viernes, 8 de mayo de 2009

Antagonismo de Catálisis



II

Eso de llorar
Nos concierne a todos
Las luciérnagas ciegas en la niebla
Las estelas develadas sin reflejo
Nosotros, mañanas lluviosas sin aurora
Ocasos que no encuentran su noche
Donde no florece la estrella,
Estanques fluyentes de irrefrenable cambio,
Nosotros, y nuestro llanto de tormenta.

Eso de llorar
Es el ridículo destino de todo aquel
Que se ha dado cuenta que palpita,
Que la sangre corre como el magma por sus venas
Y que ha despertado al sueño de la vida.

Eso de llorar
Nos atrapa,
Se escapa,
Difumina, navega, sale, entra.

Eso de llorar
Absorbe nuestra esencia
La define y la moldea
La limita en sus extremos
Nos roba el sueño suspirando
Genera quimeras del encanto
Terminamos por rendirnos temblando,
Navegamos nuestras dudas llorando,
Venimos al mundo llorando,
Y nos vamos de él dejando llanto.

Eso de llorar es la fuerza que impulsa
Las ansias de no seguir llorando,
Atrapados en la voracidad del llanto
En el ardor de lo llorado
De la lágrima, del suspiro ahogado
Del marcapasos palpitante
De la multa antes de los 100 km/h
Llorar nuestra vida entera,
Llorar media hora antes y durante la cena,
Eso de llorar consumiéndose en el llanto,
Que antes que polvo, el hombre fue llanto.

Eso de llorar es el requisito de la existencia
La causa y caudal de la conciencia,
Derramando el llanto, aspirando llanto
Y llegando hasta la luna, para seguir llorando.

Eso de llorar es la razón del hombre
Para no querer seguir llorando.

1 comentario:

Reptante dijo...

Oiga amigo, qué buenos momentos alcanza usted en este poema en el que se demuestra y confiesa inconscientemente que ha vivido, así como lo hacía el chillón de Neruda en ese libro nunca leído.

De la misma forma lo felicito por esos momentos grandes a los que hacía alusión, en esas fugaces reflexiones en donde hace muestra de su sensibilidad como humano, y dice, precisamente que si llora es porque se descubrió humano, en aquellos instantes en que... dentro de su soledad, su sinsabor, pudo mirar el resquicio por dónde su sangre se aferraba a la vida. Instantes en que el llanto era una forma para no morir con los venenos del dolor fermentando como larvas los intestinos.

Por cierto, no lo sé de cierto, pero igual podría suponerlo, que no hubiese llegado a este poema sin haber leído antes a Girondo, Sabines y a Efraín Huerta, de pronto no sé, me vino como un saborcito de ellos en sus versos. Aunque bueno, la inspiración de los poetas, es siempre tan cercana, que las letras tienden a ser una especie de secreto revelado tan parecido a la vida, y no es necesario haber leído antes de los otros, para llegar a las mismas conclusiones.

Veo que va por un buen camino amigo. Le mando un abrazo. Hasta pronto. Y si lloramos, claro, es para dejar de hacerlo, nada más sencillo y tajante que eso.