miércoles, 4 de agosto de 2010

CANTO A MI MISMO Partes 41-46

XLI
Porque yo soy el que ayuda al enfermo que gime desplomado en el lecho,
y el que a los hombres fuertes y sanos les trae más fuerza y más salud.

(He oído cuanto se ha dicho sobre el universo,
todo cuanto se ha dicho desde hace miles de años,
y no está mal hasta ahora……. pero ¿es eso bastante?
Vengo a darme a todos
y a engrandecer a todos.
A pisarle la oferta al ganguero
y a pujar, desde el principio, más alto que ninguno en la subasta.

He tomado las medidas exactas de Jehová
y aquí en mi portafolio llevo una litografía de Cronos,
y otra de Zeus, su hijo
y otra de Hércules, su nieto;
dibujos bastante buenos
de Isis,
de Osiris,
de Baal,
de Brahma,
de Buda,
de Odín,
del terrible Mexitli,
un grabado de Alá
y una estampa de Crucificado.
Todas estas imágenes las he comprado por lo que valen,
en su justo precio,
sin dejarme engañar,
sin pagar un centavo de más.
Acepto que han vivido todos
y que en su día hicieron su labor
y cumplieron su destino.
(Engendraron mitos para pájaros implumes que ahora tienen que levantarse, volar y cantar por su cuenta.)
Acepto sus divinos esquemas elementales para completarlos y llenarlos yo mismo
y para repartirlos con largueza entre todos los hombres y mujeres que me encuentre.
Pero digo que en un constructor que construye una casa hay tanto como en ellos,
y en el que maneja el mazo y el cincel con los braazos desnudos, también.
No desdeño ninguna revelación especial
y considero que la voluta del humo
y el vello del dorso de mi mano
son tan sorprendentes como cualquier revelación.
Los bomberos manejando las mangas y trepando por las escalas de cuerda enganchadas en el balcón o en el
tejado, no valen menos que los dioses de las guerras antiguas.
(Oigo tronar sus voces entre el fracaso y el derrumbe,
veo sus brazos musculosos pasar milagrosamente sobre las vigas encendidas
y surgir invulnerables sus cabezas por la lengua roja de las llamas.)
La esposa del mecánico, con el hijo al pecho, me parece que da de mamar a todos los niños de la tierra;
esas tres guadañas que silban en fila, segando la cosecha, las mueven tres arcángeles fornidos vestidos de
labriegos;
y aquel caballerizo monstruoso, de colmillos salientes y pelambrera roja, que vende cuanto tiene, su casa y
sus caballos, para pagarle un defensor a su hermano acusado de estafa, y con el cual se sienta en el ban-
quillo,
es un redentor que redime pecados de ayer y de mañana.

En la gran siembra, los granos cayeron en mi campo, pero no cayeron en todos los campos de la Tierra.
El escarabajo y el buey no han sido adorados aún como se merecen;
y el lodo y el estiércol son más admirables de lo que se pensaba.
Lo sobrenatural no existe.
Llegará un día en que yo haga prodigios.
Ahora mismo, soy yo un creador.
Miradme aquí, erguido, en la entraña profunda de la sombra.

XLII
Grito en medio de la muchedumbre,
y grito con la voz rotunda, arrolladora y terminante.
Oíd, hijos míos,
hombres, mujeres, adolescentes,
familiares y amigos…… oíd:

La canción va a llegar a su clímax,
ha pasado el preludio de las flautas
y de los acordes sencillos tocados con ágiles dedos…..
Siento ya el retumbo precipitado del final,
gira mi cabeza,
la música trepida (no es música de órgano),
y hay gentes a mi alrededor que no son mis parientes.
Oíd todos:
Simpre la tierra dura,
siempre los que comen y los que beben,
siempre el sol que asciende y el sol que declina,
siempre el aire
y las mareas incesantes,
siempre yo y mi vecino amables, perversos….. humanos,
siempre la vieja pregunta inexplicable,
siempre la espina en el dedo
y siempre los gritos de la congoja y del hambre.
Siempre el azuzante ¡hala, hala! hasta que descubrimos el taimado que se esconde y le hacemos salir,
siempre el amor
y siempre el líquido sollozante de la vida……
siempre el pañuelo sujetando la mandíbula del difunto
y siempre el túmulo de la muerte.

Por todas partes, ojos que buscan monedas en el suelo,
cerebros que se estrujan para alimentar la voracidad del vientre;
por todas partes, revendedores, hombres que toman boletos, que los compran y que los venden, y que ni una
sola vez van a la fiesta;
por todas partes gentes que sudan,
gentes que aran,
gentes que trillan;
por todas partes la burla de una paga ruin…..
y los ricos perezosos que reclaman el tgrigo sin cesar.

Esta es la ciudad.
Y yo soy un ciudadano de la ciudad.
Y lo que interesa a los ciudadanos de la ciudad me interesa a mí:
la política,
la guerra,
el periódico,
el mercado,
las escuelas,
el alcalde y los consejos,
los bancos,
las tarifas,
las fábricas,
los vapores,
los bienes raíces
y los bienes mostrencos.

Ya sé quiénes son ésos:
Esos pequeños maniquíes que se mueven a mi alrededor vestidos de cuello y de levita, ya sé quiénes son.
No son pulgas ni gusanos.
Son réplicas mías.
El más débil y el más superficial es tan inmortal como yo.
Lo que yo hago y lo que yo digo es cosa suya también,
porque el mismo pensamiento que forcejea en mí forcejea en ellos.

Conozco muy bien mi propio egotismo,
conozco mis inclinaciones omnívoras
--no puedo escribir ni un verso menos—
y te buscaré a ti, quienquiera que sea,
que vas en la misma corriente que yo.

Esta canción no es rutinaria.
Está hecha para preguntar ásperamente,
para saltar hacia delante
y traerlo todo más cerca:
aquí está el libro impreso y encuadernado….. pero ¿dónde están el impresor y el aprendiz?
Aquí hay unas fotografías muy bien tomadas….. pero ¿y tu mujer y tu amigo están apretados y seguros en
tus brazos?
Aquí está el barco gris, con clavos enormes de hierro, y los cañones poderosos en las torrecillas blindadas...
pero ¿y el arrojo del capitán y de los maquinistas?
Aquí está la casa con el ajuar, la comida y el mobiliario….. pero
¿y el dueño y los invitados? ¿Dónde está la luz de sus miradas?
El cielo está allá arriba……. pero ¿está aquí, en la casa que sigue y en la casa de enfrente?
Los santos y los sabios están en la historia……. pero ¿y tú?
¿Dónde estás tú?
Sermones, credos, teologías….. pero ¿y el cerebro insondable del hombre?
Y ¿qué es la razón?
¿Qué es el amor?
¿Qué es la vida?

XLIII
Yo no os desprecio, sacerdotes de todos los tiempos y de todas las castas.
Mi fe es la más grande y la más insignificante de todas las fes,
abarca el culto antiguo y el moderno
y todos los cultos comprendidos entre lo antiguo y lo moderno.
Creo que volveré a la tierra dentro de cinco mil años.
He oído la respuesta de los oráculos,
he honrado a los dioses
y he saludado al sol;
he tallado un fetiche en la primera roca del mundo
y en el tronco más antiguo de los bosques;
he hecho conjuros con varitas en el círculo de Obis,
he ayudado al lama y al brahmín a despabilar las lámparas de los templos,
he danzado por las calles detrás de una procesión fálica.
y he vivido exaltado y ascético en el bosque de los gimnosofistas;
he bebido hidromiel en el cuenco de una calavera;
me he arrodillado con los shastas y con los vedas y he obedecido el Korán;
he caminado por las teocalis manchados con la sangre de los cuchillos y de las piedras sagradas de los sa-
crificios
y he batido los tambores de piel de serpiente;
he acatado el Evangelio,
he adorado a Aquel que fue crucificado
y he reconocido su divinidad;
me he arrodillado en la misa católica,
he levantado mis plegarias con los puritanos
y he oído todos los sermones del mundo sentado pacientemente en un banco;
he delirado y babeado en un ataque de locura y he esperado como muerto hasta que mi espíritu me ha des-
pertado de nuevo;
he preguntado a los caminos y a los campos y más allá de los caminos y los campos
y he pertenecido a los que giran en el círculo de los círculos…..

He oficiado con todos estos grupos centrífugos y centrípetos y ahora me vuelvo y hablo como el hombre
que se despoja de estorbos al comenzar un viaje.

Os conozco a todos:
a los abatidos,
a los repudiados,
a los devorados por la duda,
a los sombríos,
a los melancólicos,
a los duros de corazón,
a los coléricos,
a los fanáticos,
a los ateos…..
conozco los mares en borrasca
de la angustia,
de la duda,
de la desesperación,
de la incredulidad……
¡Cómo chapotean las aletas heridas!
¡Cómo se retuercen rápidas como el rayo
en espasmos y chorros de sangre!

Serenaos, sangrientas aletas de los incrédulos y de los pobres de espíritu.
Yo estoy con vosotros también,
también yo llevo clavado mi arpón.
El pasado nos empuja a todos,
a ti, a mí…… a todos, de la misma manera.
Y lo que aún nos espera sin probar detrás de la puerta, es para ti, para mí…… para todos también.
Para todos sin excepción.

Yo no sé lo que aún no hemos sufrido y lo que aún nos aguarda más allá,
pero sé que llegará de una manera inexorable.
Nos tendrá en cuenta a todos:
a los que pasan corriendo
a los que se quedan sentados.
No se olvidará de ninguno.

Ni del joven que murió y yace ahora enterrado
ni de la doncella que murió también y fue enterrada con él;
ni del niño que se asomó un instante a la puerta, se fue luego y no lo vimos más,
ni del viejo que vivió sin objeto, amargado como la hiel;
ni del tuberculoso de la buhardilla que acabó devorado por el ron y la turbulencia,
ni de los ajusticiados,
ni de los ahogados en el mar,
ni del degenerado monstruoso a quien llamaron el estiércol de la sociedad,
ni del saco que flota con la boca abierta pidiendo que lo llenen de comida…….
de ninguna cosa de la Tierra,
de ninguna cosa que haya quedado en la tumba más antigua de la Tierra, se olvidará;
ni de las miríadas de astros
ni de las miríadas de seres que los habitan,
ni del presente,
ni de la brizna más insignificante que se conozca.

Ya es tiempo de que me explique.
Levantémonos,
arriba,
de pie todos………

XLIV
Desnudo y desgarro todo lo conocido
y a todos los hombres y mujeres los empujo conmigo hacia lo desconocido.
El reloj marca los minutos……
pero ¿y la eternidad?
¿Qué marca la eternidad?

Hemos gastado ya trillones de inviernos y de veranos
y delante de nosotros hay otros trillones
y otros más adelante de aquéllos.

Los nacimientos nos han traído riqueza y variedad
y nuevos nacimientos traerán más riqueza y variedad.
Yo no digo que éste es más grande
y que aquél es más pequeño.
El que llena su período
y ocupa su lugar
es tan grande como cualquiera.
¿Han sido los hombres envidiosos y criminales contigo?
Pues lo siento mucho,
conmigo han sido siempre bondadosos.
Y yo no soy un registrador de lamentos.
(¿Qué tengo que ver con los lamentos?
Yo soy una infinidad de cosas ya cumplidas
y una inmensidad de cosas por cumplir.

Con mis pies huello los picos de las estrellas,
cada paso mío es una ristra de edades
y entre cada paso voy dejando manojos de milenios……
Todo cuanto hay debajo de mí lo han andado mis pies
y aún asciendo….. y asciendo…..
En cada zancada hacia la luz, detrás de mí se inclinan los fantasmas.

Allá lejos veo la inmensidad de la nada primera……
Allí estuve yo,
allí estuve yo esperando desde siempre y sin que nadie me viera,
dormido en la niebla letárgica,
aguardando paciente mi turno sin que me asfixiase la fetidez del carbón.
Allí estuve yo acurrucado,
apelotonado siglos y siglos……

Inmensa ha sido la preparación de mi ser
y fieles y amigos fueron los brazos que me ayudaron.

Ciclos y ciclos transportaron mi cuna remando sin cesar como barqueros alegres,
las estrellas me apartaron un sitio en sus órbitas mismas
y enviaron su luz par cuidar de lo que había de sustentarme.

Antes de que mi madre me pariese,
generaciones me condujeron.
Mi embrión nunca ha estado dormido ni enterrado.
Por él la nebulosa se cuajó en una estrella,
y par que en ellos descansase
se apiñaron los enormes y lentos estratos geológicos.

Árboles inmensos le dieron su sustento
y saurios monstruosos lo transportaron en sus fauces y lo depositaron con cuidado.
Todas las fuerzas del universo
han trabajado sin descanso y obedientes para completarme y deleitarme…..
Y ahora estoy aquí, ¡miradme!
en este sitio,
con mi alma robusta y vigorosa.

XLV
¡Oh juventud elástica y activa!
¡Oh, virilidad equilibrada, florecida y plenaria!

Cuanto amo me persigue,
mis amigos me sofocan,
se amontonan sobre mis labios,
se aplelotonan en los poros de mi piel,
me estrujan en las calles,
en los vestíbulos,
me visitan desnudos por la noche……
¡Hola! Me gritan por el día desde las rocas de los ríos;
se ciernen y pían sobre mi cabeza,
me llaman por mi nombre desde los huertos,
desde las viñas,
desde la maraña de los arbustos;
encienden todos los momentos de mi vida,
acarician mi cuerpo con dedos y labios balsámicos,
se sacan en silencio el corazón a puñados para ofrecérmelo generosos……..

¡Y tú, senectud que llegas magnífica!
¡Bienvenida seas, gracia inefable de los días agonizantes!
Las edades proclaman lo que son y lo que crece después y fuera de ellas,
y el silencio de la muerte proclama tanto como ellas.

Abro mi escotillón en la noche y veo constelaciones sembradas en el infinito.
Y todo cuanto veo se multiplica y se pierde más allá,
se liga con sistemas invisibles,
se extiende y se expande más allá…..
siempre más allá y más allá……

Mi sol tiene su sol y alrededor de él gira sin descanso;
va con sus camaradas de un sistema superior
y otros mayores siguen
y otros mayores y mayores……..

Todo gira, nada se para ni puede pararse.

Si yo, tú, todos los mundos, todo cuanto existe debajo y fuera de esos mundos, se tornase de pronto en una
pálida neblina, nada importaría en el tiempo……
Seguramente volveríamos a estar donde ahora,
seguiríamos caminando adonde vamos
y después……. más allá y más allá.

Más allá de mis ojos está el espacio sin límites
y más allá de mis números está el tiempo sin ritmo: Dios.
Con el tengo hecha una cita que se cumplirá.
Dios está allí esperando….. esperándome hasta que llegue perfectamente vestido.
El Gran Camarada,
El Amante verdadero que yo busco
esta allí…… ¡esperándome!

XLVI
Lo mejor del tiempo y del espacio es mío,
del tiempo y del espacio que nunca se han medido,
del tiempo y del espacio que nadie medirá.

Marcho por un camino perpetuo. (Escuchadme todos).
Mis señas son un capote de lluvia,
zapatos recios y un báculo que he cortado en el bosque.
Ningún amigo mío se sentará en mi silla.
Yo no tengo silla, ni iglesia, ni filosofía;
yo no conduzco a los hombres
ni al casino
ni a la biblioteca
ni a la Bolsa……

Los llevo hacia aquellas cumbres altas.
Mi mano izquierda te tomará por la cintura,
con la derecha te mostraré paisajes del continente y del camino abierto.
Nadie, ni yo, ni nadie, puede andar este camino por ti,
tú mismo has de recorrerlo.
No está lejos, está a tu alcance.
Tal vez estás en él sin saberlo, desde que naciste,
acaso lo encuentres de improviso en la tierra o en el mar.

Echate el hato al hombro,
yo cargaré con el mío…… Vámonos.
Ciudades magníficas y naciones libres hallaremos en nuestra ruta.

Si te cansas, dame tu carga y apóyate en mi hombro.
Más tarde harás tú lo mismo por mí……
Porque una vez que partamos, ya no podremos detenernos.
Hoy, antes del alba, subí a la colina, miré los cielos apretados de luminarias
y le dije a mi espíritu: Cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría de todas las cosas
que contienen, ¿estaremos ya tranquilos y satisfechos?
Y mi espíritu dijo:
No, ganaremos esas alturas sólo para continuar adelante.

Tú también me haces preguntas y yo te escucho.
Y te digo que no tengo respuesta,
que la respuesta has de encontrarla tú solo.
Siéntate un momento, hijo mío.
Aquí tienes pan, como,
y leche, bebe.
Pero después que hayas dormido y renovado tus vestidos, te besaré, te diré adiós y te abriré la puerta para
que salgas de nuevo.

Largo tiempo has soñado sueños despreciables.
Ven, que te limpie los ojos…..
y acostúmbrate ya al resplandor de la luz.
Largo tiempo has chapoteado a la orilla, agarrado a un madero.
Ahora tienes que ser un nadador intrépido.
Aventúrate en alta mar, flota,
mírame confiado
y arremete contra la ola.

1 comentario:

Megara900 dijo...

Ahora que he vivido algún tiempo de la poesía de Walt Whitman comienzo a indagar cada cosa que me toca, a pensar que habrá que redefinirlo todo, desde la ronca felicidad, hasta la palabra para el beso. Renombrar el grito con un nuevo entusiasmo, pensar que puede uno maravillarse del todo, y sucumbir por uno. Admirarse de cada átomo sediento de vida, dormir con la célula urdidora de sueños, estar, vivir, sentir, sonreír al fin porque somos espacio y momento.