martes, 11 de febrero de 2014

Cazador de Nadas

Para Gregorio


No eres tú quien mira al vacío, 
es el vacío quien genera 
la ilusión de que lo estás mirando. 

Eres el vacío destronado 
de tu púlpito de mentiras. 

Eres el bosque en el que te perdiste 
y nunca te encontraste. 

Adentro tuyo se tejen conspiraciones 
y ya no tienes la posibilidad siquiera
 de pensar en la sedición. 

Muñeco de trapo, 
no tienes ojos, 
es el espejo quien te está mirando.

Pero 
hay una pregunta después de todas las preguntas...
Y tal vez no necesite palabras.



lunes, 10 de febrero de 2014

Poemas de la extrañeza

III

Al final aprendiste a disiparte
tendiste tus palabras de tu boca a la nada
le mostraste a mis ojos
que hay una luz tan blanca
que no se logra verla;
fuiste sólo anticipaciones,
ceniza antes de tu propio incendio,
ese vaciamiento
previo a la caricia.

Al final, quizás comiences a entender
que nada pude sino decir mi soledad
que nada di sino estas horas aciagas
donde la tarde cae
y viene a beber el vino de mi sangre
el otoño;
derrotándome, 
¿qué ganas?
¿qué ficción de una victoria
teje tu silencio? 

Al final puede que sólo haya sido
esa breve lluvia
que pasa desapercibida junto al mar;
tan sólo un remolino de viento,
algo así como un suspiro
como un palpitar de repentino
la aritma provocada por la risa. 

No lo sé,
no tengo, como tú,
las manos llenas de futuro.
Desconozco el ritmo de los astros
a los que te entregas.
Emprendes un viaje
en una barca de un sólo tripulante
hacia el olvido. 

Nada me diste, 
nada me debes,
marcha,
yo aquí en la orilla
te saludaré
hasta que te engulla la noche.

jueves, 6 de febrero de 2014

Hay ángeles...

Hay ángeles…


Dicen que hay ángeles oscuros mujer,
oscuros como dioses primitivos
a los que no alumbró ningún fuego
y jamás conocieron sus nombres.
Oscuros como las gargantas de las cuevas
donde el hombre inventó la imagen.
Oscuros ángeles mujer, ¿no los ves?
Aletean ocultos,
ennegrecidos de su propia gracia
¿los oyes?
Les dicen silencio.

Y a los blancos,
a esos de alas como truenos,
a esos...
les dicen tiempo.

Y vendrá la noche mujer
donde exhaustos nuestros brazos
de enfrentarse,
perdidas nuestras espaldas
de buscarse,
quemados nuestros labios
de rozarse,
los atraparemos impávidos
y los desplumaremos
para hacernos una cama mujer,
de silencio y tiempo.