversas polémicas. Es aquí donde tiene sentido reflexionar sobre los movimientos antifeministas y la imagen "poco informada" de las mujeres y hombres que lo sustentan.
Esta falacia con el bonito nombre de ad hominem y consiste en descalificar un argumento no basándose en los argumentos esgrimidos por él sino en alguna característica de su persona. En este caso lo que dicen las mujeres antifeministas sería falso porque ellas no están informadas de lo que es el feminismo, porque si estuvieran informadas estarían de acuerdo con el feminismo, es además un ad ignorantiam.
Pero no se responde la pregunta esencial ¿por qué hay mujeres que no se sienten identificadas por el feminismo? ¿por qué el feminismo ha dejado de representar la emancipación de la mujer?
La respuesta de que no están informadas, o de que han "interiorizado" el patriarcado no es convincente. En primer lugar porque la función sociológica del concepto de patriarcado, extrapolada de un concepto antropológico fuertemente criticado y de un concepto histórico más o menos difuso, nos impide saber a ciencia cierta en qué consistiría dicha interiorización. Usualmente se presenta un argumento circular: han interiorizado el patriarcado porque no están de acuerdo con la lucha feminista y no están de acuerdo con la lucha feminista porque han interiorizado el patriarcado. Y el asunto sigue en la más completa oscuridad.
Después viene la idea de sostener el feminismo como una lucha legítima porque representa a las oprimidas y oprimidos, una falacia ad lazarum y a veces hasta un ad verecundiam.
¿Por qué insisto tanto en las falacias esgrimidas por muchas feministas y no en las obvias falacias esgrimidas por las antifeministas? De las falacias esgrimidas por las anti-feministas hay muchísimos artículos, comentarios y entrevistas. En cambio hay pocos exámenes autocríticos del feminismo en su forma occidental a cerca de su manera de proceder y de hacer los análisis. Y en su mayor parte suponen lo que deberían demostrar.
De hecho poner como mutuamente excluyentes las ideas de hombre y mujer, porque 'hombre'  y 'mujer' representan ante todo cierta idea, es lo que Derrida denomina "falogocentrismo". Hay muchas culturas cuyos feminismo no parten de la exclusión hombre-mujer, sino de su mutua inclusión. Denuncian no un derecho a la igualdad, sino la restitución de cierto equilibrio encubierto por cierto sistema dominante. Otros feminismo ni siquiera sostienen la exclusión de los sujetos por su diferencia sexual, debido a que la distinción bio-lógica de hombre-mujer es un fenómeno netamente occidental.
Pero ¿y en occidente?
No podría aventurar algo así como una respuestas, pero estoy en abierto desacuerdo con reducir esta oleada de antifeminismo a la ignorancia de las mujeres o a su interiorización del patriarcado. Creo que un feminismo emancipador, y no ideológico, debe plantearse con toda seriedad su propia historicidad, sus límites y sus alcances para poder dar respuestas cabales. Un intento reciente por el que siento profunda admiración es "El feminismo es un humanismo" editado por Anthropos, de la Dra. Rubí de María Gómez, ya que me parece la exposición más madura de los conceptos principales del feminismo y su compromiso con una ética humanista en sentido amplio, porque el feminismo se trata finalmente de ampliar el discurso sobre la humanidad del que la mitad de ésta ha sido excluida.