domingo, 28 de febrero de 2010

SEMANA DE ALBERTO DE CUENCA

Conversaciones

Cada vez que te hablo, otras palabras
escapan de mi boca, otras palbras.
No son mías. Proceden de otro sitio.
Me muerden en la lengua. Me hacen daño.
Tienen, como las lanzas de los héroes
doble filo, y los labios se me rompen
a su contacto. Y cada vez que surgen
de dentro -o de muy lejos, o de nunca-,
me fluye de la boca un hilo tibio
de sangre que resbala por mi cuerpo.

Cada vez que te hablo, otras palabras
hablan por mí, como si ya no hubiese
nada mío en el mundo, nada mío
en el agotamiento interminable
de amarte y de sentirme desamado.

2 comentarios:

Reptante dijo...

Pues dirás simple, pero avasallador en su terreno de simpleza, este poeta, en este poema, se derrama sobre una de nuestras verdades como emisores de palabras; somos tan sólo la voz de otros que en su lenguaje, nos han contaminado, para propagar lo maldito de su verso, en nuestra precaria lengua humana, sobre la precaria vida de los otros. Así la vida amigo. Por cierto, le debe una visita a ese antiguo relato que fui puliendo en mi blog eh. Que no se le olvide aunque le de flojera.

Poeta Nómada dijo...

Este poeta me recuerda mucho a una frase de Wittgestein: "lo que se puede decir se puede decir en pocas palabras, de lo que no se puede hablar es mejor callar", y este individuo poeta sabe cuando callar.