domingo, 28 de noviembre de 2010


Nunca he escrito erotismo, de ese explícito con sabores de literatura francesa tardía e intemporalidad de Nueva York y burdeles de Buenos Aires. No he plasmado jamás en letras el placer que ha roto mi carne, ha roto por ausencia. Jamás he disfrutado el sexo, me parece vacío efímero, penetraciones sin sentido, manos buscando un sitio que jamás encuentran, bocas rasgándose, histéricas, con hambre. Me da miedo la desnudez de la mujer, su poderosa perfección de curvas, el delicado equilibrio que hacen siempre sus ojos con sus pezones. Y pensar que puedo empezar a escribir cosas: "Después de haberle leído un poema la lleve a la cama, ya sentía en su piel leves espasmos que anunciaban los orgasmos venideros. Su boca salivaba más que nunca, entre sus piernas empezaba a fraguarse un horno, en el que derritiría mi pene, hasta dejar un líquido tibio y blanco, como firma y epitafio." Me parecezco ajeno, quien escribe erotismo espera confirmarse, confirmar lo poco satisfactorio que es su sexo. Explicarse porque esas vocales sonaban falsas, a pesar de ser las mismas siempre: "ah, eh, yyyyyy, oh, uh". Quien escribe erotismo no es más que un Cristiano que todo el tiempo está invocando a Dios.
"¡Oh DÍOS MÍO!"
Lleno de clichés disfraza el mismo acto copulativo, como el del verbo "ser" con conjugaciones enfermas, reductivas. ¿Cómo se puede escribir de lo más presente, lo más íntimo? Ya no íntimo por vergüenza a que escuchen tus gritos los vecinos, a que el golpear de la cabecera de tu cama marca el compás de tus latidos. Ya no vergüenza a decir todas esas palabras tan difíciles de rimar: Pene, vagina, testículos, huevos, tetas, penetración, orgasmo... Escribe siempre quien siente una ausencia. Por eso el desnudo siempre ha sido privilegio de los artistas visuales, únicos capaces de atreverse a cortar el movimiento con líneas y formas.
Las grandes literaturas han evadido siempre la explicitación del sexo, al menos las occidentales. Dan vuelta alrededor de él, jamás lo muestran. Porque el poder de la palabra es difinitivo, porque el enunciado espera un estatismo. Jamás me ha parecido loable recurrir al sexo para anunciar rebeldía.
Octavio Paz ya sospechaba al leer al Marqués de Sade, que este no avogaba por una liberación lejos de los terrenos de Dios, sino por una ampliación de sus reinos. El Cantar de los Cantares es el rastro que tenemos de que jámás ha sido subersivo el sexo. ¿Cómo un acto tan mecánico, tan pueril, puede ser subersivo? El instrumento de perpetuación de la especie no puede tener nada de simbólico.
Freud me canta al oído y resume que precisamente porque nunca se cumple todo gira alrededor del coito. Y yo me rio, que el sentido del erotismo no es el coito es el deseo. La atmósfera, las luces, las sábanas tibias, las siluetas sobre las almohadas, las miradas las risas. A los escritores les importa más el gesto. La desnudez, el coito, es siempre algo dificil de escribir. Tiene que dársele la vueltapara que tenga algún sentido la narración. Sino, se sumerge en la cotidianidad de cualquier otro acto: "comieron, duermiedon, jugaron front-tennis, tuvieron relaciones sexuales". Si la palabra "muestra" lo que es, retira los velos y deja abierto como vena el acto en sí, entonces es incompatible con el coito. Porque escrito así: "hicieron el amor" ya es un símbolo, ya oculta la obviedad. Pero escrito de este otro modo: "y él la penetró". La imagen es directa, no genera una atmósfera, no sugiere nada explícita y nos repele por sí misma. Leer al Marqués de Sade, a Charles Bukowski, William Burroughs, cualquiera que explicite el sexo, es leer más un manuel de "comportamiento y práctica sexuales" que podría pasar por un extraño referente antropológico y psicoanalítico.
Me alzo y digo que el coito como tal es incompatible con la palabra. Cuando la palabralo muetras. "voy a cogerte", "me voy a venir", tiene siempre que rodear la cuestión, es díficil, y ahi mi admiración a quienes lo practican, conciliar lo explícito y lo únicamente gráfico.
Me explico: a pesar de que mucho de escribir es des-cribir, la palabra antes de ganar su amplitud en el terreno de lo enunciado, es siempre un gesto ocultante. La palabra matiza y funda. La palabra construye. Escribir entonces se vuelve un acto más que mostrar, se vuelve el acto fundamental del "definir" pero sobre la base de esa luz que arroja sobre lo que nombra, entonces también lo oculta, en está dialéctica habita la poesía, en ella existe.
Ahora veamos el sexo, lo sexual. Lo sexual y el sexo son actos animales, con fines claros reproductivos que en el caso humano, como en el de otros tantos mamíferos, tienen como resultado un placer nervioso, que llamamos orgasmo. Visto así, en la fría inspección de una descripción científica, no se puede alejar mucho de líneas como la siguiente: "...entoncesla senté sobre mis piernas, mientras fumaba en el retrete, y le dí duro, durísimo, hasta escucharla soltar leves gemido, que iban aumentando mi excitación..." Es necesrio entonces que el sexo y el coito como tal no sean sino descripciones de un comportamiento. La escritura que base su razón de ser en esas descripciones se ve siempre forzada a ser situacional. Poner escenarios distintos para retratar lo mismo, el mismo desenlace, que jamás podrá escapar al hecho de excitación, orgasmo, penetración y humillación de una de las partes. La sexualidad en su lado simple es una relación de poder entre pares.
Pero la cultura tiene necesidad de escapar siempre a lo meramente dado. A lo que actúa sobre nosotros. Entonces nace la palabra, que funda ya algo sobre el objeto, quelo viste para poderlo poner ante nuestros ojos y sobre nuestras bocas, que se confirma estático y verdadero al ser escrito. La palabra es el gesto simbólico.
Explicitar el sexo con la palabra anula la posibilidad de la poesía, que se mantiene en esta comunión del irse y quedarse del lenguaje.
El erotismo es de otra naturaleza, debe resisitirse, por necesidad misma de la poesía, no por recato de ninguna clase de ley moral (moral aquel que extiende el reino de Dios hacia el sexo). La palabra debe rodear siempre el mero sexo, lo mero dado, el mero penetrar-venirse-cansarse. Por eso la palabra funda el deseo. Por eso el erotismo funda el juego.
Pero de eso... de eso... escribiré en otro momento.

1 comentario:

Apocalipstik dijo...

Lo que tengo que decir a todo este sabotaje, no puede verbalizarse, ni con demagogia, ni con sutileza. Mucho menos con una cita de Ross o Ix chel... Así son las cosas: Ya decretaremos espacio geográfico como arena(s). Mi amor, lo mejor del caso... es que como siempre a las pruebas me remito.
Saludos de los ex vecinos y las múltiples fracturas que tengo tengo en la cabeza. Dice el médico que en uno o dos meses, podré regresar a mis menesteres... Pero ya sabes cómo soy, poeta, terca, terca... Seguro que adelantamos la pelea.