viernes, 18 de junio de 2010

De La Nimiedad De Las Cosas

XVII


A veces no es suficiente el silencio compartido
Las sonrisas que nos arrojamos,
Las manos que entrelazamos
Y lo que con la boca no decimos.

A veces el atardecer se lleva el suspiro
Y el aire susurra las verdades que no admito,
Si estás ausente y te llamo y no te encuentro
Y esperas que no me sienta perdido.

A veces un abrazo no puede comunicar dos destinos
Y un beso no puede consolar un delirio.

Llega la lluvia y con ella nosotros como filo
Como almas de ceniza, como témpanos con frío.

No quieras que me coma tu aliento,
Que memorice tu máscara de risa,
No esperes que entienda que el recuerdo
Te persigue al doblar de cada esquina.

No ahogues el lamento,
No lamentes el llanto,
No llores el tiempo,
No cuentes el silencio,
No calles la verdad,
No confieses la mentira,
No mientas la caricia,
No acaricies el recuerdo,
No recuerdes la lágrima,
No derrames el dolor,
No sufras la mano
No tomes la mía
Si no me estás mirando.

1 comentario:

Megara900 dijo...

Este poema tiene una suave melancolía transmitida en la memoria de las cosas... un gesto inconcluso que no toca, pero abre a la mente un camino invisible de añoranza.

Un beso no puede consolar un delirio, el beso es la expresión más dulce, el sello marchito del amor, el mudo mensaje de las bocas, que así no logran compartirse nada. Es siempre la tímida salvación de los que se aman.

Me ha gustado el final a manera de una negación exasperante que se agranda en cada décimo de verdad o mentira, sencillamente genial, un abrazo para vos.