miércoles, 13 de octubre de 2010

Escorzos.

Fue largo el camino de mis ojos a la ausencia,
pasaron primero entre fuegos...

Fuegos quebrados, acariciados por un eco tan profundo que hicieron mi voz como un grito.
Fuegos de música que hicieron mi piel como una partitura tachoneada con tinta de las lágrimas del Limbo.
Fuegos silenciosos quemaron mis íntimas bestias, mis juguetes de niño.

Luego tuvo que venir la sangre...

Sangre oscura y espesa como líquida neblina que corre entre una interminable línea de espejos.
Sangre escarlata de las uvas que Dionisios derramó al nacer y que yacen en el pubis de las niñas.
Sangre de momentos sucedidos en los que el reloj es un eco que se repite en línea recta.

Más tarde se ahogaron los peces.

Se ahogaron tímidos peces que no aprendieron a parpadear ante la combustión de las aguas de mi sexo.
Se ahogaron entre remolinos que simulaban muslos, entre mareas que simulaban besos.
Se ahogaron en los estanques turbios de mi última canción de niño.

Finalmente perdí mis alas...

Y ya nunca fui pájaro que volaba en el cielo ebrio de azul.
Tampoco pude ser ángel a pesar de ser terrible, y mis ojos no conocen la belleza, y la buscan con ansías de ausencia.
Y ya nunca pude volver a volar sin otro cuerpo que me sirviera de aeroplano o de cometa.

Después de tanta ausencia, sólo conozco la poesía.

1 comentario:

Apocalipstik dijo...

Muchos matices Gerardo, figuras bien logradas... pero lo mejor, cariño, es que se nota tanta fluidez en tu poesía, se nota que no tienes trabas para su creación. Tu goce, es el mío y el colectivo, sin duda naciste para esto, porque pudieses ser ingeniero, o médico, quizá político, pero en todo eso, serías poeta, sé que no me explico. El asunto maestro, es que me siento infinitamente agradecida, de poder llenarme y re-preñarme de letras.
Ya te lo he dicho (y no es metáfora), de los borradores que vayan a la basura, haré un guardadito en una piñata, cuando se me cuelguen los años, les daré de palos para escribirte la mejor poesía, y morir haciéndole justicia a las grafías y los acentos.
¡Grande poeta, grande!