martes, 25 de enero de 2011

Derivas


Aquí estoy
Comiéndome la cuerda de los círculos
donde se sostienen rostros del mañana...
Masticando mis entrañas
explorando la cava de mis venas...

Estoy aquí
Suponiendo mis propias pesadillas
Tejiendo telarañas para moscas poetas.
Suspendido entre dos manos de cera
Me acarician el rostro con tal delicadeza
que no logran derretirse ni al besarlas.

Navego y pierdo el rumbo
Me azota el esqueleto esta marea
Se me agota el pensamiento
En oleadas de palabras marítimas.
Frente a mí, que aquí estoy,
se extiende el horizonte de los locos
Ya entono la canción de los piratas
Enamorado del mar,
Víctima del viento,
arrojado a la soledad
del azul desierto.

Estoy aquí
Trepado en el barco ebrio
Único tripulante solitario
Con la mirada ciega de sal
Con la mano izquierda cerrada
Comiéndome mi puño derecho.
Marinero, capitán y polizonte

Aquí estoy
Emprendiendo un viaje sin retorno
Hacia el doblés final del mundo
Caerá la barca hacia lo absurdo,
Ya no podré decir que aquí estoy
Sino que estuve.

jueves, 20 de enero de 2011


Vuelvo a escribirle a las columnas de fuego
negras como ojos insondables
lanzan sus miradas vastas sobre las calles,
nos ahogamos en sus parpadeos
intoxicados por sus pupilas
enfermos estamos de sus miradas
sus lágrimas nos llenan los pulmones
lágrimas de miasmas del sexo de la tierra.
Mutilan nuestros propios sexos con sus ojos
nos cuelgan como ganados
temblor de cuerpos inocentes
encolerizados hasta hervir su sangre
y su sangre brota
a chorros, a ríos
ríos para desiertos que nunca florecen
desiertos por ese ojo que todo lo marchita.

Vuelvo a escribirle a los amos del acero
aquellos que dirigen la orquesta de las marchas fúnebres,
que enseñan el llanto a las madres
colocando nudos en las gargantas de tantos amantes.
Hago sus discursos tiránicos
y evasivos
que blanden sobre las espaldas
frágiles de aquellas que nacieron marcadas
para ser carne de la tierra sedienta
desértica y marchita
de tantas palabras vacías...
Mientras escribo ellos, los amos de las cuerdas,
van cegando otros ojos con mis propias palabras.

Vuelvo a escribirle a los patíbulos
donde se ejecutan mujeres sólo por el pecado de su sexo,
una a una las entierro en mi patio
crecen oscuras hierbas sobre sus tumbas
y las piedras tiemblan, agitadas
por sus gritos silenciados por la bala impune.

Vuelvo a escribirle a las nadie
a las cifras astronómicas de muertas
como si murieran de repente
las sorprendiera la muerte como un beso.
Pero yo he visto sus ojos
y el terror que las mata,
he visto sus cuerpos arrojados del estómago de las calles
expuestas, sin más humanidad que la mirada
que evitamos dirigirles.
Escribo sobre las camas que ya no calientan
y ofrecen un cuerpo frío
a las lenguas blancas de los ataúdes.
Escribo sus epitafios
justo después de su nombre, siempre anónimo.

Vuelvo a escribir para que no se olvide
que aún hay terror en el mundo.

jueves, 13 de enero de 2011

SEMANA DE SUSANA CHÁVEZ


Pesquisa por una Mujer

Busco a una mujer
que recueste su boca sobre mis huellas,
cante sin cansarse para mí.

La busco queriéndola encontrar en poemas
para encarnarla en la tarde,
la quiero libre sin quererme siempre,
esperando en un desnudo sutil,
enferma de las cosas de la noche.
A una mujer
que no porte más que tacones por la calle,
se esconda cuando la busque,
camine de la mano de otros
doliéndole la dureza y blandura de mi alma,
que tenga secretos y no los revele,
que crea en mis mentiras
y se carcaje de mis verdades,
que coma elotes conmigo en el parque.

Una mujer
que me busque en la madrugada
y al final siempre repita mi nombre
que no es otro que nada.

miércoles, 12 de enero de 2011

Muerte de sí...


La muerte sólo es visible a ojos que pueden mirar su propia sombra. Eso dice Buddha en una de sus enseñanzas. La muerte es el elemento necesario en la dialéctica de la vida como un lapso temporal finito. En la vida como individuación de lo múltiple en lo único. ¿Uno o varios lobos? ¿Aplastar a la hormiga es matar a la hormiga? Lo que deja claro la reflexión sobre la muerte es que nosotros como invidivuos, biológicos y sociales, somos nudos de un hilado de relaciones, movimientos y fuerzas a las que llamamos indistintamente "realidad" y "mundo". No estamos inviduados como quisiera creer nuestra psicología sino en-situación, y esta situación nos excede en nuestra finitud. Eso no implica que sea Inmortal, o vaya a quedar en una especie de memoria abstracta, sencillamente la memoria sólo es posible en la suspensión del presente y la actualización del pasado (San Agustín). Los momentos de autoindividuación sólo existen cuando detenemos el flujo de las cosas, cuando hacemos una pausa para distanciarnos y conocer, es decir, cuando nos hacemos conscientes de la tensión entre nuestra propia pausa y el mundo que se mueve a nuestro alrededor. El lenguaje escrito y su estatismo significante, nos dan la ilusión de que el mundo opera de la misma manera en que opera la gramática, Sujeto-verbo-adjetivo (Derrida). Hay sujetos móviles, y relaciones que los ponen en movimiento, hay fuerzas que atraviesan y reordenan ese movimiento, fuerzas abstractas y concretas. La mortalidad se vuelve un problema entonces sólo en la esfera de lo humano, y cuando la mente se entiende a sí misma, individuada con respecto a lo múltiple transformable, cuando se hace una sombra de sí misma a la que se llama conciencia.
La muerte afecta entonces a una individualidad insostenible de todas formas. La muerte es la insustentabilidad de toda individualidad. El individiduo es una vritualidad, un instante de temporalidad que se extiende en instantes súbitos de conciencia, fuera de esos instantes fluimos dentro dela vida, y nuestro morir sólo es el cesar de esos instantes donde nos enteramos que existimos, no nuestra desapación, sino la de aquellos instantes que detienen e fluir. Lo que permanecen son las fuerzas y relaciones que la mantenían en tensión a ese invididuo con la multiplicidad en la que el mismo se percibía aunada a la mutiplicidad de lo percibido, curiosamente es esa misma tensión lo que la mata. Pero al desaparecer el nudo, ya no existe la individuación determinada que esa existencia que ha cesado, que esa individuación que ocurría, hacía convergir. Están las fuerzas, y las relaciones pero ya no hay nada que las mantenga girando en un núcleo, nada que hable de una identidad.
Por eso pensaban también los Upashti que la fama inmortal ya no era individualidad, sino devenir-relación, es decir, ser un recuerdo, una fuerza que cambie el flujo en otras individualidades.
Puesto que tenemos que vigilar nuestras individualidades y darnos cuenta de las fuerzas que la ponen en tensión en el mundo y la mantienen ahí, como la salud, el lenguaje, es decir, la actividad humana en general y sus relaciones están constituidas en torno a construir una tensión específica entre el individuo y el mundo.
Ser conscientes de que somos lapsos y estamos constituidos por relaciones y fuerzas que nos superan (superan la ilusión dela conciencia) es la capacidad de crear líneas de fuga, de crear posibilidades y reordenar lo sensible, de escapar en la intemporalidad de lo absurdo...

lunes, 10 de enero de 2011

Los Reyes Sin Futuro



Pasean por la alfombra de miseria
Son la realeza del basurero
Las ratas les rinden pleitesía
Y los perros pulgosos son sus emisarios.

Las amapolas se inclinan a su paso
Conocen los secretos perfumes del hollín
Sus joyas son de piojos
Sus cetros simples varas
Su corte parásitos hambrientos
Que beben su sangre sin ser azul.

Tan grandes sus banquetes
Que nunca habrá ambrosía
Ni quesos, ni faisán
Sus invitados permanentes
el dolor y la alegría.
Tan amplios sus aposentos
Que caben todas las estrellas
En su manto de casas sin techo.

La realeza de los pueblos olvidados
Erigidos en los amplios campos del cochambre
Sobre las colinas de papeles y cartón.

Nacen en sus tumbas
Realeza pura
Jamás conocen otro horizonte
Que su reino de basura.
Heredarán el hambre
Basura de los cientos
Y cólera “erradicada” en el pueblo de allá.

No cuenta como gentes
Son simples estadísticas
No entran en los programas de gobernación.

Su reino son los basureros
Sus escudos manchados de cochambre
Sus palacios sépticos burdeles
Sus madres reinas de los faros rojos.

Son la realeza del barrio
Niños de la polio
Hijos de la miseria
- ¡Sin ser ellos miserables! -
De la crisis
Del olvido.

Inhalan éteres debajo de los puentes
Su reino no es el de esta tierra.

Dueños futuros del cielo
Están como de paso
Cuando piden un chicle
Cuando piden pa’ un taco.

Reyes sin coronas
Hijos de la justicia del mañana.

Sus caras manchadas
De tanta grandeza
Sus manos flacas
De tanto mandar.

Son los señores de las moscas
De los gusanos blancos
Amos de las tierras
Que ningún pie plebeyo puede pisar.

Su nobleza es tal que no cuentan como pueblo
Ni como proletariado, ni aristocracia, ni marginación
Son los reyes sin título
Los nobles porque en un montículo de fresca basura
Buscan sin miedo
Superiores al asco
Desconociendo la dignidad – invento de los indignos –
Sus tesoros
Encontrando juguetes rotos
Regalo del pie que los oprimen
Y son capaces de reír
De recuperar la magia
En lo que todos desechamos como inútil.

Gobiernan ejércitos enteros de lombrices
La realeza de mi barrio
De mi basurero
Del reino de mis mañanas.

No es su miseria su nobleza
No es nuestro basurero su reino
Es la nobleza del incontado
Sin leyes, sin dios, sin estado
Es la nobleza de quien vive sus años
Creciendo en medio del porvenir gris.
Realeza de sus pies inmaculados
Sobre vidrios, jeringas y tierra febril,
Parecieran volar entre desperdicios
Sus pasos no conocen la mugre que pisan
Sus ojos llenos de gracia
Transforman la indigencia en ventura.

Pero nosotros los plebeyos
Que los observamos de lejos
No podemos sino llenar de lágrimas nuestros ojos
La contemplación de su grácil realeza
De sus perfectas figuras descalzas
No son humildes porque no son cristianos
No son déspotas porque nada tienen sino gusanos
Jamás llegarán a ser tiranos
Su reino será siempre el de la inconsciencia.
Nosotros los menos, les decimos marginados
Ellos los más, no se atreven ni a nombrarnos.
Extienden sus manos pidiendo monedas
Saben que de donde venimos no sabemos qué hacer con ellas.
¡Dulce aristocracia que no necesita mandar para ser grande!

Nosotros, los del pueblo
los vemos desamparados
sin saber que su amparo es su orfandad.
Fuera del mundo
conviven con el hambre a la que tememos
duermen bajo el cielo que olvidamos.
Saben que el hambre no es un lujo
es un compromiso que se lleva la vida entera
la miseria y el olvido
no es algo que los menos soporten
por eso sólo a ellos, los más
muestran su grandeza.
No tendrán posesiones
esa es su nobleza
nacieron en ella
abandonados a la contemplación del silencio
ascetas de nacimiento
sin ser esclavos del pensamiento
sin conocer a dios
o las desgracias de las letras.
No les preocupa aprender nuestra lengua
Sienten la tierra sin hablar con ella
El lenguaje es para nosotros
Desdichados
Que no encontramos sino lágrimas en las cosas
A sus almas azules
no las colma el encuentro
su juego es la búsqueda
la búsqueda incansable
y en cada cosa encuentran su sonrisa.

¿Acaso hay más nobleza posible
Que sonreír con inocencia entre la pobreza?

viernes, 7 de enero de 2011

Por mi cuarto para una sombra...

Te cuento mujer, que hoy me ha sorprendido una sombra, me ha tomado por la garganta y mo ha dejado sin habla. Cuando hablaba eran otras palabras las que salían de mi boca, otras palabras. Espesas, negras y confusas, otras palabras. Volteaba a todas partes con etrañeza como si ya no quedara nada mío en el mundo, ni una cosa mantenía alianza con mi presencia. Decidí encerrarme, no sólo en mi cuarto sino dentro de mi cabeza, y volvieron los temblores, fuertísimos mujer, tanto que me hacían envidiar tus dolores más físicos, con un origen más preciso, más identificable. Éstos de los que te hablo venían de un lugar fuera de mi cuerpo, de el lugar de donde mi cuerpo sucede, es decir donde ha estado y donde va a estar, me atacaban por dos flancos, pasado y futuro, y me oprimían como gigantezcas tenansas, me oprimían ya no el cuerpo sino el pensamiento. Esa opresión atoraba mis sentimientos de manera extraña, no podía discernis cómo fluían por todo mi cuerpo, se agarrotaron tanto en unas partes dejando libre otras tantas que sentí que tendría tumores y gangrena sentimental al mismo tiempo. Me desdoblé más de una vez, vinieron a sentarse a mi cama todas mis personalidades, aún aquellas que creía haber superado ya con otras muertes, en otras muertes que me di entre tinta, alcohol, sábanas tibias y noches blancas. Pero estaba todos ahí, algunos eran cercanos y tenían cara comosi rieran, otros tantos eran lejanos, de oscuros rostros y voz profunda. Entre todos me apalearon.
Viniero a visitarme solamente las horas, y la soledad no se dignó a presentarse, no recibió invitación para el festín de mi malestar. Nada mío había en el mundo, nada mío. Cegado estaba por las cosas que sucederán y que sucedieron, atrapado entre dos paredes de lo que había derrumbado y de lo que no he construído. Mujer, esta noche cené con mis demonios, muchos de ellos eran prestados, tuyos quizás porque hablaban de cosas que desconocía, respiraban fuegos de otros colores y matices que no entendía.Creo que de tanto exorcizarte con caricias, palabras y pasos, se han mudado mejor a mis horas. Sabes que siempre digo que mis horas no caben en el reloj, es porque cuandoempiezan a ajustarse al ciclo continúo de las manecillas empiezan a hacerse espesísimas y nopuedo con ellas, no las puedo tolerar sobre mi espalda y entiendo porqué la tuya está tan cansanda.
Te cuento que recibí dos llamadas extrañas, la primera una voz cercana entre silencios, que tenía mucho que no oía, una voz que se había callado de la que poco te he hablado, me decía que el mundo estaba mal, que ella estaba mal, que le parecían irreales las cosas, atenazdo como estaba, con casa llena, no pude contradecirla, fingir que estaba bien y darle paleativos filósoficos con los que siempre se calma o por lo menos se pone a pensar un rato.
La segunda llamada, tu no conoces su voz pero sabes lo que ha dicho, sobre todo porque ha escrito antes en mi espalda palabras que no soportaste. Me sorprendió y me turbó, también habló mucho, también dijo mucho, generalmente habla mucho y dice poco, o dice mucho sin hablar. Dice que se entero de lo nuestro, dijo cosas positivas y cosas realistas, las primeras me dolieron, las segundas me ardieron. Ella trajo a la mitad de los invitados de esta noche, hablómucho, yo casi no dije nada, estaba atenazado y ella no hizo más que apretar más duro la tenaza.
Se ahogaron mis palabras, precisamente porque aquellamujer d eojos azules y falsa profecía atinó en muchos desacuerdos que tuvimos hoy, en la imposibilidad, en mi impertinencia, en mi incapacidad para convivir con alguien de manera prolongada porqueno dejo quela gente sea sino que siempre quiero que devengan, y que las mujeres buscan estabilidad. No creo que ella misma supiera la profundidad de lo que estaba diciendo, no lo entiende, pero me conoce y trajo a la mesa a aquel que había olvidado que fui y que profundamente sigo siendo. En el devenir nohay pasado ni futuro, los tiempos se yuxtaponene, pero hoy se detuvo el devenir y vino el advenir. Se detuvieron los tiempos, se hicieron abstractos, y me atenazaron, dos llamadas, una pérdida (al menos simbólica, la de mi abuelo y su cheque desaparecido) enrarecieron días que han estado de por sí demasiado enrarecidos. NO entiendo esta ciudad y me siento fuera de casa, como extranjero, por eso el pasado y el futuro me atenazan, me distraen del presente. Me dijo un conocido que yo no tenía melancolía sino versos atorados en la mirada, no he podido escribir nada, sólo esto que ahora redacto, curioso que cando hago introspección poco puedo hacer de poesía, la poesía es siempre una ausencia. Se acercan tiempos de incertidumbre, y a veces nosé que haré cuando se derrumben los signos y los significados.
Por mi cuarto pasa una sombra, en cada tanto, a veces su negrura puede durarme meses, hoy ha iniciado...

martes, 4 de enero de 2011

Escena de una mujer llorando.

Escena de una mujer llorando.

¿Qué hace un hombre cuando una mujer llora?
Hay siempre algo de poderoso en esas lágrimas
Hay siempre algo de inescrutable
De un misterio sólo compartido entre ninfas,
Una intimidad más grande que la sangre menstrual.
¿cómo soportar el derrumbe de la sensibilidad abierta?
¿qué hacen los hombres si tiembla?
¿si estalla un volcán?
¿cómo apaciguar el dolor de lo desconocido?
Miramos atónitos esas lágrimas
Cálidas y amargas
Emanando del mismo lugar que el amor y el futuro.

Las mujeres han aprendido a extender el tiempo
Sacar de la penuria
Sacar de la espalda encorvada en el lavadero
Del silencio vergonzoso que guardan por sus pechos
De la especie conspirando en sus vientres
De todos esos dolores, incomprensibles
Para el hombre
La mujer saca el tiempo
Lo extiende como la ropa en la ventana
Lo tiende ante el hombre como la cama
Como la vida
Como la cola de su vestido blanco.

Pero las lágrimas provienen de ese sitio misterioso
Quizás acumuladas junto con la primera regla
Junto con el dolor de la primera penetración
Junto con la irremediable pérdida del padre.
Lágrimas fraguadas en su vientre
En sus pechos rebosantes por fuera
Quizás sean hornos de un dolor que se caliente por dentro
Quizás cada cólico
Cada espasmo
Cada gemido que no expulsan cuando bajan la vista
Cuando sienten el golpe
Cuando apretamos el lazo
Ya prepara esas lágrimas
A las que no sabemos nunca responder.