lunes, 30 de agosto de 2010

Miradas y Deseo.

Nuestras miradas iniciaron un juego,
sólo descrito por la noche,
escrito en el roce de dos chispas
que se ahogaron en el oscuro,
consumiéndose.

Establecimos vínculos de inmortalidad con el silencio,
renunciamos al preludio de las letras,
recuerdo que del juego nació la pirotecnia
que fui a encontrar entre tus piernas.

Emanó un nuevo lenguaje de tu espasmo
sin gramática, ni acento, ni palabra,
contenido sólo en el naufragio
de una cálida e íntima mirada.

Lenguaje de luz apuñalada,
atravezada por su propia gracia,
detenida al punto del contacto
el lenguaje conoció tu piel blanca.

Se rompieron fibras íntimas,
gritaron todos nuestros poros,
desgarrados hasta la poesía
nos ahogamos en los himnos del sexo.

Levanto hoy un nuevo estilo,
me esgrimo contra toda ausencia,
la necesidad es admitir que se carece,
el desear es la forma de sentir presencia.

Gerardo Cielorraso

domingo, 29 de agosto de 2010

Llanto de los Gatos.

"Las palabras no hacen el amor, hacen la ausencia"
-Alejandra Pizarnik -

Intento escribir un poema donde quepa tu sonrisa,
un verso preciso que describa tu mirada,
le busco lugar a tus ojos en las letras,
y hago una réplica de ti entre el lenguaje;
debo confesar que olvidé mis sílabas en tu cama,
y en tus mejillas derrame mis vocales.

Abierto hasta las venas,
expuesto al mundo como un aerolito incendiado,
me arrancas el vuelo todo el tiempo con tus ecos,
de la mancha de tus versos son mis alas;
incinerado por la combustión de tu ausencia,
soy el poeta en llamas,
azotado por los relámpagos de tus caricias,
víctima de todas las distancias,
rasgo los kilómetros en mi garganta
ahogada de tantos paroxismo
que he de expulsar en gritos de tinta.

Debo organizar tus tactos en palabras,
darle a tus espasmos forma tibia de poesía,
¿dibujan las letras tu fuego?
¿Cabes acaso en la fonética?
Materialidad insospechada, la poesía es una ausencia,
escribo porque sé que estás perdida
te extraviaste en el bosque de mi mente
habitada por corolarios e implicaciones de queroseno,
te recubriste en el barro del recuerdo,
eres ahora imagen de tu imagen, más preciosa
que todas tus imágenes y te muestras ocultándote
en un par de notas al aire, en un par de palabras desgastadas,
confieso que no cabes donde te escribo
no entras donde sales a modo de locución,
eres inenunciable, fracaso de todo discurso,
la poesía no te contiene, poetisa.

Contemplo desde lejos el cuadro de tu forma,
escribo porque mis yemas te ensayan en caligrafía,
tontas, no pueden hacerte ni de nube, ni de polvo,
forzándose a recordar tus secretos manantiales,
de donde provienen todos mis intentos de poesía.

Alzas frente a mí, el muro más inescrutable
el del poema, debo trasgredirlo y romper la círculo del predicado:
te presentarás entonces como eres,
infinita
juego de tus niñas con frío,
soltarás contra mí un feroz ejército felino
que me deshará en nombre de todas tus caricias,
oscuro como la tumba donde yacen las letras
moriré ahogado en mi propia lírica,
en el mar tempestuoso de tus representaciones
donde no te presentas, y no apareces vestida de ceniza.

A mis significados, donde te busco
impones tus presencias, impones tu figura
absoluta, indescriptible,
estoy forzado a romper el ciclo del logos,
romper la estructura del discurso,
desangrarme para buscarte entre mis venas,
hundida en mi carne, hasta los huesos,
debo traerte a la luz de lo decible.
Tu paradoja será insostenible por el mundo,
la hermeneútica no te contendrá,
madre de todos los símbolos,
nunca podrías ser un Golem, jamás un enunciado,
Tu aroma enloquece a la sintaxsis,
El ser copulativo queda abosrto,
suspendido y revela sus rostros oscuros,
que son las manchas sobre tu mejilla
los lunares en tu espalda.

Si pronuncio tu nombre y no apareces,
si te escribo porque te ausentas,
si estás donde te difuminas
saliendo en la forma de las letras,
si las tintas que te imitan
se traicionan en su propio trazo,
si las palabras que te evocan
se incendian ante su significado,
estoy perdido,
esto más que un poema, es un epitafio.

Gerardo Cielorraso

sábado, 28 de agosto de 2010

Que sólo lo sepan los grillos

Que sólo lo sepan los grillos,
son lo únicos que entienden tu ritmo esta noche en que te invento,
con los ojos posados en el atardecer,
me quedé ciego de tu mirada
que ocultaste secretamente detrás de mis párpados.
Hablabas de poesía de bar y prostitutas
y perversiones que tus ojos no sostenían.
Y saben los grillos que tus ojos eran ya poesía,
innecesaria tu lectura, toda la literatura
le traes manchada en las mejillas,
y sin embargo leías como quien se come la noche
y aún tiene alma epidérmica temerosa como niña.

Que sólo lo sepan los grillos,
que cantan esta noche con tu ausencia,
saben esos sabios seres que
hay un silencio detrás de tu poesía,
silencio que huele a café tostado
y leche materna de felino,
que tus letras las compone la selva de tu pelo
y escribes no desde una mesa
sino desde una bolsa de Palermo.
Saben los grillos también el nombre de tu musa,
el sabor del helado que te dieron un día después
y tu afición a las cosas insignificantes de la moda.

Esos grillos curiosos saben la geografía de tu cuerpo,
del lunar secreto de tus lunas de baño,
los grillos curiosos saben de toda tu ternura,
debajo de tu piel de felina, ellos saben que escondiste tus muñecas,
saben que eres más hermosa que las lluvias de invierno,
saben de tu frío y te cobijan con sus patitas,
los grillos cantan esta noche tus canciones de Sabina,
tus himnos inventados al delirio,
los reclamos a Freud y tu afición a los abrazos.

Que sólo sepan los grillos tu primer nombre,
por qué odias Francia, por qué amas Frida
y sonríes todo el tiempo pensando en ti misma.

Mujer los grillos de mis ojos están cansados
de saberte tanto y no hallarte,
para dedicarte la serenata de mis lágrimas,
estos grillos melancólicos,
que ansían los secretos de tu nuca,
y tus pláticas interminables de madrugada.

Que sólo lo sepan los grillos y los demás, no sepan nada.

Gerardo Cielorraso.

SEMANA DE ANTONIO MACHADO

Never more

¡Amarga primavera!
¡Amarga luz a mi rincón oscuro!
Tras la cortina de mi alcoba, espera
la clara tarde bajo el cielo puro.
En el silencio turbio de mi espejo
miro, en la risa de mi ajuar ya viejo,
la grotesca ilusión. Y del lejano
jardín escucho un sollozar riente:
trémula voz del agua que borbota
alegre de la gárgola en la fuente,
entre verdes evónimos ignota.
Rápida silba, en el azur ingrave,
tras de la tenue gasa,
si oscura banda, en leve sombra suave,
de golondrinas pasa.
Lejos miente otra fiesta el campanario,
tañe el bronce de luz en el misterio,
y hay más allá un plañido solitario
cual nota de recóndito salterio.
¡Salmodías de abril, música breve,
sibilación escrita
en el silencio de cien mares: leve
aura de ayer que túnicas agita!
¡Espíritu de ayer!, ¡sombra velada,
que prometes tu lecho hospitalario
en la tarde que espera luminosa!.
¡fugitiva sandalia arrebatada,
tenue, bajo la túnica de rosa!

* * *

¡Fiesta de abril que al corazón esconde
amargo pasto, la campana tañe!...
¡Fiesta de abril!. ..Y el eco le responde
un nunca más, que dolorido plañe.
Tarde vieja en el alma y virgen: miente
el agua de tu gárgola riente,
la fiesta de tus bronces de alegría;
que en el silencio turbio de mi espejo
ríe, en mi ajuar ya viejo,
la grotesca ilusión. Lejana y fría
sombra talar, en el abril de ocaso
tu doble vuelo siento
fugitivo, y el paso
de tu sandalia equívoca en el viento.

SEMANA DE ANTONIO MACHADO

Melancolía

Tarde tranquila, casi
con placidez de alma,
para ser joven, para haberlo sido
cuando Dios quiso, para
tener algunas alegrías...lejos,
y poder dulcemente recordarlas.

Es una tarde cenicienta y mustia,
destartalada, como el alma mía;
y es esta vieja angustia
que habita mi usual hipocondría.

La causa de esta angustia no consigo
ni vagamente comprender siquiera;
pero recuerdo y recordando digo:
-Sí, yo era niño, y tú, mi compañera.

miércoles, 25 de agosto de 2010

SEMANA DE ANTONIO MACHADO

Huye del triste amor, amor pacato...

Huye del triste amor, amor pacato,
sin peligro, sin venda ni aventura,
que espera del amor prenda segura,
porque en amor locura es lo sensato.

Ese que el pecho esquiva al niño ciego
y blasfemó del fuego de la vida,
de una brasa pensada, y no encendida,
quiere ceniza que le guarde el fuego.

Y ceniza hallará, no de su llama,
cuando descubra el torpe desvarío
que pedía, sin flor, fruto en la rama.

Con negra llave el aposento frío
de su tiempo abrirá. ¡Despierta cama,
y turbio espejo y corazón vacío!

martes, 24 de agosto de 2010

SEMANA DE ANTONIO MACHADO

Del camino

Preludio

Mientras la sombra pasa de un santo amor, hoy quiero
poner un dulce salmo sobre mi viejo atril.
Acordaré las notas del órgano severo
al suspirar fragante del pífano de abril.

Madurarán su aroma las pomas otoñales,
la mirra y el incienso salmodiarán su olor;
exhalarán su fresco perfume los rosales,
bajo la paz en sombra del tibio huerto en flor.

Al grave acorde lento de música y aroma,
la sola y vieja y noble razón de mi rezar
levantará su vuelo suave de paloma,
y la palabra blanca se elevará al altar.

* * * * *

Daba el reloj las doce... y eran doce...

Daba el reloj las doce... y eran doce
golpes de azada en tierra...
...¡Mi hora! -grité-... El silencio
me respondió: -No temas;
tú no verás caer la última gota
que en la clepsidra tiembla.

Dormirás muchas horas todavía
sobre la orilla vieja,
y encontrarás una mañana pura
amarrada tu barca a otra ribera.

* * * * *

Sobre la tierra amarga, caminos tiene el sueño...

Sobre la tierra amarga, caminos tiene el sueño
laberínticos, sendas tortuosas,
parques en flor y en sombra y en silencio;
criptas hondas, escalas sobre estrellas;
retablos de esperanzas y recuerdos.
Figurillas que pasan y sonríen
-juguetes melancólicos de viejo-;

imágenes amigas,
a la vuelta florida del sendero,
y quimeras rosadas
que hacen camino... lejos...

* * * * *

En la desnuda tierra del camino...

En la desnuda tierra del camino
la hora florida brota,
espino solitario,
del valle humilde en la revuelta umbrosa.

El salmo verdadero
de tenue voz hoy torna
al corazón, y al labio,
la palabra quebrada y temblorosa.

Mis viejos mares duermen; se apagaron
sus espumas sonoras
sobre la playa estéril. La tormenta
camina lejos en la nube torva.

Vuelve la paz al cielo;
la brisa tutelar esparce aromas
otra vez sobre el campo, y aparece,
en la bendita soledad, tu sombra.

* * * * *

El sol es un globo de fuego...

El sol es un globo de fuego,
la luna es disco morado.

Una blanca paloma se posa
en el alto ciprés centenario.

Los cuadros de mirtos parecen
de marchito velludo empolvado.

¡El jardín y la tarde tranquila!...
Suena el agua en la fuente de mármol.

* * * * *

¡Tenue rumor de túnicas que pasan...

¡Tenue rumor de túnicas que pasan
sobre la infértil tierra!...
¡Y lágrimas sonoras
de las campanas viejas!

Las ascuas mortecinas
del horizonte humean...
Blancos fantasmas lares
van encendiendo estrellas.

-Abre el balcón. La hora
de una ilusión se acerca...
La tarde se ha dormido
y las campanas sueñan.

* * * * *

¡Oh, figuras del atrio, más humildes...

¡Oh, figuras del atrio, más humildes
cada día y lejanas:
mendigos harapientos
sobre marmóreas gradas;

miserables ungidos
de eternidades santas,
manos que surgen de los mantos viejos
y de las rotas capas!

¿Pasó por vuestro lado
una ilusión velada,
de la mañana luminosa y fría
en las horas más plácidas?...

Sobre la negra túnica, su mano
era una rosa blanca...

* * * * *

La tarde todavía...

La tarde todavía
dará incienso de oro a tu plegaria,
y quizás el cenit de un nuevo día
amenguará tu sombra solitaria.

Mas no es tu fiesta el Ultramar lejano,
sino la ermita junto al manso río;
no tu sandalia el soñoliento llano
pisará, ni la arena del hastío.

Muy cerca está, romero,
la tierra verde y santa y florecida
de tus sueños; muy cerca, peregrino
que desdeñas la sombra del sendero
y el agua del mesón en tu camino.

* * * * *

Crear fiestas de amores...

Crear fiestas de amores
en nuestro amor pensamos,
quemar nuevos aromas
en montes no pisados,

y guardar el secreto
de nuestros rostros pálidos,
porque en las bacanales de la vida
vacías nuestras copas conservamos,

mientras con eco de cristal y espuma
ríen los zumos de la vid dorados.

..........................................

Un pájaro escondido entre las ramas
del parque solitario,
silba burlón...

Nosotros exprimimos
la penumbra de un sueño en nuestro vaso...
Y algo, que es tierra en nuestra carne, siente
la humedad del jardín como un halago.

* * * * *

Arde en tus ojos un misterio, virgen...

Arde en tus ojos un misterio, virgen
esquiva y compañera.

No sé si es odio o es amor la lumbre
inagotable de tu aljaba negra.

Conmigo irás mientras proyecte sombra
mi cuerpo y quede a mi sandalia arena.

-¿Eres la sed o el agua en mi camino?
Dime, virgen esquiva y compañera.

* * * * *

Algunos lienzos del recuerdo tienen...

Algunos lienzos del recuerdo tienen
luz de jardín y soledad de campo;
la placidez del sueño
en el paisaje familiar soñado.

Otros guardan las fiestas
de días aun lejanos;
figurillas sutiles
que pone un titirero en su retablo...

.......................................................

Ante el balcón florido,
está la cita de un amor amargo.

Brilla la tarde en el resol bermejo...
La hiedra efunde de los muros blancos...

A la revuelta de una calle en sombra
un fantasma irrisorio besa un nardo.

* * * * *

Crece en la plaza en sombra...

Crece en la plaza en sombra
el musgo, y en la piedra vieja y santa
de la iglesia. En el atrio hay un mendigo...
Más vieja que la iglesia tiene el alma.

Sube muy lento, en las mañanas frías,
por la marmórea grada,
hasta un rincón de piedra... Allí aparece
su mano seca entre la rota capa.

Con las órbitas huecas de sus ojos
ha visto cómo pasan
las blancas sombras, en los claros días,
las blancas sombras de las horas santas.

* * * * *

Las ascuas de un crepúsculo morado...

Las ascuas de un crepúsculo morado
detrás del negro cipresal humean...
En la glorieta en sombra está la fuente
con su alado y desnudo Amor de piedra,
que sueña mudo. En la marmórea taza
reposa el agua muerta.

* * * * *

¿Mi amor? ..¿Recuerdas, dime...

¿Mi amor? ..¿Recuerdas, dime,
aquellos juncos tiernos,
lánguidos y amarillos
que hay en el cauce seco?...

¿Recuerdas la amapola
que calcinó el verano,
la amapola marchita,
negro crespón del campo?

¿Te acuerdas del sol yerto
y humilde, en la mañana,
que brilla y tiembla roto
sobre una fuente helada?...

* * * * *

Me dijo un alba de la primavera...

Me dijo un alba de la primavera:
Yo florecí en tu corazón sombrío
ha muchos años, caminante viejo
que no cortas las flores del camino.

Tu corazón de sombra ¿acaso guarda
el viejo aroma de mis viejos lirios?
¿Perfuman aún mis rosas la alba frente
del hada de tu sueño adamantino?

Respondí a la mañana:
Sólo tienen cristal los sueños míos.
Yo no conozco el hada de mis sueños;
no sé si está mi corazón florido.

Pero si aguardas la mañana pura
que ha de romper el vaso cristalino,
quizás el hada te dará tus rosas,
mi corazón tus lirios.

* * * * *

Al borde del sendero un día nos sentamos...

Al borde del sendero un día nos sentamos.
Ya nuestra vida es tiempo, y nuestra sola cuita
son las desesperantes posturas que tomamos
para aguardar... Mas Ella no faltará a la cita.

* * * * *

Es una forma juvenil que un día...

Es una forma juvenil que un día
a nuestra casa llega.
Nosotros le decimos: ¿por qué tornas
a la morada vieja?
Ella abre la ventana, y todo el campo
en luz y aroma entra.
En el blanco sendero,
los troncos de los árboles negrean;
las hojas de sus copas
son humo verde que a lo lejos sueña.
Parece una laguna -
el ancho río entre la blanca niebla
de la mañana. Por los montes cárdenos
camina otra quimera.

* * * * *

¡Oh, dime, noche amiga, amada vieja...

¡Oh, dime, noche amiga, amada vieja,
que me traes el retablo de mis sueños
siempre desierto y desolado, y sólo
con mi fantasma dentro,
mi pobre sombra triste
sobre la estepa y bajo el sol de fuego,
o soñando amarguras
en las voces de todos los misterios,
dime, si sabes, vieja amada, dime
si son mías las lágrimas que vierto!
Me respondió la noche:
Jamás me revelaste tu secreto.
Yo nunca supe, amado,
si eras tú ese fantasma de tu sueño,
ni averigüé si era su voz o la tuya,
o era la voz de un histrión grotesco.

Dije a la noche: Amada mentirosa,
tú sabes mi secreto;
tú has visto la honda gruta
donde fabrica su cristal mi sueño,
y sabes que mis lágrimas son mías,
y sabes mi dolor, mi dolor viejo.

¡Oh! Yo no sé, dijo la noche, amado,
yo no sé tu secreto,
aunque he visto vagar ese, que dices
desolado fantasma, por tu sueño.
Yo me asomo a las almas cuando lloran
y escucho su hondo rezo,
humilde y solitario,
ese que llamas salmo verdadero;
pero en las hondas bóvedas del alma,
no sé si el llanto es una voz o un eco.

Para escuchar tu queja de tus labios,
yo te busqué en tu sueño,
y allí te vi vagando en un borroso
laberinto de espejos.

lunes, 23 de agosto de 2010

SEMANA DE ANTONIO MACHADO

Al gran cero

(Del apócrifo Abel Martín)

Cuando el Ser que se es hizo la nada
y reposó, que bien lo merecía,
ya tuvo el día noche, y compañía
tuvo el hombre en la ausencia de la amada.

Fiat umbral Brotó el pensar humano.
y el huevo universal alzó, vacío,
ya sin color, desubstanciado y frío,
lleno de niebla ingrávida, en su mano.

Toma el cero integral, la hueca esfera,
que has de mirar, si lo has de ver, erguido.
Hoy que es espalda el lomo de tu fiera,

y es el milagro del no ser cumplido,
brinda, poeta, un canto de frontera
a la muerte, al silencio y al olvido.

domingo, 22 de agosto de 2010

SEMANA DE ANTONIO MACHADO

PARÁBOLAS

I

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía...
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!

II

A D. Vicente Ciurana.



Sobre la limpia arena, en el tartesio llano
por donde acaba España y sigue el mar,
hay dos hombres que apoyan la cabeza en la mano;
uno duerme, y el otro parece meditar.
El uno, en la mañana de tibia primavera,
junto a la mar tranquila,
ha puesto entre sus ojos y el mar que reverbera,
los párpados, que borran el mar en la pupila.
Y se ha dormido, y sueña con el pastor Proteo,
que sabe los rebaños del marino guardar;
y sueña que le llaman las hijas de Nereo,
y ha oído a los caballos de Poseidón hablar.
El otro mira al agua. Su pensamiento flota:
hijo del mar, navega —o se pone a volar—
Su pensamiento tiene un vuelo de gaviota,
que ha visto un pez de plata en el agua saltar.
Y piensa: «Es esta vida una ilusión marina
de un pescador que un día ya no puede pescar».
El soñador ha visto que el mar se le ilumina,
y sueña que es la muerte una ilusión del mar.

III

Érase de un marinero
que hizo un jardín junto al mar,
y se metió a jardinero.
Estaba el jardín en flor,
y el jardinero se fue
por esos mares de Dios.

IV
CONSEJOS

Sabe esperar, aguarda que la marea fluya
—así en la costa un barco— sin que al partir te inquiete.
Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya;
porque la vida es larga y el arte es un juguete.
Y si la vida es corta
y no llega la mar a tu galera,
aguarda sin partir y siempre espera,
que el arte es largo y, además, no importa.

V
PROFESIÓN DE FE

Dios no es el mar, está en el mar, riela
como luna en el agua, o aparece
como una blanca vela;
en el mar se despierta o se adormece.
Creó la mar, y nace
de la mar cual la nube y la tormenta;
es el Criador y la criatura lo hace;
su aliento es alma, y por el alma alienta.
Yo he de hacerte, mi Dios, cual tú me hiciste,
y para darte el alma que me diste
en mí te he de crear. Que el puro río
de caridad que fluye eternamente,
fluya en mi corazón. ¡Seca, Dios mío,
de una fe sin amor la turbia fuente!

VI

El Dios que todos llevamos,
el Dios que todos hacemos,
el Dios que todos buscamos
y que nunca encontraremos.
Tres dioses o tres personas
del solo Dios verdadero.

VII

Dice la razón: Busquemos
la verdad.
Y el corazón: Vanidad.
La verdad ya la tenemos.
La razón: ¡Ay, quién alcanza
la verdad!
El corazón: Vanidad.
La verdad es la esperanza.
Dice la razón: Tú mientes.
Y contesta el corazón:
Quien miente eres tú, razón.
que dices lo que no sientes.
La razón: Jamás podremos
entendernos, corazón.
El corazón: Lo veremos.

VIII

Cabeza meditadora,
¡qué lejos se oye el zumbido
de la abeja libadora!
Echaste un velo de sombra
sobre el bello mundo y vas
creyendo ver, porque mides
la sombra con un compás.
Mientras la abeja fabrica,
melifica,
con jugo de campo y sol,
yo voy echando verdades
que nada son, vanidades
al fondo de mi crisol.
De la mar al percepto,
del percepto al concepto,
del concepto a la idea
—¡oh, la linda tarea!—,
de la idea a la mar,
¡Y otra vez a empezar!

EN EL CAMINO

La cosa no es ser uno original, ni plantearse la relevancia de lo que se escribe, el secreto quizás sea mucho más simple d elo que uno imagina, quizás sólo sea cuestión de darle impulso a los pasos, seguir la dirección del viento y cuando se esté cansado tumbarse a la sombra de un Olmo y escribir que ese día hemos caminado.
Antonio Machado representa en mí, ese caminar constante, ese encuentro repentino con un cesto de raras frutas en el mercado, el saludo amable que se le extiende al hermano campesino, todos los mundos sutiles y efímeros de la contemplación de lo cotidiano. Machado desdobla el mundo en su mirada, y sus letras son un fidedigno epitafio de un mundo en armonía, armonía que no deja de tener conflicto, injusticia, indignación, pero que sigue un pulso vital que el poeta es capaz de intuir.
Reconocer nuestro orígenes poéticos es reconocer los matices de nuestra alma, los trazos de nuestras plumas. Leer debe llevarnos en primer lugar a vivir, y en segundo lugar a escribir, a dar cuenta de lo aprendido y desaprendido en el tortuoso camino. "Caminante no hay camino, se hace camino al andar", la frase más contundente d ela poesía de Machado, inmortalizada por Serrat y Mexicanto, Machado es para la poesía española, el epítome de la poesía del pueblo, el sinonimo del buen hombre que saluda al sol con una amplia sonrisa satisfecha- Pero también se olvida al Machado que sufrió, que anduvo con su hermano, el otro Machado, Manuel, por los caminos turbios de una nacion en formación y en crisis, una religión muribunda que no hacía sino retrasar el impulso de un pueblo carcomido por el olvido. Machado propone "retornar nuestro camino hacia Dios", y ese Dios resulta ser el mismo camino. Machado con voz de poeta en tierra extraña, con voz de profeta, deja sintetizado, o ´mejor dicho, simbolizado en sus letras, el dolor y la gracia de ser hombre, gracia y dolor simultaneos, inescindibles uno del otro. Maestro Machado, esta es tu semana, que todos escuchen el llanto del poeta.

domingo, 15 de agosto de 2010

Nausicaa

Soy Ulises en la playa
atravesado por la raya de la mirada de ti
Nausica, hija del viento,
y tu boca
si toca
si choca
loca, roca
es tu boca
toca tu boca la roca que mira la loca al náufrago vencido
choca la roca en tu boca si la loca naufraga la mirada vencida,
loca la roca que toca tu boca y choca venciendo la mirada naufragada,
roca la boca loca que toca lo que choca del náufrago de Ítaca.

Nausica...
Náutica…
Flautica…
Pautica…
Ítaca se reduce al olvido…
a las barreras del olvido
las rejas del olvido
las jaulas del olvido
las canillas del olvido
las puertas del olvido
las ventanas del olvido
las cadenas del olvido
las cajas del olvido
las casas del olvido
las plazas del olvido
las ciudades del olvido
las marismas del olvido
las selvas del olvido
las tundras del olvido
las fiestas del olvido
las bodas del olvido
las tropas del olvido
las trompas del olvido
las trovas del olvido
las trotas del olvido
las trinas del olvido
las catrinas del olvido
las letrinas del olvido
las vitrinas del olvido
las cirinas del olvido
las cesinas del olvido
las asesinas del olvido
las vecinas del olvido
las encinas del olvido
las ancianas del olvido
las andinas del olvido
las antenas del olvido
las animas del olvido
Y las notas del olvido.

El olvido es una palabra prometedora, como ojos de neonato,
en momentos como este, donde caen las hojas del cacto,
y las cobijas abrazan la ausencia
de los cuerpos transeúntes que recuerdan a mi patria,
yo le hago banderas a sus presencias,
y siempre canto para sus rostros todas mi ventanas,
que son mis ojos, y los limpios con mis lágrimas
por eso estoy llorando todo el tiempo
limpio mis ventanas lacustres, espejo de los dioses en dilema,
para todos los transeúntes estelares
que nunca bajan
y que no tocan mi puerta,
ni la habitan
ni la invitan
ni la evitan
ni la incitan,
ni la esperan,
ni la quiebran,
ni la prueban,
ni la cruzan,
ni me llevan a mi Ítaca…
california inconfundible de mi melancolía….

El olvido es una palabra comprometedora, como sombras de olivo,
en momentos como este, donde la respiración cala
y los cabellos se enredan como anémonas incautas,
de las manos pilotos de agua que no palpan mi pecho,
que es la caja musical de mis recuerdos,
y le doy cuerda todas las noches con tu sexo,
que se abre como flor que muere en sus pistilos
y libera un olor de madreselva,
de madrebosque
de madrehierba
de madrebuena
de madredera
de madera
de madrigal
de manantial
de matorral
de maizal
de manera
de materia…


El olvido es una palabra contenedora, como nidos de golondrinas del fuego,
en momentos como este, donde las marismas suben a mi cuello
y me inunda el mar en versos de espuma que es lana de borregos,
que cubren mi desnudez de hombre vagabundo,
con la gracia del recuerdo de las Troyas invadidas,
donde era rey y era estratega,
y descubrí como mono la pintura,
como hormiga la arquitectura,
como pájaro la soltura,
como pez la envergadura,
como león la tesitura,
como perro la bravura,
como gato la negrura,
como araña la figura,
como elefante la ternura,
como serpiente la mesura,
como caracola la locura,
como tortuga la altura,
como cocodrilo la anura,
como lagartija la llanura,
como leopardo la anchura,
como crótalo la cura,
como gusano la ranura,
como caballo la sulfura,
como borrego la cordura,
como medusa la escultura,
como pulpo la miniatura,
como foca la criatura,
como anguila la blancura,
como venado la pastura,
como camaleón la compostura,
como cucaracha la natura,
como cerdo la finura,
como vaca la flacura,
como rata la basura,
como ameba la espesura,
y como hombre la cultura.

El olvido de mi Ítaca, boca,
Que es roca, que trastoca y trastueca
Como una tuerca que se ultratélura,
Mueca seca que se mece en la mécedula
De médula, de célula de cédula y es trémula
Cual férula tarántula que se oculta en la roca,
Y choca mi boca con tu boca, que provoca
El roce del goce en el gozne del no sé bose,
Tu boca loca de hastío y frío,
Choca en el vacío del mío impío, guío
Mi río y no fío del rocío agrio de tu boca, Nausica.

Nausica de las galaxias que se extienden en el espacio
Y cortan las alas de las luciérnagas, ebrias de su luz,
que engañan a la luna en tus faldas de estrellas,
donde cosiste todas las constelaciones.
Enfermo estoy Nausica, enfermo y perdido,
y no me salvan todas tus lamentaciones,
y no me salva tu boca roca,
Que mira atónita el árbol que tiene dedos de hojas,
Nausica, yo no sabía que la luz era tan bella,
La tengo grabada en los párpados, y me embriaga del matiz
Y de sus formas, del color y de sus líneas,
Absorto en todas las perspectivas, Nausica,
Eres un punto difuso que corta las plumas gastadas del éter,
Punto de todas las caricias atómicas,
Miradas de protones fluorescentes,
Que se desdoblan en luz a la fragilidad de tu roce,
La luz es la orgía de la oscuridad de tus cabellos Nausica,
Porque en el negro de tus ojos, las formas se confunden,
Se penetran los colores, tienen coito los sonidos,
La materia informe jadea, hace ruido.

Nausicaa tú segundo nombre es el olvido,
Nausica te has tragado todas mis Itacas,
Alcínoo, tu padre, me ha dado la caja de los vientos,
Vientos que remontaran las olas,
Solas olas todas,
Todas las olas mueren solas,
Ahítas de furia del mar,
Se arrojan a la playa
El único tacto que conocen,
Del que no quieren alejarse
Y se aferran con su espuma.
Nausica arrástrame fuera del mar,
Donde la arena no sea la dermis de mi maldición,
Canción de dios colérico, juego de dios niño
De dios histérico,
De dios telúrico,
De dios homérico,
De dios mesiánico,
De dios maniático,
De dios anémico,
De dios ascético,
De dios escéptico,
De dios sádico,
De dios antagónico,
De dios satírico,
De dios poético…
Incontenible como todos los dioses
Es tu mirada Nausica.
En mi garganta,
Ahora que te vas de viaje,
Como viento que eres, hija de viento
Sólo queda una voz,
Ítaca… Ítaca…Ítaca.



Gerardo Cielorraso

miércoles, 11 de agosto de 2010

Coplas A Una Hija Del Viento

Coplas

I
Quiero extenderte esta mano
[de mi corazón a tu ausencia]
Para salvarte la vida.

II
Después que entraste en mí,
Tuvo que mudarse mi tristeza.

III
El frío del silencio
Es la ausencia de tus ojos.

IV
No estoy nunca donde me faltas,
Y llego tarde a donde te encuentro.

V
La luz antes que al miedo,
Había parido a la belleza.

VI
El impulso de tu vida es la muerte,
La vida es el impulso de mi muerte.

VII
Te voy a construir un par de alas,
De esas que no se derriten bajo el sol.


VIII
Si quieres irte es porque presientes
Que el mundo es más pequeño que tus pasos.

IX
Pero nuestros besos construyen la máxima de las distancias,
El deseo.

X
Ahogándome en tu sexo,
soy un dios que quema su templo.

XI
Sólo puedo ser luz
Mientras tú seas la oscuridad.

XII
Las gotas de lluvia ensayan tu tacto,
Las tormentas lejanas, tu presencia.

XIII
Me dices que amar no es fácil,
Yo siempre he sabido, que es simple.

XIV
Siempre que dices adiós, te quedas,
Siempre que digo quédate, me despido.

XV
No me despido porque nunca te vas,
Aunque dejes el espacio entre nosotros.

XVI
En la noche establezco
vínculos de inmortalidad con el silencio.

XVII
Estás ahi porque te miro,
y yo estoy aquí porque me miras.

lunes, 9 de agosto de 2010

La Orgía de las Estatuas

La Orgía de las Estatuas

Las miradas inmóviles se palpan,
Quién sabe hace cuantos siglos que se atrapan.

Las sonrisas pétreas se llaman,
Jamás sintió la dureza tanta suavidad.

Los apéndices adheridos a la banca,
Las piernas estáticamente inquietas,
Las estatuas que se miran
De un lado a otro del balcón.

Entonces inician su orgía,
Orgía perpetua y sostenida
En el transcurso sin tiempo,
Donde con una mano de mármol,
La estatua de él la acaricia en la distancia
Y la estatua de ella siente el beso
Contenido por los siglos.
Sus ojos de piedra, los de ella,
Brillan con la intensidad de todos los granitos,
Y se desprende de sus prendas cinceladas,
Esculpida pasión que los contiene,
Las estatuas se tocan en el tiempo sin tiempo.

Hay de pronto movimiento,
Y ella se siente traspasada por esos dedos de mármol,
Frente a ella la estatua de él se desborona,
Ya quiere ser arena,
Ya quiere traicionar su pedestal
Y saltar al suelo, alcanzarla.
Ella lo llama con una mirada que ha ido practicando
Desde que era un mármol virgen
En la entraña de un montaña olvidada,
Pero resuena en sus venas porosas,
El llamado de esa fricción que la pulió de blanco,
Y vuelve a sentir el cincel que la esculpía.
El cincel es la mirada de él,
Que siente sobre sí,
El martillo que le arrancó de la loza,
Y extiende su mano blanquísima
Y logra tocarla su intención pétrea,
Se inicia el roce sin tacto,
Donde el soplo y las gotas
Son el elemento que los besa.

Ella se palpa sus pechos de roca,
Inexplicablemente suaves,
Se besa ese hombro donde a veces se posan las aves,
Él siente palpitar uno de sus pedernales,
Que se ha vivificado con su tacto,
Él trata de alcanzar aquel esculpido rostro,
El amor de las estatuas, erótica sin tiempo,
Tacto sin contacto,
Iniciando una desesperación inconcebible,
Que él solo soporta porque es de mármol.
Ella entreabre su delicada boca,
Manda besos que el aire irá repartiendo entre los días,
Y entonces el viento que intenta desgastarlo con los siglos
Son los besos de ella,
Mandados hace ya muchos siempres.

El sexo pétreo escurre agua,
Quizás la lluvia piensa ella,
Más nunca su roca se sintió tan blanda
Tan débil y en la continuidad palpita,
No hay momentos para ellos,
Todo gesto se repite tantas veces
Que parece no suceder nunca su encuentro.
Ella siente ese tacto todo el tiempo
Hasta en los días sin viento
Donde la mirada de él es sol y la calienta,
Donde sus besos son agua y escurren
Por su cuello esculpido,
La orgía de las estatuas es perpetua.

Ellos se miran día con día,
Atrapados en la inmóvil caricia,
tan lenta, tan sutil,
que ha pasado a ser imperceptible.
Esculpidos en dos bancas contrarias
Intentan abrazarse desde siempre,
No recuerdan otro origen que no fuera ese abrazo,
La mano de él quisiera desprenderse
Y alzarse a un intento imposible;
Ella quisiera tener sonido que no fuera el de las aves
Y gritar su amor,
Quisiera ser estatua de hielo
Para derretirse en una expresión inédita de entrega;
Él quisiera ser arena
Y que el viento lo frotara en contra de ella,
De su pulida piel de mármol.

Las estatuas saben que fueron extraídas de un mismo mármol,
Saben que estuvieron en una orgía intensísima
Sólo contenida en las entrañas de la tierra,
Al probar la luz del mundo,
Dos manos de artista las separaron,
Un Dios maldito y creativo
Interrumpió su sueño,
Y les trajo la desesperación de la distancia,
Jamás les pesó tanto su inmovilidad,
Jamás se habían sentido tan distantes,
Roca que quiere lamer roca
Pero que no se esculpió una lengua para el beso,
Un beso recordado de cuando fueron un solo bloque.

Y de pronto… ellos recuerdan,
Que son seres del mismo mármol,
Y sonríen,
Y se ponen de pie
Y se tocan….


Gerardo Cielorraso

jueves, 5 de agosto de 2010

CANTO A MI MISMO (PARTE FINAL) 47-52

XLVII
Yo soy el maestro de los atletas.
Aquel de los míos que resuelle más fuerte que yo es una prueba de mi resuello.
Y honra a mi estilo, el que con mi estilo aprende a vencer al maestro.

El muchacho ideal para mí,
aquel a quien yo amo,
llegará a ser un hombre no por poderes adyacentes, sino por su propio derecho.
Será rebelde,
inconforme
y atrevido.

Amará a su novia
y comerá alegremente su ración.
El amor no recompensado y el desprecio le herirán más que el acero afilado.
Será el primero en la pelea,
en montar a caballo,
en tirar al blanco,
en dirigir un esquife,
en tocar el banjo
y en inventar una canción.
Preferirá los rostros hirsutos, llenos de cicatrices y tostados por el sol.

Enseño a huir de mí.
Pero ¿quién puede huir de mí?
A ti, quienquiera que sea, te perseguiré desde ahora,
y mis palabras te zumbarán en los oídos sin descanso, hasta que las entiendas.

No digo estas cosas por un dólar,
ni para matar el tiempo hasta que llegue el barco.
Digo tu discurso y hablo con tu lengua que, amarrada en tu boca, comienza en la mía a desatarse.
Y digo que nunca hablaré de la muerte y del amor en un sitio cerrado,
y que sólo me entregaré a aquel o a aquella que vivan conmigo al aire libre.

Si quieres entenderme, ven a las sierras y a las playas abiertas.
La mosca que se posa en tu frente es ya una explicación;
y una gota de auga
y el movimiento de las olas…… una clave.
La mandarria,
el remo
y el serrucho
secundan mis palabras.

Me explico mejor con los niños y los vagabundos
que en las aulas y en las escuelas cerradas.
Aquel mecánico joven está cerca de mi corazón y me conoce bien.
El leñador que lleva consigo el hacha y el cantarillo me lleva también todo el día con él,
el gañán que era la tierra se alegra con el sonido de mi voz
y mis palabras navegan con los que navegan:
con los pescadores
y con los marineros.

Mío es el soldado acampado
y el que suda y jadea en las marchas forzadas.
En la noche que precede a la batalla,
en esa noche solemne que puede ser la última,
los que me conocen me llaman
y mis palabras no los abandonan.

Mis labios rozan el rostro del cazador que descansa solo sobre la manta,
el cochero piensa en mí sin cuidarse de las sacudidas del coche,
las madres viejas y las madres jóvenes me comprenden,
y la esposa y la doncella detienen su aguja un momento y olvidan dónde están…..
Todos me recuerdan y repiten cuanto yo les he dicho.

XLVIII
y que el cuerpo no vale más que el alma,
y que nada, ni Dios, es más grande para uno que uno mismo.
Y aquel que camina una sola legua sin amor, camina amortajado hacia su propio funeral.
Tú y yo, sin un céntimo, podemos comprar el pico más alto de la sierra;
y el fulgor de una pupila
y un guisante en su vaina
humillan toda la sabiduría del mundo.
No hay otro oficio ni empleo que aquel que enseña al mozo a ser un héroe.
Y por blando que sea un objeto, puede ser un día el eje en que descanse la rueda del universo.
Y digo a todos los hombres y mujeres: Serenad vuestro espíritu frente a los universos infinitos.
Y digo también: No os preocupéis de Dios.
A mí, que todo me preocupa, no me preocupa dios.
No me preocupan ni Dios ni la muerte.
Yo oigo y veo a Dios en todas las cosas, pero no lo comprendo,
como no comprendo que haya nada en el mundo más admirable que yo.
¿Por qué voy a empeñarme en que Dios sea otra cosa mejor que este día?
En cada hora hay algo de dios
y en cada minuto también.
En el rostro de las mujeres
y en el rostro de los hombres está Dios,
y en mi propio rostro lo veo también cuando me miro al espejo.
Encuentro cartas de dios en la calle,
cartas firmadas con su nombre
y no las recojo porque sé que en cualquier sitio encontraré otras semejantes.
Miles y miles me saldrán al paso, puntuales, por dondequiera que camine.

XLIX
Y en cuanto a ti, Muerte,
y a tu amargo abrazo destructor…….
es inútil que pretendas asustarme.
A tu lado trabaja sin cesar, y más libero, el comadrón.
Veo su mano experta y diligente
apretando,
recibiendo,
sosteniendo…..
Yo estoy reclinado en el umbral flexible de ambas puertas y marco la entrada y la salida de la vida.

Y ¿qué es un cadáver, después de todo?
Estiércol,
buen estiércol para fecundar las tierras.
Y no me repugna,
no me repugna porque puedo oler las rosas blancas que crecen y embalsaman,
porque puedo tocar los labios de los pétalos
y los senos pulidos del melón.

Y en cuanto a la Vida…….
¿No es la vida el desperdicio de muertes infinitas?
(Yo mismo he muerto ya mil veces).

¿Qué decís vosotros? ¿Qué decís,
soles profundos,
estrellas de la noche,
hierba de las tumbas? --¡Oh cambios perpetuos y evoluciones incesantes!
Si vosotros no decís nada ¿qué he de decir yo?

Destellos del día y del crepúsculo,
destello de las turbias charcas que duermen en los bosques otoñales,
y de la luna que desciende y se hunde en la penumbra sollozante,
caed sobre los negros troncos que se pudren en el fango
y sobre las ramas secas que danzan gemebundas.

L
Todo esto está en mí.
No sé lo que es, pero sé que está en mí.
Angustiado me he retorcido por sacar de mi corazón todo cuanto poseía…….
Ahora mi cuerpo está tranquilo y quiero dormir……. dormir…… dormir.
No sé qué es esto.
Es algo que no se ha dicho nunca…..
Algo sin nombre que aún no está en el lenguaje ni en el símbolo.
Es algo que gira más que la Tierra en que yo giro
y me anuncia que la creación es el abrazo del amante que nos despierta.
Tal vez pudiera decir más.
Acaso este poema no es sino un expediente en que he abogado por todos…..
en el que he dicho, por ti y por mí,
que la muerte no existe,
que el mundo no es un caos…..
que es forma,
unidad…..
plan…… Vida Eterna…….. ¡Alegría!

LI
El pasado y el presente se marchitan.
Y los he llenado y los he vaciado a los dos
y prosigo llenando lo que me espera en el futuro.

Y ahora vosotros, los que me habéis escuchado,
levantaos. ¿Qué tenéis que decirme?
Miradme a la cara, mientras respiro por última vez bajo las sombras de la tarde.
(Hablad sinceramente, nadie os escucha y sólo dispongo de un minuto.)
¿Qué tenéis que decirme?

¿Qué me contradigo?
Sí, me contradigo. Y ¿qué?
(Yo soy inmenso……
y contengo multitudes.)

Me dirijo a los que están cerca
y espero en el umbral de la puerta.

¿Quién ha terminado su trabajo?
¿Quién ha concluido de cenar?
¿Quién me acompaña?
¿Quién viene conmigo?
O ¿vais a hablar cuando ya me hay ido y sea demasiado tarde?

LII
El gavilán manchado desciendo sobre mí para acusarme de gárrulo y vagabundo.
Yo también soy indomable e intraducible,
y sobre los tejados del mundo, suelto mi graznido salvaje.

Los últimos celajes del día se detienen para esperarme,
lanzan mi figura corporal, con las demás imágenes, hacia el mundo callado de las sombras
y me hunden suavemente en el vapor y en el crepúsculo.

Huyo como el aire.
Sacudo mi guedejas blancas con el sol fugitivo,
vierto mi carne en los remolinos
y la dejo marchar a la deriva entre la espuma de las ondas.

Me doy al barro para crecer en la hierba que amo.
Si me necesitas aún, búscame bajo las suelas de tus zapatos.

Apenas sabrás quién soy
ni qué significo.
Soy la salud de tu cuerpo
y me filtro en tu sangre y la restauro.

Si no me encuentras en seguida,
no te desanimes;
si no estoy en aquel sitio,
búscame en otro.
Te espero……..,
en algún sitio estoy esperándote.




F I N

miércoles, 4 de agosto de 2010

CANTO A MI MISMO Partes 41-46

XLI
Porque yo soy el que ayuda al enfermo que gime desplomado en el lecho,
y el que a los hombres fuertes y sanos les trae más fuerza y más salud.

(He oído cuanto se ha dicho sobre el universo,
todo cuanto se ha dicho desde hace miles de años,
y no está mal hasta ahora……. pero ¿es eso bastante?
Vengo a darme a todos
y a engrandecer a todos.
A pisarle la oferta al ganguero
y a pujar, desde el principio, más alto que ninguno en la subasta.

He tomado las medidas exactas de Jehová
y aquí en mi portafolio llevo una litografía de Cronos,
y otra de Zeus, su hijo
y otra de Hércules, su nieto;
dibujos bastante buenos
de Isis,
de Osiris,
de Baal,
de Brahma,
de Buda,
de Odín,
del terrible Mexitli,
un grabado de Alá
y una estampa de Crucificado.
Todas estas imágenes las he comprado por lo que valen,
en su justo precio,
sin dejarme engañar,
sin pagar un centavo de más.
Acepto que han vivido todos
y que en su día hicieron su labor
y cumplieron su destino.
(Engendraron mitos para pájaros implumes que ahora tienen que levantarse, volar y cantar por su cuenta.)
Acepto sus divinos esquemas elementales para completarlos y llenarlos yo mismo
y para repartirlos con largueza entre todos los hombres y mujeres que me encuentre.
Pero digo que en un constructor que construye una casa hay tanto como en ellos,
y en el que maneja el mazo y el cincel con los braazos desnudos, también.
No desdeño ninguna revelación especial
y considero que la voluta del humo
y el vello del dorso de mi mano
son tan sorprendentes como cualquier revelación.
Los bomberos manejando las mangas y trepando por las escalas de cuerda enganchadas en el balcón o en el
tejado, no valen menos que los dioses de las guerras antiguas.
(Oigo tronar sus voces entre el fracaso y el derrumbe,
veo sus brazos musculosos pasar milagrosamente sobre las vigas encendidas
y surgir invulnerables sus cabezas por la lengua roja de las llamas.)
La esposa del mecánico, con el hijo al pecho, me parece que da de mamar a todos los niños de la tierra;
esas tres guadañas que silban en fila, segando la cosecha, las mueven tres arcángeles fornidos vestidos de
labriegos;
y aquel caballerizo monstruoso, de colmillos salientes y pelambrera roja, que vende cuanto tiene, su casa y
sus caballos, para pagarle un defensor a su hermano acusado de estafa, y con el cual se sienta en el ban-
quillo,
es un redentor que redime pecados de ayer y de mañana.

En la gran siembra, los granos cayeron en mi campo, pero no cayeron en todos los campos de la Tierra.
El escarabajo y el buey no han sido adorados aún como se merecen;
y el lodo y el estiércol son más admirables de lo que se pensaba.
Lo sobrenatural no existe.
Llegará un día en que yo haga prodigios.
Ahora mismo, soy yo un creador.
Miradme aquí, erguido, en la entraña profunda de la sombra.

XLII
Grito en medio de la muchedumbre,
y grito con la voz rotunda, arrolladora y terminante.
Oíd, hijos míos,
hombres, mujeres, adolescentes,
familiares y amigos…… oíd:

La canción va a llegar a su clímax,
ha pasado el preludio de las flautas
y de los acordes sencillos tocados con ágiles dedos…..
Siento ya el retumbo precipitado del final,
gira mi cabeza,
la música trepida (no es música de órgano),
y hay gentes a mi alrededor que no son mis parientes.
Oíd todos:
Simpre la tierra dura,
siempre los que comen y los que beben,
siempre el sol que asciende y el sol que declina,
siempre el aire
y las mareas incesantes,
siempre yo y mi vecino amables, perversos….. humanos,
siempre la vieja pregunta inexplicable,
siempre la espina en el dedo
y siempre los gritos de la congoja y del hambre.
Siempre el azuzante ¡hala, hala! hasta que descubrimos el taimado que se esconde y le hacemos salir,
siempre el amor
y siempre el líquido sollozante de la vida……
siempre el pañuelo sujetando la mandíbula del difunto
y siempre el túmulo de la muerte.

Por todas partes, ojos que buscan monedas en el suelo,
cerebros que se estrujan para alimentar la voracidad del vientre;
por todas partes, revendedores, hombres que toman boletos, que los compran y que los venden, y que ni una
sola vez van a la fiesta;
por todas partes gentes que sudan,
gentes que aran,
gentes que trillan;
por todas partes la burla de una paga ruin…..
y los ricos perezosos que reclaman el tgrigo sin cesar.

Esta es la ciudad.
Y yo soy un ciudadano de la ciudad.
Y lo que interesa a los ciudadanos de la ciudad me interesa a mí:
la política,
la guerra,
el periódico,
el mercado,
las escuelas,
el alcalde y los consejos,
los bancos,
las tarifas,
las fábricas,
los vapores,
los bienes raíces
y los bienes mostrencos.

Ya sé quiénes son ésos:
Esos pequeños maniquíes que se mueven a mi alrededor vestidos de cuello y de levita, ya sé quiénes son.
No son pulgas ni gusanos.
Son réplicas mías.
El más débil y el más superficial es tan inmortal como yo.
Lo que yo hago y lo que yo digo es cosa suya también,
porque el mismo pensamiento que forcejea en mí forcejea en ellos.

Conozco muy bien mi propio egotismo,
conozco mis inclinaciones omnívoras
--no puedo escribir ni un verso menos—
y te buscaré a ti, quienquiera que sea,
que vas en la misma corriente que yo.

Esta canción no es rutinaria.
Está hecha para preguntar ásperamente,
para saltar hacia delante
y traerlo todo más cerca:
aquí está el libro impreso y encuadernado….. pero ¿dónde están el impresor y el aprendiz?
Aquí hay unas fotografías muy bien tomadas….. pero ¿y tu mujer y tu amigo están apretados y seguros en
tus brazos?
Aquí está el barco gris, con clavos enormes de hierro, y los cañones poderosos en las torrecillas blindadas...
pero ¿y el arrojo del capitán y de los maquinistas?
Aquí está la casa con el ajuar, la comida y el mobiliario….. pero
¿y el dueño y los invitados? ¿Dónde está la luz de sus miradas?
El cielo está allá arriba……. pero ¿está aquí, en la casa que sigue y en la casa de enfrente?
Los santos y los sabios están en la historia……. pero ¿y tú?
¿Dónde estás tú?
Sermones, credos, teologías….. pero ¿y el cerebro insondable del hombre?
Y ¿qué es la razón?
¿Qué es el amor?
¿Qué es la vida?

XLIII
Yo no os desprecio, sacerdotes de todos los tiempos y de todas las castas.
Mi fe es la más grande y la más insignificante de todas las fes,
abarca el culto antiguo y el moderno
y todos los cultos comprendidos entre lo antiguo y lo moderno.
Creo que volveré a la tierra dentro de cinco mil años.
He oído la respuesta de los oráculos,
he honrado a los dioses
y he saludado al sol;
he tallado un fetiche en la primera roca del mundo
y en el tronco más antiguo de los bosques;
he hecho conjuros con varitas en el círculo de Obis,
he ayudado al lama y al brahmín a despabilar las lámparas de los templos,
he danzado por las calles detrás de una procesión fálica.
y he vivido exaltado y ascético en el bosque de los gimnosofistas;
he bebido hidromiel en el cuenco de una calavera;
me he arrodillado con los shastas y con los vedas y he obedecido el Korán;
he caminado por las teocalis manchados con la sangre de los cuchillos y de las piedras sagradas de los sa-
crificios
y he batido los tambores de piel de serpiente;
he acatado el Evangelio,
he adorado a Aquel que fue crucificado
y he reconocido su divinidad;
me he arrodillado en la misa católica,
he levantado mis plegarias con los puritanos
y he oído todos los sermones del mundo sentado pacientemente en un banco;
he delirado y babeado en un ataque de locura y he esperado como muerto hasta que mi espíritu me ha des-
pertado de nuevo;
he preguntado a los caminos y a los campos y más allá de los caminos y los campos
y he pertenecido a los que giran en el círculo de los círculos…..

He oficiado con todos estos grupos centrífugos y centrípetos y ahora me vuelvo y hablo como el hombre
que se despoja de estorbos al comenzar un viaje.

Os conozco a todos:
a los abatidos,
a los repudiados,
a los devorados por la duda,
a los sombríos,
a los melancólicos,
a los duros de corazón,
a los coléricos,
a los fanáticos,
a los ateos…..
conozco los mares en borrasca
de la angustia,
de la duda,
de la desesperación,
de la incredulidad……
¡Cómo chapotean las aletas heridas!
¡Cómo se retuercen rápidas como el rayo
en espasmos y chorros de sangre!

Serenaos, sangrientas aletas de los incrédulos y de los pobres de espíritu.
Yo estoy con vosotros también,
también yo llevo clavado mi arpón.
El pasado nos empuja a todos,
a ti, a mí…… a todos, de la misma manera.
Y lo que aún nos espera sin probar detrás de la puerta, es para ti, para mí…… para todos también.
Para todos sin excepción.

Yo no sé lo que aún no hemos sufrido y lo que aún nos aguarda más allá,
pero sé que llegará de una manera inexorable.
Nos tendrá en cuenta a todos:
a los que pasan corriendo
a los que se quedan sentados.
No se olvidará de ninguno.

Ni del joven que murió y yace ahora enterrado
ni de la doncella que murió también y fue enterrada con él;
ni del niño que se asomó un instante a la puerta, se fue luego y no lo vimos más,
ni del viejo que vivió sin objeto, amargado como la hiel;
ni del tuberculoso de la buhardilla que acabó devorado por el ron y la turbulencia,
ni de los ajusticiados,
ni de los ahogados en el mar,
ni del degenerado monstruoso a quien llamaron el estiércol de la sociedad,
ni del saco que flota con la boca abierta pidiendo que lo llenen de comida…….
de ninguna cosa de la Tierra,
de ninguna cosa que haya quedado en la tumba más antigua de la Tierra, se olvidará;
ni de las miríadas de astros
ni de las miríadas de seres que los habitan,
ni del presente,
ni de la brizna más insignificante que se conozca.

Ya es tiempo de que me explique.
Levantémonos,
arriba,
de pie todos………

XLIV
Desnudo y desgarro todo lo conocido
y a todos los hombres y mujeres los empujo conmigo hacia lo desconocido.
El reloj marca los minutos……
pero ¿y la eternidad?
¿Qué marca la eternidad?

Hemos gastado ya trillones de inviernos y de veranos
y delante de nosotros hay otros trillones
y otros más adelante de aquéllos.

Los nacimientos nos han traído riqueza y variedad
y nuevos nacimientos traerán más riqueza y variedad.
Yo no digo que éste es más grande
y que aquél es más pequeño.
El que llena su período
y ocupa su lugar
es tan grande como cualquiera.
¿Han sido los hombres envidiosos y criminales contigo?
Pues lo siento mucho,
conmigo han sido siempre bondadosos.
Y yo no soy un registrador de lamentos.
(¿Qué tengo que ver con los lamentos?
Yo soy una infinidad de cosas ya cumplidas
y una inmensidad de cosas por cumplir.

Con mis pies huello los picos de las estrellas,
cada paso mío es una ristra de edades
y entre cada paso voy dejando manojos de milenios……
Todo cuanto hay debajo de mí lo han andado mis pies
y aún asciendo….. y asciendo…..
En cada zancada hacia la luz, detrás de mí se inclinan los fantasmas.

Allá lejos veo la inmensidad de la nada primera……
Allí estuve yo,
allí estuve yo esperando desde siempre y sin que nadie me viera,
dormido en la niebla letárgica,
aguardando paciente mi turno sin que me asfixiase la fetidez del carbón.
Allí estuve yo acurrucado,
apelotonado siglos y siglos……

Inmensa ha sido la preparación de mi ser
y fieles y amigos fueron los brazos que me ayudaron.

Ciclos y ciclos transportaron mi cuna remando sin cesar como barqueros alegres,
las estrellas me apartaron un sitio en sus órbitas mismas
y enviaron su luz par cuidar de lo que había de sustentarme.

Antes de que mi madre me pariese,
generaciones me condujeron.
Mi embrión nunca ha estado dormido ni enterrado.
Por él la nebulosa se cuajó en una estrella,
y par que en ellos descansase
se apiñaron los enormes y lentos estratos geológicos.

Árboles inmensos le dieron su sustento
y saurios monstruosos lo transportaron en sus fauces y lo depositaron con cuidado.
Todas las fuerzas del universo
han trabajado sin descanso y obedientes para completarme y deleitarme…..
Y ahora estoy aquí, ¡miradme!
en este sitio,
con mi alma robusta y vigorosa.

XLV
¡Oh juventud elástica y activa!
¡Oh, virilidad equilibrada, florecida y plenaria!

Cuanto amo me persigue,
mis amigos me sofocan,
se amontonan sobre mis labios,
se aplelotonan en los poros de mi piel,
me estrujan en las calles,
en los vestíbulos,
me visitan desnudos por la noche……
¡Hola! Me gritan por el día desde las rocas de los ríos;
se ciernen y pían sobre mi cabeza,
me llaman por mi nombre desde los huertos,
desde las viñas,
desde la maraña de los arbustos;
encienden todos los momentos de mi vida,
acarician mi cuerpo con dedos y labios balsámicos,
se sacan en silencio el corazón a puñados para ofrecérmelo generosos……..

¡Y tú, senectud que llegas magnífica!
¡Bienvenida seas, gracia inefable de los días agonizantes!
Las edades proclaman lo que son y lo que crece después y fuera de ellas,
y el silencio de la muerte proclama tanto como ellas.

Abro mi escotillón en la noche y veo constelaciones sembradas en el infinito.
Y todo cuanto veo se multiplica y se pierde más allá,
se liga con sistemas invisibles,
se extiende y se expande más allá…..
siempre más allá y más allá……

Mi sol tiene su sol y alrededor de él gira sin descanso;
va con sus camaradas de un sistema superior
y otros mayores siguen
y otros mayores y mayores……..

Todo gira, nada se para ni puede pararse.

Si yo, tú, todos los mundos, todo cuanto existe debajo y fuera de esos mundos, se tornase de pronto en una
pálida neblina, nada importaría en el tiempo……
Seguramente volveríamos a estar donde ahora,
seguiríamos caminando adonde vamos
y después……. más allá y más allá.

Más allá de mis ojos está el espacio sin límites
y más allá de mis números está el tiempo sin ritmo: Dios.
Con el tengo hecha una cita que se cumplirá.
Dios está allí esperando….. esperándome hasta que llegue perfectamente vestido.
El Gran Camarada,
El Amante verdadero que yo busco
esta allí…… ¡esperándome!

XLVI
Lo mejor del tiempo y del espacio es mío,
del tiempo y del espacio que nunca se han medido,
del tiempo y del espacio que nadie medirá.

Marcho por un camino perpetuo. (Escuchadme todos).
Mis señas son un capote de lluvia,
zapatos recios y un báculo que he cortado en el bosque.
Ningún amigo mío se sentará en mi silla.
Yo no tengo silla, ni iglesia, ni filosofía;
yo no conduzco a los hombres
ni al casino
ni a la biblioteca
ni a la Bolsa……

Los llevo hacia aquellas cumbres altas.
Mi mano izquierda te tomará por la cintura,
con la derecha te mostraré paisajes del continente y del camino abierto.
Nadie, ni yo, ni nadie, puede andar este camino por ti,
tú mismo has de recorrerlo.
No está lejos, está a tu alcance.
Tal vez estás en él sin saberlo, desde que naciste,
acaso lo encuentres de improviso en la tierra o en el mar.

Echate el hato al hombro,
yo cargaré con el mío…… Vámonos.
Ciudades magníficas y naciones libres hallaremos en nuestra ruta.

Si te cansas, dame tu carga y apóyate en mi hombro.
Más tarde harás tú lo mismo por mí……
Porque una vez que partamos, ya no podremos detenernos.
Hoy, antes del alba, subí a la colina, miré los cielos apretados de luminarias
y le dije a mi espíritu: Cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría de todas las cosas
que contienen, ¿estaremos ya tranquilos y satisfechos?
Y mi espíritu dijo:
No, ganaremos esas alturas sólo para continuar adelante.

Tú también me haces preguntas y yo te escucho.
Y te digo que no tengo respuesta,
que la respuesta has de encontrarla tú solo.
Siéntate un momento, hijo mío.
Aquí tienes pan, como,
y leche, bebe.
Pero después que hayas dormido y renovado tus vestidos, te besaré, te diré adiós y te abriré la puerta para
que salgas de nuevo.

Largo tiempo has soñado sueños despreciables.
Ven, que te limpie los ojos…..
y acostúmbrate ya al resplandor de la luz.
Largo tiempo has chapoteado a la orilla, agarrado a un madero.
Ahora tienes que ser un nadador intrépido.
Aventúrate en alta mar, flota,
mírame confiado
y arremete contra la ola.

martes, 3 de agosto de 2010

CANTO A MI MISMO Partes 35-40

XXXV
Ahora os describiré una batalla naval de tiempos lejanos.
Os diré quién fue el vencedor bajo la luz impasible de la luna.
No es una fábula.
Mi bisabuelo materno, el marino, me la refirió muchas veces.

Nuestro enemigo no se dormía en su fragata (me decía).
Era un enemigo de coraje.
Ingleses duros y aguerridos como no he visto nunca ni pienso ver jamás.
Al caer la tarde comenzaron a batirnos.

Los abordamos.
Se enredaban las jarcias
y se tocaban casi las bocas de los cañones.

El capitán trincaba firme, con sus propias manos, como cualquier marinero.
Algunos disparos nos barrenaron bajo la línea de flotación.
Dos grandes cañones de nuestra batería de cubierta estallaron al romper el fuego,
y hechos pedazos volaron sobre nuestra cabeza los que estaban al lado.
Luchamos durante el crepúsculo
y luego en la sombra cerrada.
A las diez, surgió llena la luna.
Su luz nos advirtió que las vías de agua crecían y que se inundaba el barco.
El contramaestre libertó a los prisioneros de las bodegas para que se salvasen como pudieran.
Subieron a la cubierta.
Los centinelas daban el alto a los que se acercaban al polvorín
y viendo tantas caras extrañas no sabían de quién fiarse.
Comenzó a arder nuestra fragata y el enemigo nos gritó: ¡Rendíos ya! ¡Arriad la bandera!
Yo reventé de risa cuando nuestro capitancito respondió: ¡No arriamos nada! ¡Ahora comenzamos noso-
tros!
Sólo nos quedaban tres cañones.
El propio capitán disparó uno y le desmochó el palo mayor al enemigo.
Los otros dos, cargados de metralla, derribaron la mosquetería y arrasaron la cubierta.
En las cofas y en las de gavia, sobre todo, reforzaban el ataque de nuestra pequeña batería;
sostuvieron el fuego sin un momento de tregua.

Las bombas de agua eran impotentes ya ante las brechas enormes que nos inundaban
y el incendio avanzaba hacia los polvorines;
un cañonazo reventó una bomba y todos creímos hundirnos.
El capitán no se inmutó,
su voz no se oyó ni más baja ni más alta, pero sus ojos nos alumbraron más las linternas del combate.
Cerca de las doce, y bajo la luz de la luna, se rindió el enemigo.

XXXVI
Avanzaba callada la noche y, sobre el pecho de la sombra, salían enormes y espectrales los dos bultos de
los cascos.
Estábamos acribillados, nos seguíamos hundiendo,
y decidimos transbordar a la fragata conquistada.
El capitán, en el alcázar, daba sus órdenes sereno, con el rostro blanco como una mortaja.
A sus pies yacían inertes el mocito que le asistía en la cabina.
y el viejo marino de las crenchas blancas y largas, con bigotes cuidadosamente rizados.
Las llamas se adueñaban del barco,
lamíaya todos los rincones
y las ásperas voces de algunos oficiales pedían todavía la consigna……
En la arboladura y en los mástiles,
entre los cordajes rotos
y los aparejos oscilantes
se vislumbraban trozos de carne humana y miembros desgarrados….
Junto al suave chocleteo de las olas se oía la voz del cirujano,
el ris-ras del bisturí,
el rechinar de la sierra,
el estertor sibilante del moribundo,
el cloqueo y el borboteo de la sangre,
gritos agudos y salvajes,
largos lamentos…… lo irremediable.

Los cañones descansaban impasibles y mudos
y sobre los efluvios de los juncos y de las flores de la costa cercana, que la brisa traía como una fúnebre co-
rona y como un lamento a los supervivientes, se levantaba el fuerte olor de la pólvora y de la carne cha-
muscada.

Arriba, en el cielo remoto, brillaban algunas estrellas silenciosas y funerarias.

XXVII
¡Eh, remolones, en guardia! ¡Alerta!
La gente amontonada va a derribar las puertas. ¡Estoy loco!
Encarno todas las tragedias:
la del forajido,
la del poseso,
la del convicto,
la del leproso,
la del mendigo……
Me veo encarcelado
y agobiado por una pena negra sin fin.

Los guardianes de la prisión se echan al hombro los fusiles y me vigilan,
me dejan suelto en la mañana y por la noche me vuelven a la celda.
Ningún rebelde va esposado a la cárcel si yo no marcho a su lado, esposado con él.
(El que va callado, sudoroso y con los labios crispados, soy yo).
Ningún ratero se sienta solo en el banquillo y es acusado por hurto;
yo me siento a su lado y soy juzgado y sentenciado con él.
Junto al enfermo del cólera agonizo yo también.
Mi rostro es de ceniza,
truenan mis nervios
y todos huyen de mi lecho.

Y ese mendigo soy yo. ¡Miradme!
Alargo el sombrero y pido vergonzosamente una limosna.


XXXVIII
¡Basta ya….. basta, basta!
¿Por qué me golpeáis?
Estoy aturdido….. Dejadme,
dejad que me rchaga,
que vuelva de mi sopor,
de mi delirio, de mi agonía…….
Esto es un error.

¡Si pudiese olvidar las burlas y los insultos!
¡Si pudiese olvidar las lágrimas
y los golpes de las clavas y de los mazos!
¡Si pudiera ver con ojos extraños mi propia crucifixión y mi corona de espinas!
Ya recuerdo.
Ahora coordino la escena perdida.
La tumba de roca multiplica lo que se le ha confiado,
todas las tumbas multiplican lo suyo.
Los muertos se levantan,
las heridas se curan,
mis ataduras ceden y caen.
Camino en tropel, rehenchido de poderes supremos,
y vuelvo a la vieja procesión interminable.
Vamos por las planicies y las costas,
cruzando todas las fronteras.
Nuestros decretos siguen veloces su camino por toda la Tierra
y las flores que adornan nuestros sombreros son el esfuerzo de miles de años.

¡Discípulos! ¡Yo os saludo! ¡Adelante!
Preguntad…… seguid preguntando
y anotad…… seguid anotando

XXXIX
¿Quién es ése?
¿Quién es ese salvaje bizarro y amoroso?
¿Está esperando la civilización o la ha superado ya y la domina?
¿Es un hombre del suroeste, criado en las montañas?
¿Es del Canadá?
¿De la región del Mississipí?
¿De Iowa?
¿De Oregón?
¿De California?……..

¿Nació en la meseta,
en el valle,
en el bosque?
¿Es un marino que viene del mar?

Las mujeres y los hombres lo acogen y lo buscan.
Quieren que los ame,
que los toque,
que les hable,
que viva con ellos…..
Se mueve sin ley, igual que los copos de la nieve,
sus palabras son simples como la hierba,
lleva la cabellera sin peinar
y es ingenuo y alegre.
Camina despacio,
sus rasgos son corrientes como sus ademanes
y sus efluvios también.

Pero salen en formas nuevas de las puntas de sus dedos,
irrumpen en el aire con el olor de su cuerpo,
con su aliento…….
y se escapan por las ventanas de sus ojos.

XL
Sol arrogante y fanfarrón…… yo no necesito de tu fuego….. acaba ya de girar.
Sólo iluminas superficies;
yo ilumino superficies y profundidades.

Y tú, Tierra…… ¿qué buscas entre mis manos?
Vieja vanidosa y presumida….. ¿qué quieres de mí?
Hombres y mujeres,
quisiera decir cuánto os amo, pero no puedo;
quisiera decir lo que se esconde en mí
y lo que hay en vosotros, pero no puedo;
quisiera mostraros mi angustia
y el pulso de mi corazón en el día y en la noche.

Mirad, yo no doy conferencias
ni pequeñas limosnas.
Cuando doy, me doy entero yo mismo.

¿Qué haces ahí, impotente, doblado sobre las rodillas?
Abre tus quijadas y deja que te llene de energía,
extiende las manos y descorre tu bolsa.
Yo no vengo a que me nieguen, sino a dominar.
Mi granero está henchido
y todo lo que tengo es para ti.

No sé quién eres ni qué haces,
no te lo pregunto
ni me importa saberlo.
Tú no puedes ser más que lo que yo te doy
ni hacer otra cosa que lo que yo te enseñe.

Me doblo ante el forzado
y ante el que limpia las letrinas,
y pongo en sus mejillas el beso familiar.
Os juro por mi alma que nunca os negaré.

Yo lanzo la semilla de las repúblicas augustas
y a las mujeres sanas y fecundas las siembro de vástagos ágiles y fuertes.
¿Quién me llama?…….. Alguien agoniza
Voy, corro, llego…….
levanto el picaporte, abro la puerta……. entro,
tiro hacia los pies las ropas de la cama
y les digo al médico y al cura: ¡Fuera de aquí!

Cojo entre mis manos al moribundo
y lo levanto con mi voluntad irresistible.
Aquí está mi cuello, no desesperes.
Por Dios te juro que no morirás;
cuélgate de mí,
cuelga todo tu cuerpo de mí.
Yo te infundo mi aliento terrible,
yo te sostengo
y te saco a flote como a un náufrago,
no te ahogarás.
Toda esta habitación la lleno yo de una fuerza poderosa,
de un ejército invencible,
de elementos que me aman,
de genios destructores de sepulcros…..
¡Duerme!
Ellos y yo
te velaremos hasta el alba.
La enfermedad y el miedo no osarán poner un dedo sobre ti.
Te he abrazado y te he hecho mío……..
Cuando mañana despiertes, verás que todo cuanto he dicho es verdad.