miércoles, 25 de febrero de 2009

A Philosophy Joke...


In This River Ain't No Coming Back

Llevo 2 meses sin poder dormir antes de as 3 de la mañana...
I.- Aqui frente al monitor, porque después de las 12 de la noche las letras en cualquier libro bailan, a veces sólo abro una hoja de Word y veo como el cursor tintena, luego lanzó frases cortas, absurdas que se me ocurren, y quisiera que la maldita hoja me respondiese, pero hace la función para la que fue programada... palpitar...
II.- Entonces me doy cuenta que mis penas palpitan con esa barra de texto, lentamente, repetivamente y a veces súbitamente estando en un lugar me doy cuenta que estoy vivo, como despertando de un sueño profundo para entrar a otro, y entonces siento la vida correr lentamente...
III.- Los recuerdos de mi pasado no son exactamente mío, son confusos, se diluyen como reflejos en el agua, y hasta qué punto son míos, ¿mi primera palabra? ¿mi primer beso? ¿mi primera vez? ¿la última vez que dormí a las 8 de la noche? Porqué tanta obsesión con los recuerdos, eso no me hace, podría tropezar interminablemente con la misma piedra, y a veces esa piedra tiene senos y promesas de mujer...
IV.- Entonces vivo con el día, el río seguramente no recuerda la cascada donde nacío, avanza obsesivamente zigzaguendo hasta fundirse con el mar, ese mar que será mi muerte, donde podré reconciliarme con el todo y no ser más esta enmancipación solitaria que soy yo...
V.- Y me dio cuenta que no existo porque otras personas parecen nunca notarme, parece que pudiera disolverme en cualquier instante, y trato de aferrarme a las personas que notarían mi invisibilidad... ¿Coral? ¿Mis padres? ¿Daniel? ¿Esmeralda? ¿Andrea? ¿Pablo? Quizás sólo existo en las comuniones que tengo con ellos, los ratos cuando nadie me observa siento que me diluyo, de nuevo como el río fluyendo hacia el mar que será mi muerte...
VI.- No puedo dormir porque me atormente el hecho de mi mar interno, de mi muerte que siempre está susurrandome las formas en qué podría no existir al segundo siguiente... ¿y si cayera un helicóptero sobre mi techo? ¿y si me ahogara durante el sueño? Probablemente despertaría de nuevo, como siempre en medio de algo y observaría a los demás con incredulidad...
VII.- No tengo pasado y no puedo proyectarme en el futuro, ¿a dónde voy? Lo único que siento seguro es mi marcha hacia la muerte... y a veces siento ganas desesperadas de hacer algo para sobreponerme a ese fin... escribir un libro, inventar algo, componer algo, algo que me precerbe más allá de mi comunión con el mar, pero luego me doy cuenta de la futilidad de mi marcha y que sigo fluyendo interminablemente...
VIII.- Las luces explotan y las paredes se hacen más gruesas, siento mis días transcurrir sin venas, donde no me doy cuenta que estoy vivo, hasta que ella me besa y tomo su mano, y quisiera estar junto a ella siempre... que juntos fluyéramos hacia ese mar inmenso que es mi único horizonte...
IX.- A veces necesito de otro cuerpo porque el mío no me basta, y necesito sentirme vivo dentro de alguien más, y antes de lo actual ese alguien variaba siempre, y por eso estoy tan pérdido, por haber vivido en tantos cuerpos y no encontrar ahora el mío... lentamente voy recuperando fragmentos de mí, de mi pasado, pero son confusos y no estoy seguro que sean míos, pero he dejado de sentir mi río fluir hacia la muerte...
X.- Siento unas ganas incontenibles de irme, de dejarme fluir por este río que llamo vida, contemplar una amanecer en las Malvinas, y pasar una navidad en Islandia, hablar un idioma que no es el mío, y ver a gente tan distinta a mi para sentirme un auténtico extranjero, un exiliado, porqué los ríos no tienen hogar, fluyen con la esperanza de no estancarse.... hay inmigrantes que se alegran de partir...
XI.- Últimamente me vuelvo estero, no tan cerca del mar, más bien un pantano, y fluyo lentamente parezco no moverme y quiero cerrar mis ojos en el fuego... quemarme en un momento... y busco esos lagos temporales que no fluyen, que espero sean lo que vea cuando por fin me encuentre con el mar, y que mi estero eterno sean esos momentos, donde te pondré a ti Coral...
XII.- De nuevo me llegan recuerdos de las personas, en las que fluyo, de las que existo, y no soy más que proyección de sus conciencias... temo a la cotidianidad por eso no las frecuento, pero me gustaría abrazarlos a todos... antes de irme... y al escribir esto me doy cuenta que me siento terriblemente sólo...
XIII.- Meses sin dormir antes de las 3 de la mañana y el sueño no regresa...

La Soledad De Las Vocales...

Para Andrea...

<<< ¿Por qué tiene qué haber siempre una razón para todo?>>>
Y preguntas y metes el porqué dentro de mi cabeza, como si no me faltasen porqués, esos me sobran, los vendo, y en las últimas noches los regalo. Sencillamente algo me pasó cuando nací, será esa vez que volé 3 metros en el aire y me estampe contra la pared del descancillo de la escalera y tuve un tremendo chichón, o la vez que estuve clínicamente muerto por 5 minutos y quizás la falta de oxígeno confundío mis rutas sinápticas, ¿quien sabe? Sólo se que desde niño le encuentro figurillas al pavimento y me pregunto cosas sobre ellas, entendiendo su accidentado lenguaje, confuso y repetitivo como el mio; y desde pequeño tendí más a mirar documentales que caricaturas, esas las veo ahora de grande, cuando la realidad me fastidia y no estoy listo para nada... absolutamente para nada. Por eso nunca dejo de sorprenderme, pasan 18 años y nunca dejo de sorprender, cualquier dolor lastima mi carne, mi esqueleto. Me encuentro inmerso en esta comunión plenaria y no sé como decirte... ¿por qué?
Una razón... no creo que sea una razón lo que busco... no, una adecuación del concepto con el objeto, muy burdo, ya hay quienes se encargan de eso, con sus diccionarios, enciclopedias y almanques; no yo creo que lo que hago es a veces desnudar lo que está frente a mi, y pese a tus frustraciones sólo has obtenido cosas buenas de esa actitud mía, y siempre preguntas ¿por qué no dejar la magia de las cosas tal y como es? Ver un pájaro herido en el suelo y soñar que puede volar cuando lo más evidente es que muera de frío. No es que devele la magia evidente, a veces sólo le quito las formas a las cosas y me quedó con lo que pueden ser, para eso hay que quitarle, si cierta magia a las cosas, pero te queda un paño desnudo, sobre el que puedes escribir cualquier tontería, y a veces, si estás de suerte descubrir verdadera magia, bajo las capas aparentes de las cosas, esas cosas que tú observas atónita, confundida, esas cosas que tienen magia para ti cómo una mariposa que aspira los relámápagos... o el triste caminar de los días insomnes... y yo... ¿cuál es mi problema?
El problema es que siempre he sido más poeta que cuentista, y busco la metáfora por debajo de las rocas, porque me impacto descubrir a los 13 años que en el mundo todo es tan sólo una metáfora de otra cosa; y no me entiendo entre tanta sopa de letras, y sí tiendo a explicarme demasiado, como ahora, que le doy vueltas a tu eterna pregunta, y eres cómo una hermana mayor deciéndome que no moleste a los insectos, tu vez sus colores bonitos, sus figurillas sobre la tierra humedecida, yo me pongo a hablar con ellos, a entenderlos, para verdaderamente descubrirlos, porque me sorprenden, como los ojos de los gatos, y nunca estoy listo para nada.
A veces parece que veo el futuro y sin embargo nunca estoy listo, nunca estuve listo y por eso no me gusta estar solo, odio estar solo, porque en el silencio aparecen los porqué que me persiguen, que siempre me guardo, para no repetirlos en silencio, bien alto. No estaba listo para amar y sin embargo he amado, y he fallado tantas veces que sigo estando indeciso ante la decepción; nunca puedo hablar con nadie y lo sabes y por eso tantas veces eres nadie y tus ojos verdes se quedan vacíos como el cielo invernal y entonces puedo hablar, ante tu soledad presente, y me desnudo pero el problema es que digo más con lo que digo sobre otros que con lo que digo de mi mismo.
Y te presto un libro y sientes que quiero hacerte más culta cuando en realidad quiero que leas esa página que dejé doblada, donde hay un párrafo explicando mis carencias, y a veces quiero que me lo devuelvas y me abraces fuertemente porqué leiste ese párrafo, donde otro supo decir mejor mis porqués... y luego pasa que me enfrento en mi poesía, en mis escritos, en todos esos versos que lanzo al aire como un ataque de pirotecnia, y quines me escuchan, nunca entienden, mis gritos desesperados, esos mensajes que intento plasmarle a mis papeles... porque tendrían que desnudarlos, poder ver los tatuajes que llevo por debajo de la piel, todas las cicatrices, moretones, chupetones, raspones, y todo por no estarme quieto, por no entender que nunca hayaré a la mujer de mis tormentas, y qué todo esto pude habertelo dicho en 3 palabras, pero no serían mías seguramente...
Entonces yo te digo ¿por qué todo tiene que tener una razón? Precisamente porque todo es confuso, porque todo duele tarde o temprano, porque siempre me gusta mirar más allá y diablos lastimarme, e intentar levantarme, y contradecirme como tanto te frustra, cómo el mar estallando en si mismo, con esa ira incontenible, porque yo desgasto todo lo que toco, como el mar, en el que siempre me hundo...

domingo, 22 de febrero de 2009

Elegía de a Bestia - Lamento Segundo: XIII

XIII

Los versos se prometen como espinas en mi piel,
Se arrancan, se dislocan, se llevan unos a otros,
Atraídos por el imán castaño de tus ojos de atardecer perdido
Y llevas en tus labios
En tu andar,
En tus altivos pasos, la premisa de una negativa no cantada,
Todo eso que alumbra y alienta a los valientes
A probar suerte en tu mirada.

Pues eres la más lejana meta que los dioses prometieron
El lugar donde va a tomar albas el cielo,
Donde el mar recarga sus lágrimas saladas,
Y todo lo que quiere volar toma alas de ti,
Aprende la luna la hipnosis de tus ojos
Y el relámpago siempre ha querido parecerse a tu sonrisa.
La furia del viento reclamando tu tacto
Donde miras nace la luz sobre la sombra,
Cada que caminas haces vibrar al mundo sobre mi espalda.

Eres el terremoto permanente que siento en tus distancias,
Distancias de mis manos a tu rostro
De mis labios a tus pechos
De mis piernas a la batalla no iniciada con las tuyas,
Eres la incitación constante de mis días soñando,
La razón de mis divagaciones,
En las que siempre abres los ojos y te vuelves mi cielo
Y cada palabra tuya es un color en mi distancia,
Una nueva forma que se diluye en mi horizonte.


Los versos se construyen con tus suspiros sin destinatario
En los garabatos aleatorios sobre tus mejillas,
Que me gusta creer escriben mi nombre,
Y estás inscrita sobre mi futuro
Tal la tormenta va penetrando el cielo,
Duermo todo el tiempo con tu tiempo sin sueño
El susurro distante de lo que nunca me dirás,
La barca que intenta alcanzar la orilla,
Tan lejana en el mar de tu evasión,
Nada entonces puede estar cerca
Y se diluyen mis luces en la oscuridad de ti,
De pensar en ti, y en tus recuerdos,
Porque ocupas todo mi tiempo, siempre impreciso
Siempre queriendo estar un segundo más lejos.

Lo versos son ideogramas de tus besos,
Simple imitación de tu caminar de cometa,
Dibujando tu estela sobre mis silencios,
Donde el único sonido es el eco de tu voz.
Y te disuelves en la nada de mi espera,
Donde a veces te espero, donde siempre faltas
Como huérfanos que buscan a su madre,
Alguna hoja caída que ha perdido el recuerdo
De la rama de donde cayó.

Los versos son recuerdos de esa rama
Que mi hoja perene tiene en la hojarasca
Me confundo en el follaje de tu pelo
Libre y desatado como oleaje de tormenta,
Y eres el sonido que aúlla en mis noches insomnes,
Todo lo que no tengo tiene tu forma,
Tus figuras siderales, inalcanzables como el horizonte.
Eres a ausencia de mi anhelo
Ese templo de carne que aún no he construido,
La nimiedad de toda cosa
Una catástrofe que se lleva en la garganta
Y sale en llanto, en forma de grito ahogado
Que se diluye en la espesura de tus noches,
De tus adioses permanentes.


Los versos son simples confesiones,
De todo lo que en ti tengo empeñado,
Cuentas claras de incautos corazones
Que uno a uno te he ido dedicando.
Atrapas la luz de mis días,
Con la voracidad delo horizonte,
Y todo rayo lleva tu firma
Todo viento tu nombre impreso,
Nada hay lejos de tu alcance
Y pareces entonces el centro de mi tierra,
El eje de mis rotaciones, la ruta de mis traslaciones.
Día a día me haces tuyo en tus huidas
Donde siempre me robas, todo eso que no tengo
Que anhelo encontrar entre tus piernas
Coronando tus pechos,
Y espero sea eso que entreabre tus labios
Dibujando mi silueta en la eternidad de tu rechazo
.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Elegía de la Bestia - Lamento Primero: De La Nimiedad De Las Cosas

VII

Hoy será una noche negra
Negra como mi alma
La luna me ha dicho que te extraña
Pero no la he escuchado
El sol me ha reclamado por mis lágrimas
Pero seguí llorando
El viento me dice que te busca
Y aún no te he encontrado
Las ventanas se abren a tu paso
Frente al patio abandonado
Las gotas caen de tus caderas
Y a mí no me han mojado
La luna me ha dicho que te espera
Y yo no la he escuchado
Mientras la estrella te maldice todo el tiempo
Yo te sigo amando.

Las paredes me hablan todo el tiempo
Yo no las he pintado
La calceta que dejaste tiene frío
Y no me has cobijado
El azul del cielo está morado
Y no lo he retocado
Las calles se han tornado remolinos
Donde me hundo hipnotizado,
El castillo me exige a su princesa
Pero no la he coronado,
Venus se enamoró de ella
Pero a mí no me ha mirado
Las paredes me hablan todo el tiempo
Yo no las he pintado
Mientras el reloj marca la hora
Te sigues retrasando.

El recuerdo me conduce al llanto
Que aún no he derramado
Las puertas denuncian tu figura
Pero no estás entrando
Los ecos me recuerdan a tu risa
Aunque sólo estoy fingiendo,
Guardo en mi alcoba tu retrato
Más no lo he mirado
El alcohol me roba tus historias
Ninguna se la he olvidado
Las lágrimas son amargas como el hielo
En mi pecho congelado
El recuerdo me conduce al llanto
Que aún no he derramado
No hay un rumbo fijo hacia una costa
Sin tu faro iluminando
.

lunes, 16 de febrero de 2009

ELGEGÍA DE LA BESTIA - LAMENTO SEGUNDO: XII

XII
Hoy vengo a confesarte que soñé contigo,
Cuando estaba ardiendo un pétalo,
Y las esferas más iluminadas perdieron sus estelares guías,

Soñé contigo cuando no se cernió el alba
Y no bañó los montes con su llanto de aurora
Ni impregno las nubes con color de eternidad.

Volando en una balsa que se balancea
Sobre los péndulos filántropos de tus sueños más íntimos
Y los mares de tus lágrimas más dulces donde soñé contigo.

Soñé contigo entre laberintos de tus sábanas
Perdido yo, un naufrago a la espera de tus barcas,
Era faro que alumbraba las orillas inhóspitas de tu sonrisa.

Soñé contigo cuando se derramo el mar sobre mi espalda
Y me hundí en la densidad de tus palabras
Para volver estatua de sal hecha a la medida de tus piernas.

Soñé contigo cuando esparcías el veneno en el viento
Penetrando todos los orificios de mi desesperanza
Para convertirte luego en llama.

Soñé con esa llama, y estaba ardiendo contigo
Éramos girones de humo desafiando el firmamento
Chispas sin causa buscando iniciar un fuego.

Soñé que eras el fuego que buscaba a su aire
Aire que se movía acariciando los rostros de las rocas
Donde me iba desgastando en lágrimas del alba.

Soñé contigo aún cuando había nacido el día
Y el sol que me sigue me esperaba tras la cortina,
Desperté vacío, sin ti a mi lado y con esta confesión.

sábado, 14 de febrero de 2009

Elegía de a Bestia - Lamento Segundo: IV

IV

Me he dedicado a decirte sólo que te amo.
Que tu piel es vainilla más dulce que los néctares del Olimpo,
Que tu cabello es más oscuro que las tormentas del invierno
Más salvaje y desatado que ríos corriendo por el Amazonas
Y caen en la quebrada del lamento hacia el mar,
Tus ojos llameantes, verdes, amalgamas de los infiernos,
Los reflejos más fieles de la tristeza de la primavera,
Que tu vientre de paloma me acaricia como olas a la orilla
Coronas mis labios con la espuma de tus besos,
Que tu boca afrodisiaca lleva la esencia de lo que mi boca anhela.

Me he dedicado a definirte cada día.
Que eres tempestad de las calmas más fugaces,
Tormenta anticipada de mis meses de cosecha,
Que eres la dulzura y la tristeza tomadas de la mano, caminando juntas.
Que eres la esencia misma que atrae las polillas a las llamas,
El fuego que Prometeo robó a los Dioses,
La sangre que derramo Cristo sobre el monte.

Me he dedicado religiosamente a adorarte.
Princesa de las mil esferas de mi cielo nocturno al mediodía,
Ama y señora de está catedral de espinas que llamo corazón,
Ritmo armónico de mi melodía asonante que baila
La sin razones de tus silencios más profundos,
Suspiro nocturno al entrecerrar los ojos y mirar al techo
Diosa anfótera de las más livianas palabras y los más pesados besos.
A lo único que nunca me he dedicado
Es a aceptar que un día me harás falta.

jueves, 12 de febrero de 2009

Elegía de la Bestia - Lamento Primero: De La Nimiedad De Las Cosas

VI

Lo Que Se Tiene

Hay un eclipse en mi compañía
Como una llama sin lumbre,
Hay un altar a mi agonía
Venerarla se me ha hecho costumbre.

Lejos, más lejos de mis prójimos
Donde no habitan ni las luces
Hermandad de los demonios
Regalándome sus cruces.

Un silencio escondido entre mis letras
Susurrando lo solo que me siento,
Una mariposa como un bar de marionetas,
Suspirando a cada segundo que despierto.

Me siento llevar por una agonía intangible
Parecida a la fe torpe que no tengo
Llevo una pesadez insostenible,
Y la muerte no me encuentra, sigo huyendo.

Hay melancolía en mi mirada de cenit,
De atardecer se ha manchado mi alba
No recuerdo las palabras que escribí
Mi existencia tendida sobre esta cama.

Hay párrafos inconclusos en mi epitafio,
Corazones destrozados bajo el reflector,
La marcha fúnebre, el último adagio,
Palpitando intermitente en el monitor.

Tengo corazas contra toda catástrofe
Máscaras de hierro, de buenas costumbres,
Trajes sastre para comerciar con la fe,
Y un buffet de incautas podredumbres.

Hay esperma brotando de la pared abandonada
Deslizándose entre las cavidades del recuerdo
Olor a tardes y a encuentros de mañana
Sábanas sucias donde a veces me pierdo.

Simulacros de lo que nunca podría pasar
Van robándose los suspiros de mi vida
Atrapado en donde no suelo estar,
Voy sintiendo ya la negra despedida.

Un velo negro, una mano de hueso
La hoz afilada, el rostro desecho
Compañera de infierno, amiga de sueños
Esta mi muerte, que es lo único que tengo.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Elegía de la Bestia - Lamento Primero: De La Nimiedad De Las Cosas

III
FIAT LUX

Tengo unas cosas que decirte mi creador,
No es que de pronto haya dejado de no creer,
Pero ahora que te encuentro es bueno preguntarte
¿Cuál es el motivo? no de la existencia, no del mal
Ni de la muerte, ni de la vida, ni de nada de eso
Que a diario te han de preguntar.
¿Cuál es el motivo? O más bien ¿cuál es tu motivo?
Tú sentado ahí en tu trono celestial, que no está en cielo
Acomodado en una hamaca de estrellas, riendo
Si es que puedes reír, que no lo creo,
Al ver tus tifones arrancar los campers en Arkansas,
Al ver la “sagrada institución” que se construyó en tu nombre
Y las histéricas interpretaciones de tus grafitis sobre la piedra.
Debe causarte mucha gracia Todo poderoso,
La nimiedad de las naciones que se apoyan en tu nombre,
Tus siervos pedófilos agazapados en sus templos inmaculados
Haciendo agua bendita con un garrafón
Y persignándose con un fajo de billetes recién lavados.
Y es qué no entiendo el sinsentido de tus versículos
Tan alterados sus significantes, tan torcidos sus renglones,
¿Quién es tu verdadero hijo?
Que aquí donde nos dejaste lo tenemos en todas las versiones
Raciales, ideales y utópicas;
Y llevamos su aparato de tortura
Colgadito al pecho en todas las formas imaginables
Mofándonos inocentemente de su sacrificio.
¿Por qué sólo le hablas Dios, a los vagabundos,
A los ladrones, a los profetas?
¿Por qué decides manifestarte en tortillas, en panes,
En manchas de humedad de un apartamentos de interés popular?
¿Por qué no hablas señor con los hombres que importan?
Y te manifiestas de una vez en una plaza pública, en un carnaval,
En la final del mundial Alemania – Brasil,
O consigues tiempo al aire con spots televisivos.
No comprendo ¿Qué necesitas de nosotros?
¿Por qué nos dejas proliferar como mala hierba en tu jardín?
Reproduciéndonos histéricamente, sin sentido, sin hallar sentido,
¿Hay algún sentido de nuestra proliferación siquiera?
No te creo tan egocéntrico para que la única razón de tanta
Insana e incontrolable reproducción,
Sea la construcción de templos, y el entretenimiento directo
De tu aburrida eternidad, con nuestro “reality show”.
¿Qué puedes hallar tu todo poderoso, en nosotros los torpes
Los limitados, los mortales, los exiliados?
Y hablando de exiliados
¿No te parece un poco injusto Jehová, que nos niegues la eternidad por haber mordido una manzana?
Y es que Dios, de verdad no te comprendemos aquí a bajo,
Creo que la contaminación del ruido y del aire no te deja vernos,
Ni oírnos más, ¿tienes un correo electrónico para mandar las peticiones?
Que al parecer la ineptitud del rezo ya no llega a tus oídos.
Dios padre, ¿cómo puedes ser hijo sin madre?
¿Cómo supiste ser santo sin haber sufrido?
¿Por qué sólo tuvo que sufrir Aquino, Moro, José, Pablo?
Pero ya no quiero cansarte solicitado “chairman” con mis tonterías
Sólo respóndeme una cosa aunque no contestes las demás…
¿Sabes acaso dónde dejé mi celular?

martes, 10 de febrero de 2009

La Boda de Las Lluvias - XV

XV

Y me llené el alma con el vacío de tus lágrimas,
He escrito este pliego petitorio, suplicando tus carencias,
La forma en la que ya no mirabas al rincón de nuestras fotografías,
Posando tus verdes pupilas en la llama que dejaste arder hasta manifestarse en un susurro del alma desnuda;
He escrito este poema que ya estoy olvidando
Para poder decirte que en las tardes construías castillos en el aire
Y en las noches devorabas el polvo de inmóviles pestañas,
Posando tu mirada de muñeca en algún soneto que dejé pegado sobre tu vientre.

He escrito todas estas palabras, fragmentarias como mis recuerdos,
Recuerdos de ti y de tus cabellos negros,
Que hubiera podido contar uno a uno hasta disolverlos en mis dedos
Y coserte el corazón con ese hilo de ébano.
He escrito esta declaración de inocencia,
Porque te quise y no te quise cuando te estaba queriendo
Pero te ame a más no poder cuando te estaba perdiendo,
Cuando te disipabas en ausencias telefónicas, en días sin vernos
En tardes que no encontraban su ocaso y mañanas que amanecías imaginando como sería la vida si yo no estuviera.

He labrado esta carta de piedra
Que por siempre guardarás en esa caja vacía que llamas pecho,
Donde no hay más reclamo que la sin razón del tiempo
Que consume todo lo que roza con su prisa y su cambio lento;
Porque al escribir estas notas que luego me trago,
Te declaro que sé que fue el reloj el que me robó tu aliento
El que vistió a la niña de muñeca, el que entristeció el amanecer de tu mirada,
Se que no hay más culpables que el tiempo y la distancia
En la que día a día nos disolvemos.
Y estamos como al principio, todo termina en el instante en que comienza,
Tú, una niña asustada, vestida de muñeca, bañada de soledad y frío
Y yo un poeta, mal de la cabeza, soñando con la estrella que por un tiempo llevaste puesta
.

domingo, 8 de febrero de 2009

Sinfonia de la Tumba Invertida



La maldad se apodera de todo encanto
Sobre tu cuerpo desecho,
Es la soledad tu mejor agravio, premura
Nada dentro de tu lápida respira.

Más allá de la luz, y perdida en la niebla
Se encuentra tu sonrisa,
Desorientada,
Desfigurada,
Descompuesta,
Degenerada.

El cadáver que con tanto recelo guardas
Es tu hijo vástago
Un niño sin alas,
Los gusanos que carcomen
Su piel abigarrada, sus rozadas mejillas
Sus pupilas grisáceas, que en vida
Llenaban de vulgares envidias,
Despertaban ardientes deseos,
Y ahora reposan esos sumidos ojos
Sobre un par de esqueléticas cuencas.

Sobre ti crece fértil hierba
Que es tan morada como el cielo invernal,
Tan oscura en la noche,
Es el anhelo tuyo de querer perdurar en la luz
Escapar a la oscuridad que a tu niño amenaza,
Putrefacción,
Deformación
Tus cotidianos deberes
Recelosa en tu suelo
Guardas su pesebre, que le sirvió en v ida
Y lo acompañó a la muerte.

miércoles, 4 de febrero de 2009

La Naturaleza De Lo Insípedo

Para Roxy, y todos aquellos que habitan el páramo de la desesperanza...

Lo insípido aturde al alma,
La llena de un sopor intolerable,
Pretende que vagabundeemos por el mundo
Siendo sobras de nosotros mismos.

Ante la luz se vuelve invisible
Y en la oscuridad invulnerable.

Lo incoloro, la forma de lo amorfo
Y el rayo del silencio, en medio
La prudencia del necio.
Nacen pingüinos en las coladeras
Llevando entre sus alas
Sueños, vestigios profundos, eras.

Maldito el instante taciturno,
Maldita soledad acompañada,
Maldito el índice que no señala,
Maldito el llanto de una dama,
Te maldigo, inexistencia, más que a nada.

No se por que no puedo saber
Y el saber me sabe a nada,
Y la nada a nada me sabe
Y la bocanada, de nada, nada.

La muerte tan nihilista y abrumadora
La más cruel de las cándidas encorvas
Jamás sale de su lúgubre carroza
¿Como puede morir si no goza?
¿Como puede ser la muerte misteriosa?
La muerte tan tuerta y amable
La desdichada diosa sin templo
Adorada por el ciego y la viuda,
La muerte, pastilla del dolor y la amargura,
La muerte… ¡No me sabe a nada!



El desastre de mi ritmo impulsivo maniaco depresivo
Jamás tan claro en mi espejo se vislumbra,
Que si soy yo el reflejo de mi mismo
¿Dónde ha estado el verdadero todo este tiempo?
Mis ojos ciegos que pueden verse
Y mi boca delineada con mis labios
Brazos cortos y delgados,
Piernas cual perdices coronados.
Y mi pubis público de placer fálico
Y mi instrumento redondeado, alargado
Que no me sabe a nada,
Mi cuerpo reflejado, nada me sabe, entonces no se
Si saber cuando sabe mi cuerpo a lo que se,
De la nada, emana mi cuerpo, ¿cómo sabe?

Esté yo maldito alucinado,
No es más que un yo maldito forzado
Esclavizado por sí mismo y por el ajeno yo,
Por ese personal tirano
Y ese íntimo dictador amigo.
La soledad a mi alrededor no es nada
Tan sólo una esperanza fallida
Que flota descuartizada en mi nada
De nada viene, ¡No me sabe a nada,
La soledad inhalada, la persistencia callada,
La lucidez tropezada, no me sabe a nada!

Me desvanezco con está lengua inútil
Que besa una gigantesca cruz fútil,
A la luz se entrega,
Y la luz la ciega,
Pobre de mi alma insípida
De mi memoria críptica,
Me iré lejos de mí
Aun más lejos de mí mismo
Donde ni yo pueda alcanzarme,
Pero la distancia…
¡No me sabe… me sabe a nada!

martes, 3 de febrero de 2009

Construyendo Soles En El Aire

Hay un momento que he reiterado mucho en este ensayo, y es que la vida, como el arte, nos brinda momentos de contemplación estética, de verdadera y absoluta felicidad, esos momentos de percepción sin ataduras, cuando una obra de arte nos encandila con su absoluta luz, y nos da estos “instantes de eternidad” ¿qué hacer al contemplar, inmediatamente después el pobre e insípido espectáculo de lo que llamamos vida? Al haber alcanzado una meta, no alcanzado, probado una meta, precisamente porque decidimos saltar, ¿qué hacer al caer, al volver a lo mediano? En ese plano y me perdonará su la moral materialista y oportunista del lector, la muerte parece la verdad real, el único absoluto y que escriban en el epitafio, Morí satisfecho.
Un joven pensando que la muerte es bella, como el arte, sí, escandaloso, toda obra de arte es una invitación al suicidio, una probada de ese mundo que es imposible en la realidad, y todos los que hacemos y buscamos arte estamos constantemente seducidos por la muerte, como dice un popular poema: “La muerte está sentada a los pies de mi cama”. De ahí nace el ideal tan romántico de la muerte juvenil, que no quiere decir necesariamente suicidio, vuelve seductora la idea de rodar la pendiente de la vida. Buscar una visita al abismo. Abyssus Abyssum invocat (el abismo llama al abismo).
Pregunto ¿es siempre inmaduro el suicidio? Quizás desde el idealismo o la pasión excesiva, si. El suicidio se produce entonces porque la persona se niega a aceptar un “principio de realidad” psicológicamente hablando, que mira como hostil o plebeyo. En cierta veta inmadura del suicida se percibe ese principio: si no tengo lo que deseo, quemo mis naves y me lanzo al abismo. Prefiriendo la aniquilación a una forma sosegada de la madurez, es decir, la sana aceptación de los límites.
¿La felicidad es entonces posible? Si la distinguimos y separamos del placer y la obtenemos mediante la medianía de la indiferencia y la madurez, si estamos dispuestos a aceptar que toda lucha degrada y ensucia, entonces la felicidad es posible, es más digamos que es la felicidad estándar buscando los momentos felices en sí misma. La felicidad de Narciso contemplándose en su reflejo que termina por ahogarlo. Tendríamos una felicidad sana como dice Demócrito: “Felicidad es placer, armonía, simetría y ataraxia”. Ser feliz significa así, aplastar la desmesura y convertirse en de cierta manera en un hombre ajeno al mundo. Como Narciso y su espejo, en función un búsqueda continua de una felicidad que se encuentre en el reconocimiento de los límites y la obsesión por el equilibrio interior. Pero ocurre me parece que si este sensato bienestar del Narciso en función de si mismo, ese auto conocernos, y desdeñar la rapiña y el ascenso desde el conocimiento, nos parece tentador. Hay quienes nos sentimos atraídos por la contra parte, aspirar al máximo sin pausas. Ya dijimos que no implica excesos dañinos, no el ímpetu autodestructivo juvenil, no esa seducción y búsqueda del placer inmediato, más bien implica una extrema valoración de la vida y sus potencialidades. Al éxtasis permanente. Y sí lamentablemente esto no es posible, no hay éxtasis permanente, no hay nada continuo y perpetuo naturalmente, las ondas se elevan desde su valle tienen una cresta y un declive; Ícaro se arroja volando al Sol, al que se siente sumamente atraído y llegará el punto donde la altura de su sueño o quizás la grandiosidad del mismo quemen sus alas y caiga y bendita sea la caída y en ese punto la muerte es más una amiga que una plaga en la que quisiéramos no pensar.
Hay teóricos que señalan que los suicidios se hacen “siempre contra alguien”. Sea la sociedad, sea un concreto individuo, o esa vida misma que, que como vivimos se entiende como una malformación agresiva y absurda a la que no se quiere ver obligado a pertenecer. Íntimamente los suicidas necesitan de un relativo culpable exterior que los redima. Aunque parezcan dominar serenidad y equilibrio en el acto. La carta de Ariadna desde Inglaterra lo prueba.
Ahora hago entonces la pregunta reiterativa, ¿merece la pena vivir? Aunque la respuesta evidente y rotunda (cuando uno no sufre de depresión) es un SI alto y fuerte, quizás sea conveniente aceptar que algunas vez, la mayoría de nosotros pensó que no. Pensar que la vida va sobre todas las cosas forma parte del principio de realidad que una persona sana debe tener. ¡Hay que intentar vivir! Dicho de otro modo, lo normal es vivir. Pero no siempre el bienestar, el sosiego o el éxito rigen nuestra vida. ¿Por qué intentarlo? Porque no tenemos otra cosa, lo que dura el éxtasis entre silencio y silencio, es lo que buscamos. Y porque desde la opinión de Narciso, la vida nos da y posee muchos momentos pletóricos y excepcionales que encontramos en nosotros mismos, en lo que hacemos, no en las grandes metas. Saber por qué somos y de dónde venimos, a dónde vamos. Pero ese formidable impulso vital no es el optimismo a cualquier precio, no es aguantar el dolor. Debemos vivir a la vez en una cultura de la muerte, viviendo acostumbrados a morir como los samuráis. Viviremos con la muerte a nuestro lado, pero si lo reflexionamos o maduramos bien, no habrá miedo o exaltación en esto. Si más profundamente llegamos como Séneca propone, a entender que nuestra vida es nuestra, podremos interrumpirla, ponerle fin cuando un valor que se nos haga superior a ella nos indique la estación final.
Vivir es tan absurdo y convencional como morir, y como decía Mishima, sino sabes la diferencia entre vivir o morir, elige la vida. Entonces vivir implica aceptar todo lo que trae la vida, aceptar la muerte por lo tanto, no erradicarla, ni celebrarla, ni evitarla (en el velorio todos guarden silencio), en una cultura que celebra a la muerte porque la teme profundamente, que es nuestra cultura, debemos aprender a vivir para saber morir.
Aceptar la imperfección y el dolor, pero hasta determinado límite, como acepto el placer y la sabiduría. Entonces debemos entender que uno tiene derecho si así lo decide plenamente a exigir la gestión de su propia muerte. Dentro de la visión Icárica, intentemos el vuelo, si, sabiendo que siempre caeremos inevitablemente, pero la caída no será la muerte necesariamente, sino el impulso también que debe conducirnos al intento de una nueva vida. Vivir merece la pena, pues aquí estamos, pero el total optimismo materialista y vitalista de narciso es tan ridículo como el impulso histérico y nihilista de Ícaro.
Parece entonces que debemos encontrar el equilibrio, como lo dije, el ensayo no justifica ni trata de incitar al suicidio, trata de revivir su culturalmente indignificada imagen. Porque si bien es necesaria hoy una cultura hedonista, que búsqueda y cultive la felicidad, un estatus de “estar de acuerdo” con la norma, de madurez; es también necesaria una cultura de la muerte, que en casos excepcionales debe hacerse propicia como quien facilita la vida tratando la muerte y eso no tiene nada de indigno. La norma hoy, lo políticamente correcto es prolongar la vida, estirarla más allá de si finitud natural. Lamentables escenas de hospitales con gente vegetando, o seres desdichados y abandonados, que no pueden cuadrar en la vida siendo medicados contra la depresión, y me pregunto ¿a cuántos a ayudado prolongar el suplicio?
Pero echarse en brazos del abismo tras el primer fracaso, la primera decepción o a veces un natural estado melancólico, tampoco es lógico y sano en quien vive.
Felicidad es entonces la búsqueda del placer en el encuentro consigo mismo y la recomunión perdida con los demás, a la vez que la aceptación del daño y la derrota hasta donde sea humanamente tolerable. Convivir con la muerte y aceptarla, pero vivir hasta el límite, pero que el límite no se la vida, recuperar el sentido de los valores trascendentales y dejarnos del egoísmo Narcisista, entender que somos parte de un todo social y que hay cosas más trascendentales, hermosas y humanas que la vida.
Para Ariadna Minerva (22/11/1990-02/11/2007) "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos... Gabriel"

lunes, 2 de febrero de 2009

Del Suicidio Y La Muerte

De acuerdo a lo que hasta aquí he venido diciendo y sugiriendo me parece oportuno destacar lo siguiente: lo que la gente madura, normal y reflexiva, autodenominada gente adulta, es decir los que ya entraron en el plano de su pleno rol social, llaman felicidad, existe y puede ser alcanzada, este ensayo no trata de cuestionar los dogmas centrales de ninguna ideología ni exaltar alguna forma de vida por sobre de otra. La felicidad adulta consiste básicamente en un permanente estado de apartamiento de lo pasional, en una querencia del término medio, en la creencia de quelas cosas malas son cuestión de fuerzas que escapan a nuestro control y por lo tanto debemos aceptarlas y superarlas, en fin, y aunque les duela, de descompromiso vital, entendiendo la vida como búsqueda de la felicidad.
Pero lo que deberíamos llamar felicidad, si no nos plegásemos tan habitualmente a los embates y presiones de la vida, no fuésemos tan lacayos, es imposible, aunque en el intento de alcanzar tal imposibilidad radique el atractivo mismo del fenómeno, y aún la existencia de cierto sentimiento fuerte, crispado, de color violento y aroma penetrante y magnífico (pero por esencia efímero) que puede, instantáneamente, ser confundido con esa felicidad inexistente.
Bien que al parecer quienes postulamos este concepto segundo seamos inmaduros, desdichados, románticos, byronianos, gente a la que sólo adorna un caduco atractivo… porque hasta el momento el ensayo ha sido para justificar mi admiración misma por los suicidas, tanto de los que leí como los que simplemente tuve la oportunidad y de conversar con ellos hasta pocos días antes de su decisión. Nosotros los exagerados y finalmente megalómanos, si en lugar de la más visible vía del exceso, de la alienación hedonista y el narcisismo seductor, optamos por la otra vía de la extrema y total renuncia, la de la enajenación, he dicho. Pero inmaduros al fin de cuentas eso es lo que somos todos, inadaptados a la vida… ¿Inadaptados? Creo que nuestro lema trivializando un poco sería: “Caviar o hambre”. Si no se puede alcanzar la dicha máxima, la pasión absoluta, la plenitud de lo sentido y amado, si ello no es posible ¿por qué no aceptar y regordearse con la desgracia, con la caída, en lugar de aceptar lo mediocre, aunque revestido con la túnica del estándar social?
Los icáricos somos, en efecto seres inadaptados a la vida media. Pero ello no quiere decir en ningún modo (como se estereotipa) que nos disguste esa vida. Por el contrario, el amor a la vida, a lo vivo, a la intensa sensación de la vida, es tan fuerte, tan apasionado, tan definitivo que uno se siente traicionado por algo o por alguien al comprobar, frecuentemente pronto, que esa cota de plenitud es insostenible. Y de ese frustrado amor a una vida plena y absoluta brota la elegía. Lo saturniano, tener permanentemente la cabeza en la luna. No de la tristeza, sino del fervor caído. Si bien la tristeza y la soledad son características que nos identifican, no nos definen ni provocan nuestro punto de choque con la realidad.
Así que somos inadaptados a la vida, porque ésta queda muy por debajo de sí misma, o por lo menos de lo que quisiéramos creer de ella. Y quizás porque somos también tercos y valientes, y no queremos, más bien no podríamos resignarnos. Aunque lo hagan todos los demás y tengan vidas prósperas y tranquilas que envidiamos profundamente.
Pero el tema de la inadaptación concluye necesariamente con el asunto del suicidio, (cosa que sólo he vivido en tercer persona), vecino del tema central de la indiferencia. Desde que una personas demasiado cercana a mí decidió voluntariamente abandonar este mundo, no sin antes dejar la estereotípica carta suicida, que nada estereotípicamente me mandó por correo desde el otro lado del mar una semana antes de cometer su acto, desde entonces debo confesarlo, mi interés, incluso mi pasión por el tema del suicidio han ido en aumento. Pero tal vez, nunca he tenido un anhelo, un ímpetu suicida tan claro y desdichado. El caso es que para un inadaptado, el suicidio se convierto en un asunto cimero.
Pero ¿qué tengo que ver yo con el suicidio, remedio para locos, desamparados, desesperados y cobardes? ¿Gerardo suicida posible? Pero es que el suicidio como todo, admite muchos matices. Hay un suicidio pasional, fruto de la desesperación y de la momentánea desgracia, por ejemplo el suicidio de la desdicha amorosa, como el de Manuel Acuña. Un segundo tipo es de quien obra valerosamente sin duda guiado por el honor y el deber, como en el camino del samurái tan mencionado y admirado por mí. Pero el tercer modo de suicidio es a mi parecer el más alto, y el que más me interesa y asombra: el de quien se suicida desde la razón, va madurando y palpando esa idea a lo largo de los años hasta que estalla por sí misma. El suicidio de los insatisfechos con la vida, idealistas impertinentes. El suicidio de Empédocles arrojándose al Crater de Etna, el de Jean Paul Sartre, el de Albert Caraco y el de Heinrich Von Kleist… Yo nunca cometería un suicidio pasional (aunque realmente eso no se puede determinar pues es un momento de exaltación pura), y siempre he rehuido del pesado deber y de las doctrinas estrictas que exigen tu vida, aunque las admiro demasiado. Pero no temo ni me causa ninguna repulsión el suicidio idealista, cuando uno ama la vida que se siente honda y continuamente traicionado por ella…
Vamos de nuevo, siempre me costó entender a los materialistas obsesivos, a los narcisos de los que ya hemos hablado, con su doctrina de “La vida ante todo”. Lo que ocurre es que no todo la vida es vida. Y no todo vivir está a la altura del hombre, en una visión sumamente humanista, ni al nivel jubiloso y estético que un “verdadero” hombre libre ha de exigir delo vivo. Como el vivir cansa, duele y abaja, el suicidio deja de tener su pintura inútil y absurda. Más profundamente, el suicidio como una protesta ante la verdadera felicidad inalcanzable. De ahí que el suicidio se nos convierta a los inmaduros (en el sentido que le di hace unos capítulos a la palabra) en una constante frontera simbólica.