domingo, 13 de septiembre de 2009

Conversación

Cada vez que te hablo, otras palabras
escapan de mi boca, otras palabras.
No son mías. Proceden de otro sitio.
Me muerden en la lengua. Me hacen daño.
Tienen, como las lanzas de los héroes,
doble filo, y los labios se me rompen
a su contacto. Y cada vez que surgen
de dentro -o de muy lejos, o de nunca-,
me fluye de la boca un hilo tibio
de sangre que resbala por mi cuerpo.

Cada vez que te hablo, otras palabras
hablan por mí, como si ya no hubiese
nada mío en el mundo, nada mío
en el agotamiento interminable
de amrte y de sentirme desamado.

Luis Alberto de la Cuenca
Jardín de la memoria.

1 comentario:

Reptante dijo...

El animal humano, a menudo suele ser una rara dicotomía. Una contradicción que dice pensar y cae en ese error precisamente, en el creer que piensa. Y ya después uno puede decir que es más o menos, no sé, inteligente, si puede detectar que la está cagando; y que la está cagando desde que nació y piensa que él es el artífice de su obra, de su desgracia. No sé, cuando uno habla con el ser que ama, y que a veces desprecia... Sabe que el reflejo, de eso que se llama amor, puede ser una majestuosa mentira.

Buena elección de poema Décimo