jueves, 20 de mayo de 2010

El Gesto

I
Podría quedarme un rato
Y dialogar con la memoria,
Hacerle honor a la esperanza,
Y desdoblar el horizonte;
Pero tengo compromiso
Desde el nacimiento con la muerte,
Y se me acaba el plazo
Para hacerme su asistente.

Me llaman todas las ventanas,
Todos los filos me tientan,
Me leo en cada obituario,
En cada sala de emergencia.
Un encuentro impostergable
Que corre desde siempre por mis venas,
Tanta sangre que espera
Salir plagada de condenas.

La poesía en mí es un impulso
Incompatible con la vida.

2 comentarios:

pau.losa dijo...

Para mi es la carta suicida perfecta de aquel poeta eterno e idealizado, el artista sobreviviente atormentado por aquel cordon que todavia no logra cortar que lo une con su origne con su inspiracion y con el mundo que le otorga su escencia.

Reptante dijo...

A pesar de caer a momentos en un empantamiento de lo que podría calificarse como un lirísmo un tanto predecible, el contenido de esta primera entrega suelta imágenes bastante ricas... Palabras pendiendo al borde de un precipicio, jugándose la vida, buscando la esencia que nos roba a diario el pensamiento ante algo tan grande y enigmático como la muerte. Podría calificarse como un envalentonamiento espanta villamelones o primerizos, pero esto más que una apología del suicida creo que es un afronta a la muerte, o un mero desenvolvimiento de ese quehacer del poeta ante la simbología confusa que es vivir desde un inicio herido y bendecido por la melancolía.

Saludos.