jueves, 5 de agosto de 2010

CANTO A MI MISMO (PARTE FINAL) 47-52

XLVII
Yo soy el maestro de los atletas.
Aquel de los míos que resuelle más fuerte que yo es una prueba de mi resuello.
Y honra a mi estilo, el que con mi estilo aprende a vencer al maestro.

El muchacho ideal para mí,
aquel a quien yo amo,
llegará a ser un hombre no por poderes adyacentes, sino por su propio derecho.
Será rebelde,
inconforme
y atrevido.

Amará a su novia
y comerá alegremente su ración.
El amor no recompensado y el desprecio le herirán más que el acero afilado.
Será el primero en la pelea,
en montar a caballo,
en tirar al blanco,
en dirigir un esquife,
en tocar el banjo
y en inventar una canción.
Preferirá los rostros hirsutos, llenos de cicatrices y tostados por el sol.

Enseño a huir de mí.
Pero ¿quién puede huir de mí?
A ti, quienquiera que sea, te perseguiré desde ahora,
y mis palabras te zumbarán en los oídos sin descanso, hasta que las entiendas.

No digo estas cosas por un dólar,
ni para matar el tiempo hasta que llegue el barco.
Digo tu discurso y hablo con tu lengua que, amarrada en tu boca, comienza en la mía a desatarse.
Y digo que nunca hablaré de la muerte y del amor en un sitio cerrado,
y que sólo me entregaré a aquel o a aquella que vivan conmigo al aire libre.

Si quieres entenderme, ven a las sierras y a las playas abiertas.
La mosca que se posa en tu frente es ya una explicación;
y una gota de auga
y el movimiento de las olas…… una clave.
La mandarria,
el remo
y el serrucho
secundan mis palabras.

Me explico mejor con los niños y los vagabundos
que en las aulas y en las escuelas cerradas.
Aquel mecánico joven está cerca de mi corazón y me conoce bien.
El leñador que lleva consigo el hacha y el cantarillo me lleva también todo el día con él,
el gañán que era la tierra se alegra con el sonido de mi voz
y mis palabras navegan con los que navegan:
con los pescadores
y con los marineros.

Mío es el soldado acampado
y el que suda y jadea en las marchas forzadas.
En la noche que precede a la batalla,
en esa noche solemne que puede ser la última,
los que me conocen me llaman
y mis palabras no los abandonan.

Mis labios rozan el rostro del cazador que descansa solo sobre la manta,
el cochero piensa en mí sin cuidarse de las sacudidas del coche,
las madres viejas y las madres jóvenes me comprenden,
y la esposa y la doncella detienen su aguja un momento y olvidan dónde están…..
Todos me recuerdan y repiten cuanto yo les he dicho.

XLVIII
y que el cuerpo no vale más que el alma,
y que nada, ni Dios, es más grande para uno que uno mismo.
Y aquel que camina una sola legua sin amor, camina amortajado hacia su propio funeral.
Tú y yo, sin un céntimo, podemos comprar el pico más alto de la sierra;
y el fulgor de una pupila
y un guisante en su vaina
humillan toda la sabiduría del mundo.
No hay otro oficio ni empleo que aquel que enseña al mozo a ser un héroe.
Y por blando que sea un objeto, puede ser un día el eje en que descanse la rueda del universo.
Y digo a todos los hombres y mujeres: Serenad vuestro espíritu frente a los universos infinitos.
Y digo también: No os preocupéis de Dios.
A mí, que todo me preocupa, no me preocupa dios.
No me preocupan ni Dios ni la muerte.
Yo oigo y veo a Dios en todas las cosas, pero no lo comprendo,
como no comprendo que haya nada en el mundo más admirable que yo.
¿Por qué voy a empeñarme en que Dios sea otra cosa mejor que este día?
En cada hora hay algo de dios
y en cada minuto también.
En el rostro de las mujeres
y en el rostro de los hombres está Dios,
y en mi propio rostro lo veo también cuando me miro al espejo.
Encuentro cartas de dios en la calle,
cartas firmadas con su nombre
y no las recojo porque sé que en cualquier sitio encontraré otras semejantes.
Miles y miles me saldrán al paso, puntuales, por dondequiera que camine.

XLIX
Y en cuanto a ti, Muerte,
y a tu amargo abrazo destructor…….
es inútil que pretendas asustarme.
A tu lado trabaja sin cesar, y más libero, el comadrón.
Veo su mano experta y diligente
apretando,
recibiendo,
sosteniendo…..
Yo estoy reclinado en el umbral flexible de ambas puertas y marco la entrada y la salida de la vida.

Y ¿qué es un cadáver, después de todo?
Estiércol,
buen estiércol para fecundar las tierras.
Y no me repugna,
no me repugna porque puedo oler las rosas blancas que crecen y embalsaman,
porque puedo tocar los labios de los pétalos
y los senos pulidos del melón.

Y en cuanto a la Vida…….
¿No es la vida el desperdicio de muertes infinitas?
(Yo mismo he muerto ya mil veces).

¿Qué decís vosotros? ¿Qué decís,
soles profundos,
estrellas de la noche,
hierba de las tumbas? --¡Oh cambios perpetuos y evoluciones incesantes!
Si vosotros no decís nada ¿qué he de decir yo?

Destellos del día y del crepúsculo,
destello de las turbias charcas que duermen en los bosques otoñales,
y de la luna que desciende y se hunde en la penumbra sollozante,
caed sobre los negros troncos que se pudren en el fango
y sobre las ramas secas que danzan gemebundas.

L
Todo esto está en mí.
No sé lo que es, pero sé que está en mí.
Angustiado me he retorcido por sacar de mi corazón todo cuanto poseía…….
Ahora mi cuerpo está tranquilo y quiero dormir……. dormir…… dormir.
No sé qué es esto.
Es algo que no se ha dicho nunca…..
Algo sin nombre que aún no está en el lenguaje ni en el símbolo.
Es algo que gira más que la Tierra en que yo giro
y me anuncia que la creación es el abrazo del amante que nos despierta.
Tal vez pudiera decir más.
Acaso este poema no es sino un expediente en que he abogado por todos…..
en el que he dicho, por ti y por mí,
que la muerte no existe,
que el mundo no es un caos…..
que es forma,
unidad…..
plan…… Vida Eterna…….. ¡Alegría!

LI
El pasado y el presente se marchitan.
Y los he llenado y los he vaciado a los dos
y prosigo llenando lo que me espera en el futuro.

Y ahora vosotros, los que me habéis escuchado,
levantaos. ¿Qué tenéis que decirme?
Miradme a la cara, mientras respiro por última vez bajo las sombras de la tarde.
(Hablad sinceramente, nadie os escucha y sólo dispongo de un minuto.)
¿Qué tenéis que decirme?

¿Qué me contradigo?
Sí, me contradigo. Y ¿qué?
(Yo soy inmenso……
y contengo multitudes.)

Me dirijo a los que están cerca
y espero en el umbral de la puerta.

¿Quién ha terminado su trabajo?
¿Quién ha concluido de cenar?
¿Quién me acompaña?
¿Quién viene conmigo?
O ¿vais a hablar cuando ya me hay ido y sea demasiado tarde?

LII
El gavilán manchado desciendo sobre mí para acusarme de gárrulo y vagabundo.
Yo también soy indomable e intraducible,
y sobre los tejados del mundo, suelto mi graznido salvaje.

Los últimos celajes del día se detienen para esperarme,
lanzan mi figura corporal, con las demás imágenes, hacia el mundo callado de las sombras
y me hunden suavemente en el vapor y en el crepúsculo.

Huyo como el aire.
Sacudo mi guedejas blancas con el sol fugitivo,
vierto mi carne en los remolinos
y la dejo marchar a la deriva entre la espuma de las ondas.

Me doy al barro para crecer en la hierba que amo.
Si me necesitas aún, búscame bajo las suelas de tus zapatos.

Apenas sabrás quién soy
ni qué significo.
Soy la salud de tu cuerpo
y me filtro en tu sangre y la restauro.

Si no me encuentras en seguida,
no te desanimes;
si no estoy en aquel sitio,
búscame en otro.
Te espero……..,
en algún sitio estoy esperándote.




F I N

3 comentarios:

Megara900 dijo...

... en algún sitio estoy esperándote

Especialmente la parte final contiene un sesgo de ti, una reflexión gemela a la tuya. Ha salido a flote el ángulo más superficial del caos, nombrarlo tan sólo me abisma a la incertidumbre. Mi imaginación no alcanza para vislumbrarlo todo, la mente de un poeta es inmensa, contando además los universos que crea, las multitudes que lleva guardadas, es un instante maravilloso del tiempo presenciar el desenvolvimiento de estas grandes ideas, que al hacerlas parte de uno cumplen tan sólo un grado de su destino. Como te cuento, es una genialidad poder devastar el camino de la muerte si llevamos en nuestro canto la semilla de la vida. Es hermosa esta parte final, además que has dejado escrito el fin como en las películas. Me encuentro en expectación tras los telones, es imposible no ser feliz y unirse a la belleza de esta obra, vos llevas ese canto más adentro de ti mismo y ahora forma parte de tu propio vuelo.

Poeta Nómada dijo...

Pero lo que dijo de mi, también lo dijo de ti, ambos llevamos desde ahora y para siempre ese par de alas de hierba.

Megara900 dijo...

Bueno ahora vengo de spam a invitarlo a mi blog, es la misma dirección que antes: http://memoriasdemissoledades.blogspot.com

y apenas tengo un poema, quedó más chafón de antes la verdad me arrepiento de eliminarlo pero qué más le voy a hacer, ya ni modo.