viernes, 25 de septiembre de 2009

Apherion

Apheiron

Estoy en todo lugar donde la ausencia no me falta
En cualquier espacio donde pueda representarme
Tener noción de mí y de mis palabras
En la más inesperada fotografía
Palpando eso que puede ser yo.

Existo en la imagen y la opinión de otras personas,
En ideas difusas, en apuntes, en cuadernos,
Existo con mi bendita “acta de nacimiento”,
Que constata ante el estado que yo sigo existiendo.

Me encuentro en las vitrinas, en mi personalidad a la carta
Mis manifestaciones, en el eco de mi voz,
Adentrándome en las imágenes borrosas de mi cara
Que van fotografiando el yo que se perdió.

Tendré un epitafio escrito en tres palabras.

Y el problema no es estar en algún lugar
Ni encontrarme dentro de lo incierto del encuentro,
El problema es que paso demasiado tiempo conmigo
Pensando adentro, bien alto,
Jugando a buscar al perdido.

Me he dado a luz en cientos de párrafos distintos
Subrayando citas de algún libro carcomido
Soy al final alimento de las polillas sin memoria
Que irán inmolándose en mis días
Alimentándose de de las cartas que me he escrito

Cada espacio carga con la posibilidad de mi presencia
Y miro a la calle y me veo pasar
Entrar aquella tienda y probarme una chaqueta,
Me saludo cordialmente antes de entrar al templo.

Tantas posibilidades de mi mismo, duermen a mi lado
Que mi cama se ha vuelto una especie de cuartel
Nos ponemos de acuerdo cada madrugada
Para ver a cuál de todas le toca salir después.

Tendré mi alma tan dividida, llena de nostalgias,
Pedazos de mi que si se juntaran
Formarían una realidad irreconciliable
En la cual no habría el menor rasgo de mí.

1 comentario:

Reptante dijo...

Definitivamente una buena radiografía la que aquí me encuentro. Mirarse desde afuera; alguien decía que un hombre que puede dominar a los demás es poderoso, pero que un nombre que puede dominarse a sí mismo lo es mucho más. Creo que la observación, la disección, y un tanto cuanto la localización de dónde todo se vulnera, es parte del camino que debe andar uno, antes de que le llegue la muerte. Por cierto, tu escrito me trae cosas familiares a la cabeza, por ejemplo, por citar, una, entre muchas cosas. El señor de las bengalas, escrito por Santiago Montobbio, deberías buscarlo, a mí me gusta mucho ese poema.

Un abrazo amigo.