domingo, 14 de febrero de 2010

PÁJAROS IMPLUMES

UN POEMA PARA LA GENTE ETERNEMENTE ENAMORADA DEL CIELO COMO YO

Pájaros Implumes

Si nuestro corazón latiera más rápido,
Viviríamos la mitad de nuestros días,
Pero los viviríamos volando,
Como pájaros, nos deslizaríamos
En el asombro inmediato,
Embriagados de nuestro propio vuelo,
Dulce inconsciencia sería,
Que no nos separaría del cielo
Al que palparíamos dichosos de azul.

Ah! Pero el maldito destino evolutivo,
Nos deparó un corazón lento
Y pesados miembros bípedos,
Corazones temerosos e incompletos
Los nuestros, que no nos dejan olvidar
Jamás la ausencia de nuestras alas,
Que al ser arrancadas
Hace inmemorables eones,
Nos dejaron varados en la tierra
Con una cabeza pesada que se cansa de mirar el cielo
Contemplar su elemento primigenio
En el que debería rebosar en vuelo.

Nos dejaron sólo los sueños
Única liviandad nuestra
Condenando a la inconsciencia.

¡En el sueño palpamos nuestra naturaleza!
Se vuela en el suelo,
Nos duele la ausencia de nuestras alas,
En el sueño;
Pájaros implumes que comenzaron a pensar
De tanto erguir la cabeza hacia el cielo,
Pájaros huérfanos de horizonte
Que no cantan al atardecer
Y desconocen la perfecta geometría de la bandada
Pero que ensayan en el mundo
Con sus pesados edificios,
Sus monolíticos monumentos,
Practicando el oficio misterioso
De construir nidos altísimos.

El suicida al borde del rascacielos
Entiende su despojada naturaleza de ave,
Y desesperado se arroja hacia el vacío
Para sentir unos instantes la intensidad del vuelo,
Que lo destroza en esquirlas de humanidad.
Maldición del hombre que inventó la máquina
Para sopesar su carencia,
Que destruye el mundo que lo despojo del vuelo
Para probar la libertad aérea unos instantes.
Y siempre hay hombres que sueñan con alas
Porque sólo el sueño nos recuerda nuestra orfandad,
Y nos trae a la memoria aquella injusticia
Que nos aplanó las espaldas.

El pájaro implume se descubre mono
En la resignación a su vuelo imposible
Que el suicida sabe al arrojarse
Que el mono en la cumbre del árbol
Intenta lo mismo con su salto
Que él con su suicidio.
El piloto se reconoce en la frontera
Infranqueable del horizonte
Al que atraviesa enceguecido de gracia
Son la conmoción de que por un instante flota.

Tal fue la desesperación del hombre
Que desgarró el cielo con sus cohetes,
Dejando estelas de humo
Sobre su piel azul,
Que se afana en serle ajeno,
Desafiando su orfandad
El hombre superó las fronteras
Se volvió el único pájaro en el espacio
Trascendiendo el panorama…

Hubo una vez un hombre
Que se arrojó al vacío
Desde 11,000 km de altura,
Sólo para franquear
Durante 17 maravillosos minutos,
La limitante de sus miembros
Y ese hombre cayendo hacia la tierra,
Como el pájaro más veloz conocido,
Extendió sus brazos
Y por unos instantes,
Recuperó sus alas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

me encantó tu poema pequeño nene francés... me recordó muxo a la última plática existencial de los peces y aves..
es tan triste saber que existen los pájaros implumes y que cada día nos alejamos más de ser pájaros y somos más reptiles..
en fin.. te amooow

Reptante dijo...

Uhh... ese amigo Décimo, hasta que encuentro remitentes con agresiones benditas con te amos. Al parecer comienzan a escucharse campanadas en esta plazuela triste. Bien por eso, bien también por esta elegiaca reflexión de la nostalgia. Por este cavilar los tiempos pasados, esos mismos tiempos que ya extrañaban y dejaron grabados en sus códices, los antiguos moradores de estas tierras. Las tempranas edades en que los hombres no habían sido maldecidos y tenían alas, y eran seres pequeños, livianos, sin contradicción, sin sustancia en la duda, sin pensamiento sobre lo perecedero. Por otra parte, no sé si son las altas horas de la noche o mi vista ya cansada, pero de pronto sentí algo tropezada la lectura. No sé, tal vez habría qué corregir algunas cosillas en la redacción, o tal vez tendría qué dormir y volver a leer mañana, lo que he leído hoy en un par de ocasiones.

Saludos.

Reptante dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Reptante dijo...

Para no cometer un crimen, y así una afrenta infundada, me di a la tarea de la tercera lectura, y creo que sólo fue una cuestión la que me rompió un tanto las balls de la cadencia, este párrafo:

"El pájaro implume se descubre mono
En la resignación a su vuelo imposible
Que el suicida sabe al arrojarse
Que el mono en la cumbre del árbol
Intenta lo mismo con su salto
Que él con su suicidio."

Pero bueno, al releerla entiendo sus motivaciones y sus formas. No habría ya nada qué reclamar, me retracto.

Leyéndolo por tercera vez, me he dado cuenta que me gusta más. Tanto por su caracter nostálgico, su caracter trágico, y su caracter animal. Grandes ideas has dejado revoloteando en mi mente. Mañana cuando despierte otra vez a la vida, no dudaré en voltear al cielo para sentirme pájaro por unos cuantos segundos.

Por cierto, acabo de trepar a mi blog un par de nuevas entradas. Saludos.