viernes, 12 de diciembre de 2008

A MI DIOS


Me has dado carne, me has dado vida
¿Por eso tienes derecho a dejar que decida?
Me abandonas ante mí y te dices mi padre,
Y al peor enemigo me envías a enfrentarle.
Me dices destino en medio de llantos,
Me brindas alivios y después arrebatos.
Me diste la carne para que sufriera
Y me diste el pecado para que implorara,
Creaste a la fémina para que me sedujera,
Y emanaste el infierno para que aterrara.
Me diste razón para que errara
Me diste verdad para que dudara,
Me diste habla para que mintiera,
Me diste un alma para que sanara.

Me creaste con propósito de lo más extraño
Un ser enfermizo, miedoso, cobarde y huraño,
Creaste al mundo para que me hiciera daño,
Y creaste al amor para morir en un año.
¡Padre más extraño que deja a su hijo poner un coco
Debajo de su cama para después temer como un loco!

Me pusiste ojos para que la realidad no viera,
Me pusiste piernas para que huyera,
Me ensamblaste para que me desbaratara,
Me diseñaste para que me deshiciera.

Me implantaste en el pecho objeto más doloroso
Molesto, aburrido, palpitante y tortuoso,
Que al sentirse descubierto tiembla temeroso,
Y con su ridículo hechizo me hunde en un pozo.

Me diste cinco dedos en cada mano,
Dos manos contrarias en los brazos,
Me diste rabo corto en lugar de cola,
Me pusiste cabello en vez de aureola.

Me diste sueños para que avanzara,
Y me diste seguridad para que me perdiera,
Me enseñaste a moverme para que matara,
Me enseñaste a querer para que engañara.
Me brindaste bondad para que la usara,
Me brindaste crueldad para que sufriera;
Me diste, luz, mundo y me diste llanto,
Me hiciste ver la maldad de tu encanto,
Me diste un cuello para inclinar la cabeza,
Me diste anhelos para anhelar tu grandeza.
Me diste creencias para que te adorara
Y me diste dolores para que creyera.

Me diste una vida para que viviera
Y pusiste un destino para recorrerla,
Me diste la muerte para que olvidara
Y me diste el alma que es eterna.

Me diste todo, y no me diste nada,
Me diste errores para aprender de las fallas,
Me diste problemas para que los superara,
Pero lo que no me diste fue una verdad,
Fue una cura para el dolor que me aqueja,
No me diste salida para la soledad,
No me enseñaste como es que se sana.
No me mostraste la luz de la esperanza,
Y no me dijiste que la tierra no era plana,
No me diste el elíxir de la vida eterna,
Y mucho menos me has dado alivio a mi pena.

Eres ser terco de necedad, pero igual es la mía
Y esa mí querido señor es la situación,
Más necia de la vida.
(Imagen de John U. Abrahamson, Copyrighted, no fue usada con fines de lucro)

No hay comentarios: