viernes, 26 de diciembre de 2008

De Los Poetas


De Los Poetas
Los poetas han callado hermanos míos
sus lágrimas venenosas han dejado de regar las tierras
su sangre metafísica no tiñe más los pergaminos,
las oscuras paredes, los magmas azotados ya son silencio
y la guerra y la paz, quietud ecuánime

Los poetas han dejado de llorar hermanos míos
y las verdades ya se ocultan entre los ramajes
ya se entierran en el lodo como sapos de lluvia,
las hojas han quedado virginadas
y las márgenes del río de la
esperanza, quedan sin vida.
Los poetas han ido a otro mundo
Acercándose de manera sigilosa entre las estrellas
la oscuridad inerte del universo los ha convocado,
las galaxias y los agujeros negros han puesto
espectaculares de agónicos desfiles en
su nombre
y las constelaciones han grabado su recuerdo,
los poetas son recuerdo y sólo eso
los poetas ya no existen en este mundo de silencios prolongados
en la contaminación del ruido, de la vista
en la pérdida de lo humano,
de lo autómata
en la instauración de la rebeldía baldía rentada,
en las hojas malgastadas por las copias fotostáticas,
los relojes que ya no quieren marcar la hora correcta
los congresos, las naciones, los ejércitos, y toda
la demás pesada seriedad del mundo.
Los poetas han quedado huérfanos de madre
se extiende el ocio a millas por segundo
pero la inspiración se agota a decibeles
como el crepitar de la frecuencia que no se escuchará de nuevo,
como ese sueño que se tuvo y se abandona en
un suspiro que nos despierta,
pero el Dios ha abandonado a los poetas
un padre que nunca supo ser padre porque nunca fue hijo
y de santidad sólo ha tenido la blancura de su ave fenecida.
Los poetas despertaron de este
sueño
de este aletargamiento de lo cotidiano,
huyeron de la veracidad tangible de lo intransigente
brincaron a otros parámetros, otras avenidas
otro centro comercial atiborrado de gente,
mientras nosotros hermanos
míos
permanecemos eternos,
repetitivos, innoriginales, poco innovadores,
no hay romanticismo en nuestras palpitaciones
ni surrealismo histérico en nuestro
diálogos
mucho menos un simbolismo en nuestras heridas.
Los poetas han muerto hermanos míos ¿qué nos queda?

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