jueves, 5 de septiembre de 2013

La decolonialización del Ser

La afirmación del sujeto como fundamento último de la comprensión del ser, y por tanto de la libertad, la legitimidad y legalidad, es ajeno a las cosmovisiones (¿ontologías?) originarias de América y a las prácticas efectivas de la cultura popular americana. Es decir, la idea de sujeto no es, en América Latina al menos, el resultado de un proceso de donación de sentido onto-histórico. Digamos, sostenido en una tradición y problemáticas que hicieran sentido en nuestra estructura geopolítica como lo han mostrado con éxito ciertos antropólogos críticos como Kusch o historiadores como Castro-Gómez. Sino que es el resultado de una imposición ideológica históricamente determinada a través de los mecanismos y funciones coloniales (epistemicidios, importación de idiomas, evangelizaciones nunca completadas). 
Entonces podemos aclarar así porqué en América las ontologías pensadas a partir del sujeto son tan problemáticas y débiles. Y al entrar en crisis actualmente, necesitan reafirmarse en actos ideológicos como la extrema violencia neoliberal del capitalismo concreto (narco).
Mientras actualmente en Europa de la mano de la izquierda heideggeriana (Blanchot, Nancy, Agamben, Esposito, Derrida, Sloterdijk) se está construyendo este pensamiento del ser-con, de la comunidad desobrada, de la comunidad abierta. En América esto se ha mantenido en la mentalidad popular desde hace cientos de años bajo el sello de lo que Echeverría tuvo a bien nombrar, "la modernidad de lo barroco", es decir, la insistencia y persistencia de cierta autenticidad (en el sentido heideggeriano del término) sobre los intentos nunca completados --por ser en sí mismo de absoluta ajenidad-- de imponer la modernidad y sus ontologías subejtivas.. No sólo en el pensamiento indígena, sino casi todas las manifestaciones populares que son mestizas (indios, negros, asiáticos, europeos) manifiestan el rumor de un acaercer ontológico más profundo.
Tenemos pues que hacer un ejercicio de-colonializador de la ontologías del sujeto que se impusieron en América. Esto implica una deconstrucción geopolítica de las ontologías dominantes y los saberes en los que se afirman. Y como toda deconstrucción espera encontrar un núcleo de verdad a partir de la metafísica que desmonta. Debemos encontrar la comunidad palpitante abajo del ilusorio sujeto liberal que en América ha tomado el cariz de la violencia tout court.

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