Una majestad cadavérica,
aún flor de fiebre,
todavía animal que se debate
en las redes del delirio
contra sus cazadores bien armados.
Torpe, feroz animal,
cómo te punzan.
Estelar y resplandeciente
en un instante de locura,
el mundo erizado en demencia,
el universo afiebrado,
sangrante y brillante en tus heridas.
Sebastián entre las redes,
cómo te flechan.
Carne que finalmente estalla,
rocío en los párpados de la muerte,
sangre fina y sin nadie,
ebria rosa entre mil espejos
en cada rebrillo de tus ojos extáticos,
rosa desorbitada
en cada pétalo de tus heridas.
Abismos de ti.
En tus sueños te sabes
asaeteado por la razón:
los soldados de la razón,
las marchas fúnebres de la razón,
los paredones de la razón.
Dentro de ti, lleno de abismos,
víscera empavorecida y atrapada
entre los perseguidores de tu delirio,
alzado en un hervor de plenitud,
mazorca de heridas,
hurra de todas las sangres,
espuma de tus sentidos acuchillados,
rostro fijo de bestia demente y sin gritos,
demencia muda,
que no te habías visto jamás,
que nunca podrías permitirte,
que aun dentro del sueño
hay que asesinar.
Cómo te asesinas en tus abismos
y abandonas tu propio cadáver
en los entreflujos del sueño.
Floreciente tras tus párpados cerrados,
majestuoso y como agónico
fruta voraz,
escuchas como un vahído
las botas militares de la razón,
las botas sacerdotales de la razón,
las botas patriarcales de la razón.
Ahíto, te sobresaltas,
atragantado de tu abismo,
crujes dolorosamente en tu silencio,
sudas, jadeas, te salvas,
flotas entre tu propia resaca,
te alcanza al fin la orilla:
lo has perdido todo.
José Joaquín Blanco
Poemas y elegías
Ed. Cal y Arena
viernes, 18 de septiembre de 2009
lunes, 14 de septiembre de 2009
Laura
Mientras haya ciudades, iglesias y mercados,
y traidores, y leyes injustas, y banderas;
mientras los ríos sigan vertiendo su basura
en el mar y los vientos soplen en las montañas;
mientras caiga la nieve y los pájaros vuelen,
y el sol salga y se ponga y los hombres se maten;
mientras alguien regrese derrotado, a su cuarto
y dibuje en el aire la V de la victoria;
mientras vivan el odio, la amistad y el asombro,
mientras tú y yo busquemos el medio de encontrarnos
y nuestro encuentro sea poco más que silencio,
yo te estaré queriendo, vida mía, en la sombra,
mientras mi pecho aliente, mientras mi voz alcance,
la estela de tu fuga, mientras la despedida
de este amor se prolongue por las calles del tiempo.
y traidores, y leyes injustas, y banderas;
mientras los ríos sigan vertiendo su basura
en el mar y los vientos soplen en las montañas;
mientras caiga la nieve y los pájaros vuelen,
y el sol salga y se ponga y los hombres se maten;
mientras alguien regrese derrotado, a su cuarto
y dibuje en el aire la V de la victoria;
mientras vivan el odio, la amistad y el asombro,
mientras tú y yo busquemos el medio de encontrarnos
y nuestro encuentro sea poco más que silencio,
yo te estaré queriendo, vida mía, en la sombra,
mientras mi pecho aliente, mientras mi voz alcance,
la estela de tu fuga, mientras la despedida
de este amor se prolongue por las calles del tiempo.
domingo, 13 de septiembre de 2009
Conversación
Cada vez que te hablo, otras palabras
escapan de mi boca, otras palabras.
No son mías. Proceden de otro sitio.
Me muerden en la lengua. Me hacen daño.
Tienen, como las lanzas de los héroes,
doble filo, y los labios se me rompen
a su contacto. Y cada vez que surgen
de dentro -o de muy lejos, o de nunca-,
me fluye de la boca un hilo tibio
de sangre que resbala por mi cuerpo.
Cada vez que te hablo, otras palabras
hablan por mí, como si ya no hubiese
nada mío en el mundo, nada mío
en el agotamiento interminable
de amrte y de sentirme desamado.
Luis Alberto de la Cuenca
Jardín de la memoria.
escapan de mi boca, otras palabras.
No son mías. Proceden de otro sitio.
Me muerden en la lengua. Me hacen daño.
Tienen, como las lanzas de los héroes,
doble filo, y los labios se me rompen
a su contacto. Y cada vez que surgen
de dentro -o de muy lejos, o de nunca-,
me fluye de la boca un hilo tibio
de sangre que resbala por mi cuerpo.
Cada vez que te hablo, otras palabras
hablan por mí, como si ya no hubiese
nada mío en el mundo, nada mío
en el agotamiento interminable
de amrte y de sentirme desamado.
Luis Alberto de la Cuenca
Jardín de la memoria.
jueves, 20 de agosto de 2009
Privilegio

Privilegio
Por: Lêdo Ivo
El día vuela como un pájaro
Y los pájaros vuelan como los días
En un movimiento perpetuo.
Los días vuelan y son pájaros
Las bellas imágenes del mundo
Emigran llevadas por las aguas.
Donde estoy, el horrible plumaje de la muerte
No se atreve a cubrirme. En el día innumerable
Los sueños vuelan como pájaros.
Me ajusté a las constelaciones
Soy un hombre que está caminando
Rodeado por todas las estaciones de la tierra.
miércoles, 19 de agosto de 2009
Confidencias del Soñador a su Hijo en la Cuna
Confidencias del Soñador a su Hijo en la Cuna
Por:Lêdo Ivo
Sueño mi propio sueño y el de mis ancestros.
Durmiendo, huyo de toda monotonía y veo
El espino bajo la nieve,
Que verás, soldado:
Y subo, todavía niño, la escalera caracol
Que muestra, en lo alto del faro, la redondez del mundo.
Soy un hombre que sueña, lleno de mitologías
Y jeroglígicos.
Y un mar eterno lava tofas las noches,
los muelles de mi alma.
Y la luz del faro gira como sol
¡Girasol! ¡girasol!
Soy un hombre que sueña.
Mas allá de todo lo absurdo de la vida,
Donde la hora no gotea su lágrima sucia,
Duermo antiguo y fuerte
Como el animal humano en su cubil de piedra.
Y las magias me cercan, y un eslabón de encanto me rodea,
Y siento el dolor del primer fuego preparado en la caverna.
Soñando yo me divido: soy el hombre que ama
¡Girasol! ¡girasol! Felizmente hasta durmiendo,
E inmóvil se dispersa a la luz verde de la aurora,
Y soy un ser primero, sin nombre ni futuro,
Que en las selvas tocas los árboles del día.
Animal dividido en tiempo y eternidad,
En noche y día, tierra y mar, sueño y vigilia,
Así soy yo y el nos que me acompaña,
Guardaespaldas de la tribu escondida en mi sangre,
Colectivo soñar que asimila mi sueño.
Sueño continuamente:
Voy subiendo en un faro.
De niño, me perdí en el parque de diversiones
Y no encuentro, en la noche, la mano de mi padre.
Soy un hombre perdido, y palpo, soñando tu cuerpo, amada mía,
paraíso de labios.
Soy un hombre que sueña
Despierto, duermiendo, inmóvil, de viaje,
Hasta incluso soñando.
Soy el hombre que sueña y crea el universo
Y desde lo alto de un faro ve la tierra, redonda,
Girando como un sol: ¡Girasol, girasol!
miércoles, 12 de agosto de 2009
La Infancia Redimida - Lêdo Ivo

La Infancia Redimida
Por: Lêdo Ivo
La alegría, yo la creo en este poema.
Aunque sea trágica e íntima de la muerte
La vida es un reino - la vida es nuestro reino
No obstante el terror, el éxtasis y el milagro.
¡Cómo te soñé, Poesía!, no como te soñaron...
Me escondo en el bosque del lenguaje, corro en galerías de espejos.
Estoy siempre al alacance de todo, lleno de orgullo
Porque el Ángel me sigue a cualquier parte.
Tengo un ritmo extenso además para alabarte, Poesía.
Mayor, sin embargo, era la orilla de la playa de mi ciudad
donde, de niño, inventé navíos antes de haberlos visto.
Mayor aún era el mar
Frente al cual todas las tardes yo recitaba poemas
Festejándolo con los ojos llenos de agua y a veces sonriendo de pasión,
Porque gran cosa es descubrir uno el mar, verlo existir en el mundo.
Oh mar, de mi infancia, más grande que el mar de Homero
Juego a esconderme de Dios, tengo pacto con las hadas
Y con este aire de juglar matengo querellas con la muerte.
Después de otro lado, hay siempre otro nuevo lado para conquistarse...
Por eso te amo, Poesía, a tí que vienes a llamarme hacia las californias de la vida.
No es sino un sueño de infancia, un mar visto en palabras.
martes, 11 de agosto de 2009
El Mar, Los Sueños y Los Pájaros. Un Tributo a Lêdo Ivo.

Hace un año más o menos asistí aquí en la ciudad de Morelia, ál ya séptimo Encuentro de Poetas del Mundo Latino, donde durante una semana entera se reúnene los poetas más significativos de los diferentes países que confarman esta nuestra siempre inconsistente Latinoamérica. Entre la muiltitud que se refugiaha en los bosques del lenguaje había un homenaje presente, y era al poeta brasileiro Lêdo Ivo cuya existencia y monumental carrera ignoraba yo hasta ese día donde leyeron un pequeño poema llamado El Sueño de Los Pese...
Maravillado por su obra me hice de uno de sus libros titulado, El Mar, Los Sueños Y Los Pájaros, recientemente traducido al español por el poeta y traductor regiomontano Gaspar Aguilar Díaz cuya obra poética no es menos apreciable que la del maestro Ivo.
En realidad ver a Ivo después de leer minuciosamente su libro toda la noche del primer día del Encuentro me recordó a la sensación de hace 3 años el ver la conferencia del ahora difunto Mario Benedetti en la feria del Libro de Guadalajara. En fin un hombre que no se si fue por mi lectura ardua de esas que te queman las pestañas hasta al punto que el verso empieza hablarte y casi puedes escucharlo en ese ritmo fluído del portugués rimbombánte del Brasil, o por el hecho del respeto que le adquirí después de leer la Infancia Redimida, aquel hombre se me hizo monumental, apesar de su encorvada y envejecida figura.
Y quiero aprovechar la siguiente semana en este blog para publicar algunos de sus poemas esperando que les gusten y les impacten tanto como a mí.
Mi Tierra
Por: Lêdo Ivo
Mi tierra
Ese lugar donde los coangrejos
Presintiendo el caer de la noche
Buscan sus escondites entre los mangles.
En mi país pantanoso
El peso de las lluvias encorba las caobas
Y el sol calcina lágrimas
Y la espina de un pez
Desgarra la losa del día
que lame la lengua del mar.
Entre casillas de avispas
Y tarántulas inmóviles
La tarde me iluminaba.
Yo interpretaba la herredumbre
De barcos anónimos que la lama
de las lagunas carcomía.
Yo recorría las galaxias.
Fulgores de estrellas caían
En los cocotales del tifo.
En el suelo de las islas untuosas
Un planetario caracol deteriorado
guardaba el aroma del mundo.
Mi patria es el agua negra
La dulce agua llena de miasmas
de los astilleros podridos.
(En la cocina, la boca asalariada,
soplando carbones, daba a luz
El fuego del día.)
Cuando yo estaba dormido
Y llovía en mi sueño, en los valles
Caían trombas de agua.
La mañana radiante se manchaba
con la sangre oscura de la zorra
Muerta en el suelo memorable.
Mi tierra es el nuevo camino
Que el hombre abrió sin querer
En la hierba seca del arrozal.
Entre lagartos y abejorros
Via las horas caers sobre las cercas
que daban frente a los relámpagos.
Fue en la infancia cuando aprendía a verte,
Oh sol que me ilumninas. Y un arcoiris
se abrió entre rayas en el cielo pálido.
Fue en la infancia cuando aprendía a amarte,
Hembra, que mi espanto confundió
Con una tarántula.
Y, en los basureros, hombres y buitres,
En ley de libre competencia, ganan
el pan que Dios amasa.
De la cima de las dunas yo veía el mundo:
Escoria azul a lo lejos,
Mar curvo de navíos.
¡Cómo era bello el universo!
La nube que rozaba los trapiches
Fulgía en el granero de las aguas.
Al final de los rieles de la Great Western
Entre locomotoras sedientas
Y durmiendo clavados en el agua.
El blanco faro de mi tierra
aclaraba yacas acurrucadas
Siempre grávidas como lavanderas.
Proviniente de las islas inacabadas
Nunca aprendí a separar
Lo que es de la tierra y lo que es del agua.
Siempre junté en el mismo plato
Las espinas de mis peces
Y las sobras de mis sueños.
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