martes, 10 de febrero de 2009

La Boda de Las Lluvias - XV

XV

Y me llené el alma con el vacío de tus lágrimas,
He escrito este pliego petitorio, suplicando tus carencias,
La forma en la que ya no mirabas al rincón de nuestras fotografías,
Posando tus verdes pupilas en la llama que dejaste arder hasta manifestarse en un susurro del alma desnuda;
He escrito este poema que ya estoy olvidando
Para poder decirte que en las tardes construías castillos en el aire
Y en las noches devorabas el polvo de inmóviles pestañas,
Posando tu mirada de muñeca en algún soneto que dejé pegado sobre tu vientre.

He escrito todas estas palabras, fragmentarias como mis recuerdos,
Recuerdos de ti y de tus cabellos negros,
Que hubiera podido contar uno a uno hasta disolverlos en mis dedos
Y coserte el corazón con ese hilo de ébano.
He escrito esta declaración de inocencia,
Porque te quise y no te quise cuando te estaba queriendo
Pero te ame a más no poder cuando te estaba perdiendo,
Cuando te disipabas en ausencias telefónicas, en días sin vernos
En tardes que no encontraban su ocaso y mañanas que amanecías imaginando como sería la vida si yo no estuviera.

He labrado esta carta de piedra
Que por siempre guardarás en esa caja vacía que llamas pecho,
Donde no hay más reclamo que la sin razón del tiempo
Que consume todo lo que roza con su prisa y su cambio lento;
Porque al escribir estas notas que luego me trago,
Te declaro que sé que fue el reloj el que me robó tu aliento
El que vistió a la niña de muñeca, el que entristeció el amanecer de tu mirada,
Se que no hay más culpables que el tiempo y la distancia
En la que día a día nos disolvemos.
Y estamos como al principio, todo termina en el instante en que comienza,
Tú, una niña asustada, vestida de muñeca, bañada de soledad y frío
Y yo un poeta, mal de la cabeza, soñando con la estrella que por un tiempo llevaste puesta
.

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