miércoles, 21 de julio de 2010

Me celebro y me canto a mi mismo.

De vez en cuando uno se encuentra ante poetas monolíticos, no por su rigidez, sino por su vastedad, poetas que logran conformar en un solo poema al universo entero. Si el habla y el lenguaje son condición de la conciencia, entonces la poesía es el primer gesto de entendimiento con el mundo, antes de cualquier otro tipo de gesto el hombre pone nombres, tiene afección, y sufre enteramente a través de la palabra. Por primero no es el már primitivo, sino el más absoluto, el más puro, donde el hombre todavia no había cruzado la línea de la razón que todo lo divide y todo lo consume. Antes de esa misteriosa nube de entendimiento, el hombre estaba desnudo sobre el páramo del mundo, sintiendo que era uno contodo, y esa comunión es la tan añorada por los poetas, ese entendimiento en la roca, se rastrea por todos ellos, entre todos ellos se extiende.
El poeta se inclina ante la naturaleza y se deja abrazar por ella como un inmenso fuego, que le arranca de la lengua palabras, que rompen la anquilosis de sus manos y las hacen sangrar, el poeta escribe con su sangre porque todo contacto con el mundo lastima. Siempre que chocamos con la Natura es un violento choque, violento por su absolutidad, basta presenciar el espéctaculo de las tormentas en el cielo, de las olas azotando un risco, el rumor suave en el bosque, las perseverancia de la oruga, el chillido del murciélago, y entonces se entiende, se comprende que no sómos más que un ápice, un átomo, un momento fugaz, menos que una mancha. La conciencia alcanza plenamente la finitud ¿y por qué no entonces la palabra? Si la mente se arrebata, y se rompen todos los esquemas y las síntesis, ¿por qué no pensar que el poeta puede hacer fiel de ese arrebato? La poesía es el gesto primario del hombre, el más puro, el más imbatible, con el que comprueba todo el tiempo que está vivo, la razón lo conduce fuera de sí, a inventar a Dios y a arrodillarse, la poesía oculta, escapa a esa máquina del pensamiento y se hunde dentro entre los ramajes más ocultos.
Walt Withman es uno de esos poetas, que inicia una de las obras más importantes de la lengua inglesa en la modernidad. Después de Yeats y Thomas se pensaba que el modernismo inglés no podría atravesar el mar y hablar a través de un espíritu americano. Withman con su lenguaje localista, sus referencia bucólicas y campiranas, su pensamiento de igualidad, y armonía, viene a abrir una incisión profunda en las letras inglesas, de la que no han podido recuperarse salvo por Wolff quizás...
Me encontré con el Canto A Mi Mismo como quien se encuentra de golpe con un muro, buscando entre anaqueles viejos de librerias usadas, cayó a mis manos movido por la inercia y el mal acomodo. Abrí sorprendido sus primeras páginas... ME CELEBRO Y ME CANTO A MI MISMO... empezaba el poema, lo cerré de golpe. No necesitaba más, sentí una conmoción recorrer toda smis venas, presintiendo quizás el preludio de algo hermoso. El nombre lo había escuchado ya antes con Pessoa y un poema que le dedica a Withman "también soy una ramera del cosmos como tu Walt" le dice el portugués bajo su heterónimo de Álvaro Campos. Sorprendido ante esa referencia me llevé el libro a casa, y comencé a leerlo, 3 horas enteras no pude despegar mis ojos de esas líneas... auténticamente... me encontraba frente a algo maravilloso. Soy Walt Withman señores y me presento a mi mismo...

2 comentarios:

Megara900 dijo...

De la misma forma en que se concatena el escribir con leer, un poeta extiende sus áreas hasta ser la unidad, escribiendo, vislumbrando su técnica interna, y también observando, sintiendo, desparramando las ideas y los estilos de los poetas de todas las épocas.

Es por eso que me quito el sombrero hasta su crítica, y me permito decirle que es un joven muy talentoso, además su cabecita es un archivo inmesurable de arte, es una suerte haberle encontrado, mis mejores saludos Gerardo.

Reptante dijo...

Hallar el encuentro desnudo ante la naturaleza y hablar sobre el momento de estar solo, tal vez como lo hacía Narciso, que no era un cabrón narcisista como todos dicen, le gustaba platicar con su otro yo, le gustaba mirar lo que sólo era pasajero... Pero caray amigo, en verdad que te esmeraste, todas esas alusiones animales me generaron una gran conmoción, poesía aparte. Y el encuentro, como muchos libros que nos encuentran, y con sigo a sus amigos los autores, bastante peculiar y único como lo deben de ser todos los grandes encuentros.

Saludos.