domingo, 20 de enero de 2013

La Crítica como Metafísica de la Cultura


La crítica como una metafísica de la cultura”

  1. INTRODUCCIÓN

Es un lugar común exponer el pensamiento de Immanuel Kant y su proyecto crítico como una decapitación de la metafísica. Tanto que al gran “giro copernicano” del pensamiento de nuestro autor, se le ha identificado con la crítica de los grandes sistemas especulativos de corte escolástico y racionalista. Sin embargo es cierto que el pensamiento de Kant propone una crítica (en el sentido coloquial del término) a los sistemas dogmáticos de su tiempo, pero esto no significa en ningún sentido que Kant renuncie a la metafísica; muy por el contrario, el pensamiento pre-crítico de Kant fue el de acercar la metafísica a los métodos de las ciencias naturales, triunfantes en su época, y poder hacer de lo que era un pensamiento “obsoleto” un pensamiento “efectivo.” En este sentido el período crítico no representa en el pensamiento kantiano una superación de este intención inicial, sino la renuncia a ciertos supuestos metafísico que impedían demostrar la efectividad de la metafísica.
Para esto Kant tuvo que adoptar varios cambios radicales con respecto del pensamiento tradicionalmente metafísico: el primero de ellos fue la superación de la idea de la verdad como una relación de armonía preestablecida entre el sujeto y el objeto. El segundo admitir que la metafísica es inevitable en la naturaleza del hombre. El tercero y quizás más díficil de entender será el hecho de que la demostración de los intereses de las facultades y la relación de éstas con el sentido común que legislan sólo puede hacerse mediante un método trascendental, esto quiere decir, mediante el análisis de las representaciones a priori sobre las que legisla cada una de las facultades.
Kant tiene frente a sí entonces la problemática de fundar la sistematicidad de los intereses de la razón. Este ya es un paso radicalmente distinto de sus predecesores. El pensamiento metafísico tradicional había privilegiado únicamente el interés especulativo de las facultades humanas y a partir de éste había tratado de derivar los demás, es decir, daba a una sola facultad la tarea de legislar sobre objetos disímiles entre sí y de los cuáles no podía tener ninguna coherencia interna. Por eso el pensamiento metafísico tendía a derivar una teoría del mundo a partir de conceptos puros de la intuición sin reconocer que la intuición es un acto de la sensibilidad. El pensamiento metafísico trabajaba con conceptos ajenos a los objetos que pretendía conocer, y se dedicaba a construir relaciones puramente formales entre los conceptos, de la lógica en general pretendía derivar todo el conocimiento posible.
Kant animado por el pensamiento científico de su época y su método experimental se convenció de que principalmente la metafísica tenía la problemática de no poder demostrar la base empírica de sus conceptos; y en segundo lugar, y derivado de éste, no podia demostrar que dichos conceptos sirvieran precisamente para ampliar nuestro conocimiento del mundo.
Habia que rescatar primeramente la relación del sujeto y el mundo de los supuestos metafísicos, para eso Kant expone una teoría “trascendental” de la estética (sensibilidad), donde excluye de sus leyes cualquier relación con objetos cuyas representaciones no estén dadas en a la intuición. Toma de las ciencias naturales el concepto de experiencia, cuya efectividad garantizaría la coherencia de su método trascendental. La metafísica es así tomada en un primer momento en un sentido negativo, como aquel pensamiento que trabaja con representaciones vacías (al no estar remitidas a ninguna intuición), y con conexiones incoherentes, al no tener punto de apoyo alguno en la experiencia. Esto acercaba a Kant al emprismo inglés del que fue profundo lector. Sin embargo aún habría que demostrar la necesidad de la metafísica. En un primer momento Kant se dedica a exponer ¿cómo es posible el pensamiento metafísico? El método crítico pretende demostrar la viabilidad de un método metafísico en general y poder determinar de forma concisa cuál ha de ser su tarea y los objetos sobre los que trabaja. Así la metafísica se le revela a Kant como el pensamiento de los conceptos “indiferentes” a la experiencia, aquellos conceptos que no están determinados por lo sensible y que por lo tanto permiten superarlo, tales serán los conceptos puros de la razón. El segundo sentido de la metafícia es entonces, el de una superación de la determinación natural del hombre. Pero sus leyes sólo pueden ser justificadas si se logra establecer una analogía entre las leyes naturales y las leyes metafisicas. Las naturalez tiene su validez en que se refieren a representaciones devenidas de conceptos puros de la intuición, obtenidos mediante la experiencia. Kant pronto descubre que la legislación en general no está dada en la experiencia, sino que es la parte “subjetiva” que se pone en la experiencia, es el entendimiento el que a manera de un tribunal “exige a la experiencia la revelación de sus leyes.” Los conceptos de la metafísica son conceptos puramente racionales y en este sentido no son especulativos ni pretenden ampliar nuestro conocimiento, ¿qué clase de leyes pueden tener? ¿qué relación pueden guardar dentro de los intereses de la razón? ¿cuál es la justificación de su Ley? La libertad, la autonomía, los conceptos puros de la razón pretenden que el hombre alcance su verdadera naturaleza y en ese sentido son fines últimos de la cultura, inclusive sobre el entendimiento mismo. ¿Por qué cuál puede ser el interés detrás del interés especulativo? La pregunta no es sólo ¿qué puedo conocer? También es ¿por qué quiero conocer?

  1. La metafisica como una lógica de la ilusión.


Ya desde el prólogo a la primera edición de la Crítica de la razón pura Kant nos anuncia:
“La razón humana tiene el destino singular, en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades.”1

Aquí Kant se refiera a la “razón” como la razón en general humana y no como la facultad de pensar que es un conocimiento por principios. El interés metafísico es ineludible pero sobrepasa la facultad de conocer, es decir, o habremos de admitir que el interés metafísico es un engaño vacío o habremos de poder demostrar que sus cuestiones son falsos problemas.
Kant al incio de la Lógica Trascendental opta por la primera de las opciones:
“(...) hay algo tan tentador en la posesión de ese arte ficticio que suministra a todos nuestros conocimientos la forma del entedimiento (...) que aquella lógica general, que constituye sin embargo un canon destinado a enjuiciar, es empleada como un organon, destinado a la producción efectiva, al menos en apariencia, de afirmaciones objetivas.”2

La engañifa de la metafísica es hacer pasar los reglas en general de los juicios por afirmaciones objetivas. En este sentido es en el que Kant se refiere a la metafísica como una lógica de la ilusión. La Lógica es incapaz de suministrarnos información alguna sobre el contenido de nuestro conocimiento únicamente se encarga de “la forma intelectual de las representaciones, sea cual sea el contenido de éstas.”3
En la Estética Trascendental Kant había hablado de que para poder llamar conocimiento a una sistema de representaciones, éstas tenían que estar referidas a una intuición. Es decir, debían haber emanado de la experiencia. Sólo a través de esta referencia a la experiencia podía ser el conocimiento algo más que una ilusión. Pero entonces ¿cómo se originan las representaciones vacías que no tienen amarre en a experiencia? Se originan debido a que el entendimiento mismo trata todo el tiempo de superar sus propios límites4. ¿Cuáles son éstos límites? Las de los objetos en su aparición espacio-temporal. Posterior a la demostración de la espacio-temporal de todos los objetos puros de la intuición, lo cual implica la posibilidad misma de la objetualidad ¿cómo es posible que el entendimiento piensa algo que no está dado en una aparición espacio temporal?
A una representación que no tiene un límite espacio-temporal Kant la llama concepto5. El concepto no sirve en sí mismo para conocer en sentido positivo, sino negativo, el concimiento conceptual es una descomposición:

“Entiendo, por el contrario, la descomposición –poco practicada todavía-- de la capacidad misma del entendimiento, a fin de investigar la posibilidad de los conceptos a priori a base de buscarlos sólo en el entendimiento como su lugar de procedencia y a base de analizar su uso puro en general.”6

La distinción es sutil, uno ha de ser el conocimiento mediante el entendimiento (que tiene la necesidad de demostrarse empíricamente) y otro ha de ser el conocimiento del entendimiento. La confusión metafísica radica en que a partir del segundo pretende garantizar el primero. Es decir, mediante la exposición de las reglas en general del pensar pretende derivar de ahí las reglas en general del mundo. Esto tiene una explicación sencilla, la metafísica previa a Kant suponía una paridad entre la lógica del pensamiento y la lógica del mundo. La lógica era precisamente la adecuación del pensamiento a las reglas del Universo7. Pero Kant está apartado de esta tradición por el muro empirista.
El emprisimo descubrió que éstas leyes lógicas sólo tienen su base en la suposición de que provienen del mundo. Hume radicalmente demostró que una es la relación del sujeto con el mundo y otra la relación de las ideas entre ellas. La noticia que tenemos del mundo tiene su origen en las impresiones causadas por la experiencia. Pero el conocimiento tienen su origen en una regla psíquica que si bien es “natural” (tanto Locke como Hume apelan a la asociación natural de ideas), no puede garantizarnos nada acerca del mundo. Es la mente la que produce estas asociaciones y poco o nada tienen que ver con las mentadas Leyes del mundo, al grado de que Hume no verá en el conocimiento sino el resultado de la regularidad de la experiencia y la costumbre.
Es importante la explicación anterior porque en las famosas palabras del propio Kant, fue Hume quien lo despertó de su “sueño dogmático”8. ¿En qué consiste, pues, el dogmatismo? Es definda por Kant como “la pretensión de avanzar con puros conocimientos conceptuales (los filosóficos) sin haber examinado ni el modo, ni el derecho con que llega a ellos.”9 Es interesante aquí recalcar que en el mismo prólogo Kant hace una distinción entre el “proceder dogmático” de toda ciencia y el “dogmatismo” de la metafísica. El proceder dogmático significa que la ciencia ha de proceder a demostrar bajo el rigor de los conceptos puros a priori (las leyes de la Lógica dictadas por el propio pensamiento).
Ya vimos que el origen de la ilusión metafísica es poner en el conocimiento puramente lógico (conceptual) la explicación del mundo, cuando éste, por principio, sólo puede servir para explicaer la relación entre el sistema de representaciones del pensar. Nada nos dice de los contenidos de los juicios, nada puede decirnos entonces del conocimiento. Y si a pesar de ésto se insistiese en que este procedimiento puede auténticamente ampliar nuestro conocimiento entonces estamos ante un dogmatismo.
No es para Kant entonces conocimiento aquel que nos revela las condiciones de posibilidad de un conocimient en general, por ejemplo del entendimiento. Este tipo de conocimiento está basado en los famosos juicios sintéticos a priori. No amplían nuestro conocimiento del mundo sino nuestro conocimiento de las posibilidades del conocimiento en general. “Sólo conocemos a priori de las cosas lo que nosotros mismos ponemos en ellas.”10 Es decir que el conocimiento a priori es un auto-conocimiento, una determinación de una subjetividad que permite la posibilidad del conocimiento en general, de una subjetividad trascendental.
La cuestión del sujeto trascendental ha sido malentendida en nuestra época, ésto se debe quizás a las acusaciones de Ortega y Gasset. El postulado del sujeto trascendental sólo responde a la necesidad que se sigue de la exposición de la a prioricidad de las categorías. Todo sujeto empírico es un sujeto de experiencia, y en ese sentido, está determinado por las Leyes naturales. Pero éstas leyes sólo son posibles si son para un sujeto, y no puede el sujeto empírico descubrirlas en sí mismo como análogas a las leyes naturales. Esta era precisamente la pretensión metafísica de los antiguos. El conocimiento del mundo garantizaba de cierta manera el auto-conocimiento. Kant separa radicalmente ambos conocimientos. Mientras la tarea del conocimiento del mundo es la tares de un interés especulativo enfocado a descifrar la aparición de los fenómenos, el auto-conocimiento es el conocimiento de las razones por las cuales hay una necesidad de ese conocimiento y de la conformación de aquel que tiene interés por ese conocimiento. Así Kant será el primero en hablar de una antropología, en sentido pragmático ya se había hecho antes que él, pero en sentido trascendental, la pregunta se mantiene abierta ¿qué hace al hombre hombre? Si lo a priori es lo que se conoce con independencia de la experiencia, aunque de hecho sólo tenga sentido en la experiencia, la pregunta por lo a priori es la pregunta por la naturaleza del hombre.
Kant llega así a la noción de que los conceptos en el entendimiento son espontáneos, no tienen su origen en una ley natural, como pretendían los empiristas, sino en una autodeterminación del sujeto. No es que el sujeto ponga en el objeto lo que él quiera, sino que el objeto mismo es ya una forma espontánea de operar del sujeto. Así Kant explica que hay una división entre las facultades pasivas: la sensibilidad, la intuición y las facultades activas: la imaginación, el entendimiento y la razón. Mientras que lo concerniente a las dos primeras puede ser explicado mediante cuestiones de hecho – la configuración anatómica del hombre por ejemplo, la psicología empirista también-- las cuestiones concercientes a las facultades activas tienen que explicarse desde la a prioricidad. Lo sorprendente no es que haya este o aquel objeto sino que la mente humana produzca la forma pura “objeto=x” y los fenómenos se vuelvan objetos. Si éstas cuestiones no pueden ser resueltas mediante explicaciones de hechos, porque son la condición para la objetualidad de cualquier hecho, ¿cómo pueden ser explicadas?

  1. El método trascendental y la metafísica:

La tradición previa a Kant explicaba la objetualidad del mundo apelando a una construcción divina. Descartes apela a que es “Dios” quien le ha dado la facultad de razonar y que pone en él las ideas que dan sentido al mundo, a esto se le llama “inatismo de las ideas”. Después de Locke Kant entiende que sostener esto es caer en el dogmatismo, porque la explicación sólo traslada la cuestión y pone como prueba lo que debía demostrar. Aunque Dios nos haya constituído de ésta manera eso no nos impide que podamos explicar cómo nuestra constitución puede referirse al exterior. Es decir, la relación de la sustancias que ya se veía en Descartes.
Kant por un lado renuncia a las sustancias, las cosas en sí son incognosibles porque no están dadas en el tiempo y el espacio. Pero esto quiere decir, y Kant lo sabe, desustancializar también al hombre, la a prioricidad de los conceptos no apela a una sustancia humana, sino a una dinámica.
El método trascendental de Kant consiste en poder examinar a partir del operar de cada facultad, las condiciones de posibilidad de dicha facultad. Para ésto hay que hacer abstracción de todo contenido empírico y quedarnos con sólo las formas vacías. Tal es la tarea asignada a la Lógica trascendental: “En una lógica trascendental aislamos el entendimiento y tomamos de nuestros conocimientos lo que no procede más que del entendimiento.”11Aislamos los contenidos del entendimiento para fijarnos en sus estructuras formales ¿pero podemos seguir hablando aquí de un conocimiento en sentido positivo, es decir, como una teoría de la verdad?
“La crítica es la preparación necesaria para promover una metafísica rigurosa que, como ciencia, tiene que desarrollarse necesariamente de forma dogmática y de acuerdo con el más estricto requisito, sistemática, es decir, conforme a la escuela.”12 El método trascendental es un método crítico y el método crítico no es anti-metafísico sino que realiza una metafísica como ciencia. No apela a un origen de a prioricidad sino que explica la relación de ésta a prioricidad con el mundo. A esto Kant lo conoce como sistema.
Si apelamos a la relación de una facultad consigo misma la a prioricidad carece de sentido, es decir, se torna una paradoja que debe apelar a una constitución divina. Pero la a prioricidad no es paradójica sino apodíptica. La apodipticidad de lo a priori radica en que cada facultad está determinada por un interés particular. Es decir el sujeto no es sólo el sujeto pasivo del empirismo que es “afectado” por el exterior y responde mediante impresiones, el “haz de impresiones e ideas” del que hablaba Hume. El sujeto coloca algo de sí en los objetos del mundo porque posee un interés. Para responder por qué queremos conocer Kant sabe que tenemos que responde cómo podemos conocer, de ahí la exposición de las dos parte que implican todo conocimiento posible la estética y la lógica. Un interés de la razón, de la razón en general, es el especulativo, el conocimiento es resultado de ese interés, pero ese interés no tiene su fundamento en sí mismo, como creían los racionalistas. Obedece a un sistema de intereses de la cultura donde unas veces legisla una facultad y otras otra. En el conocimiento el entendimiento se enfrente a su propios límites y e intenta superarlos, esta superación lo lleva al establecimiento de conceptos que no tienen su referencia en a experiencia y que sin embargo son pensables, estos conceptos son las Ideas13. Las ideas no están enfocadas a conocer pero en tanto que el interés especulativo es el interés de conocimiento hay que saber qué función cumplen dentro del conocimiento. Esta es la cuestión de los principios. En el entendimiento puro es en el único lugar donde existen los principios.14 Estos son enunciados que pretenden sintetizar una pluralidad de juicios y poder dar con la generalidad (Ley) de los fenómenos. Kant reconoce que si bien el entendimiento opera mediante ellos no es en el entendimiento donde tienen su origen. La razón es el orgien de los principios y esto quiere decir, que son naturalmente indiferentes a la experiencia. El entendimiento depende de la espontaneidad de los conceptos para poder pensar los fenómenos en general, y está espontaneidad tiene su base en las categorías conceptos puros del entendimiento. ¿Pero estos conceptos puros dónde tienen su origen? Si Kant no quiere apelar a un diseño divino debe admitir que hay algo que determina al hombre en su entendimiento que no es sin embargo resultado del entendimiento. ¿No se opone esto a lo que se dijo del método trascendental? Si entendemos que al “abstraer” los contenidos nos quedamos con las formas puras de cualquier facultad, podemos ver no sólo éstas formas puras sino su relación con recíproca.
La base de toda determinación a priori es el sentido común.15Esto se debe a que Kant no piensa el sentido común como un dato psicológico sino como la condición subjetiva de toda comunicabilidad.16Esto quiere decir que lo que va establecer la a prioricidad de los conceptos en general es el sentido común, y el papel que cada facultad desempeña como legisladora de determinados objetos. En el conocimiento por ejemplo, el entendimiento legislador obedece al interés especulativo, así las condiciones a priori serán aquellas que puedan explicar la capaciedad de conocer en general. Sin embargo aquí están entremezcladas una pluralidad de facultades como la imaginación, la razón y el deseo. Cada a prioricidad tiene su base en un interés de la razón en general, la configuración de ésta o aquella manera de pensar (conocer, hacer, esperar, desear) se debe a tal o cual interés. No hay, hasta aquí ninguna naturaleza del hombre, esto sería remitir a una determinación. Lo a priori no es universal y necesario pero no en el sentido de una determinación, sino como una regla. Y las reglas sólo tienen sentido en el uso, en el juego, en la dinámica. Lo que va conduciendo de fondo la argumentación de Kant es el hecho de que el sujeto no puede ser medio de nada.17 El sujeto es autotélico, y en este sentido, está solamente determinado por sus propios intereses, no puede ser fin de la naturaleza o de algún plan divino. Ahora ¿cuál es el medio que tenemos para demostrar ésto?

4. El método trascendental y la metafísica de la cultura:

Para Kant la razón es un 'sistema de medios y de fines' pero su novedad frente a la tradición es que su concepto de razón ya no sólo es parte de la estructura de alma, sino va a pertenecer al asunto de la cultura. ¿Cómo podemos comprender a la cultura según la visió kanatiana? ¿cuáles son y cómo se establecen los fines superiores de la vida? ¿cuál es el procedimiento que la cultura tiene para reconocerlos?
Kant adoza su obra al concepto de 'trascendencia', quizás no hay mejor manera de definir lo que Kant entiende por la tarea de la filosofía18, y quizás aquí responde las preguntas antes hechas. Estos fines superiores son aquellos que como ya dijimos, tienen un origen puro. En Kant esta pureza es lo no contaminado por los impulsos y por la experiencia sino que obedece a los intereses legítimos de la razón. Podemos decir que el conocimiento comienza con la experiencia pero no se origina en la experiencia. Kant haciendo un homenaje al empirismo acepta este comienzo irrecutible de la experiencia. Aquí Kant nos indica que la parte central del conocimiento es algo que se forma en el entendimiento, las representaciones que forma el entendimiento, y que no tienen ninguna vinculación con la experiencia. El núcleo que comanda la finalidad de la cultura en la determinación de conocer es una facultad discursiva, ésta es el entendimiento. También en los conceptos morales encontramos esta pureza,para Kant los verdaderos principios de la moral son trascendentales. Así los deslinda de inclinaciones, apetito o aspectos educativos. Los principios superiores del mundo ético no tienen ningún contenido de la experiencia.19 Y en el caso paradigmático de la belleza, o del juicio reflexionante, también se alude a la misma explicación, el espacio más nouménico que hay, el más puro.20
Así vemos que para Kant todas las nociones trascendentales constituyen la directriz de su obra. Los fines superiores de la razón son todos constituídos en el orden de lo trascendente, si entendemos por trascendencia “todo lo que no tiene un origen empírico”. La única manera que tenemos de acceder a lo trascendente es la metafísica. Pero la metafísica no es sólo el acceso a lo trascendente, eso es resultado de una analítica y de una deducción trascendentales que estaban en la base del método crítico. Habíamos dicho antes que la noción que Kant tiene de razón no corresponde a la de una naturaleza armoniosa preestablecida, sino que todos los fines superiores que la constituyen son conflictivos entre sí. Todos los fines cuando se enfrentan entre sí acaban por ser un espacio conflictivo. ¿Qué consecuencias tiene este planteamiento?
En Kant el conflicto no tiene un matiz negativo, al contrario es la red sistémica que da coherencia a los intereses de la razón. La conflicitivdad de los fines de la razón está en la individualidad, en la naturaleza autotélica del individuo. Si es autotélica el individuo no es un producto natural sino un producto de si mismo, esto quiere decir para Kant la cultura. Aquello donde el hombre se hace a sí mismo. La conflictividad vista en el contexto de los fines superiores de la cultura, es aquello que le permite a la cultura ser creativa21. En ese desplazamiento la guerra tiene un papel muy importante, aunque en Kant sólo de manera provisional. Durante los diversos momentos la tendencia de la razón es agruparse en función de una sola voluntad, por ejemplo la “voluntad general”, que funciona como una persona moral que subsume a las voluntades individualistas.22 ¿Qué es lo que ha producido este conflicto de la razón? El hecho de que las facultades tienden a invadirse. De esta manera Kant va a resolver el conflicto de la razón mediante la crítica, el tribunal de la razón. La critica consiste en un proceso de delimitación. Con esta tarea que se le dio a la filosofía hay un reconocimiento universalista. Kant le llamó a la crítica un deber de modernidad. Sin esta tarea quizás hoy la filosofia no tendría mucha substancia.
“Nuestra época es la época de la crítica a la que todo debe someterse.” decía Kant en El conflicto de las facultades. La crítica como deber de Modernidad radica en que los saberes deben fundamentarse y justificarse. ¿Qué pasa con las instituciones tradicionales? Kant sabe que éstas no pueden fundamentarse en la crítica porque perderían todo su significado, por ejemplo la religión que está fundamentada en dogmas; así Kant admite que hay ciertas instituciones “al margen” de la crítica. La única posibilidad de autocorreccion de una institución, de un saber o de una práctica social se llama crítica. La crítica es una acción de autocorrección.
Kant podría dividir el orden en función de los principios que lo fundamentan. A la Iglesia y al Ejército lo fundamentan el principio de autoridad. La Universidad en cambio está fundamentada en la consciencia de autocorrección. La crítica devela los límites de las cosas, para ayudarnos a corregir usos y abusos. ¿Qué merece respeto? Todo aquello que pueda ser examinado libre y públicamente. La crítica opera sin embargo con respecto a principios que ella misma no ha establecido sino que se establecen mediante fines de la cultura. Pero ¿Qué es la cultura? El hacerse del hombre a si mismo. En la Críticia de la razón pura Kant aludía a que la metafísica es insuperable y es insuperable en la medida en que reconocemos en ella la voluntad de superar lo dado, la persecusión de fines trascendentes con respecto a las determinaciones naturales. La cultura es así el inteto de conquista de la autonomía.

  1. La crítica como una metafísica de la cultura:

La crítica es la revisión de las condiciones de posibilidad, por eso sus conceptos a priori sólo son pensables cuando atendemos únicamente a las formas puras de la intuición. Da respuestas mediante un sistema de éstos conceptos a los conflictos de las facultades superiores de la razón. Sí entendemos a la crítica como una depuración de la razón, por eso es una función negativa, esto quiere decir que delimita y autocorrige. El sistema de la crítica es un sistema que contiene una serie de principios que funcionan articulando conceptos sin contenido, formas puras, que expliquen cómo son posible la experiencia y los conocimientos en general y los orientan con respecto a los fines legítimos de las facultades de la razón.
¿Por qué la crítica de la razón pura es la empresa de autoconocimiento de la razón y para qué seriviría?
En el orden de la crítica cultural Kant se asume como acusador de los abusos en el mismo sentido en que Montesqiueu hizo una crítica al sistema despótico de gobierno. Es decir, la crítica kantiana consiste en una distribución de fueros, en una metafísica de la cultura. Esta empresa de autoconocimiento de la razón implica una examen y ponderación de los límites y poderes de cualquier facultad.
Para Kant la crítica como metafísica representa la posibilidad de legitimación de algo. La condición para que la cultura tenga fines superiores es precisamente que estos fines superiores sepan justificarse, es decir, que exhiban su carácter y se demuestren como realizables por una facultad. De tal manera que para Kant esta correlación y diferenciación de facultades, lo que se llama Sistema, requiere de una instancia que les permita diferenciarse y al mismo tiempo acoplarse.
Para Kant la modernidad no puede tener otro significado que la permanente acreditación de la legitimidad de fines. Sí algo no acredita la legitimidad de estos fines debe ser desterrado del orden de la cultura y de la razón. La cultura es entendida así como un filtro crítico de todas las finalidades que tenemos. El médico de la cultura (el filósofo) detenta este poder de discernimiento. Por eso Kant insistirá en la cuestión de la legitimidad.
Para Kant la crítica como metafísica es también ponderación. ¿desde dónde habría que juzgar o ponderar el carácter de las cosas? Kant es sin duda un filósofo que pone como un correlato de todo ejercicio de crítica a la capacidad de ponderación; y sobre todo a la autonomía. La condición de posibilidad de desplegar un juico crítico es un sujeto autónomo y sabemos que éste tiene que ser aquel que no se gobierna bajo un principio de autoridad. Todo lo moderno viene a ser entendido como aquello que se legitima pública y racionalmente. La “crítica” sólo puede provenir de un sujeto autónomo. Cuando se juzga desde la óptica de la autoridad evidentemente concedemos como siervos y no como sujetos ilustrados.

1Kant, Immanuel, Crítica de la razón pura. Ed. Taurus, Col. Pensamiento. Trad. Pedro Ribas. Madrid, 2006. p. 44 Desde ahora citaremos las tres ediciones de las críticas de este año en esta editorial por el mismo traductor, CRP, CRPr y CJ respectivamente.
2CRP, p. 105.
3CRP, p. 102.
4CRP, p. 74.
5Cfr. p. 107 Analítica de los conceptos.
6CRP. p. 107
7En este sentido basta recordar las aclaraciones preliminares de Aristóteles en su Organon.
8CRP. p. 45.
9CRP. p. 60
10CRP, p. 54
11CRP, p. 106
12CRP, p. 60
13CRP, p. 265
14CRP, p. 177
15CJ, Parágrafo 40.
16Cfr. Deleuze, Gilles. La filosofía crítica de Kant Ed. Cátedra. Col. Teorema. Trad. Marco Aurelio Galmarini, 1997, España.
17CRPr, p. 43.
18CRP, p. 47
19CRPr, Parágrafo 88.
20CJ, Parágrafo 42.
21CJ. Parágrafo 44.
22CRPr, Parágrafo 88.

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