viernes, 23 de octubre de 2009

A Las Afueras de Dios.

V
Persigo el arte con la mente llena de fango, cada paso que doy me hundo más en la espesura de la subjetividad, cómo levantarse a tanta indiferencia forzada, cómo superar tan espesa bruma de inconsciencia. Me abruma la indefectible niebla en la que los hombres buscan las estética, perdidos en una caverna más profunda de lo que Platón imaginaba, ni las sombras llegan, ojos incapaces de contemplar cualquier cosa se vuelven dentro de si mismos, y se ahogan en sus lágrimas. Parece no tener sentido algún intento, dejarse devorar por el fango o hundirse con todos dentro de la caverna… ¿quiénes son esos todos en realidad? ¿Por qué puedo diferenciarme yo de ellos? ¿De qué dispongo para suponer que no estoy yo dentro de una caverna también? Una caverna como un cubículo rocoso, con su suelo de fango en el que me hundo, indefinidamente, y cuestiono mi propia altura, hace tiempo que ya no siento mis piernas. La estética es entonces un pequeño brillo, un poco más arriba de mi cabeza, alzo las manos para tomarlo y despierto…

1 comentario:

Reptante dijo...

Tal vez exista una delgada línea entre el "todos" y el que se cuestiona, y tal vez exista una respuesta para saber si la luz que se presiente, es la misma luz de nuestra linterna muerta. O será que el primer paso es aceptar que se es parte del vacío, mientras que los otros sólo siguen el karaoke que les ponen y son alegres, porque rascarse el cerebro no les viene en gana. Y puede tal vez, existir la felicidad en la ignorancia.