lunes, 6 de junio de 2011

Confesiones

"El secreto de la felicidad es darse cuenta que la vida es horrible, horrible, horrible"

Bertrand Russell


Se ahogan todas las cosas que pueden decirse

en mi garganta se atoran

-afónico-

se concatenan los gritos que no he dado

y la luz ya no penetra mis pupilas...


Quiero perderme en dos palabras:

una para caminar

otra para que me traiga de regreso,

hacia ese punto donde quiero perderme

en dos palabras...


Y sin embargo existen esos momentos

donde todo se ajusta entre tus mejillas

donde estoy seguro que sostienes el mundo

con sabequé mirada certera

y vas poniendo las formas a la nada

vas erigiendo un imperio en lo oscuro

pares la luz

y los vientos nacen de tu nunca...


¿De dónde saca su espera lo silente?

¿Con qué voracidad se come mis gestos?

Escribo casi tanto como olvido,

pienso casi tanto como veo,

te amo casi tanto como soy

y sin embargo

en ese espacio

"casi"

caben todas las incertidumbres

y basta que alguna manecilla

de el golpe correcto,

para que se derrumbe el universo.


Entonces estoy frente a mi servilleta

intentando no ser más que la mosca que me ronda

satélite agotado y paranoico

y empiezo un verso que dice:

"Jamás he aprendido a comenzar un poema".



Gerardo Cielorraso

sábado, 28 de mayo de 2011

I

Me duele el amor si es lento
como espina gastada de clavarse
me duele
como muerto que reconoce su ceniza.

Mis palabras no callan
¿a dónde se han ido los silencios?
Sólo quedaron las jaulas
mis juguetes viejos
mis recuerdos.
I
Devórame
no harás más que perderme
destrúyeme
no harás sino mi muerte.

Siempre quisiste ser mi horizonte
mujer de fuego
incinérame antes de que pueda verte
antes de que sepa que no eres
sino la suma de todas mis catástrofes.

Estoy cansado, estoy enfermo
estoy frágil, estoy corrupto
estoy disperso, estoy perdido,
estoy desahucidado, y maldecido,
relámpago huérfano
golondrina sin patria,
oscura, en éxodo,
herida sin método...
Estoy enloqueciendo, estoy muriendo
lucidez de poema que sangra
¡que sangra su propio verso!

Ellas dicen: Mira.
Yo digo: Ciego.
Ellos dicen: Muere.
Yo digo: He muerto.

Azótame
no harás más que encontrarme
Olvídame
para que yo pueda olvidarme.

Reconozco mis propia
imperfectas
petrificaciones;
todo lo devastado habrá de ser ruina
Ruina el poema
ruina también la lágrima
ruina la vida
ruina también la tumba.

II
Camino por los cementerios de mis letras
Hacia abajo se ven todas tus fotografías,
se enfilan.
Te vas, dispersa,
yo descendería por ti hasta los infiernos.
¿recuerdas esas canciones con las que cada noche me azotabas?
¿recuerdas ese lunar con que arrancaste mi ojo?

Nacen tus palabras donde mueren las mías,
fuego entre poetas
guerra íntima de versos.

Tus pasos me persiguen
no me esconderé un segundo más
que me devoren.

Afila tus gritos
tienes que destazar mi esperanza,
enciende todos tus insultos
porque dispararás contra mi futuro.

Siempre he sido poco más que un vacío
una pausa terca y ciega
Nunca he sido nada más que un momento
ahogándose en su propio transcurso.

Y ahora con la dignidad de esta venda de promesas que pusiste en mi rostro
espero en el paredón
tu ejecutorio adiós.




sábado, 14 de mayo de 2011

El último poema del mundo.

Hoy acontece la muerte de todo lo sensato.


Ya por fin capturamos a la elocuencia

para torcerle su cuello altivo.


Nos privamos de todo recurso retórico,

silenciando de una vez -¡y para siempre!-

la voz interior de la consciencia.

(esa vieja chillona que protesta aún cuando duerme acompañada).


Los periódicos anunciaron:

"RENUNCIA LA RAZÓN AL

GOBIERNO DE LOS HOMBRES".


En las facultades abdicó la Lógica,

en todos los discursos enloqueció el sentido.

Ya nadie recuerda sus buenos modales,

y las buenas costumbres, son sólo eso... costumbres.


El pudor es ya una palabra vacía

y el decoro no se invoca más que como subjuntivo

del verbo "decorar".


Decidimos que nos faltara la fría distancia

de la cordialidad.

Empezó a faltarnos también el recato

por todo el alfabeto.


Descubrimos que teníamos tantas cosas que decirnos

que nuestras lenguas no hicieron sino encontrarse,

fue también el final de todos los idiomas.


Todas las estatuas renegaron de sus moldes

por supuesto que los trenes torcieron sus rieles,

las connotaciones: plan, proyecto, meta

pasaron sin notarse, de largo, de donde habían venido.


La metafísica se limitó -como siempre soñó Pessoa-

a hablar sobre confitería.

Y las religiones del mundo se declararon en quiebra.


La libertad dejó de tener importancia,

ya nadie estaba oprimido;

y todas las discusiones éticas y políticas

terminaron por evaporarse

después de haber hervido en tantas frentes.


Los muchachos pudieron amarse

sin importar su cóncavo o su convexo;

Y ya nadie sintió la necesidad

de clasificar las cosas.


Finalmente la poesía pudo lograr su milenario intento,

escapar de la gramática.


Este es el último poema del mundo.


Gerardo Cielorraso.

jueves, 5 de mayo de 2011

Después del ver.

Yo quiero imitar el ritmo de las hojas cuando caen
y se pulverizan ya desde su rama...
antes me decías que sólo las rosas se pulverizaban
y que los ojos se hundían
y las velas se apagaban
y nacían todos los gestos frágiles del vidrio...

Pero en el vidrio solo hay gotas de esta lluvia que no cesa
de caer bajo el tejado
como si las paredes sudaran
devolviéndome todos los alientos que les había susurrado...
Ahora las paredes están implacables,
gritan lo que deberían callar
hacen brotar todos los golpes,
de cabeza, de puño, de pie
de libro arrojado con desdén
de copa de vino llena de furia.

Sin saberlo este podría ser el último día de mi vida
-sin saberlo-
podría estar marchando hacia mi nada,
la muerte podría esperarme disfrazada de cualquier cosa absurda
o quizás evidente
e igualmente me arrojaría a sus brazos
al verla arribar en el avión de mis esperas.

Para dos amantes que se procuaran sin tocarse
el tiempo puede ser una llama
donde se incineren sus mejillas
enrojecidas
el color de las brazas de madera...

Después de que se secó el éter que nos mojaba los labios
tenemos la irreductible necesidad
de aprender a besarnos...

sólo me sostiene el hecho
de que sigue siendo importante para cualquier clase de cultura
que un sujeto abandonado
en cualquier clase de infierno cotidiano
redacte un par de líneas
donde diga lo contrario.

Estival - Inti García Santamaría

Háblame de las horas que perdimos
en qué pisada de talco frente al ortopedista
quién miró ningún pájaro en la ventana
cómo desapareció el silbido inconstante
entre las hojas de cuál lluvia
porque diario llovía y diario cantaba
desde el mismo lugar otra figura de yeso
dame otra firma
háblame de las horas que perdimos
sin retorno posible aunque nuestras manos enciendan
otra vez mecheros de Bunsen sobre las mesas del laboratorio
aunque la consola de la escuela entone La Bikina
porque ninguna carta guarda la voz que descubrimos
y aquel volumen de la revista que publicó
tu retrato resulta inconseguible
porque habrás olvidado las tres líneas
de lo que tú llamaste mi primer poema
hoy comprendes nuestro canto nunca estuvo
en la cueva que inventamos en su honor
sino en la necesidad de retener
nunca la tuvimos su presencia
ésta es la clave para practicar el aturdimiento de la memoria
cuando hablo contigo estoy diciendo a todos
una frase interminable que tus labios me dieron
un estilo para hablar de las horas perdidas
una forma sin espacio que nombra el espacio
donde nada crecerá nuevamente
donde nunca estaremos nuevamente
si la tarde controla cielos morados
si aprehendemos la cercana estación
para ofrendar a los muertos nuestras manos vacías
sin mecheros de Bunsen ni fórmulas de hacer fuego
sin control sobre los recuerdos ni lástima para el descuido
que nos llama como falso espejo en la boca
un suspiro sin cuerpo lo reitera epílogo de los días
no es posible traducir tu lenguaje sin traición…

Inti García Santamaría

http://intigarciasantamaria.blogspot.com/

miércoles, 4 de mayo de 2011

Sin título - Rocío Cerón


A falta de tierra, desnudo
sin firma ni signo de atadura,
acaso entre la falta y la velocidad del ala
del zancudo.
Aterrizas.
En tanto, el aire se desprende de las voces.

Cuantioso el infierno de los nombres.

No cargas más.
No más allá de esta calle, esta penumbra.
De las sombras has vuelto a este paraje,
sin una libélula en la frente.
Ni azul que desmaye en tu presencia.

Habitas en la precisión del instante:
Esa es tu certeza.

Yace aquí tu contenido,
el líquido difuso de tu paso.

Yerras, caes a tumbos.
No esperas.

La impaciencia es la deshonra del furtivo.

De bruces en el lodo, tus rodillas guarecen el estigma
que tu imperio necesita.

Estás más solo que la angustia.

Junto a las tarántulas náuticas y los reptiles
cansados de olisquear las formas
tu silueta regresa.

Incidencia en este vuelo a ras de angustia.
El pasado no clarifica, no abriga a la piedad ni a los momentos.
Incidencia en tus ojos que trascienden al fuego.

No gastes la memoria.
Siéntate. Bosteza.
Adquiere temperatura y brizna en la nuca, en las sienes.
Acuérdate del jardín, del ala antigua que rozaba la frescura de los cuerpos.

Desata los cordeles, los nudos, las hebillas,
anuda el enjambre de las venas a la huella de tus manos.
Aléjate de la vileza, del rencor y la envidia.
Cuida tus palabras.

Toda alabanza posa su ruego en la cal: arcilla, forma asible: presencia para
deambular entre los muertos.

Siente la noche como fe carcomida por el tiempo.

El rezago del miedo ha dejado sus hábitos en la frente del autista; ese ademán,
apenas contenido, es el mundo escondido bajo el caparazón de las hogueras.

Con pujo de vejiga, llano el dolor,
celebra en la orina.
Regresa a la santidad del huérfano,
ningún intento resbale por tus párpados.
Sé el entierro del sentido.

Desciende hasta donde sólo resta el lugar para uno mismo.
Ablándate y cae en cuenta:
somos flor que se deshace.


Rocío Cerón

http://rocioceron.blogspot.com/