sábado, 22 de mayo de 2010

El Gesto

II

Tiendo el tiempo frente a mis ojos
Destrozando el espejo de la espera,
Cada esquirla de cristal que lacera,
Son astillas de mí en el pensamiento.

Frente a mí, han nacido los abismos,
Los huracanes me llaman,
El piso se quiebra con mis pasos
Y conozco el otro lado de la flama.

Es el tiempo el asesino
¿quién le ha dado el arma?
Tú, y tu mirada constante,
Que opaca el sol, y espesa el aire,
Se traga el cielo y los cuerpos siderales,
El arma siempre ha sido tu mirada.

No soporto ningún tacto,
No encuentro ningún rostro,
Todas las puertas son muros
Todas las ventanas, sepulcros.

Trago el silencio, alcohol antiguo,
Destilado en los filtros del dolor,
Amarga embriaguez que me rebela
La condición de ser hombre,
Esclavo de mis representaciones.

Errante entre todas tus imágenes,
Oscureces mi mirada,
El silencio, de nuevo, blanda llama,
Se alimenta del instante en que no estoy.

Todo lo que no retorna, nos mata,
Ocasos sin noche,
Ígnea respiración de las estrellas,
Y yo que las miro, me he consumido en ellas.

3 comentarios:

Megara900 dijo...

Una desgracia invisible que va devorándolo todo, un dolor que no sana, una ausencia infinita.

Por qué será que los humanos sabemos tanto de eso. Amamos lo que no tenemos, lo equivocado.

Vivimos siempre con el corazón en el pasado, andando hacia el futuro, me ha encantado su poesía :)

Poeta Nómada dijo...

Muchas gracias amiga que es hermana de las furias. A mi también me gusta mucho su poesía. Amar lo equivocado puede resumirse como mi autopsicografía.
Espero que estemos en contacto.

Reptante dijo...

La contemplación sólo podría ser bien vista para hombres del desierto, para ascetas, por ermitaños que buscan el pan muy lejos de donde nosotros, simples mortales, buscamos el vino. Es por eso que sí, el silencio nos nutre, pero a la vez nos envenena... Los espejos nos revientan, nos reclaman, nos brindan la radiografía, el real panorama de nuestra insondable, tan buscada desgracia. Así las cosas amigo. Y qué decir eh, creo que esta segunda parte del poema comienza a tomar un saborcito más propio y un tanto menos peligrosamente lírico canturreado. Seguiré, seguiré, espero no defraudar mis expectativas.